Signo de contradicción
Los verdaderos profetas se encuentran con el rechazo y con la contradicción. Ellos hablan de parte de Dios, no para contentar las apetencias de las gentes. La conciencia de su misión es lo que les infunde valentía: “Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos”, le dice Dios a Jeremías (cf Jr 1,4-19).
En el rechazo y la resistencia a los profetas se anticipa el rechazo de Jesús, “puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción”, como había anunciado Simeón cuando presentaron a Jesús en el Templo. En la sinagoga de Nazaret se pone de manifiesto este rechazo. Quienes, un momento antes, “expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios”, en cuanto oyeron lo que no deseaban oír “se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo” (cf Lc 4,21-30).