¿Evolucionismo católico? El caso del padre Teilhard de Chardin (1-2)
La crítica del Padre Julio Meinvielle al pensamiento evolucionista de Teilhard de Chardin[1]
La figura y el pensamiento del Padre Julio Meinvielle son por demás controvertidos. En general, se lo pone como un referente del integrismo católico, destacando “su antisemitismo” o, cuanto más, su famoso debate con Jacques Maritain que le dio relieve internacional[2]. Pero, de la misma manera que debatió con el padre del personalismo, Meinvielle, en la última etapa de su vida, se concentró en el estudio del progresismo católico en general y en las teorías de algunos de sus principales exponentes como Yves Congar, Karl Ranher[3] y Teilhard de Chardin. En este escrito repasamos algunas de las críticas que realizó a las ideas del paleontólogo francés.
Resulta necesario recordar que su actuación intelectual estuvo marcada por el auge del pensamiento católico europeo de entreguerras, con escritores como Chesterton, Belloc, Maeztu, Maritain, Garrigou-Lagrange, Pappini, Bernanos, Claudel, etc.; y también por la emergencia de autores católicos nacionales, los cuales se hallaban insertos en una red sociabilidad y circulación de ideas, tal como se desprende del exhaustivo libro de Enrique Zuleta Álvarez (1975) sobre el nacionalismo argentino.
En esta perspectiva, -de sociabilidad y de circulación de ideas- hay que ubicar la fundación, por parte de Meinvielle, del Colegio de Estudios Universitarios y de la Sociedad Tomista Argentina (1948), esta última con Monseñor Octavio Derisi; y de grupos no institucionalizados como el de la Suma Teológica y también de su colaboración en numerosas revistas, algunas efímeras y otras de larga pervivencia, como Cruzada, Universitas, Sol y Luna, La Fronda, Itinerarium, Ars, La Nueva República, Ortodoxia, Sapientia, Ulises, Anfiteatro, Verbo, Jauja, Azul y Blanco, Tiempo Político, Estudios Filosóficos y Teológicos, Cabildo y Mikael; además de sus propias iniciativas como editor de las revistas Nuestro Tiempo (entre junio de 1944 y mayo de 1945), Balcón (diciembre de 1945 a noviembre de 1946), Presencia (diciembre de 1948 a julio de 1951) (Amieva, 2014) y Diálogo (1964). Asimismo, hay que destacar su relación con otros intelectuales de nota como Tomás Casares o Nimio de Anquín, o el más joven Carlos Sacheri; y los teólogos de la época como Garrigou-Lagrange con quien estuvo unido en su debate con Maritain, y Michele Federico Sciacca[4]. Pero, sobre todo, resalta su disponibilidad generosa para la charla informal o simplemente la consulta intelectual. Así desfilaron por su hogar tantos otros sacerdotes y laicos preocupados por la Argentina y la Iglesia, algunos conocidos como Bernardino Montejano, Alberto Ezcurra, Carlos Buela, Alberto Caturelli, y otros tantos desconocidos. De este modo, Meinvielle encaja perfectamente en el modelo del intelectual hispanoamericano, capaz al mismo tiempo de levantar una iglesia y escribir teología, publicar en revistas y editar otras, organizar institutos académicos y clubes recreativos[5].
Meinvielle y Teilhard de Chardin
A partir de 1960, Meinvielle se dedicó al estudio del progresismo católico, periodo que se inició con la primera obra dedicada a Teilhard de Chardin y que concluyó con su obra mayor De la Cábala al progresismo, de 1970[6].
El primer libro que Menvielle escribió sobre el paleontólogo francés (1881-1955) se llamó La cosmovisión de Teilhard de Chardin. Estudio crítico. Fue publicado por la Editorial Cruzada, está fechado en 1960, y es un texto relativamente corto de 90 páginas, organizado en una introducción, dos capítulos, uno que abordaba sintéticamente las principales tesis de Teilhard y el otro que las criticaba; la conclusión y un apéndice llamado “el marxismo de Teilhard de Chardin” que reproducía un artículo que había publicado en la revista Cruzada, en mayo de 1960, el cual también sería recogido en el segundo libro.
En 1960, Teilhard comenzaba a leerse en la Argentina de ahí que el objetivo de esta publicación fuera eminentemente pedagógico: argumentar en un lenguaje sencillo pero con rigor intelectual que la interpretación evolucionista transformista del autor francés era errónea y estaba contra los dogmas de la Iglesia de Cristo. Errónea no en el aspecto científico, dado que Meinvielle no ponía en cuestión sus descubrimientos, ni tampoco su competencia paleontológica.
Para realizar esta crítica, el sacerdote argentino se basó en el libro de Teilhard El Fenómeno Humano, fechado en Pekín entre junio de 1938 y junio de 1940, con el Resumen y el Apéndice de octubre de 1948[7], porque era, en su opinión, el trabajo que mejor expresaba la visión del mundo de Teilhard, aunque también citaba dos obras más: La visión del pasado y El Advenimiento del hombre.
Cabe aclarar que este ensayo de Meinvielle es el primer trabajo sobre el jesuita francés escrito en castellano, de ahí su importancia. Consecuentemente, la bibliografía de la que se nutrió era francesa.
La segunda obra de Meinvielle, llamada Teilhard de Chardin o la religión de la evolución, fue publicada en 1965 por la Editorial Theoría en la Colección Biblioteca de Ensayistas Contemporáneos (junto con Fermín Chávez, Ignacio Anzoátegui, Federico Ibarguren, Francisco Compañy y Santiago de Estrada). Es un libro de mayor envergadura pues tiene 276 páginas escritas, y está estructurado en ocho capítulos, un prólogo, conclusión y cinco apéndices[8]. Si bien hay partes similares en ambas obras, esta denota mayor número de lecturas tanto del científico francés como de sus críticos y defensores. Además tiene otra organización ya que el texto pivotea sobre el concepto de evolución. Así, sus capítulos tratan el evolucionismo biológico, paleontológico, filosófico, teológico hasta llegar a la definición de un transcristianismo o religión de la evolución.
Sin duda, es un libro escrito en otro contexto porque la visión teilhardiana iba ganando cada vez más espacios en la Iglesia hasta convertirse en un moda incluso en la Argentina (“la difusión y discusión de la cosmovisión teilhardiana ha adquirido caracteres increíbles”, señalaba Meinvielle)[9]. Justamente, en esos años se habían publicado varias obras inéditas del autor francés[10], prácticamente todas por la Editorial du Seuil, y en nuestro país, el “Seminario de Teología de Buenos Aires” había publicado en 1963, un trabajo de Teilhard, denominado Lo Crístico.
Lógicamente, también había aumentado la discusión sobre las ideas de Teilhard de Chardin entre los teólogos europeos, dato que se conoce a través del mismo Meinvielle, y que demuestra su erudición. Por el libro de 1960, se sabe que la primera crítica al sistema telhardiano fue realizada por Garrigou Lagrange O.P. en la década de 1940 y que, en adelante, habían debatido numerosos autores como Bruno de Solages, Louis Cognet, Claude de Tresmontant, Nicolás Corte, Paul Chauchard, D’Armagnac, Guérard de Lauriers y Philippe de la Trinité, unos a favor y otros en contra. Además se citaban otros autores como Dominique H. Salman, especialista en ciencia y filosofía de la naturaleza; a George Salet et Louis Lafont; al gran filósofo tomista Louis Jugnet, al comunista Roger Garaudy, que trataba a Teilhard en una obra; y se incluía el decreto del Santo Oficio del 6 de diciembre de 1957, que había establecido que “los libros del Padre Teilhard de Chardin deben ser retirados de las bibliotecas de los Seminarios y de Instituciones religiosas; no pueden ser puestos a la venta en Librerías Católicas y no es lícito traducirlas a otras lenguas”. Pero, como ya se afirmó, entre uno y otro libro se había producido un verdadero boom editorial de las obras de Teilhard desafiando el decreto del Santo Oficio (esto debido a que su producción inédita había quedado en manos de seglares), y el debate entre los teólogos había alcanzado un alto nivel de exposición.
Un momento clave fue 1962, cuando el reconocido teólogo Henri de Lubac publicó un libro en defensa de Teilhard de Chardin[11] que causó un gran revuelo y provocó un Monitum o Advertencia del Santo Oficio el 30 de junio de 1962 que decía:
“Advertencia: ciertas obras, incluso póstumas del Padre T de C se conocen y difunden con un éxito que no es pequeño. Sin juzgar lo que concierne a las ciencias positivas está suficientemente de manifiesto que en materia filosófica y teológica tales obras están llenas de ambigüedades o más bien, de graves errores que atentan a la doctrina católica”.
Por eso se invitaba a defender eficazmente los espíritus, sobre todo de los jóvenes, de los peligros de las obras del autor francés y de sus acólitos. Este Monitum se hizo público en el L’Osservatore Romano, y en el mismo número apareció un artículo sin firma, probablemente escrito por el carmelita Philippe de la Trinité, que ponía en cuestión el sistema telhardiano. De Lubac contestó esta crítica en una revista de difusión restringida de México que no agregó nada a lo dicho en su libro[12]. Posteriormente, la polémica continuó entre de Lubac y Monseñor André Combes en las revistas Ephemerides Camelitique y en La Pensée Catolique. Por su parte, el ya mencionado Philippe de la Trinité también contestó al libro de De Lubac, y a varios artículos laudatorios escritos por Jean Daniélou (en la revista Études) y Jean Marie Le Blond, entre otros. La confrontación fue clausurada (a 1964, fecha en que Meinvielle escribe su segundo libro) por el dominico Michel Labourdette, en un artículo aparecido en la Revue Thomiste.
Estos antecedentes explican que el libro de 1965 tuviera mayor densidad argumentativa, con el agregado de dos capítulos críticos a la concepción biológica y paleontológica de Teilhard de Chardin, basándose en la consulta de una veintena de obras sobre el tema. Esto constituye otra diferencia respecto del primer libro, en el cual Meinvielle no ponía en discusión los resultados de sus investigaciones paleontológicas.
Revuelo, discusión, debate; mientras, Teilhard era ávidamente leído por sacerdotes, seminaristas y laicos. Por lo tanto, urgía desmontar sus tesis.
Patricia Barrio de Villanueva
[1] No realizamos una reconstrucción de la vida del Rvdo. Padre Julio Meinvielle ya que existen varias, tal como se señala en la bibliografía, aunque consideramos que falta todavía una exhaustiva bio-bibliografía de su persona.
[2] Para desmontar este aserto, recomendamos escuchar las conferencias que como homenaje al Padre Meinvielle organizó el INFIP (Instituto de Filosofía Práctica), en 2013.
[3] Entorno al progresismo cristiano. Apuntes tomados taquigráficamente de las conferencias sobre el tema, pronunciadas en mayo de 1964 en Librería Huemul, Buenos Aires; La Iglesia y el mundo moderno. El progresismo de Congar y otros teólogos recientes. Buenos Aires, Theoría, 1966; De la Cábala al progresismo. Salta, Editora Calchaquí, 1970; “La Encarnación en Ranher”, en Revista Jauja, nº 27, 1969; “Ranher, ¿teólogo católico o teólogo gnóstico?”, en Revista Jauja, nº 28, 1969; “El problema del conocimiento en Ranher”, en Revista Universitas, nº 20, s/f;; “La Cristología en Raher”, en Revista Universitas, nº 21, s/f; y la “La ciencia humana de Cristo en Ranher”, en la Revista Mikael, nº 2, 1973.
[4] Saranyana, José Ignacio, Alejos-Gau, Carmen. Teología en América Latina: el siglo de las teologías latinoamericanistas.
[5] Nos referimos a la magnífica obra que realizó el Padre Meinvielle como párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de la Salud en el barrio de Versailles, en Buenos Aires, donde levantó la nueva iglesia, un salón para reuniones y el famoso club Ateneo Popular de Versailles.
[6] Cabe señalar que la mayor parte de la obra del Padre Menvielle se puede consultar en internet, tal como nosotros mismos hicimos. Algunas de esas páginas son ww.nacionalismocatolico.com;
[7] http://www.opuslibros.org/Index_libros/Recensiones_1/teilhard_fen.htm
[8] Apéndice 1, T de C y Eduardo Le Roy (pp. 225-230); Apéndice II, El hombre fósil (pp. 231-255); Apéndice III, el marxismo en T de C (aparecido en la revista Cruzada, en 1960) (pp. 259-267); Apéndice 4, Sobre la extraña fe del Padre T (pp. 269-272); Apéndice 5, El totalitarismo y el comunismo en T de C (pp. 275-
[9] En ningún caso se realizará una referencia bibliográfica de las citas de Meinvielle. En todos los casos se trata de una de las dos obras analizadas en este comentario.
[10] Génèse d’une pensée. Lettres de 1914 a 1919, Paris, Ed. Grasset, 1960 (Génesis de un pensamiento. Cartas 1914-1919. Correspondiencia con su prima Marguerite Teilhard); Hymne de l’Univers (Himno del Universo), Paris, Ed. du Seuil, 1961; Lo Crístico, Buenos Aires, Seminario de Teología, 1963; Réflexions sur le Bonheur (Reflexiones sobre la felicidad), Paris, Ed. du Seuil, 1960; L’Energie humaine ( La energía humana), Paris, Ed. du Seuil, 1963; La Parole Attendue (La Palabra esperada), Paris, Ed. du Seuil, 1963; L’Activation de l’energie (La activación de la energía), Paris, Ed. du Seuil, 1963 y Science et Christ (Ciencia y Cristo), Paris, Ed. du Seuil, 1965.
[11] Le pensée religieuse du Pére Teilhard de Chardin, Aubier Montaigne, Paris, 1962.
[12] Meinvielle no registró que en 1964 De Lubac escribió un segundo libro sobre el tema: La prière du Père Teilhard de Chardin, Paris, Fayard, 1964.
18 comentarios
Para Teilhard de Chardin la evolución es una “experiencia espiritual” que tiene “una evidencia por encima de toda verificación”, “es una certeza que elimina toda duda razonable”, “es una condición general a la cual deben plegarse y satisfacer, de ahora en adelante, para ser pensables y verdaderas, todas las teorías, todas las hipótesis, todos los sistemas”…
¿Cómo no, pues, el paleontólogo P. O’Connel dirá sobre Teilhard de Chardin?: “¡Él no ha sido más que un muchacho nunca llegado a la madurez”!
Pero… del 9-10 noviembre de 2012, con el patrocinio de la Pontificia Universidad Gregoriana y la presencia honoraria del card. Paul Poupard, se realizó la Conferencia europea sobre Teilhard de Chardin: “Desafíos antropológicos de hoy – una lectura de Pierre Teilhard de Chardin para una Evangelización Renovada – a 50 años del Concilio Vaticano II”.
Una vez más, padre, muchísimas gracias por este oportunísimo post.
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Sí; las obras del P. Meinvielle están aquí: www.juliomeinvielle.org ; yo trabajé un par de años, hace una década, digitalizando algunas. Son excelentes. JOR
Eso es mucho más que el evolucionismo, que la teoría de la evolucion, y que la afirmación de que las especies descienden unas de otras.
Saludos cordiales.
Así está la Universidad Gregoriana ... En Roma misma.
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Cómo no, pero es "Meinvielle" y no "Meinville". Tengo unos pequeños apuntes biográficos. La subiré en algunos días. JOR
Era una época especialmente metafísica del pensamiento europeo de la época: arquetipos de Jung, inconsciente de Freud, el eneagrama de Gurdjieff, el macroántropos y cosas genéricas y cósmicas semejantes...
No deja de ser un pensamiento bastante curioso y muy novelesco. Algunas veces creo que Tolkien se habría divertido escribiendo sobre los magos noosféricos o el Señor Sauron, el del Ojo del Punto-Omega. No lo veo para nada compatible con el catolicismo. Es pura metafísica-ficción, y es más propio del pensamiento creativo literario artístico.
Me llama la atención la "terquedad" de la jerarquía progresista... de entonces que permitía = permeabilizaba las mentes de quienes jóvenes y de buena voluntad, buscábamos la formación.
Gracias a Dios, apenas supe de prohibiciones en La Iglesia... dejé de leer a T.de C. y al autor de "Iglesia, qué has hecho de tu Cristo"? también recomendado y comprado donde las carísssimas Paulinas en Manizales, Colombia. Desde entonces soy más cauta de qué leo... para formación y no deformación espiritual y religiosa. Es que la "terquedad" unido a la falta de humildad de los que "dirigían " en la Iglesia... llevó al traste muchas vidas religiosas y espirituales en ese entonces. Gracias a Dios, buenas lecturas me enrutaron por la verdad del Concilio Vat II y el Catecismo de la Iglesia Católica, base de las Catequesis junto con La Sagrada Escritura. Siempre he orado por quienes tal vez de buena fe, perdieron la ruta... entre ellos Lefevre, cuya espiritualidad era en ese momento muy apreciada.
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Hugo: le recomiendo leer el libro del padre Meinvielle que la Dra. Barrio cita en su trabajo. En el post siguiente encontrará de dónde descargarlo gratis; el problema es que, quien no hace ciencia es el mismo Teilhard de Chardin, que amén de sus fraudes pseudo-científicos (hombre de Pekín mediante), intenta alcanzar -como ud. menciona- "un saber mayor y más pleno desde la fe"...; cosa que no hace..., de allí el monitum de la Santa Sede y la refutación, entre otras, del Padre Meinvielle. Dios lo guarde, y a nosotros de la castración de la verdad y de la pseudo-ciencia. JOR
También es justo señalar que las críticas son pre conciliares y que luego de este el mundo católico queda más liberado en su raciocinio. Atte HLD
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