[DE] Capítulo 41: El copón-ciborio o píxide

Píxide de Pésaro s. IV

 

 Con el nombre de píxide ( de pyxis= boj) se designa actualmente el vaso sagrado destinado a contener las partículas eucarísticas consagradas. Es cierto que de vasos similares se tienen noticias desde la primerísima era cristiana, pero el uso litúrgico de los diversos tiempos les otorgó nombres y formas diferentes. El más antiguo es canistrum o cista, pequeña cesta de mimbre que se encuentra representada a principios del siglo II en los dos famosos frescos del cementerio de Calixto. En ellos la cista , junto con el simbólico pez, está llena de panes señalados con una cruz y deja entrever, a través del trenzado del mimbre, un cáliz de vidrio con vino tinto. Estos cestos, que volvemos a encontrar frecuentemente en los frescos eucarísticos de las catacumbas en Roma y en otros lugares, se encuentran mencionados por San Jerónimo, haciendo referencia a S. Exuperio, obispo de Tolosa, en el siglo IV: Nihil illo divitius, qui corpus Domini in cenistro vimineo portat (1), y permanecían en uso hasta principios del siglo VI, ya que en el 519 Doroteo de Tesalónica, dudando que a causa de la persecución inminente sus fieles no pudiesen recibir la Eucaristía, hizo consignarles cestos rebosantes del sagrado Pan.

 
 

Píxides altomedievales

En relación a esta antiquísima costumbre de llevar y custodiar la eucaristía en las casas particulares, San Cipriano hace mención a un cofrecillo (arca) que cada fiel poseía con esta finalidad: Cum quaedam (mulier) arcam suma, in qua Domini sanctum fuit, manibus immundis temptasset aperire, igne inde surgente deterrita est (2). Una representación de tales arcas eucarísticas proviene de una pintura del cementerio de los santos Marcelino y Pedro, que puede datarse hacia la primera mitad del siglo III. La piadosa costumbre de llevar consigo la eucaristía, para tutelarla en casa, en el trabajo o durante los viajes, perduró mucho tiempo en la Iglesia; en Irlanda en los siglos VI-VII los sacerdotes ponían la teca, llamada chrismale , en una pequeña bolsa llamada férula y se la colgaban al cuello bajo las ropas.

Después de todo lo dicho, no se puede poner en duda que también en las iglesias se conservase la eucaristía, no con finalidad de culto (cosa que aconteció a partir del siglo XI) sino para tenerla siempre pronta para confortar a los moribundos o para enviarla en signo de comunión a algún obispo. La reserva del pan consagrado necesaria para ello era exigua, y para tal fin bastaban vasos de pequeñas dimensiones. Los ejemplares llegados hasta nosotros la mayoría tienen una capacidad muy limitada. Eran cajas de forma cilíndrica, sin pie, generalmente de madera de boj o de marfil, más raramente de metal precioso, alguna vez de cristal, que se cerraban mediante un broche, con una tapa plana sobre la parte superior o, como en Francia, rematada con una pequeña torre cónica y una cruz, de donde el nombre de turriculum o torre, dada por San Gregorio de Tours y recogida en los libros litúrgicos galicanos. De aquí la denominación ciborio.

Píxide con broche

 

El píxide se conservaba en el secretarium (sacristía).

Poseemos ejemplares bellísimos, como el de Berlín del siglo IV: cilíndrico, de marfil de factura clásica, representando en la parte anterior a Cristo, sentado en la cátedra con los apóstoles y en la parte posterior el sacrificio de Abraham. Otros temas esculpidos son la multiplicación de los panes y los peces (píxide de Livorno s. IV), la visita de los Reyes Magos (Florencia s. V) la resurrección de Lázaro, la curación del ciego de nacimiento, etc.

A partir del siglo IX, la disciplina eucarística se modifica. La Admonitio synodalis legaliza la costumbre, adoptada por muchas iglesias en Francia e Inglaterra, de tener el píxide sobre el altar. En otras en cambio, quizá por influencia oriental, se adopta el uso de conservar una columba (paloma) de metal noble, que se abría por el lomo mediante una tapa con broche. La columba colocada sobre un plato y cubierta por un velo, estaba suspendida delante del altar mediante un estante de hierro. En Italia y Alemania se conservó preferentemente la tradición del píxide, custodiado en los tabernáculos de pared.

Los píxides, incluso después del siglo XI, se mantuvieron siempre de pequeña capacidad, de forma cilíndrica, sin pie, pero coronados con una tapa cónica cada vez más elaborada.

Píxide del siglo XII

Píxide gótico

Píxide barroco

 

Eran generalmente de cobre dorado con esmaltes de colores, salidos de las orfebrerías de Limoges, que en los siglos XII-XIV fueron el mayor centro de producción en Europa. A partir del siglo XIII, encontramos los primeros píxides dotados de pie, primero bajo y circular, más tarde alto y hexagonal, armonizando con el copón también convertido en hexagonal. La tapa tiende a elevarse, y especialmente en el periodo gótico, asume el aspecto de una verdadera aguja con arcos, contrafuertes, etc. En la cúspide se pone una cruz.

Píxide para viático

 

Junto a estos copones más grandes, el uso pastoral conservó el uso de las pequeñas tecas eucarísticas. De hecho, en los siglos XV-XVI los Sínodos y los Rituales recomiendan tener dos especies de píxides: una mayor, que debe permanecer en el sagrario, y otra más pequeña para llevar el viático a los enfermos. Muchos sacerdotes para ser fieles a la verdad, ponían la sagrada Hostia en un simple corporal o en una bolsita, o incluso entre las hojas del Breviario.

Con la llegada del siglo XVI se difundió cada vez más la práctica de la comunión privada extra missam y con ello los píxides adquieren poco a poco dimensiones mayores; la copa adquiere una boca más amplia y la tapa por necesidad de manejo se vuelve independiente. La forma actual del píxide no es sustancialmente diferente. En la disciplina actual los copones son bendecidos y no consagrados.

NOTAS:

  1. Nadie más rico que el que lleva el cuerpo del Señor en el cesto de mimbre.
  2. Una mujer al intentar abrir con las manos sucias el arca en la que estuvo el sagrado cuerpo del Señor, fue quemada por el fuego que salió de ésta.

    Dom Gregori Maria