Las sectas, en el semanario archidiocesano de Mérida-Badajoz

La Iglesia católica se preocupa por el fenómeno de las sectas, y procura que sus miembros estén formados e informados acerca de este tema en sus oportunidades comunicativas. El último ejemplo que hemos visto, y que traemos aquí, es el de la publicación semanal de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, Iglesia en Camino, que en su número 869 (del 30/10/11) ha publicado un breve pero enjundioso artículo sobre la nueva religiosidad en su sección “Dichos y preguntas", firmado por su Delegado de Relaciones Interconfesionales, J. Antonio Salguero.

¿Qué son las sectas?

El ser humano es “un animal religioso”. El hombre «no tiene, consiste en religión» (Zubiri), es religación respecto de lo divino. El paganismo ambiental, el laicismo tan en boga, lleva a muchos a la indiferencia ante la propuesta de las grandes religiones que no deja de ser vacío existencial en nada que la persona se dé cuenta y vuelva del sueño inducido por eslóganes y filosofías del consumo inmediato.

Pero si no cree en Dios, tallará dioses o ídolos a su medida, aunque sean de madera (Dostoievski). Ya desde mediados del siglo XIX y más durante el XX, ideologías, decepciones y vaciedades existenciales, cual vientos huracanados, sacudieron el árbol corpulento
y, en parte, envejecido de las religiones tradicionales, en particular las diferentes confesiones protestantes, y provocaron la caída de ramas con o sin fruto y semillas que han ido creciendo al
socaire de la situación del ser humano ante el hecho religioso.

Muchos grupos, en búsqueda de autenticidad quizá, enraizaron, originando no pocas sectas de naturaleza similar a la de su respectiva religión: hindúes, budistas, taoístas, islámicas, protestantes, etc. En la familia cristiana nacieron grupos que, desde el milenarismo, esperan repetidas veces el fin del mundo y anuncian la salvación restringida a quien acepte su mensaje y se dé de alta en su congregación.

Sectas religiosas, mágicas o ideológicas constituyen un abanico tal de pluralidad en torno a su fundador o ideologías que las hace cerradas en sí mismas, sin capacidad de diálogo, dogmáticas y, a veces, hasta dañinas o, lo que es peor, destructivas. Las sectas son uno de los signos de nuestro tiempo y un reto o desafío pastoral a la Iglesia. Y debemos preguntarnos: ¿Qué nos está diciendo Dios por medio de las sectas? Pero, además de ser reto, las sectas deben ser una «oportunidad» de evangelización nueva y renovada (Juan Pablo II). A profundizar en el conocimiento de las enseñanzas de Cristo y en la unión con Él.

J. Antonio Salguero. Del. de Ecumenismo y Rel. Interconfesionales

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