Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

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Panecillos de meditación

lama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El tiempo que nos ha tocado vivir nos ha sido dado por Dios. No hagamos como si no nos interesase lo que pasa a nuestro alrededor.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Presentación del artículo del P. Pablo Cabellos .

El P. Pablo Cabellos, a tenor de la próxima canonización de los beatos, ambos fueron Vicarios de Cristo, Juan XXIII y Juan Pablo II, ha echado su cuarto a espadas y opina al respecto de lo que suponen cada uno de ellos.

En realidad, no es poco cierto lo que nos dice el autor del artículo y que va referido al echo según el cual los dos creyentes traídos al mismo van a ser canonizados por mucho más que aquello que podría pensarse. Es como ir más allá de lo que supone la vida de un creyente y que es, en el fondo, lo que determina que la fama de santidad que recae sobre una persona lo sea porque, en efecto, lo es.

Así, tanto en Juan XXIII como en Juan Pablo II, ambos beatos, concurren circunstancias propias de sus que determinan que la canonización, próxima a llevarse a cabo, lo sea en beneficio espiritual de todos sus hermanos en la fe. Por eso el primero de ellos, conocido por su especial bondad o el segundo, venido del otro lado del telón de acero y por su fama de santidad propia, en efecto, de un santo, son ejemplos a seguir por parte de aquellos que, siendo hermanos suyos en la fe, los miramos con gozo.

Y, ahora, el artículo del P. Pablo Cabellos Llorente.

El Papa Bueno y el
Papa Grande

Pablo Cabellos Llorente

“Bueno y Grande son dos adjetivos que podrían situarse junto al nombre de los papas que he conocido. He aprendido a amarlos a todos porque representan a Cristo. Pero cuando el sensus fidei, la nariz católica del Pueblo de Dios lo dice de alguien en particular, no dudo de que tiene un sentido. Es muy natural llamar a Juan XXIII el Papa Bueno y otorgar el título de Grande a Juan Pablo II, unidos porque se ha comunicado conjuntamente la canonización de ambos, otro gesto de Francisco, el Papa Sencillo.

Podría pensarse en una bondad del Papa Juan derivada de sus grandes encíclicas sociales, o de la convocatoria del Concilio Vaticano II con el que buscaba una notable mejora de la Iglesia, un mayor diálogo con el mundo, una mejor relación entre la fe y la razón. Pero posiblemente pensamos que no fue por ninguno de esos motivos. Con Machado, podríamos decir que fue un hombre bueno en el buen sentido de la palabra, tanto que va a ser canonizado, lo que significa que, ayudado por la gracia de Dios, se ha identificado con Cristo ejercitando las virtudes heroicamente.

No puedo olvidar aquello que dijo a san Josemaría en la inicial audiencia que le concedió: La primera vez que oí hablar del Opus Dei me dijeron que era una institución imponente que hacía mucho bien. La segunda vez, que era una institución imponentísima que hacía muchísimo bien. Estas palabras entraron por mis oídos, pero… el cariño por el Opus Dei se quedó en mi corazón.

Juan Pablo II el Grande. También podría pensarse en su largo pontificado, en los cientos de miles de kilómetros recorridos, sus catorce encíclicas, las Jornadas Mundiales de la Juventud y de la Familia, el Catecismo, los sínodos convocados, su fuerza comunicadora, etc. Pero pienso que este papa no se le llama Grande por eso o, en todo caso, es una partecita de su grandeza.

Juan Pablo II es Grande porque es un campeón de la santidad, que mostró en el atentado sufrido, en la salud y en las duras enfermedades padecidas. Él comprendió muy bien algo dicho por Pablo VI: que el fruto más precioso del concilio último había sido el solemne recuerdo de la llamada a la santidad para todos en todas las tareas honradas. Como sus predecesores, quizá por eso entendió muy bien a san Josemaría, considerado precursor del concilio, justamente por haber predicado desde el 2 de octubre de 1928, con una especial luz de Dios, esa misma idea sencilla, que no sé si captamos a fondo.

Lo recogía la estampa que se ha utilizado para pedir que fuera introducido en el número de los santos: “Él, confiando totalmente en tu infinita misericordia (de Dios) y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo".

Publicado originalmente en Levante-EMV y traído a InfoCatólica con permiso expreso del autor.

P. Pablo Cabellos Llorente

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1 comentario

  
Alf_3
Todos los Papas contemporáneos han sido Santos y hasta diría Mártires. Nací cuando Pío XII y de él en adelante, han sido grandes señores, todos. Cada uno según su personalidad.
Pero los varios anteriores a ellos, también mostraron continuidad y fortaleza en su misión. Hablaron muy claro sobre lo que preveían y hoy estamos viviendo.
Debemos serles dóciles a los que nos toquen de pastores supremos. No solo por obligación, sino que 'se dan a querer'.
24/07/13 4:02 AM

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