Lumen Fidei no ha perdido un gramo de su interés y actualidad
En Octubre del año pasado tuve una serie de conferencias, en los Monasterios de las Dominicas Contemplativas de Murcia y de Lerma (España), sobre la encíclica Lumen Fidei, suscrita por el Papa Francisco, aunque con la clara y reconocida autoría del Papa Benedicto para muchas de sus páginas. Como además sucede que algún lector de este blog comentó sobre la necesidad de dar la debida relevancia a este documento señero, me permito compartir con todos la serie íntegra de estudios que realicé sobre Lumen Fidei. Puedo decir, jugando un poco con las palabras, que las palabras de nuestros pontífices me han dejado saludablemente deslumbrado.
Son diez temas, que aquí ofrezco en su orden. Además, los archivos de audio, en MP3, pueden escucharse o bajar en esta dirección. El texto oficial de la encíclica está aquí, y quien se interese solamente en los diez videos de este servidor, los encuentra en esta lista de reproducción.
Tema 1 de 10: Contexto de la Encíclica
* Como expresión del Año de la Fe, la carta encíclica Lumen Fidei quiere enviar un mensaje perdurable que sitúa el don de la fe como cimiento mismo de todo aquello que sucede en la Iglesia.
* Pero de un modo más directo, este documento quiere responder a dos desafíos propios de la Modernidad, a saber, el racionalismo y el existencialismo de corte subjetivista.
* El racionalismo tiene sus raíces en el tiempo de la Ilustración, que pretende exaltar a la razón humana como única luz válida y certera. En esa línea vendrán después el positivismo y el cientificismo.
* La falta de una sólida fundamentación metafísica llevó a Blas Pascal a ver la fe como una especie de apuesta. La intención de Pascal es probablemente muy buena pero el daño que causa es enorme: si la fe es apuesta del corazón, la fe queda entendida como un acto desconectado de la razón, carente de valor público y ajeno a todo control o influencia de la comunidad, y eso excluye también a la Iglesia.
* De ahí el título de la encíclica: “luz de la fe.” ¿En qué sentido ilumina la fe? A ello se quiere responder.
Tema 2 de 10: Abraham
* Nuestro “padre en la fe” es un peregrino. La fe queda así asociada al camino. Creer no es un dato conquistado una vez y para siempre sino una palabra que pone en movimiento y que muchas veces se hace comprensible sólo al caminar.
* La luz de la fe es entonces verdadera luz pero no es un mapa completo, y ni siquiera una descripción de la meta. es “luz suficiente” que permite avanzar. Mientras hay luz, se camina; mientras se camina, hay luz.
Tema 3 de 10: Israel
* El caminar en el desierto supone una fe compartida. El acto personalísimo de creer no se opone sino que se sostiene y a la vez ayuda a alimentar la experiencia comunitaria del creer.
* La presencia de un mediador, Moisés, no es solamente un acto de liderazgo: implica la confianza que lleva a poyarse en lo que otro ha vivido, orado y sufrido; a la vez, el mediador es garante de la unidad en la confesión de la fe del pueblo.
* En el caminar por el desierto el pueblo se ve tentado por la idolatría. ¿Qué es un ídolo? Es el resultado de nuestra impaciencia y nuestro deseo de no soltar el control. El ídolo es obra de nuestras manos y por eso no da sorpresas; en realidad no llama a salir.
* El Dios verdadero, por el contrario, desinstala. Un ejemplo importante se da con la Sagrada Escritura misma: tendemos a omitir o tratar de domesticar aquellos pasajes que nos incomodan. Decimos que son asuntos culturales, de un tiempo remoto, de una cultura primitiva, de un modo de conocer cargado de fantasía e irrealidad. De ese modo quisiéramos limitar la fuerza del llamado de Dios. Mejor sería descubrir que en aquello que más me interpela Dios quiere tocar aquellas áreas de mi vida que, porque siento más mías, son quizás las que más necesitan de Él.
Tema 4 de 10: Jesucristo
* Las diversas líneas y caminos del Antiguo Testamento convergen en la persona adorable de Jesucristo: reyes, profetas, sacerdotes, y el pueblo pobre y humilde de algún modo miran hacia una plenitud que no queda contenida en el mismo Antiguo Testamento. Sin Cristo, como clave de bóveda, estos antiguos textos quedarían irremediablemente anclados en el pasado, y de alguna forma, incomprensibles.
* No puede hablarse propiamente de “fe” en Jesucristo, porque su conocimiento del misterio divino no puede ser comparable a nuestra condición, pero sí hay algo que le hace próximo a nosotros y ejemplo nuestro: su confianza en el Padre. Su manera de depositarlo todo, de no reservarse nada frente al plan de Dios es el paradigma de la fe cristiana.
Tema 5 de 10: Iglesia
* Nuestra fe no es un acto individual. Una fe individual sería indistinguible de la fantasía.
* Siguen de moda expresiones como “Cristo, sí; Iglesia, no.” O también: “Sí a la espiritualidad; no a la religión.” Pero eso es inconsecuente: el subjetivismo de una opción individual cae en el ámbito del mito y carece de toda fuerza o relevancia pública.
* La Iglesia no es comparable a ninguna sociedad humana ni su gobierno es comparable a otro. Algo hay de democracia, aristocracia, monarquía, pero la estructura de la Iglesia es única porque brota de la predicación. La fe y la Iglesia nacen de un mismo origen: la Palabra recibida, en último término, de los apóstoles.
* Mientras que las sociedades humanas surgen de un origen “simétrico,” es decir, de un grupo de iguales que delegan, de manera pragmática, poder para organizar lo que es en igual medida de todos.
* La Iglesia, en cambio, surge de manera “asimétrica,” es decir: no en condición de igualdad, porque hay uno que habla y otro que escucha. La Iglesia nace jerárquica, entendiendo bien que todo poder es siempre poder de ser instrumentos dóciles con los que el Señor construye su obra.
Tema 6 de 10: Comprender y Subsistir
* Isaías 7,9 habla originalmente, en el texto hebreo de la relación entre creer y subsistir, o sostenerse. La traducción griega (de los LXX) relaciona creer y comprender: “Si no creéis, no comprendereis.”
* ¿Cómo se relacionan el creer y el comprender? Es clave la noción de “signo.” La fe no brota de la oscuridad ni trae oscuridad. Es un llamado a recorrer el camino que va desde el beneficio al benefactor.
* En el proceso de “comprender” lo que ha sucedido se da el proceso de “afianzarse” o “sostenerse.”
* La fe, pues, ofrece una verdad. ¿Qué clase de verdad? He ahí el punto: nuestro mundo contemporáneo sólo quiere reconocer dos tipos de verdad: la científico-tecnológica y la subjetiva. La primera se demuestra en el laboratorio y la academia, y sirve para ofrecer medios al “yo.” Y ahí viene la segunda clase de verdad de hoy: el “yo” tiene “su” propia verdad, incomunicable, desconectada de la razón y sólo interesada en ser coherente consigo misma. A esto último se le considera “autenticidad,” y es lo único exigible en el ámbito de la amistad.
* Por el camino de los signos y la lectura profunda de la propia vida, la fe nos lleva a otro tipo de verdad, vinculada a la memoria, al origen, y por tanto a una realidad común que está a la vez más allá de nuestro control y más allá de la subjetividad.
* La verdad que así aparece no es un puro contenido intelectual o conceptual: es noticia de amor; es buena nueva.
Tema 7 de 10: Escuchar y Ver
* La escucha profunda y el camino de comprensión son un recorrido por la historia: la propia historia y la del Pueblo de Dios. Es la memoria la que lleva a la verdad.
* Creer más no es entonces un acto de la voluntad que quiere hacer una apuesta más alta, o que se deja llevar por una simple emoción o sentimiento. Tal apuesta, definida a la manera de Pascal, no puede comparecer ante la razón, y merecería la burla y descalificaciones de filósofos y científicos.
* Aunque hay un elemento de voluntad en el creer, la fuente de la fe no es el deseo de convencerse a sí mismo sino el fruto de recoger la palabra que interpela y los signos que invitan a pensar.
* De este modo, el creer implica siempre saberse injertado en una historia que nos antecede y que a la vez abre un futuro. No cabe centrarse sólo en el presente, como un ab-soluto, desconectado de su raíz y sus consecuencias. El “atrapar el día” puede ser un modo de escapar a la pertenencia profunda, y la consecuencia es volverse ininteligible ante los propios ojos.
* Al contrario, en la lectura humilde y creyente de la historia de fe compartida descubrimos las grandes palabras que llenan ya al Antiguo Testamento: fidelidad y misericordia. Estas palabras son imposibles de entender desde las verdades parciales que idolatra el mundo actual. Para este mundo la fidelidad es una cadena y la misericordia es complicidad. Para el creyente, fidelidad es saberse sostenido y misericordia es ayudar a sostener.
Tema 8 de 10: Transmitir la Fe
* Si los capítulos 1 y 2 de la Lumen Fidei nos han acercado al camino y la naturaleza de la fe, el capítulo 3 aborda la cuestión de la transmisión de la fe. El punto central es que uno es parte de una comunidad creyente pero uno no es dueño del contenido de la fe.
* La memoria nos vincula a una historia que va más allá de nosotros mismos: nos remite a un pueblo, a una familia, a una comunidad. En este punto conviene recordar la riqueza del Cuarto Mandamiento: “Honrar a padre y madre.”
* Claramente el Cuarto Mandamiento no manda honrar lo bueno y lo malo; es entonces una invitación a leer el pasado y el origen próximo, o sea, la familia, los papás, y descubrir en ello qué es digno de imitación y honra. Se parece mucho a lo que hemos venido diciendo sobre la fe: escuchar la palabra y comprender el signo.
* Según eso, el Cuatro Mandamiento no hay que adscribirlo automáticamente a la serie de disposiciones con respecto al prójimo, como si se tratara sólo de ver en ellos los primeros con los que es deber cumplir una cierta obligación. este Mandamiento en realidad pertenece con igual derecho a la “Primera Tabla,” es decir, a la serie que mira hacia Dios, porque en el fondo de lo que se trata es de encontrar el rastro de su paso empezando por donde se debe empezar por la memoria, y la historia compartida.
* A su vez, la obra de evangelización de la Iglesia conviene mirarla como su manera de ser madre (que merece honra, según el mismo Mandamiento). La Iglesia realiza su ser cuando es fecunda, es decir, cuando evangeliza. Y evangeliza desde su memoria común. La fe de la Iglesia no es una colección de actos individuales sino victoria que supera el aislamiento del individuo.
* Por eso la fe desarrolla su lenguaje, en al medida en que el lenguaje es el vehículo de experiencias, esperanzas, narraciones que hablan de los prodigios del Señor.
* Y además del lenguaje, está el “ambiente.” Todo amor quiere crear una casa. Y por eso creer no es simplemente asentir a unas verdades o tener incluso elaboradas explicaciones sobre cómo se relacionan los enunciados de la fe. es ser parte de esa casa, y ayudar a embellecerla, sostenerla, ampliarla. Esa “casa” que es la Iglesia contiene liturgia, santidad, rituales, sacramentos, devociones, experiencias de evangelización.
Tema 9 de 10: La Unidad de la Fe
* Si la fe brota luminosa de la historia y la memoria de un pueblo, puede compararse la transmisión de la fe al proceso orgánico de crecimiento de un árbol. Al árbol no se le amarran ramas, sino que ellas participan de la misma vida, el mismo tronco, la misma raíz y savia de todo el árbol.
* La unidad de la fe es intrínseca a su misma naturaleza: no surge de la decisión humana de mantener un ideario ni entonces puede violentarse por decisiones puramente humanas sobre qué gusta, qué fastidia o conviene o está de moda en una determinada época.
* Una secta (del verbo latino “secare,” cortar) es un sector, una sección que se ha seccionado del cuerpo. Al principio, la rama que ha sido seccionada se ve vital y entera pero con el paso implacable del tiempo se seca y esteriliza.
* “Yo tengo fe pero no soy dueño de la fe”: tal ha de ser entonces la consigna de todo evangelizador, y esto incluye de modo particular a quienes, por vocación, han de transmitir el depósito de la fe. ¿Qué hice con la fe que recibí?
Tema 10 de 10: Ciudad de sólidos cimientos
* El cuarto y último capítulo de Lumen Fidei saca la conclusión lógica sobre los bienes que trae la fe. Si la fe no es un acto de imaginación ni de superstición; si no es fruto de ignorancia ni de conveniencia; si no es puro sentimiento ni decisión de la voluntad en el vacío; si no es subjetivismo ni pura costumbre social; si todo eso es así, entonces la fe toca una verdad que es profunda, real y pública, y por eso la fe no puede quedar confinada a los márgenes de la historia humana, ni se la puede recluir en el ámbito domesticado de las experiencias privadas.
* La fe está llamada a iluminar toda realidad humana, y eso significa: el mundo para Cristo. No se puede ser creyente y quedarse tranquilo viendo que la sociedad o la familia se organizan al margen del plan de Dios. Algunos dirán que al hablar así esta encíclica relanza un proyecto de cristiandad y por tanto de control y privilegios para el clero católico. En esto los creyentes de hoy hemos de sacar las lecciones, muchas veces duras, incluso humillantes, del pasado.
* El proyecto es el mismo: el mundo para Cristo, todo para su gloria, “instaurare omnia in Christo,” como puso en su lema San Pío X. El proyecto no cambia. Lo que hay que tener presente es que no se puede buscar el reinado de Cristo por otros métodos que no sean los de Cristo.
* Teniendo eso claro, tres son los ámbitos principales en que hay que edificar esa ciudad de sólidos cimientos: la familia, los valores de la sociedad, y el camino de los que sufren.
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