Eppur si muove ¿Valen ciertas ovejas menos que los pastores?

Ciertamente, en todos los rebaños hay eso que se da en llamar “ovejas negras” que son aquellas que desafían a las demás en algún tipo de conducta y, más o menos, van a la suya poniendo en peligro, en ocasiones, al mismo rebaño que las acoge.

En la Iglesia católica pasa algo por el estilo: determinados miembros de la grey de Dios no gustan de sus pastores y, en cuanto pueden, les endiñan una patada con la pata mala que siempre utiliza toda oveja para defenderse o, si es posible, le escupen cuando a su lado pasa algún conductor del rebaño.

Y algo así ha pasado, por ejemplo, con la reelección del cardenal de Madrid para ocupar el oficio de Presidente de la Conferencia Episcopal Española que, por mucho que muchos digan sobre la inutilidad de tal organismo eclesial, lo cierto y verdadero es que hace su función y que no es, por decirlo pronto, nada inútil ni alejado del pueblo.

Y digo que ha pasado cuando, en verdad, es que está pasando.

Algunas ovejas del rebaño de Dios en España están que braman o, mejor, que balan en hebreo o en cualquier idioma que no se entienda para, así, mejor zaherir sin que se las comprenda.

Piensan, de entre ellas, los más “sabios” (recuerden lo que dijo Jesucristo sobre el ocultamiento que había hecho Dios de lo más importante a tales personas y la revelación de lo mismo a los más humildes que no se creen en la verdad de las cosas sino que confían en ella) que la Iglesia española ha tenido mala suerte, muy mala, con la reelección de Rouco Varela.

Dicen, las mismas ovejas, de todo. Nada bueno ni benéfico ni para el cardenal de Madrid ni, en general, para los obispos que han coadyuvado en que tal elección haya sido posible. Todos, al parecer, están poseídos por el espíritu de un tal Antonio María que, taciturno (lo llaman así y cosas peores para contraponer su estar al de los progres de salón que conforman al petit comité de las ovejas descarriadas) les impele a votarle. No es que los obispos, mayores de edad, con estudios y conocimientos suficientes, hagan lo que quieren sino que hacen lo que les obliga el Presidente de la CEE.

Además, les parece que va a ser lo mismo. Es decir que la Iglesia católica va a seguir criticando el aborto, Educación para la Masonería (véase Ciudadanía), la exclusión de los símbolos católicos de la vida pública, la venida de la Ley de (ex)libertad religiosa, etc. Y eso no les gusta nada de nada porque no ven con buenos ojos (ni buen corazón) que se critique a un Ejecutivo como el que hay ahora en España. Eso no les debe parecer “democrático”.

A las ovejas descarriadas les gusta más el sí al aborto; el por supuesto a la Educación para la Masonería; el no faltaría más para la exclusión de los símbolos católicos de la vida pública y el cómo no para la Ley de (ex) libertad religiosa. Eso es lo que les gusta. Y, por lo tanto, quien se opone a tales pretensiones sociales propias de una mentalidad ingenieril de la sociedad verdaderamente enferma, es una persona carca, pasada de moda y servidora de intereses oscuros.

Y es que son perfectamente muelles de una elongación infinita: allá donde la sociedad quiere ir, allá que estiran ellos su fe sin saber que, de seguro, rompen el hilo que la une con Dios si es que la voluntad del Creador queda preterida. Aunque eso, a ellas, ovejas descarriadas, les importa un redil y se lo pasan por el forro de sus balidos exactamente inválidos y poco aptos para la comprensión de una doctrina que es como tiene que ser y no como sus particulares gustos determinan que sea.

Y por si fuera esto poco, además de entender que los obispos son, más o menos, manipulados para que den su voto, algunos se atreven a llamarlos cobardes por no procurar un “cambio” en la jerarquía eclesiástica que sea de su gusto y progresismo eclesial.

Y es que, además, del cardenal de Barcelona nadie ha querido saber nada de nada. Será porque, a lo mejor, está más que sentenciado. Ya se sabe que los nacionalismos, incluso los religiosos, tienen la tendencia de no integrar nada de nada. Lo mismo que las ovejas descarriadas que prefieren pacer fuera del redil mientras que sus compañeras-fieles están dentro atendiendo lo que les dicen sus pastores.

Por eso pregunto si es que se da el caso de que valgan ciertas ovejas menos que los pastores que pretenden llevarlos por donde ellas quieren que es, exactamente, hasta el fondo de la fosa de la que tanto habló y escribió el sufrido salmista.

Pues yo creo que sí y sí valen menos porque para valer más tendrían que mostrar algo menos de odio y algo más de entendimiento.

Sí, entonces va a ser que sí valen más los pastores que ciertas ovejas que, en realidad, son lobos con aquellas pieles.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Para el Evangelio de cada día.
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