El Nazaret de Inglaterra, de aniversario
950 AÑOS DEL SANTUARIO DE WALSINGHAM
ALFONSO BERTODANO
I.
Durante su visita a Inglaterra en 1982, el Papa Juan Pablo II presidió un multitudinario acto en el antiguo estadio nacional de Wembley. A punto de empezar la Misa, dos hombres dieron la vuelta al campo delante de una diminuta imagen, que el Papa insistió en que permaneciera encima del altar durante la Eucaristía. Así, el Director del Santuario Católico de Nuestra Señora de Walsingham y, su acompañante, el Administrador del Santuario Anglicano de la misma advocación, testimoniaron la concordia que existe entre Católicos y Anglicanos cuando la Virgen preside sus corazones. ¡Hasta comparten la página de inicio de su página web en Internet (www.walsingham.org.uk/ ), aunque se puede optar luego por el contenido diferenciado a seguir a partir de allí!
Casi treinta años después, en 2011, nos encontramos en el 950 Aniversario de la fundación de Walsingham como Santuario Mariano. Aunque la efemérides se celebró en Londres, en la Catedral de Westminster, el pasado 2 de abril, se hizo así como especial acción de gracias por la institución, a principios del año, por Benedicto XVI del “Ordinariato de Nuestra Señora de Walsingham”, como cauce para facilitar el regreso a la Iglesia de muchos miles de anglicanos.
No obstante, el 24 de septiembre es cuando se celebra la memoria de Nuestra Señora de Walsingham (fiesta en la Diócesis de East Anglia a la que pertenece), cuyo Oficio propio se estableció en el 2000. Se eligió el 24 de septiembre por coincidir con la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, “Our Lady of Ransom” en inglés, (“ransom” significa “rescate”) y por existir en Walsingham una cofradía muy arraigada de esa advocación tan vinculada con la idea del rescate de cautivos, objetivo de los Mercedarios fundados por San Pedro Nolasco.
Pero todos estos hechos recientes son los frutos de una larga peregrinación para desandar el camino desde la destrucción, por Enrique VIII y sus secuaces y sucesores, de todos los santuarios marianos de su reino, entre los cuales Walsingham era el más antiguo y famoso.
Algo de Historia
Corría el año 1061, cinco años antes de la invasión normanda de Guillermo El Conquistador. Reinaba aún ese gran rey sajón San Eduardo El Confesor (fundador de la Abadía londinense de Westminster, donde él mismo está enterrado y se coronan tradicionalmente los reyes de Inglaterra.) Dice la tradición que Richeldis de Faverches, señora feudal de Walsingham, en el condado de Norfolk, pedía insistentemente en sus oraciones que se le permitiera hacer algo en honor de la Santísima Virgen. Fue llevada en sueños hasta Nazaret, donde la Virgen le enseñó Su casa y le indicó que levantara una réplica del lugar donde el Ángel Gabriel se le apareció, para así conmemorar, en sus tierras, la inmensa alegría que Ella había sentido al saber que iba a ser la Madre del Señor; y, ello, para que las gentes acudieran allí a pedirle favores y consuelo en sus necesidades.
Se repitió tres veces el sueño y, para cumplir el encargo, Richeldis tuvo que tomar nota detallada de la forma y dimensiones de la casa. Como no hay piedra en la zona de Walsingham, construyó en madera la que habría de llamarse la “Holy House” o Casa Santa. De esta forma, en los siglos siguientes cuando viajar a los Santos Lugares iba a ser cada vez más difícil, los que peregrinaban a Walsingham se llamaban “palmeros”, por ser un ramo de palmera el símbolo de sus peregrinos (como la concha de la vieira lo es de Compostela); después de todo, ¿no iban a Tierra Santa, al Nazaret de María, donde proliferan las palmeras?
Por el año 1150, al lado de la Casa Santa levantada por Richeldis se estableció un priorato con una comunidad de PP Agustinos. A partir del siglo siguiente, acudirían en peregrinación muchos reyes y reinas de la Dinastía Plantagenet, algunos de ellos, varias veces. Al igual que sucedió con el Camino de Santiago, el Walsingham Way se fue jalonando de hospicios, monasterios, refugios, capillas, a lo largo de las distintas rutas, bien definidas, que seguían los peregrinos.
En el siglo XIV se construyó, a una milla del santuario, una capilla dedicada a Santa Catalina de Alejandría, la famosa mártir cuyos restos descansan en el monasterio de ese nombre al pie del Monte Sinai. Al igual que Moisés se descalzó porque Dios le dijo que era santo el suelo que pisaba al acercarse a la zarza que ardía sin consumirse, cuando llegaban los peregrinos a esta última capilla solían descalzarse para “entrar en Tierra Santa” y recorrer el último trecho hasta Walsingham. Así fue como la empezaron a llamar “Slipper Chapel” o capilla de las zapatillas.
Pero, ¿cómo era la Casa Santa? Nos constan sus dimensiones por un documento de un tal Guillermo de Worcester, escrito en 1479: medía 7 yardas con 30 pulgadas de largo (unos 7,17 m) por 4 yardas con 10 pulgadas (3,91 m) de ancho; o sea, unos 28 metros cuadrados. [ Si añadimos otros 10 o 12 metros cuadrados que ocupa la cueva a la que estaba adosada - cueva que quedó, naturalmente, en Nazaret -, la Casa de la Virgen ocuparía en total unos 40 metros cuadrados.]
Erasmo, que la visitó a principios del siglo XVI, la describió así: “El interior del santuario parece el hogar de santos, tanto brillan por doquier piedras preciosas, oro y plata…. Nuestra Señora está en la oscuridad, al lado derecho del altar… una imagen pequeña que no es notable ni por su tamaño, ni por el material usado ni por su factura.” También dejó constancia de que el agua del pozo tenía propiedades curativas.
¿Y la imagen de la Virgen? Tampoco quedó memoria exacta de ella, puesto que, en 1538, la habrían llevado a Londres para quemarla en una hoguera junto con las imágenes de la Virgen procedentes de otros centros de devoción mariana.
¿Qué sucedió para que el santuario mariano más frecuentado de esas islas fuera borrado del mapa y – casi – de la memoria de su pueblo? La historia es bien conocida y podemos resumir el pretexto con en esa frase francesa: “¡cherchez la femme!”. El rey Enrique VIII, otrora peregrino a Walsingham, quería descasarse de su reina, Catalina de Aragón (que también peregrinó a Walsingham), porque no le había dado un heredero varón; así podría casarse con una joven, Ana Bolena (que tampoco se lo daría). El alegato de nulidad de su matrimonio con Catalina fue rechazado por el Papa. Y así chaqueteó el que, por haber salido en defensa de la Iglesia Católica contra Lutero, había recibido del Papa el calificativo de Fidei Defensor (que todavía hoy se representa con las letras “F.D.” en todas las monedas inglesas). Este Defensor de la Fe rompió con Roma y se proclamó a sí mismo Cabeza o Jefe de la Iglesia de Inglaterra en lugar del Papa.
Además de su arrobamiento por Ana Bolena y su apremiante deseo de tener un heredero varón, Enrique VIII tenía problemas financieros. Digamos que quiso matar dos pájaros de un tiro. Como primer paso, imponer su autoridad religiosa por encima de la del Papa para, luego, valiéndose de esa autoridad, quedarse con las extensas propiedades de las órdenes religiosas y venderlas a terceros. Así pudo presionar a los superiores de cada comunidad: o aceptaban el llamado “Oath of Supremacy” o Juramento de Supremacía, reconociendo la validez de su matrimonio con Ana Bolena y su proclamación como Jefe del la Iglesia, o perdían sus propiedades y la cabeza.
En 1534, el prior de Walsingham estuvo entre los primeros en reconocer la autoridad religiosa del rey. Otros superiores necesitaron argumentos más contundentes para vencer su resistencia: el encarcelamiento del gran Obispo San Juan Fisher y su ejecución en Londres el 22 de junio de 1535 - seguida de la de Santo Tomás Moro dos semanas después. No obstante, cuando una Ley de Supresión de los monasterios, aprobada en 1536, permitió al monarca apropiarse de los más pequeños y enajenarlos, el canónigo sub-prior de Walsingham, Nicholas Mileham, y un laico se quejaron y fueron ejecutados allí mismo en 1537. El motivo de la queja – posiblemente airada –, fue la llegada de Sir Richard Southwell con órdenes del válido del rey, Thomas Cromwell, para llevarse a Londres todas las joyas y demás objetos de valor que adornaban la Casa Santa y la iglesia prioral.
Pero los chantajistas nunca quedan satisfechos. No se trataba solamente de robar los tesoros de la Virgen sino de arrancarle a Ella misma del corazón de los fieles. El 4 de agosto de 1538 se firmó el acta de rendición de los PP Agustinos, la clausura del conjunto del santuario. La iglesia y la Casa Santa fueron destruidas. Carente de valor artístico según Erasmo, pero veneradísima durante siglos, la pequeña imagen de la Santísima Virgen fue trasladada a Londres con destino a una hoguera junto con otras Vírgenes traídas de todo el país.
En voz baja se rumoreó en el pueblo que la imagen llevada a Londres para la quema era otra, pero tales habladurías eran peligrosas y pronto fueron acalladas por la versión oficial: Thomas Cromwell emitió un documento oficial que certificaba que las sagradas imágenes trasladadas a Londres habían sido pasto de las llamas. En consecuencia, si las imágenes ya no existían, no quedaba ninguna esperanza popular de poder volver a venerarlas. Así empezaron a socavar la devoción popular a la Madre de Dios.
Los edificios y las extensas tierras del priorato fueron vendidos. Al lado de la iglesia en ruinas los arqueólogos han encontrado bajo tierra una capa rectangular de cenizas que marca el lugar que antaño ocupara la Casa Santa. En adelante, la Slipper Chapel se usaría como pajar, almacén, vaquería… Y el pueblo de Walsingham casi desapareció. El bullicio de un pueblo levantado por siglos de peregrinaciones se tornaría en un largo y bucólico silencio.
La Ley y el Poder se ejercieron con gran dureza. Entre el pueblo hubo confusión y miedo; la gente, por lo general poco instruida, no sabía a qué atenerse. Muchos aceptaron al rey como jefe de la Iglesia de Inglaterra en lugar del Papa de Roma por ignorancia, otros, por conveniencia propia. Cuando la reina Isabel I visitó Walsingham en 1578, sólo quedaban en el pueblo tres familias católicas.
Algunos católicos aguantaron la sucesivas oleadas de Luteranismo y Calvinismo, que marcaron la persecución en el siglo XVI; Roberto Southwell, nieto del saqueador de Walsingham, murió mártir en 1595; era jesuita y gran poeta inspirador de Shakespeare. Algunos se mantuvieron firmes contra el Puritanismo de Oliver Cromwell (sobrino bisnieto de Thomas Cromwell) en el siglo XVII. En la década de 1680-90 terminaron, tras 150 años, las ejecuciones de católicos. Realmente “machacados” por generaciones de persecuciones, las familias católicas supervivientes procuraban pasar desapercibidas. Durante 300 años, el papista había sido visto como un eventual traidor y anti-patriota, hasta que, a principios del siglo XIX, por fin se les permitió legalmente practicar su religión.
II.
EL RESURGIMIENTO
Charlotte Boyd, la Slipper Chapel y el Papa León XIII
Correspondió a personas anglicanas - como el Beato Newman que lideró el Movimiento de Oxford - la gloria de iniciar el resurgimiento providencial de la devoción a la Virgen de Walsingham. En la estela del Movimiento de Oxford surgieron los Anglo-Católicos, anglicanos atraídos por la doctrina y la liturgia católicas pero que querían permanecer fieles a la Iglesia Anglicana.
Charlotte Boyd (1837-1906), una soltera muy adinerada, era una piadosa anglo-católica, fundadora de varios orfanatos. Desde joven había sentido un deseo ferviente de reconstruir algún santuario destruido durante la Reforma. En la aldea de Houghton St. Giles, a una milla de Walsingham, vió un edificio antiguo con elementos arquitectónicos que sugerían un pasado religioso, aunque se usaba a la sazón como establo para vacas. Tras identificarlo mediante investigaciones en los archivos como la antigua Slipper Chapel, lo compró y puso en marcha su restauración. (También quiso comprar la finca entera del antiguo santuario de Walsingham, pero los propietarios no deseaban venderla.)
Los viajes de Charlotte Boyd por Europa le habían permitido ver que la Iglesia Católica era la única que era la misma en todos los países. En 1894, se convirtió al Catolicismo; tenía 57 años.
Terminada la restauración de la Slipper Chapel en 1896, Charlotte Boyd la donó a la Iglesia a través de la Abadía Benedictina de Downside. Pero la parroquia católica más cercana era una iglesia recién restaurada de la Anunciación, en King’s Lynn, a la cual fue adosada por el párroco, en colaboración con la Guild o Cofradía de Our Lady of Ransom (Nuestra Señora del Rescate o de la Merced), una réplica de la Casa Santa de Nazaret. Su intención era hacer renacer una peregrinación en honor a Nuestra Señora de Walsingham.
Pero faltaba la Virgen. Se encargó una imagen, al parecer por Charlotte Boyd quien la llevó a Roma, para que la bendijera el Papa. Mediante un rescripto papal, se refundó el Santuario de Nuestra Señora de Walsingham con sede en esa nueva Casa Santa de King’s Lynn. En esta ocasión pronunció el Papa León XIII unas palabras que se han considerado proféticas: “Cuando Inglaterra vuelva a Walsingham, la Virgen regresará a Inglaterra”.
La primera peregrinación tuvo lugar ese mismo año, cuando unos cincuenta católicos, entre ellos Charlotte Boyd, se dirigieron en procesión hasta la Slipper Chapel, aunque no se podía aún celebrar misa allí. La persona que había hecho posible todo esto, Charlotte Boyd, falleció en 1906. Faltaba un nuevo impulso Anglo-Católico, pues los Católicos ingleses seguían un tanto acomplejados.
El Santuario Anglicano de Walsingham y el P. Alfred Hope Patten
En Walsingham sí había una parroquia anglicana. En 1921, llegó como nuevo Vicario el P. Alfred Patten, a quien le gustaba más su segundo nombre de pila: Hope (Esperanza). Como Charlotte Boyd, él siempre había soñado con reconstruir alguna abadía o monasterio destruido por la Reforma. Como había nacido en una familia anglo-católica en la que, además, se honraba y rezaba a la Santísima Virgen, cuando quedó vacante la parroquia de Walsingham no se lo pensó dos veces.
No quedaba memoria del aspecto que tenía la primitiva imagen de la Virgen de Walsingham pero el P. Patten localizó en el Museo Británico un sello del santuario medieval con una efigie que sirvió para encargar una estatua. En 1922, la instaló en su iglesia y empezaron a llegar cada vez más fieles anglicanos para rezar ante la Virgen. La primera peregrinación anglicana se organizó en 1923. Se tuvo que ampliar la iglesia. Además, el P. Patten introdujo el rezo del Santo Rosario a las 6, todas las tardes, costumbre que no se ha interrumpido ni un solo día desde entonces.(*)
(*) El 16 de octubre de 2002, el Beato Juan Pablo II publicó su Carta Apostólica Rosarium Viginis Mariae (El Rosario de la Virgen María). Diez o quince días después, el autor visitó la página web anglicana de Walsingham, encontrando en lugar destacado la noticia de que ¡ya habían empezado a rezar los maravillosos Misterios Luminosos introducidos por el Papa!
El Obispo anglicano de Norwich, que no compartía las ideas anglo-católicas del P. Patten, se escandalizó y ordenó quitar de allí la imagen de la Virgen. Patten, que era un hombre de recursos, obedeció… Amplió la parroquia como santuario y construyó a poca distancia una réplica de la Holy House o Casa Santa, a donde trasladó la imagen de la Virgen en 1931.
En 1930, la Slipper Chapel había pasado de manos de los Benedictinos de Downside a las del Obispado de Northampton. Cuarenta años después de la conversión de Charlotte Boyd, tuvo lugar lo que ella tanto había deseado: el día de la Asunción de 1934, se celebró en la Slipper Chapel la primera Misa desde la Reforma, hacia 400 años. Cuatro días después, el Cardenal Bourne (el que había propagado incansablemente la devoción al Doloroso e Inmaculado Corazón de María durante la Primera Guerra Mundial) encabezó una peregrinación de 10.000 personas y proclamó que la Slipper Chapel sería en adelante el Santuario Nacional Católico de la Santísima Virgen.
Creció de tal manera el número de feligreses y peregrinos anglicanos que, en 1938, se precisó una iglesia parroquial mayor y se tuvo la ocurrencia de incorporar la Holy House existente, con su imagen de la Virgen, dentro de este nuevo santuario. Ese mismo año, peregrinaron a Walsingham 50.000 católicos. Walsingham estaba ya lanzado.
En 1945, como acción de gracias por el fin de la Segunda Guerra Mundial, los militares norteamericanos destinados en la región quisieron honrar a la Virgen de Walsingham. Llevaron la imagen hasta la pradera del antiguo priorato y, en el sitio ocupado antaño por el Altar Mayor, tuvo lugar al aire libre la primera Eucaristía celebrada allí desde la Reforma.
En 1948, desde distintos lugares que habían sido puntos de partida históricos para las peregrinaciones medievales, salieron catorce grandes cruces de madera llevadas a hombros de los fieles para llegar todas juntas – una hazaña logística – al Santuario católico. Fue una Peregrinación por la Paz, de Penitencia y Oración que tardó catorce días en llegar a su destino; las cruces fueron erigidas a modo de Vía Crucis en los jardines del santaurio. En 1953, ante cerca de 20.000 peregrinos, un Delegado Pontificio coronó canónicamente la imagen de Nuestra Señora de Walsingham. Atendido desde 1968 por los Maristas, el Santuario pasó a depender en 1976 de la nueva Diócesis de East Anglia.
Para atender a peregrinaciones más numerosas, en 1981 se construyó una capilla con aforo para setecientas personas, con puertas amplias que permiten que muchas más personas puedan asistir a las misas desde el exterior. Este edificio, llamado la Capilla de la Reconciliación, tiene el aspecto de un edificio de labor típico de la región, y es el centro de un nuevo apostolado de la Reconciliación que promete dar muchos frutos en el futuro.
En la actualidad, durante la época fuerte de las peregrinaciones, acuden a Walsingham unos 100.000 fieles anuales. Pero veamos lo que significa para los católicos ingleses: « Por encima de todo, Walsingham se basa en la Encarnación de Cristo, un hombre plenamente humano, con todo lo que ello implica. Ese acontecimiento tuvo lugar como resultado de la Anunciación, al decir María “sí” a la gran tarea que se le pedía. Para los católicos, María es a la vez madre y una hermana cristiana, perfecta en su obediencia a la llamada de Cristo, pero también perfecta en su ofrecimiento de amparo y protección. Al igual que la Iglesia es el pueblo, y cada miembro de la Iglesia es Cristo para el mundo, así también María es la Madre de la Iglesia y la Madre de cada uno de sus miembros. Esto es fundamental. Pero los católicos también se acuerdan de cómo, durante casi 300 años, la práctica de la Fe era ilegal en Inglaterra. Walsingham nos recuerda la firmeza de María y la perseverancia de aquellos que protegieron la Fe durante los largos años penales. Y hay más; debido a los océanos de oración que han bañado estos prados, el lugar en sí tiene algo de mágico, una santidad en la que uno puede sumergirse, una piedra de toque que va al corazón del misterio cristiano. La mayoría de los peregrinos católicos experimentan una “urgencia” en el viaje hasta aquí, una necesidad de sentirse en el mismismo centro de lo que significa vivir la Fe en Inglaterra. Esto ayuda a explicar por qué, incluso en estos tiempos cínicos de comienzos del siglo XXI, en cualquier fin de semana veraniego se ven a miles y miles de peregrinos que caminan hacia este lugar. » Simon Knott, September 2007
En 1998 tuvo lugar una llamada “Peregrinación de la Dote de la Virgen” para conmemorar cómo, en el siglo XIV, en la Abadía de Westminster de Londres, el Rey Ricardo II presentó Inglaterra solemnemente a la Santísima Virgen como dote o “dowry”. Parece más que evidente que, estos regalos hechos en tiempos incluso lejanos a la Virgen, Ella no los olvida sino que los guarda en su corazón, sobre todo si se lo recuerdan con ternura filial.
Como predijo el Papa León XIII a Charlotte Boyd en 1897: « Cuando Inglaterra vuelva a Walsingham, la Virgen regresará a Inglaterra.» Ciertamente Inglaterra está volviendo a Walsingham. Ahora, con toda seguridad, la Virgen no tardará en regresar a Inglaterra.
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