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ABORTO: EL DEBER DE REACCIONAR. Los tres principios innegociables de Benedicto XVI deben ingresar en las agendas electorales
Por Juan C. Sanahuja
Colombia: despenalización del aborto. El omnipresente CEDAW. Dios no pide victorias. La voz de los Pastores: Obedecer a Dios antes que a los hombres. Lo "legal" no es siempre moral. Votar en conciencia. Los tres principios innegociables. Venezuela: La maldad intrínseca del aborto. El Cardenal Urosa ante la Asamblea Nacional.
El miércoles 10 de mayo la Corte Constitucional de Colombia despenalizó el aborto en tres supuestos: cuando el embarazo constituya peligro para la vida o la salud de la mujer, cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida, y cuando el embarazo sea resultado de una violación o de un incesto. La sentencia aunque previsible no deja de ser lamentable.
Leyendo con atención y sin falsos triunfalismos el Comunicado de la Corte del 7 de diciembre de 2005 en el que se rechazaban las demandas de despenalización por defectos de forma, resultaba evidente que la mayoría de los jueces se inclinaba por éstas e incluso prácticamente se instruía a los abortistas sobre cómo presentar las futuras demandas para que fueran viables. Aunque en estos casos una demora es siempre positiva porque en ese período se salvan vidas humanas, no es menos cierto que la explicación que dio la Corte en diciembre tenía un final anunciado.
La sentencia de la Corte Constitucional colombiana abre las puertas a la eugenesia y a la eutanasia más brutales: si se puede matar al niño no nacido enfermo, ¿por qué no eliminar al enfermo terminal o al anciano "inservible"?. En el supuesto del embarazo por violación la sentencia condena a muerte al inocente; sea cual fuere el ámbito de su generación, cada niño no nacido, posee una dignidad irrepetible, que debe ser respetada, por lo que es injustamente discriminatorio calificarlo de "deseado" o "no-deseado". Dentro de la gravedad de estas causales quizás la que abre la puerta al mayor número de crímenes es la de la "salud de la madre", ya que el feminismo internacional insiste amparándose en tratados de derechos humanos en incluir en ese concepto la inasible "salud psíquica", lo que llevaría a un verdadero "colador" para justificar cualquier aborto.
El omnipresente CEDAW
No es un dato menor que la misma Corte, pocos días antes haya dictaminado a favor del Protocolo Facultativo de la Convención de la Mujer (CEDAW), el instrumento de la ONU para el reconocimiento universal del supuesto derecho al aborto. Sobre el Protocolo la Corte "determinó que las nuevas competencias, deberes y procedimientos que asume el Estado colombiano coinciden con los postulados constitucionales", (Red Nacional de Mujeres de Colombia, 27-04-06).
Dios no pide victorias
Un aspecto destacable es que en Colombia no se rehuyó el combate y que en estos meses seguramente habrán sido muchos los que aprendieron a valorar la vida humana desde la concepción y como ciudadanos habrán sacudido su apatía. Dios no nos pide victorias sino que demos batalla, El dará la victoria dónde y cómo quiera.
Obedecer a Dios antes que a los hombres
La Conferencia Episcopal (Comunicado) declaró un día después "es un fallo de graves consecuencias y que atenta contra los fundamentales valores culturales, morales y religiosos de nuestra patria", a la vez que recuerda a los ciudadanos el deber de oponerse a la ley inicua, llamando prácticamente a la desobediencia civil, que es lo que se impone en estos casos y lo que los fieles esperan de la jerarquía católica: "'Nosotros hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres' (Hech 5, 29). Las leyes y los fallos jurisprudenciales podrán determinar la legalidad de algunos actos, pero no por este hecho se podrán considerar como morales y buenos. Decidir contra la vida de un ser humano en cualquier circunstancia seguirá siendo siempre un acto inmoral, y más grave aún, si es contra el más indefenso de todos. 'El aborto y el infanticidio son crímenes abominables' (Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et Spes n. 51)".
Lo "legal" no es siempre moral
El Cardenal Arzobispo de Bogotá, D. Pedro Rubiano Sáenz, declaró: "Como lo recordó recientemente el Papa Benedicto XVI, la Iglesia tiene la responsabilidad de intervenir en la vida pública para proteger y promover la vida humana y la dignidad de la persona. El Santo Padre reafirmó que el principio de la defensa de la vida humana desde el instante de la concepción hasta la muerte natural, se encuentra inscrito en la naturaleza humana, lo confirma la fe y es inviolable. En consecuencia, la Iglesia para prevenir el aborto, que es el asesinato deliberado del niño en el vientre de la madre, lo sanciona con la pena de la excomunión inmediata (…) Por ello mismo es conveniente recordar que lo legal no siempre es moral y que los creyentes deben tener claro en su conciencia que el aborto sigue siendo un delito, también en el campo civil, así la nueva normativa omita la aplicación de una pena en determinados casos".
Votar en conciencia
Pocos días antes del fallo de la Corte los obispos colombianos haciéndose altavoces de Su Santidad habían recordado los tres principios innegociables que Benedicto XVI dictó, el 30 de marzo pasado, para la actuación de los cristianos en la vida pública, como lo mismo hizo en abril el Presidente de la Conferencia Episcopal de México (vid. NG 774).
La maldad intrínseca del aborto
El miércoles 12 de abril también el Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas (Venezuela) enfatizó: "Nosotros tenemos que ser siempre defensores de la vida y en este sentido yo quisiera recordarles a ustedes la maldad intrínseca del aborto provocado, que el Concilio Vaticano II define como un crimen abominable. El aborto provocado es un pecado espantoso y ningún católico, ningún médico, ningún abogado, ningún político y ningún líder de la sociedad católica puede defender o apoyar el aborto. (…) Nosotros nos horrorizamos ante los crímenes tan terribles que han sucedido en el país… En esa misma línea de defensa de la vida tenemos siempre que rechazar el aborto". (El Universal, Caracas, 15-04-06).
Ante la Asamblea Nacional
El 20 de abril, el Cardenal Urosa ante la Asamblea Nacional recordó a los legisladores: "En este sentido, las leyes deben promover el bien común y el ejercicio de los derechos humanos innatos a cada persona, consagrados en la Constitución Nacional. El derecho a la vida, desde el primer instante de la concepción hasta la muerte natural, excluyendo el abominable crimen del aborto y la aberración de la egoísta eutanasia. La importancia de la familia y del matrimonio como base de ésta, según la realidad afectivo-sexual de la pareja hombre-mujer, en consonancia con el carácter y la naturaleza intrínseca de la unión matrimonial". (Globovisión, Documentos). FIN, 13-05-06