1.05.24

¿Qué diremos?

He encontrado por casualidad en Internet (si es que existen las casualidades) esta foto de un faquir o asceta de la India del siglo XIX. El hombre, buscando mortificarse, había hecho que soldaran esa especie de reja que llevaba al cuello para no poder quitársela y que le impidiera tumbarse. Sobrecogedor, pero no era un caso único: en la India había y sigue habiendo gente como esa a patadas.

Me he quedado un rato mirando la fotografía y no he podido evitar admirarme del tremendo esfuerzo realizado por ese pagano en su búsqueda de algo que, en realidad, no conocía. No había oído hablar del Crucificado y, sin embargo, instintivamente intentaba parecerse a Él; no sabía que existía el cielo, pero lo anhelaba más que todas las comodidades de la tierra; no había descubierto la Perla preciosa y, aun así, había dado todas sus riquezas solo por la posibilidad de encontrarla algún día.

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25.04.24

Experimento concluido: el modernismo está acabado

Siento no haber podido participar en el blog estos últimos días, pero, como no hay mal que por bien no venga, eso ha permitido realizar un experimento muy interesante. Como recordarán, el último artículo trataba sobre la postura de un lector orgullosamente modernista, que comenta con varios seudónimos, pero últimamente suele utilizar el de Hugo Z. Hazkenbush. Por supuesto, su postura no es interesante porque sea su postura personal, sino porque, como decía, tiene una especial habilidad para asumir todos los presupuestos del modernismo “católico” y, en ese sentido, resulta un estupendo atajo para entender a este.

Durante los pasados días, D. Hugo, que se confiesa “modernista hasta las trancas”, ha podido exponer su postura con toda la libertad del mundo y el resultado ha sido muy revelador, mostrando que el modernismo “católico” lleva inevitablemente a su propio fracaso y disolución, porque en realidad no es otra cosa que una etapa intermedia antes de llegar al escepticismo y el agnosticismo más profundos. No es que nosotros lo digamos, es lo que se deduce de las propias palabras de los modernistas. Veámoslo.

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10.04.24

Cristianismo o hugonismo

No hay sermón, por malo que sea, del que no pueda sacarse algo bueno, como decía Newman, y tampoco hay comentario que no remita a un tema interesante. Incluidos los de ateos, agnósticos, modernistas y troles. Especialmente los de ateos, agnósticos, modernistas y troles, me atrevería a asegurar.

Veamos, por ejemplo, un comentario del inefable Hugo Z. Hazckenbush, colocado en el artículo en que yo felicitaba el domingo de Resurrección a los lectores. Como mi artículo se titulaba “Himno de victoria en la mañana de Pascua”, D. Hugo respondía:

“Muy ‘bélico’ te veo Bruno. La resurrección no puede ser una victoria. Es una consecuencia de la naturaleza misericordiosa de Dios Padre y estaba garantizada para Cristo muriera en la cruz o […] a los 133 años.

Lo importante es que Cristo fue Camino, Verdad y Vida y por eso lo resucita el Padre. El que unos salvajes lo colgaran de un potro de tortura y le dieran una muerte horrible es solo una anécdota consecuencia de la miseria humana. Muy lamentable, muy triste y muy reveladora, pero anecdótica. Solo es achacable a los miserables que lo colgaron de la cruz”.

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30.03.24

28.03.24

El velo del templo


Siguiendo la tradición de años anteriores, he escrito para el blog un sonetillo de Viernes Santo. Esta vez, los versos contemplan ese detalle tan profundo e intrigante que recoge el Evangelio: tras la muerte del Hijo de Dios, el velo que cubría la entrada del santo de los santos se partió en dos.

Por supuesto, el sentido de ese acontecimiento tiene ante todo que ver con el paso de la Antigua a la Nueva Alianza, pero también puede adquirir un significado más personal, que es el que se le da en el sonetillo.

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