1.05.21

3.04.21

Cinco meditaciones breves sobre la muerte de Jesucristo

  1. Hacer verdaderamente el bien siempre afecta nuestros intereses, nuestra agenda, incluso nuestro cuerpo. Cristo Crucificado muestra en la extensión de su ser lo que significa “dejarse afectar” por hacer bien el bien.
 
  1. El mal es como una piedra muy pesada que va rebotando cuesta abajo por la montaña y con cada golpe cobra más fuerza. Es lo que sucede con el egoísmo, la violencia o la mentira. Y a medida que el mal va rebotando entre nosotros su recorrido siempre termina aplastando al final a los más débiles: el niño que no puede defenderse en el vientre materno; el adulto mayor, enfermo y solo, empujado a suicidarse; el discapacitado, que no tiene cómo argumentar que es útil a la sociedad; el desplazado por la fuerza del hambre o de la guerra. Cristo en la Cruz es aquel que escogió el último lugar, con la clara decisión de no pasar a otros el impacto que habría de recibir: Él es quien detiene el poder del mal, que parecía universal en su arrogancia.
 
  1. La Biblia nos enseña claramente quién está detrás de todo el odio contra Jesús. No hay duda de que hay factores políticos e incluso económicos pero detrás de todo ello está la acción siniestra del espíritu del mal, que detesta en Cristo particularmente la inocencia y la obediencia. Detrás de las espantosas torturas a que fue sometido el Señor está la formidable presión del demonio, que intenta romper el cristal de la inocencia inmaculada de Cristo, salpicándolo de odio, y sobre todo: romper el lazo de amor y obediencia que le une a Dios Padre. Como hemos dicho en otras ocasiones, lo que buscaba el diablo en Cristo es lo mismo que busca en nosotros: secuestrar y corromper su corazón. Tal es la batalla que fue librada en la Cruz, y por eso, la muerte de Cristo, en medio de oración y amor a Dios y a nosotros, es el gran exorcismo, es la gran victoria sobre el poder del demonio.
 
  1. En la Cruz de Cristo vemos el fracaso o por lo menos los límites de nuestras instituciones humanas: el Sanedrín, senado del pueblo escogido por Dios, condena a Dios a muerte; el Imperio Romano, que en otro tiempo dio al mundo una compilación maravillosa de leyes, ahora en cambio, a través de Pilato, el Procurador, comete la más flagrante injusticia; el valor de la amistad, que todos tenemos en tanta estima, muestra su límite en la cobardía de los discípulos; la opinión pública, y con ella toda forma de democracia, se revela impotente frente a las manipulaciones de los altos adversarios de Cristo… en síntesis, la Cruz nos enseña una sana desconfianza del hombre que solo se apoya en sí mismo, y por lo tanto: desconfianza de todo humanismo que le dé la espalda a Dios. El ser humano solo alcanza su plenitud volviendo a Quien es su Fuente, es decir, a su Creador y Redentor.
 
  1. Cristo, en el mismo Evangelio según San Juan, se llamó a sí mismo “la Puerta". Y es bello ver al Crucificado precisamente como una Puerta: cercano a nuestros dolores, Cristo se ha hecho próximo y prójimo de todo aquel que sufre, incluyéndo, por supuesto, a quienes padecemos las consecuencias de nuestras propias culpas. Pero ya que Él se ha acercado a nosotros, acerquémonos nosotros a Él, y entremos por sus Llagas. Pasado el primer impacto de horror, encontraremos pronto su Corazón limpio, generoso, auténtico manantial de misericordia y bondad. Él nos ayudará a ver nuestros dolores o angustias de un modo diferente, en clave de ofrenda de amor. Y bautizados por ese amor, que tiene sabor de Cielo y de eternidad, podremos de un modo nuevo amar y servir a nuestros hermanos.

27.03.21

Semana Santa con María

Cada año la Semana Santa nos brinda la oportunidad única de acercarnos al misterio del amor de Cristo hasta el punto mismo de hacernos uno con Él, tanto en el dolor como en la alegría.

Quiero invitarte a que este año nos acerquemos al Señor de la mano y con los ojos de María. ¿Quién podía entender mejor, hasta donde es posible entenderlo, aquello que sucedía en los días finales de Cristo en esta tierra? ¿Qué corazón pudo acoger mejor la grandeza de ese amor, el amor del Dios humanado, que se vertía sobre el mundo como bálsamo de nuestras heridas, sanación de nuestras llagas y fuerza para nuestros buenos propósitos?

Junto a María, a quien llamamos con humildad Corredentora, dispongámonos a amar, contemplar y vivir los misterios centrales de nuestra fe. El modo único de su participación en la gesta salvadora nos invita a entrar en el lazo indestructible de amor que unió a la Virgen y al Hijo. Fue Ella el consuelo único que Dios Padre le otorgó a su Hijo en la hora más amarga, y fue Él la fuerza incomparable que le permitió a Ella estar de pie junto al patíbulo de la Cruz.

Vivamos, pues, este tiempo bendito como discípulos de la mejor discípula que Cristo tuvo; vivamos estos días junto a Aquella que ha sido llamada “Evangelio Vivo” y a quien Dios mismo llamó “Llena de Gracia.” Amén.

9.02.21

¿Cómo leer los signos de los tiempos?

Estimado P. Fray Nelson Medina: ¿Qué significa exactamente “leer los signos de los tiempos"? ¿Cuál es la aplicación de este don dentro de la espiritualidad cristiana? ¿Cómo esta forma de examinar la Historia puede ayudar a encaminar, de manera adecuada, el destino no sólo de individuos particulares sino también de toda la sociedad en su conjunto? – D.R.

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Creo que está claro que no hay recetas específicas, al modo de: “Haga esto, luego esto, y luego esto otro, y ya podrá leer cualquier situación…” Pero sí podemos dar algunos principios y también algunas sugerencias:

ALGUNOS PRINCIPIOS

1. El punto de partida es darnos cuenta de que la historia humana es el lugar donde se realiza el “diálogo” entre Dios y el hombre, fundamentalmente a través del ejercicio de nuestra voluntad, que en ocasiones responde y en ocasiones se opone al querer de Dios, que Él ha manifestado a través de las Escrituras, la enseñanza de la Iglesia y sobre todo la voz de nuestra conciencia.

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3.01.21

Un saludo diferente

El sufrimiento cambia la manera como uno ve el mundo. Eso es un hecho. Y por ende, cambia nuestro lenguaje. ¿No es verdad que nos sentíamos un poco raros de saludar diciendo “¡Feliz Año!” después de todo lo que ha pasado?

Alguien decía: “Con la felicidad sólo pueden pasar dos cosas: que se vaya o que se esconda.” Hay quienes piensan que felicidad simplemente “se fue", o sea: nos abandonó. Es una conclusión muy fuerte, a la cual no creo que haya que llegar forzosamente.

Es mejor, y es más real, pensar que la felicidad está un poco “escondida,” es decir: no la vas a encontrar en los lugares o haciendo las cosas que antes hacías. ¿Tu lugar preferido era una fiesta, o ir de compras, o unas vacaciones de lujo? ¿Todo eso necesitabas para ser feliz? Posiblemente la felicidad no ronda esos lugares por estas fechas.

De vez en cuando, a la felicidad le gusta esconderse en las cosas más sencillas: esas que no solemos mirar porque siempre estamos de prisa, o siempre estamos pensando en los esquemas “típicos” de felicidad que el mundo nos repite por todas partes.

Esta es una buena época para preguntarse si puedes ser feliz con alguien: un amigo, tu hijo, tu esposa, tu papá… simplemente conversando, pasando el rato, jugando algo sencillo, recordando anécdotas, dando un abrazo (si ello es posible!).

En este 2021, no busques la felicidad donde solía estar. Deja que te sorprenda en un amanecer fresco, en la sonrisa de esa persona que está a tu lado, en el silencio de un templo, en una conversación sabrosa…

Si eres de los que puede encontrar el sabor de la felicidad en sus nuevos “escondites": ¡bienvenido! Y por supuesto, para ti: ¡FELIZ AÑO!