Memoria histórica (y III): la explosión del odio hacia la Iglesia en 1936

TERCER PERÍODO: DE FEBRERO A AGOSTO DE 1936

Concluimos esta serie de artículos que ha tenido como objeto el describir el antriclericalismo de la Segunda República. De este tema se podría hablar mucho más, pero esta ha sido una exposición sencilla y, ojalá, también iluminadora. Con estos artículos no se termina el tema de la persecución religiosa en España, pues habrá que tratar más adelante de casos concretos. También trataremos de algún caso que podría parecer persecución religiosa y sin embargo no lo fue. Con el tiempo, Dios mediante, trataremos también otros casos de persecución religiosa del siglo XX, como el de México, Rusia, la Alemania nazi, la Italia fascista, China, etc.

El 7 de enero de 1936 quedaron disueltas las primeras Cortes ordinarias de la Segunda República y convocadas las elecciones generales que tuvieron lugar el 16 de febrero de 1936 y dieron la victoria al Frente Popular formado por republicanos, socialistas, comunistas, sindicalistas y el Partido Obrero de Unificación Marxista. De esta forma llegaron al poder algunos de los partidos más violentos y exaltados, creando una situación tan insostenible que los exponentes más moderados del ejecutivo fueron incapaces de controlar. Comenzó desde el 16 de febrero de 1936 una serie de huelgas salvajes, alteraciones del orden público, incendios y provocaciones de todo tipo que llenaban las páginas de los periódicos y los diarios de sesiones de las Cortes.

La complicidad de autoridades diversas en algunos de ellos fue a todas luces evidente. Se incrementó sensiblemente desde aquella fecha la prensa anticlerical y facciosa, que incitaba a la violencia, como La Libertad; El Liberal y El Socialista (V. CÁRCEL ORTÍ, o.c., pp. 71, 72.). Según datos oficiales recogidos por el Ministerio de la Gobernación completados con otros procedentes de las curias diocesanas, durante los cinco meses de gobierno del Frente Popular, varios centenares de iglesias fueron incendiadas, saqueadas, atentadas o afectadas por diversos asaltos; algunas quedaron incautadas por las autoridades civiles y registradas ilegalmente por los ayuntamientos.

Varias decenas de sacerdotes fueron amenazados y obligados a salir de sus respectivas parroquias; otros fueron expulsados de forma violenta; varias casas rectorales fueron incendiadas y saqueadas y otras pasaron a manos de las autoridades locales; la misma suerte corrieron algunos centros católicos y numerosas comunidades religiosas; en algunos pueblos de diversas provincias no dejaron celebrar el culto, prohibiendo el toque de campanas, la procesión con el Viático y otras manifestaciones religiosas; también fueron profanados algunos cementerios y sepulturas como la del obispo de Teruel, Antonio Ibáñez Galiano, enterrado en la iglesia de las Franciscanas Concepcionistas de Yecla (Murcia) y los cadáveres de las religiosas del mismo convento. Frecuentes fueron los robos del Santísimo Sacramento y la destrucción de las Formas Sagradas. Parodias de carnavales sacrílegos se hicieron en Badajoz y Málaga.

Los atentados personales afectaron a varios sacerdotes, pues además de los muertos, que fueron 17, otros sufrieron encarcelamientos, golpes o heridas. Pero a pesar de todas estas amenazas, la mayoría de los sacerdotes permanecieron fieles en sus ministerios con el consiguiente riesgo, mientras que los religiosos fueron expulsados de todos los centros oficiales. En muchas poblaciones los desmanes se cometieron con el consentimiento de las autoridades locales y en otras éstas impidieron la defensa de los católicos. En todas partes quedaron impunes los malhechores. Se creó, pues, un clima de terror en el que la Iglesia era el objetivo fundamental… Todas las acciones revolucionarias fueron hábilmente desarrolladas por grupos extremistas de izquierda: los anarquistas con su sindicato, la F.A.I; los socialistas más radicales de Largo Caballero conocido como el Lenin español y los comunistas con ideología y métodos estalinistas.

Y todo este explosivo conjunto, incitado por la fobia anticlerical y anticristiana de 1a masonería. Cuando se habla de la Persecución Religiosa en España, casi no se menciona a la masonería. Y sin embargo, tuvo capital influencia en el desarrollo de la misma. Juan Ordóñez Márquez en su “Apostasía de las masas”, lo demuestra sobradamente. Sirvan de muestra unas citas breves pero significativas: “Juzgamos -escribe- oportuno señalar la filiación masónica de la inmensa mayoría de los prohombres republicanos españoles de aquel quinquenio. […] Es curioso observar la asombrosa proliferación republicana de cargos y candidaturas gubernamentales. Desde 1931 a 1936 se registraron hasta ciento sesenta cambios de personajes en las carteras de los ministerios. Claro que los cambios se multiplicaron mucho más que las personas, y no deja de ser significativo el ver cómo los miembros de la Secta pasaban de un ministerio a otro, o de un cargo otro, sin quedar jamás verdaderamente cesantes.

Por la Presidencia del Consejo pasaron en gestiones sucesivas nada menos que seis conspicuos masones: Manuel Azaña desde octubre de 1931 a septiembre de 1933, y de febrero a mayo de 1936; Ricardo Samper Ibáñez que sustituyó a Lerroux, de abril a octubre de 1934; Alejandro Lerroux García en septiembre de 1933, y de febrero a mayo de 1933; y desde octubre de 1934 a septiembre de 1935; Diego Martínez Barrios de octubre a diciembre de 1933; Manuel Portela Valladares que presidió desde el 14 de diciembre de 1935 al 19 de febrero de 1936, para dejar paso a Azaña, y finalmente a Santiago Casares Queiroga a partir del 13 de mayo de 1936. De los cinco años de República apenas nueve meses estuvo la Presidencia del Consejo en manos de titulares no masónicos: de abril a octubre de 1931 que lo fue Alcalá Zamora y desde septiembre a diciembre de 1935 que lo fue Joaquín Chapaprieta (JUAN ORDÓÑEZ MÁRQUEZ, La Apostasía de las masas y la Persecución Religiosa en la Provincia de Huelva 1931-1936, Madrid 1968, pp. 267 ss.).

De todos ellos consta su semblanza masónica, que aquí se resume: Manuel Azaña Díaz, el Plutarco de las logias Matritense e Hispano-Americana de Madrid; Ricardo Samper Ibáñez, miembro del Rotary Club, Distrito 60, de Madrid y Valencia, ministro de Trabajo y Previsión Social, de Industria y Comercio y de Estado; Alejandro Lerroux García, nombre simbólico Giordano Bruno, grado 3° de la logia Verónica, también perteneció a las logias Adelante y La Unión; Diego Martínez Barrios fue simplemente la Masonería en el poder, no tenía otra razón de ser su presencia constante en los Gabinetes Republicanos; Manuel Portela Valladares, nombre simbólico Voluntad, grado 33 de las logias Fénix y Liberación de Barcelona; Santiago Casares Quiroga, nombre simbólico Saint Just frecuentó las logias Hispano Americana de Madrid y Suevia de La Coruña.

Ante tantos y tan repetidos desmanes como venían sucediéndose desde la llegada al poder del Frente Popular en febrero de 1936, el Papa Pio XI en un Discurso de 12 de mayo de 1936 denunció el peligro del comunismo en todas sus formas y grados, como el primero, el mayor y el más general de los peligros que amenazaban al mundo en aquellos momentos. El Pontífice, que ciertamente no tenía pelos en la lengua, habló también de los ensayos realizados hasta el momento por el comunismo eran Rusia, Méjico, España, Uruguay y Brasil (Discorsi di Pio XI, t. III, p. 487).

A partir del 16 de febrero de 1936 las violencias en las personas y en las cosas no tienen número. El 16 de junio de 1936, ante las Cortes, el Sr. Gil Robles puso de manifiesto el estado de subversión en que se vivía en España: “Habéis ejercido el poder con arbitrariedad y total ineficacia. Los datos estadísticos lo prueban: desde el 16 de febrero hasta el 15 de junio último un resumen numérico arroja los siguientes datos: iglesias totalmente destruidas, 160; asaltos de templos, incendios sofocados, destrozos e intentos de asalto, 251; muertos, 269; heridos de diferente gravedad, 1.287; agresiones personales frustradas o cuyas consecuencias no constan, 215; atracos consumados, 138; tentativas de atracos, 23; centros políticos y particulares destrozados, 69; idem asaltados, 312; huelgas generales, 113; huelgas parciales, 228; periódicos totalmente destruidos, 10; asaltos a periódicos e intentos de asaltos y destrozos, 33; bombas y petardos que estallan, 146; recogidos sin estallar, 78” (J. ARRARÁS, oc., IV, p. 228).

Un mes más tarde, dos días después del asesinato del diputado monárquico José Calvo Sotelo, en la sesión de la Diputación Permanente de las Cortes, el mismo Sr. Gil Robles completó la precedente estadística con los datos referentes al mes transcurrido: “Desde el 16 de junio al 13 de julio inclusive se han cometido en España los siguientes actos de violencia: Incendios de iglesias, 10; atropellos y expulsiones de párrocos, 9; robos y confiscaciones, 11; derribos de cruces, 5; muertos, 61; heridos de diferente gravedad, 224; atracos consumados, 17; asaltos e invasiones de fincas, 32; incautaciones y robos, 16; centros asaltados e incendiados, 10; huelgas generales, 15; huelgas parciales, 129; bombas, 74; petardos, 58; botellas de líquidos inflamables lanzadas contra personas o cosas, 7; incendios, no comprendidos los de iglesias, 19. Esto en veintisiete días. Ni el derecho a la vida, ni la libertad de asociación, ni la libertad de sindicación, ni la libertad de trabajo, ni la inviolabilidad del domicilio han tenido la menor garantía con esta ley excepcional que por el contrario, se ha convertido en elemento de persecución contra todos aquellos que no tienen las mismas ideas que los componentes del Frente Popular. Todos los días, por parte de los grupos de la mayoría, por parte de los periódicos inspirados por vosotros, hay la excitación, la amenaza, la conminación para aplastar al adversario, a realizar con él una política de exterminio. A diario la estáis practicando: muertos, heridos, atropellos, coacciones, multas, violencias… Este período vuestro será el período máximo de vergüenza de un régimen, de un sistema y de una nación”.

L’Osservatore Romano escribió refiriendose a la “Genesi della Tragedia spagnola” esta bien certera observación: “La prima causa della rivoluzione.- La rivoluzione non incomincia il 18 luglio con la sollevazione della Legione straniera nel Marocco. Incomincia molto prima: il 16 febbraio, con 1′andata al governo del Fronte popolare il quale, malgrado la maggioranza elettorale delle destre, ottiene tutto il potere in virtú di una legge elettorale che é considerata dalle altre correnti partigiana. Dal 16 febbraio al 18 giugno la Spagna é in stato di rivoluzione; la rivoluzione permanente, che le sinistre non frenano. Calvo Sotelo ha pagato con la vita le sue denuncie e le sue statistiche rivoluzionarie. In cinque mesi si ebbero, secondo i dati piú ottimistici, 334 morti, 1517 feriti, 196 chiese distrutte, 185 attentati, 78 distruzioni di edifici pubblici e privati, 10 incendi di redazioni di giornali, 192 scioperi generali, 320 scioperi parziali. Le chiese, la proprietá, il lavoro, la stampa, la vita, tutto é stato minacciato, offeso,calpestato. Il nuovo calvario della Spagna é incominciato il 16 febbraio La Spagna -scrive il Journal des Débats- raccoglie il frutto della politica distruggitrice che 1′ha immolata all’anarchia rivoluzionaria. Quando si abbattono i principi basilari della societá e la si abbandona ai demolitori, si inaugura il regno di tute le violenze“(L’Osservatore Romano, Domenica 26 Luglio 1936, núm. 173, p. 1ss).

Dentro de este período fueron asesinados 17 sacerdotes y religiosos en diversos lugares. En vista de todos estos hechos ya desde la Revolución de Asturias tan frecuentemente repetidos, hay que admitir, por evidente, la conclusión a que llega Antonio Montero: no hace falta insistir en que al margen de la propia guerra civil y con antelación a la misma, estaba minuciosamente previsto el programa de persecución a la Iglesia.

En los meses de julio y agosto de 1936 se alcanzó la cifra más elevada de asesinatos de toda la persecución. Antes de seguir con otras consideraciones es oportuno condensar los datos globales de la tragedia que hoy todos los historiadores de todas las tendencias e ideologías admiten sin discusión. Me refiero a los que ofreció Montero en 1960 y que aunque ciertamente no son totalmente exactos, sin embargo, revelan la magnitud de los asesinatos: de los 6.832 muertos, 4.184 pertenecen al clero secular, incluidos 12 obispos y 1 administrador apostólico; y los seminaristas; 2.365 son religiosos y 283 religiosas. No es posible ofrecer ni siquiera cifras aproximadas del número de seglares católicos asesinados por motivos religiosos, porque no existen estadísticas fiables, pero fueron probablemente varios millares (Cfr. A. MONTERO, Historia de la persecución religiosa en España, pp. 762 SS).

Pero si, como advierte Cárcel Ortí, los datos de Montero no son enteramente exactos, pues según documentos posteriores hay que modificarlos, tal modificación de las cifras es insignificante en el conjunto, y siempre dan un aumento de número de víctimas. Por lo cual Cárcel afirma que en verdad quitando Madrid y Cuenca, las variantes de otras diócesis con los datos de Montero son insignificantes. Respecto a Madrid, Montero anota 334 víctimas, mientras que Alfaya Camacho dice que fueron 435; y de la diócesis de Cuenca Montero anota 109 mientras Cirac en su Martirologio Conquense ofrece 120. Insignificantes las variantes de Toledo y Lérida…. En resumen, las víctimas eclesiásticas martirizadas en la Persecución Religiosa de la Segunda República, 1931-1939, se aproximan a 7.000 33.

Entre todas las Congregaciones Religiosas obtuvo la palma por el mayor número de sus Mártires, la más joven Congregación Religiosa, la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Misioneros Claretianos) que en julio de 1936 acababa de cumplir los 87 años de su Fundación. El total de mártires claretianos asesinados, según Montero, son 259, y según las estadísticas de la Congregación, ascendieron a 270.

Iribarren, que hizo un minucioso estudio sobre la cronología de la persecución, afirma que desde el 1 de enero de 1936 hasta el 18 de julio del mismo año habían sido asesinados 17 sacerdotes y religiosos en diversos lugares y circunstancias. Pero durante los últimos días del mes de julio el número de víctimas del clero ascendió a 861 y sólo el día de Santiago, patrón de España, 25 de julio, fueron martirizados 93 miembros del clero secular. En agosto se alcanzó la cifra más elevada, con un total de 2.077 asesinatos que corresponden a una media de 70 al día, entre los cuales hay que incluir a diez obispos. El 14 de septiembre cuando Pio XI dirigió unas palabras de aliento a varios peregrinos españoles, no se habían cumplido todavía dos meses desde el comienzo de la revolución y las víctimas de la persecución religiosa se aproximaban a las 3.400.

Durante el otoño prosiguieron las matanzas, aunque en número inferior y desde comienzos de 1937 decrecieron sensiblemente de forma que el 1 de julio de 1937 cuando los obispos publicaron la célebre Pastoral Colectiva sobre la guerra, el clero sacrificado alcanzaba ya la cifra de 6.500. Por ello termina Iribarren su minucioso análisis con dos importantes conclusiones: Primera, 6.500 mártires no en tres años sino en menos de uno; y segunda, la influencia que el eco mundial de la pastoral debió de tener en que después de ella y hasta el final de la guerra civil, veintiún meses más tarde, ya no fueron sacrificadas sino 332 víctimas más, la mayor parte de ellas el mismo año 1937 (Cfr. V. CÁRCEL ORTÍ, Mártires Españoles del siglo XX, pp. 74,75).

El testimonio más elocuente de cuanto había ocurrido en la zona republicana hasta finales de 1936, en apenas seis meses de persecución lo debemos a Manuel de Irujo, ministro del Gobierno republicano, que en una reunión del gabinete celebrada en Valencia el 9 de enero de 1937 presentó el siguiente Memorandum sobre la persecución religiosa:
“La situación de hecho de la Iglesia a partir de julio pasado, en todo el territorio leal, excepto el vasco, es la siguiente:
a) Todos los altares, imágenes y objetos de culto, salvo muy contadas excepciones, han sido destruidos, los más con vilipendio.
b) Todas las iglesias se han cerrado al culto, el cual ha quedado total y absolutamente suspendido.
c) Una gran parte de los templos, en Cataluña con carácter de normalidad, se incendiaron.
d) Los parques y organismos oficiales recibieron campanas, cálices, custodias, candelabros y otros objetos de culto, los han fundido y aún han aprovechado para la guerra o para fines industriales sus materiales.
e) En las iglesias han sido instalados depósitos de todas clases, mercados, garajes, cuadras, cuarteles, refugios y otros modos de ocupación diversos…
f) Todos los conventos han sido desalojados y suspendida la vida religiosa en los mismos. Sus edificios, objetos de culto y bienes de todas clases fueron incendiados, saqueados, ocupados y derruidos.
g) Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados sin formación de causa por miles; hechos, que si bien amenguados, continúan aún, no tan solo en la población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las poblaciones. Madrid y Barcelona y las restantes grandes ciudades suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso.
h) Se ha llegado a la prohibición absoluta de retención privada de imágenes y objetos de culto. La policía que practica registros domiciliarios, buceando en el interior de las habitaciones de vida íntima personal o familiar, destruye con escarnio y violencia imágenes, estampas, libros religiosos y cuanto con el culto se relaciona o lo recuerde.” (V. CÁRCEL ORTÍ, o.c. pp. 77, 76.)

El Cardenal ARTURO TABERA ARAOZ, C. M. F., Profesor de Derecho, pasó en Madrid toda la dominación roja, librándose providencialmente de la persecución. Siendo ya Obispo de Albacete declaró en el Proceso de los Mártires de Fernancaballero (Ciudad Real) lo siguiente:
“Creo en conciencia que debo añadir que la persecución de aquellos tres años [1936-1939], según pude apreciar personalmente por mi permanencia en Madrid escondido y perseguido, fue netamente antirreligiosa; solo aduciría estos dos argumentos:
1°.- La saña con que se persiguió a los sacerdotes, religiosos y religiosas por el mero hecho de serlo, sin ninguna relación a sus actuaciones políticas o a sus actitudes antisociales. En concreto podría afirmarlo de los grandes núcleos de jóvenes religiosos, inocentes a todas luces bajo este aspecto, que fueron asesinados, sin formación de causa en diferentes regiones de España (puedo referirme por tra¬tarse de Colegios de la Congregación a que pertenezco, a los Teologados de Barbastro y Cervera, cuyos componentes fueron asesinados en masa, y a éste de Ciudad Real [mártires de Fernancaballero], y a multitud de sacerdotes de cuyo martirio he tenido conocimiento en Barbastro y en Albacete por mis ministerios pastorales.
2°.- Por la destrucción y profanación sistemática de todas las iglesias de Madrid, donde residí por tres años; figura entre mis apuntes personales una estadística que pude hacer aquellos años del destino profano y a veces inverecundo a que fueron entregadas las iglesias.
Puedo afirmar que el culto público en Madrid, y seguramente en toda España roja, cesó absolutamente y que los sacerdotes habían de ejercitar sus ministerios en la más absoluta clandestinidad y conscientes del riesgo seguro que por ello corrían sus vidas.
Recuerdo que en una ocasión, y ya al final de la guerra civil, se recibió en la Delegación de Ezizcadi donde yo estaba clandestinamente como Secretario del Delegado General del Partido Vasco, miembro del Frente Popular, una carta desde Londres, del Exministro (sic) Sr. Irujo en la que preguntaba si era cierto que en Madrid se había abierto al culto público la iglesia de San Ginés. Carta a la que yo hube de contestar en calidad de Secretario camuflado en términos cuya sustancia es ésta: que en Madrid en ninguna iglesia y en ninguna época de la revolución se había podido celebrar ni el más insignificante acto religioso, cosa que hubiese significado con certeza moral la persecución y la muerte; y que la noticia, que tenía todos los visos de tendenciosa, en vista de una propaganda de libertad en el extranjero, obedecía, con toda probabilidad, a una confusión, a saber: que en un afán propagandístico se había obtenido que un sacerdote, coadjutor de la parroquia de San Ginés (de ahí la confusión de la carta sobre el culto en la iglesia de San Ginés) había recibido consigna de los Partidos del Frente Popular de celebrar algunos actos en una casa particular, con autorización de asistir a ellos, a lo que según mis referencias de aquellos días, nadie se prestó. Otros muchos detalles podrían presentarse que harían prolija esta declaración (CLUNIEN. Canonizationis Servorum Dei Thomae Cordero et XIV Sociorum e Congregatione Missionariorum Filiorum Inmaculati Cordis B.M.V. in odium Fidei, uti fertur, interfectorum, Summarium, pp. 474, 475).

Los horrores de esta persecución no solamente no fueron execrados por los dirigentes de los partidos políticos que los provocaron, sino que los alabaron y se vanagloriaron de ellos. Así Andrés Nin, jefe del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) escribía en La Vanguardia del 2 de agosto de 1936: “La clase obrera ha resuelto el problema de la Iglesia sencillamente, no dejando en pie ni una siquiera” (La Vanguardia de Barcelona, 2 agosto 1936) Este programa de aniquilamiento se iba perfilando día tras día, a juzgar por una frase del mismo Nin pronunciada en un teatro de Barcelona el 8 de agosto de 1936: “Había muchos problemas en España y los republicanos burgueses no se habían preocupado de resolverlos: el problema de la Iglesia…; nosotros lo hemos resuelto yendo a la raíz. Hemos suprimido sus sacerdotes, las iglesias y el culto”.

Juan Peyró, prohombre de la C.N.T., escribía en 1936: “El anatema general contra los mosqueteros con sotana y los requetés engendrados a la sombra de los confesonarios fue tomado tan al pie de la letra que se ha perseguido y exterminado a todos los sa¬cerdotes y religiosos únicamente porque lo eran. La destrucción de la Iglesia es un acto de justicia. Matar a Dios si existiese, al calor de la revolución, cuando el pueblo, inflamado por el odio justo, se desborda, es una medida muy natural y humana”
De modo más furibundo y agresivo La Solaridad Obrera de Barcelona en su número de 15 de agosto de 1936, en el encabezamiento de un extenso editorial, arremetía despiadadamente contra la Iglesia y su historia, contra sus jerarcas, contra las personas consagradas a Dios, para terminar con estos párrafos finales que decían textualmente: “La Iglesia ha de desaparecer para siempre. Los templos no servirán más para favorecer las alcahueterías más inmundas. No se quemarán más blandones en aras de un costal de prejuicios. Se han terminado las pilas de agua bendita […] Pero hay que arrancar la Iglesia de cuajo. Para ello es preciso que nos apoderemos de todos sus bienes que pertenecen al pueblo. Las órdenes Religiosas han de ser disueltas. Los obispos y cardenales han de ser fusilados. Y los bienes eclesiásticos han de ser expropiados”.

Igualmente Cárcel Ortí escribe: “Algunos presidentes y miembros de dichos comités declararon que habían recibido órdenes tajantes como éstas: tratándose de sacerdotes, ni piedad, ni prisioneros: matarlos a todos sin remisión… Ya sabéis que tenemos orden de matar a todos los que lleven sotana… Para los curas no hay solución alguna… A todos en general hay que matarlos; no se puede evitar… Tenemos orden de matar a todos los obispos, a todos los curas y a todos los frailes ….”( V. CÁRCEL ORTÍ, o.c. pp. 77,-78)

Pero acaso nadie tan pintorescamente satisfecho por los resultados obtenidos, como el periódico satírico humorístico L’Esquella de la Torratxa que en julio de 1937, manifestaba su satisfacción en esta breve y significativa frase: “¡Ya vivimos tranquilos! Porque hemos matado a los curas, a los que parecían curas y a los que nos parecía que parecían curas.”

Sin embargo, ya unos meses antes el Papa Pio XI, en una Audiencia concedida a quinientos españoles, el 14 de septiembre de 1936, había admirado y ensalzado el heroísmo de nuestros mártires: “Todo esto es un esplendor de virtudes cristianas y sacerdotales, de heroísmos y de martirios; verdaderos martirios en todo el sagrado y glorioso significado de la palabra…” (AAS 29 (1937) 96.) Esta extensa alocución pontificia es un texto fundamental para la historia de la persecución religiosa española porque en ella, por vez primera se habla de martirio refiriéndose a las víctimas de la misma. Y una vez terminada la contienda, Pio XII, en el Mensaje radiofónico de 16 de abril de 1939, pronunció estas bien elocuentes palabras: “Ahora, ante las ruinas acumuladas en la guerra civil más sangrienta que recuerda la historia de los tiempos modernos, Nos, con piadoso impulso inclinamos ante todo nuestra frente a la santa memoria de los Obispos, Sacerdotes, Religiosos de ambos sexos y fieles de todas edades y condiciones que en tan elevado número han sellado con su sangre su fe en Jesucristo y su amor a la Religión católica” (AAS 31 (1939) 151-154)

Con todo lo dicho quedan demostradas palmariamente estas características fundamentales de la persecución religiosa en España durante la Segunda República 1931-1939. Las resume así Cárcel Ortí:
“A las cosas hay que llamarlas por su nombre y no favorece a nadie y desde luego no favorece a la verdad fingir que se ha olvidado lo que ha ocurrido… La verdad y la justicia sobreviven al sectarismo y a la manipulación histórica aunque se realicen con métodos científicos. La persecución religiosa fue anterior al 18 de julio de 1936, no solo por la quema y destrucción de iglesias sino también por el asesinato de sacerdotes en Asturias en octubre de 1934. Entonces faltaban todavía dos años para el comienzo de la guerra y no existía provocación alguna del Ejército…
Por eso es insostenible la tesis defendida hasta la saciedad por una historiografía, tanto española como extranjera, que ha pretendido explicar el fenómeno persecutorio contra la Iglesia como respuesta por parte republicana contra la rebelión militar que desencadenó la contienda fratricida….
La persecución religiosa fue la mayor tragedia conocida por la Iglesia en España y su tributo de sangre, a partir de 1936, el más ingente que registra la historia. Casi siete mil eclesiásticos fueron víctimas de un volcán de irracionalidad…. El detallado análisis de sus características fundamentales confirmará… que los perseguidores actuaron casi siempre in odium fidei, in odium Ecclesiae. De lo contrario hubiese bastado la eliminación física de las víctimas como se hizo con muchos laicos y no el ensañamiento demostrado durante las torturas, y vejámenes, e incluso los ultrajes y profanaciones cometidos con los cuerpos exánimes y con los cadáveres ya destrozados” (V. CÁRCEL ORTÍ, o.c., p. 77, 82).

13 comentarios

  
Manuel
Sin ánino de ofender ¿porqué?¿porqué en España y no en Francia, Italia, Argentina, Irlanda?¿Qué ocurrió en España para que se desarrollara tanto odio?. Desde mediados del Siglo XVIII matándonos por el odio a la religión, todo el Siglo XIX es una relación continua de guerras civiles con el trasfondo del odio religioso. No considero, por supuesto, a la victima (la Iglesia) culpable de lo ocurrido, pero me pregunto por la singularidad de nuestro país, para que esto ocurriera. Aunque no fué el único: México, URSS, la Francia de la comuna y de la Revolución Francesa.
11/12/09 12:24 AM
  
Luis R.
No es que el odio se desarrollara; es que el odio lo llevaba puesto la gente de izquierdas y afines (masones). Impusieron el odio y la violencia.

Justo igualito que ahora, se pone por encima una ideologia y se dejan criterios que buscan el bien comun, buscando votos faciles en una sociedad bastante aborregada.

La ideologia marxista- laicista persigue a la Iglesia Catolica porque es una de las pocas voces que no acepta su imposicion en la sociedad y porque intuye que el mensaje de salvacion de que es portadora es atractivo siempre para los hombres por ser verdadero.

Clarificadora serie de articulos; gracias.
11/12/09 9:34 AM
  
Xristoforos
"En España, toda la población va detrás de un cura, la mitad con velas y la otra mitad con pistolas"

Esta es más o menos una frase que escuché hace tiempo pero que dice una gran verdad sobre la forma de comportarse del pueblo español con respecto al clero. Además, no es "nueva" esa relación amor-odio con el clero, aunque se radicalizó ya en el siglo XIX y fue creciendo con el tiempo hasta los estallidos en la II República.
12/12/09 1:57 PM
  
pablo
curiosa la similitud de este gobierno socialista con los republicanos anticristiano. La diferencia, este tiene que guardar las apariencias aquellos se dejaron llevar del odio y no tenian que responder ante nadie.
si no vivieramos en una Europa unida y debido a los tiempos en una fuerte dependencia de una nación con otra, este llegaria otra vez a la persecución de la iglesia.
12/12/09 10:16 PM
  
Catholicus
Manuel,

España es la pieza no conquistada por Satanás, su trofeo más preciado. La Tierra de María Santísima, que le aplasta la cabeza, la Evangelizadora de un continente entero, defensora de Roma, etc, etc, etc.

Inglaterra cayó, Francia cayó, Alemania cayó, Holanda cayó, Rusia cayó, etc, etc. España no.

Lo que preguntas hay que mirarlo con sentido espiritual. Dios permite a Satanás ponernos a prueba, porque es de justicia que si hemos recibido mayores gracias, tambien tengamos mayores pruebas.
13/12/09 1:12 PM
  
ARGENTINO
YO VEO UNA RELACION ENTRE EL HOLOCAUSTO JUDIO QUE HICIERON LOS SOCIALISTAS EN ALEMANIA, EL HOLOCAUSTO CATOLICO QUE HICIERON LOS SOCIALISTAS Y OTRAS IZQUIERDAS RADICALES EN ESPAÑA Y EL HOLOCAUSTO QUE SUFRIERON LOS CREYENTES EN RUSIA.
HAY UN COMUN DENOMINADOR.
SI LA 2 GUERRA MUNDIAL HUBIERA SIDO GANADA POR EL SOCIALISMO, LOS HORNOS, LUEGO DE TERNINAR CON LOS JUDIOS, SERIAN LLENADOS CON LOS CRISTIANOS.
SI TENEIS DUDAS FIJAROS LA PERSECUCION, LA DISCRIMINACION Y LA EXCLUSION QUE HOY SIGLO XXI SUFREN LOS CATOLICOS EN MUCHAS PARTES DE EUROPA, ENTRE ELLAS ESPAÑA.
26/01/10 1:27 PM
  
claudia
no manchen para que quiere uno ganar las guerras si de todos modos perdemos matando a personas inocentes
16/04/10 7:46 AM
  
enrique
Sería bueno ser más objetivo en todo. El problema radica en la obsesión histórica de la Iglesia institución por implicarse con el poder, con los poderosos. Jesucristo no predicó esto. Si la Iglesia se separara del Estado, si se preocupara del bien común, si no estuviera tan pendiente de conservar sus privilegios, las cosas serían muy distintas.
Dicho esto, todos los sacerdotes, monjas, obreros, terratenientes, maestros, etc. que murieron del 36 al 75 fueron víctimas de la obsesión por el poder de uno de los mayores dictadores de la historia, Franco y los que le apoyaron.
15/04/11 9:49 AM
  
PEDRO
Querido Enrique: La Iglesia vive en el mundo y como decía Ortega el hombre es "su yo y circunstancia". Hay que leer un poco de historia, y no únicamente la interpretación marxista, que lo justifica todo, que tenga color rojo: Stalín, Honnecker, Camboya, Castro etc.
Desde la Revolución de Octubre de 1934 -golpe de estado del PSOE y de Esquerra Republicana de Catalunya- contra un gobierno republicano que había salido vencedor de las urnas, los asesinatos de políticos como Calvo Sotelo, y de numeros sacerdotes, religiosos y laicos fueron una constante en la vida púbica. Fue un fracaso colectivo. En la Transición intentamos todos un régimen de concordia, que algunos miserables, desde 2004, intentan que no sea posible. Gracias
07/06/11 12:27 PM
  
Iñaskis K
Muy adecuado el comentario de Pedro: "Hay que leer más historia". Por ejemplo, "La Espada y la Cruz. La Iglesia, 1936-1939", Ed. Bruguera, Barcelona, 1977, del padre Hilari Raguer, que cuenta lo que se cuenta aquí, pero también lo que se oculta por parte de Cárcel Ortí --lo de Arrarás son mentirosos cuentos de miedo para niños--, que no justifican, nunca hay justificación para la barbarie, pero explican el por qué de algunas reacciones. Por ejemplo, los planes del cardenal primado Segura, aparentemente en connivencia con el Vaticano, para evadir de España los bienes eclesiásticos. Planes, por cierto, anteriores a los brutales sucesos del 11 de mayo de 1931. Y la connivencia de la conferencia de metropolitanos con los militares que planeaban el golpe del 18 de julio y que explican, nunca justifican, los asesinatos de trece obispos en la segunda mitad de 1936...
En efecto, Pedro, hay que leer más historia para que no nos den gato por liebre. Pero ya se ve, por el miserable comentario de actualidad que añade, de qué pie cojea usted. Por mi parte, prefiero conocer toda la información.
23/06/11 12:47 AM
  
victor
creo que Dios tiede distintas "varas" para castigar al hombre , aqui se habla de "olocausto y se dan algunas cifras de mostruosos hechos ¿pregunta? que me dicen de el mostruoso genocidio que cometio el europeo ,con la complicidad de la Iglecia catolica. perpetrada a los verdaderos dueños de america, los nativos de toda America ,asaltando todas su riquezas, las Iglesias del mundo europeo estan repletas de estas riquezas, y bañadas por la sangre de 60 mullones de seres humanos
06/09/11 1:03 AM
  
domenicus
Una verdadera atrocidad, cierto. Pero también es cierto que en este caso los verdugos han tenido siglos para aprender de las víctimas cómo torturar (la Inquisición, por ejemplo) cómo perseguir a los que piensan diferente o son diferentes (persecuciones medievales,a los protestantes, a los judíos,...)que para eso la Iglesia católica ha sido una buena maestra a lo largo de la historia.
12/03/12 7:42 AM
  
pedro
La historia lo demuestra todo. Nada pueden hacer los que tratan de interpretarla. Por si sola se entiende. En mas de tres siglos los historiadores presentan unas seis mil ejecuciones de la Inquisicion, no mas de varios centenares consumados por el poder Eclesiastico directamente. Cifras ligeramente inferiores exclusivamente al asesinato de religiosos en la guerra civil española en menos de tres años.
16/01/15 11:38 PM

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