(212) Contra la tiranía de los tópicos.- Crisis actual y personalismo
Estamos inmersos en una crisis eclesial de fondo. Creo que es indudable. Una crisis de gran calado que puede conducirnos a lo que hemos denominado puerta de ratonera. Ha sido fácil entrar, costará salir.
Para liberarnos de la trampa y emerger hacia la luz, que es siempre bíblico-tradicional, será necesario superar una amplia cantidad de tópicos y lugares comunes que debilitan el pensamiento cristiano, y lo vuelven propicio a novedades y vulnerable ante el error.
Porque merman su identidad católica. Porque ciegan su entendimiento y dificultan todo perfeccionamiento doctrinal. Porque oscurecen la voluntad de Dios, que quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1Tim 2, 13)
Estoy convencido de esta tesis: la mente católica necesita desembarazarse del paradigma personalista para poder combatir eficazmente el modernismo. No todo es negativo ni falso en el personalismo. Lo que tiene de bueno, ha sido aprovechado. Pero cuanto tiene de errores, prejuicios y fallos de sistema, debe ser rechazado. Y es que a menudo cuesta sustraerse a la impresión de que la mente católica actual vive de eslóganes morales de procedencia humanista.
En esta serie de artículos analizaremos los clichés que la ideo-sincrasia fenomenológica y la Nueva Teología han insuflado en el pensamiento católico actual. Y digo ideo-sincrasia, forzando el lenguaje, para significar el conjunto de conceptos e ideas propios de la idiosincrasia personalista. Titulo la serie Contra la tiranía de los tópicos, aunque podía haberla intitulado también Contra los personalistas, a la manera clásica, y no sin ánimo belicoso.
No está de sobra recordar que «nuestra guerra no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas» (Efesios 6, 12)
Tópico personalista es que el tomismo es racionalista y no respeta el misterio. Tópico personalista es que Santo Tomás tiene como defecto fundamental no ser personalista. Tópico personalista es que el personalismo es un renacimiento. Más bien, nos retrotrae al humanismo renacentista, condescendiente con lo pagano, respetuoso de idolatrías, esencialmente semipelagiano y subjetivista. Es el huevo donde se incubó el modernismo.
Tópico de la fenomenología de la persona y de su alergia a la Escolástica, es minusvalorar el concepto de sustancia. Ha sido lugar común durante el posconcilio —rico en antiaristotelismo y platonismo idealizante—, llegando a afectar incluso a buenos teólogos (no tomistas), teólogos que luego han sido grandes personalidades en la Iglesia, y ocupado importantes puestos de responsabilidad docente o pastoral. Teólogos que en los 70 escribieron sobre el problema de la transubstanciación, y que luego, gracias a Dios, se han desdicho del mismo y afirmado la doctrina correcta. Pero el prejuicio antisustancia persiste, y es utilizado como recurso ecuménico.
Es muy significativo que el grito de los personalistas, en consonancia plena con los intereses de su mentor intelectual, Jacques Maritain (1882- 1973), sea, desde el primer número de la revista Esprit (1932), “Rehacer el Renacimiento”. Los sueños de Pico de la Mirandola (1463- 1494) encontrarían aquí su eco: el hombre no tiene una sustancia definida, puede llegar a ser lo que quiera, y aquí radica su dignidad.No le debe chirriar nada de esto al marxismo cultural ni a su eco, la intelectualidad progresista católica, desactivada ante la ideología de género. La utopía renacentista de un hombre nuevo que puede llegar a ser lo que quiera, fundamentada en el rechazo del concepto de sustancia, encuentra así terreno abonado en el personalismo. Es la “versión piadosa” de la ideología de género. Y en cuanto utopía de autoperfeccionamiento y autorredención, el resurgir intelectual del homohomohomo, el hombre-trinidad, de Carolus Bovillus (c.1474- c.1566), —cuya teología, curiosamente, influye incluso en la manera personalista de explicar la sexualidad matrimonial.
4.- ¿La doctrina social de la Iglesia es de izquierdas?.- No. Pero de los inicios del personalismo procede ese ingenuo lugar común, por el cual la doctrina social de la Iglesia es de izquierdas. ¿No procederá de aquí el prestigio que los teólogos progresistas han tenido durante todo el posconcilio? No olvidemos que Bernhard Häring (1912-1998), cuya teología está latente en Amoris laetitia, es un ultrapersonalista, y que de la caja de Pandora de su moralismo ecologista surgieron males que echan humo hasta el día de hoy. La moral de situación es una moral que quiere ser de izquierdas, porque en el fondo mendiga del marxismo. Pero también quiere ser de derechas, porque no se atreve a la autodestrucción, y se vuelve liberal. En conclusión, no más que antimetafísica existencialista, cuyo profeta es Heidegger (1889- 1976), omnipresente en la Nueva Teología.
5.- ¿Cumplir con la ley de la Iglesia es propio de fariseos, y no cuenta como testimonio?.- Según este tópico, cumplir es lo propio de fariseos egoístas e individualistas, pura rigidez estática, sometida a la tiranía del espacio; frente al vivir dinámico y comunitario, puro tiempo creativo, que es lo propio de los verdaderos cristianos, hijos de la historia y de las circunstancias cambiantes y mutantes de la vida.
Bajo este punto de vista, parece imposible ser cristiano sin pertenecer a una viva y dinámica comunidad, sea parroquial, sea un movimiento, sea una asociación. El comunitarismo ha sido defendido también teológicamente por Henry de Lubac (1896- 1991) como teoría eclesiológica e incluso como soteriología. Ha influido tanto, que lo colectivo parece imponerse a lo individual.
De esta forma, en el posconcilio, el egoísmo —en cuanto pecado contra el comunitarismo piadoso—, se convierte en el gran mal de la sociedad, por encima de todo pecado, por encima incluso de la apostasía, el aborto, el adulterio, o la herejía. ¿Será que Cristo vino a redimirnos no tanto del pecado, como del egoísmo? ¿Será que salvarse no es fin propio del sujeto, sino de la comunidad? Aceptando este supuesto, es fácil menospreciar la salvación propia como derecho y tarea propia del individuo. Queda sobrevalorado el compromiso, el activismo, la pertenencia a un grupo, como condición para ser buen cristiano y crecer en cristianismo. Se pretende que es malo querer ser una sustancia individual. Lo propiamente cristiano es hacerse componente creativo de una comunidad. El comunitarismo es la dimensión no egoísta del cristiano. Cumplir, por sí solo, es egoísmo farisaico.
Lo importante, según esto, es la responsabilidad y sus valores comunitarios, que laten por debajo de las meras normas particulares y particularistas. O como dice Mounier: «no sólo no se trata de ir a la Iglesia con un corazón fariseo, sino además de que todos sepan que yo soy cristiano, para que todo el mundo juzgue al cristianismo por todos mis actos» (Obras (vol IV, p.635).
Cabe preguntarse si no es una falsa contraposición, también tópica: cumplir contra dar testimonio. Parece que el que va al templo a cumplir el precepto dominical es un fariseo, en lugar de cristiano que da testimonio de guardar la ley moral y comprometerse en su perfeccionamiento natural y sobrenatural. Pero se considera que lo importante es “encarnar” el espíritu en lo personal y comunitario, como creía Mounier. Y cabe preguntarse, de nuevo, si ir a la Iglesia a encontrarse con Cristo donde realmente está, es decir, en la Eucaristía, centro y culmen de la vida cristiana, no es precisamente el distintivo del ser cristiano. Cabe preguntarse si, como cree el personalista, el encuentro con el Salvador es ante todo comunitario, personal y subjetivo, o si por el contrario es primeramente eclesial, sacramental y ontológico.
6.- Cabe preguntarse, también, si los prejuicios antimetafísicos de la fenomenología de la persona son capaces de fundamentar una filosofía o una teología. La respuesta es no. El personalismo no alcanza a ser filosofía. - ¿Acaso los fenómenos son las esencias? ¿Acaso podemos conocer la realidad renunciando al conocimiento de las esencias para construir sobre los fenómenos? como si éstos fueran más esenciales que las esencias— ¿No es condenarse al mero existencialismo?
Obviamente son preguntas retóricas. La respuesta es no: la fenomenología de la persona no puede servir a la teología católica, porque sustancialmente sólo consiste en meras descripciones y descripciones y más descripciones que no alcanzan el ser, como certeramente diría el filósofo tomista Manuel Ocampo Ponce, bloguero de Infocatólica.
En este sentido nos parece vano el empeño inductivo de Maurice Nédoncelle (1905-1976). Sencillamente, porque no se puede indagar «en la realidad de la persona desde un punto de vista fenomenológico para extraer después sus conclusiones» (Íbid, p.32), y al mismo tiempo considerar superfluo o inconveniente el conocimiento abstractivo de las esencias, ni siquiera al modo fenomenológico puro, es decir el de Edmund Husserl (1859- 1938) —que no renuncia a la intuición de las esencias. Es obvio que en una metafísica antimetafísica muy similar podrá fundamentar Bernhard Häring su justificación de la anticoncepción y la defensa de excepciones a los actos intrínsecamente malos.
7.- Tengamos en cuenta, y no lo olvidemos, en qué consiste un paradigma.- Como enseña la RAE: teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento. Apliquemos la definición al personalismo: tópicos o conjunto de tópicos cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar, y que suministra filosofías y teologías innecesarias para resolver problemas pastorales y avanzar en la enseñanza del Depósito.
Este conjunto de tópicos y lugares comunes no será nunca una filosofía, porque mucha corteza no hace la pulpa. La fenomenología personalista es claramente anticientífica y subjetivista, en contra del pensamiento escolástico tradicional, que es científico y objetivo.
Por eso es necesario ir resolviendo disonancias y regresar al pensamiento tradicional católico. La mente católica necesita desembarazarse del paradigma personalista para poder combatir eficazmente el modernismo, para poder volver a transitar caminos que han sido embarrados: el camino de la objetividad, el camino de la Tradición y de las tradiciones, el camino de la identidad católica. No es posible superar la crisis, por tanto, sin un pensamiento católico fuerte, claro, preciso como una espada.
31 comentarios
es que el personalismo fenomenológico conduce al agnosticismo. Por eso, como dice, el rechazo del concepto de sustancia tiene graves consecuencias.
El personalismo es el pórtico de la tiranía de la casuística.
así lo creo yo también. El pensamiento católico está muy débil. Por eso es necesario, como dices, saber en qué consiste su enfermedad.
Y que entre la casuística y el personalismo hay relación, es cierto. Porque se propugna una centralidad del tiempo que no es más que una tiranía de las situaciones existenciales y personales.
Saludos cordiales.
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A.G.:
Apreciado Néstor, lo has resumido con precisión: tercera opción entre realismo escolástico e idealismo moderno, forma moderada del error, amalgama de realismo escolástico y subjetivismo moderno... así es, ni más ni menos.
Abrazo
Es para leerlo varias veces, pero los más tontos, como yo, con la primera lectura del artículo aprende a ver las quiebras de esta fenomenología personalista.
¡La cantidad de cuentos chinos (nocivos) que nos han soltado, Dios mío!
Creo que es un artículo importante, de entre los que he escrito. Hasta ahora no me había lanzado a analizar este tema. Como bien dices, hay quiebras en la fenomenología personalista, y esas quiebran adoptan la forma de toxinas, de tópicos que filtran la visión y condicionan la mente católica.
Siempre tuve simpatías por Mounier, coetáneo de Danielou, Sartre..., pero nunca me llegaba a convencer plenamente cuanto de él leía.
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El gobierno se los idiotas es justamente lo que sufrimos.
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A.G:
Le edito la nota de errata y la corrijo. Muchas gracias.
Me pasaba como a Ud., me caía bien como pensador pero cuando le leía me chirriaba bastante. Danielou me parecen salvable en general.
Le leo y releo e intuyo confusiones en mi pensamiento que necesito corregir. Estoy ávido de que nos sirva el siguiente artículo.
Que Dios le bendiga.
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A.G.:
¿En qué aspectos le parece maravillosa?
me gustó mucho eso de la microcirugía. Creo que es ese el análisis que pretendo, entrar en el detalle del lugar común, dar con su procedencia, erradicarlo, y que, una vez despejado el camino, se descubra ante nuestros ojos la verdad divina y católica.
esa es la cuestión, en efecto, que la filosofía y la ciencia no son meras ideosincrasias, sino ciencias.
Y como bien apunta, no hay victoria sin sacrificio, no sólo de tiempo, sino de energías. Hoy día cualquier es experto, y los expertos son cualquiera.
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A.G.:
Le confieso en que hubo un tiempo en que me gustaba su estilo y forma de analizar, sobre todo en sus cartas, o en sus ensayos primeros, en que era más tomista y menos humanista, más escolástico y menos personalista. Todavía se veía en él, ademas, el apasionamiento del converso, y la huella de su mentor, León Bloy. Ahora estoy lejos de poder saborear su filosofía de la historia y del pensamiento. Tal vez porque en general la visión que tiene el autor del Renacimiento, al que idealiza, y de la Edad Media, a la cual no comprende, es la opuesta a la mía. Tampoco me gusta su manera de hablar del orden moral, como si fuera un híbrido de lo natural y lo sobrenatural, a la manera de de Lubac. Prefiero a Gilson, --o a nuestro bloguero el maestro Eudaldo Forment, jeje.
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A.G.:
Confiemos en el Cristo Total. Oremos.
Como me terminé dedicando académicamente a Tomás, pude comprobar más bien que con un santo de tal claridad expositiva, bien valía la pena ir directo a sus textos. Sin embargo, todavía tengo la maña de leer Gilson o Pieper, o Copleston (y citarlos), y veo que de hecho, son bastante buenos (e inmejorables, por lo general) ¿comparte usted Alonso? ¿Se equivocaban mis profes sobre Maritain? (Siempre hablando de Maritain en tanto expositor/comentador de Tomás, obviamente, lo que pudiera ser su propia síntesis filosófica es otra cosa).
Saludos, y buen post!
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A.G.:
Juan Manuel,
Pieper es bueno. Sus lecciones sobre Santo Tomás a mí me parecen excelentes. Gilson está bien, también, aunque tiene algunos errores sobre la relación natural/sobrenatural. Copleston regular. Maritain es que no es tomista. Empezó bien, pero se fue alejando mucho del Doctor Angélico.
Mi compatriota el p. Julio Meinvielle fue de los primeros en denunciar la deriva mariteniana. Denuncia profética y valiente, por haber sido hecha en el pináculo de la fama del (seudo) "tomista" Maritain.
Te hago una pregunta de trazos muy gruesos.
Dices: "(el personalismo) Es una construcción conceptual que coloca a la persona en el centro de su reflexión. Pero no es propio del pensamiento católico tradicional colocar a la persona en el centro de su reflexión, porque en el centro está la Santísima Trinidad y su gloria."
Pues bien, ¿no es acaso el hecho de poner al hombre en el centro de la reflexión, una forma de ANTROPOCENTRISMO? O más aún, ¿no es eso precisamente EL antropocentrismo?
Supuesto lo cual, va la pregunta:
¿No resulta muy burdo que se pretenda la catolicidad de cualquier forma de antropocentrismo?
¿Cómo nos pudieron haber colado semejante gol?
A mí el personalismo me comenzó a chirriar por su planteamiento de la moral sexual, incluso cuando no se sale de la ortodoxia.
Leo con mucho interés sus artículos. En el de hoy, emplea usted la palabra "ideosincrasia". No sé si la escribe así por una razón específica, pues en el diccionario de la RAE aparece como "idiosincrasia".
Saludos.
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A.G.:
Luis Carlos he hecho un juego de palabras forzando el lenguaje, mezclando idea con idiosincrasia. Lo he aclarado en el post, que creo ha quedado mejor. Gracias.
Luciano
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Luciano, he vuelto a leer los comentarios y veo que en esto que pones, se responde en buena parte la pregunta que puse arriba.
Mezclar Francesada con Iglesia es conciliar Profano con Sacro, Mundo (mundano) con Evangelio, un imposible conceptual. Pero efectivamente el eclecticismo es plaga, y son millones los que abonan semejante contradicción. (Sin ir más lejos, recuerdo haber visto en la escuela católica a la que concurrían mis hijos la celebración -sin ninguna clase de reparos- de la Revolución Francesa.)
Encima Francia es referencia intelectual en el mundo hispano, así que ahí está servido el personalismo.
Hubo varias etapas de Maritain, en este orden: el joven socialista no creyente, el católico convertido admirador de la Edad Media y el tomismo y enemigo de todo lo moderno ("Antimoderno", "Tres Reformadores"), el católico dialogante con la modernidad tras la condena de la Action Francaise a la que había inicialmente adherido, ahí es donde brotan sus obras más criticables ("Humanismo integral"), luego, el católico post-conciliar que señala los errores de la deriva del post-concilio en el "Campesino del Garona", y finalmente, el anciano que vive con los hermanitos de Foucauld y tiene la desgracia de hacerse adepto de Marín - Solá.
Saludos cordiales.
respondo tu pregunta:
Dices: "(el personalismo) Es una construcción conceptual que coloca a la persona en el centro de su reflexión. Pero no es propio del pensamiento católico tradicional colocar a la persona en el centro de su reflexión, porque en el centro está la Santísima Trinidad y su gloria."
Pues bien, ¿no es acaso el hecho de poner al hombre en el centro de la reflexión, una forma de ANTROPOCENTRISMO? O más aún, ¿no es eso precisamente EL antropocentrismo?
Supuesto lo cual, va la pregunta:
¿No resulta muy burdo que se pretenda la catolicidad de cualquier forma de antropocentrismo
Está claro que el personalismo es un antropocentrismo, y es más, yo diría que heredero del renacentista, porque es su continuación natural, pero dentro de cierto deseo de ortodoxia, por así decir.
El problema, sin embargo, está en que es un antropocentrismo que pretende ser un teocentrismo, que era el empeño de Maritain: un humanismo teocéntrico. La cuestión reside en si es posible tal cosa. Primero, si es posible ser teocéntrico sin ser explícitamente cristocéntrico, y está claro que no.
La segunda es que el teocentrismo que propone, concretamente via Maritain/Nueva Teología, es una mezcolanza de lo natural y lo sobrenatural. Se considera que tras la Encarnación toda persona y toda tarea humana ha sido sobrenaturalizada, y que centrarse en la persona es lo mismo que centrarse en lo divino.
La conclusión es que la fe se vuelve innecesaria, porque se puede ser cristiano, por la via mencionada, sin la mediación teologal de la fe. Y por aquí se llega a la tesis de los cristianos anónimos de Rahner, a la potencia redentiva (en semillas de logos) de todas las religiones adámicas y a la salvación por la sola ley natural, sin la fe.
Alguien me comentó que en su edad provecta Maritain defendía el "American way of life" y la democracia, a la que creía fundada en el Evangelio, lo cual demuestra que finalmente cayó víctima de la corrección política.
Y arrastró tras sí a quienes influenció fuertemente, como fue el caso del papa Paulo VI (su confeso admirador) y del partido Demócrata Cristiano.
Un episodio emblemático y revelador de su vida -quizás premonitorio de su posterior deriva intelectual- fue cuando se posicionó abiertamente contra la Cruzada Española y a favor de la República pro soviética, al tal punto que no le importó perder por esa opción la amistad ¡nada menos! que de Garrigou Lagrange. ¿Habrá leído lo que enseñó el Angélico sobre la guerra justa? Porque si lo leyó, no solamente que no lo entendió, sino que lo entendió al revés...
Sigo su blog y comentarios con una afición que me sorprende pero es que son profundos, didácticos, y buenos a mas no poder.
Gracias. Es de suponer que trabaja mucho y esto es un tiempo que nos regala por eso es tan de agradecer.
“Sueño con un mundo en el que al encontrarme en cualquier esquina con cualquiera que por allí pasara, pudiéramos saludarnos normalmente y continuar juntos nuestra conversación interior”.
Usar esa figura bíblica para vendernos un antropocentrismo encubierto como lo fue el de Mounier, me huele a canallada.
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A.G.:
julián, no me parece que el personalismo aporte nada al tomismo, jeje. Lo explicaré en próximos post.
Tiene algunas ideas positivas, que aprovecharon San Juan Pablo II, y Benedicto XVI. Pero en general, me parece que es una pseudofilosofía que ha cumplido su tiempo, ha dado poco, y se ha agotado ya.
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