InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

6.12.16

La situación de la Iglesia es muy grave

Después de más de dos años de escribir en mi blog la serie “Polémicas matrimoniales” en torno a los dos Sínodos de la Familia, en los que hemos visto a multitud de obispos pronunciarse como favorables al “divorcio católico”, a los anticonceptivos o a las parejas del mismo sexo, lo que más me sorprende es que constantemente aparece gente que me dice que “no pasa nada”, que las cosas “siguen igual”, que todo es un malentendido y que no hay que preocuparse.

Por un lado, creo que la estrategia del avestruz de hundir la cabeza en tierra y negar la crisis en la que estamos inmersos es ridícula. Por otro lado, sin embargo, entiendo que hay gente que sólo ha seguido de lejos la cuestión o no tiene la preparación necesaria para entender la gravedad de la situación, no sólo por la magnitud de la confusión creada, sino ante todo por la importancia de la materia a la que afecta esa confusión. Voy a intentar, pues, dar una idea resumida de la importancia de lo que la Iglesia se está jugando en este tema.

Sería imposible tratar en un artículo todos los casos, declaraciones, textos y sucesos concretos que han ido llevando a esta situación (muchos de los cuales ya traté en la serie Polémicas matrimoniales), así que me voy a limitar a analizar el hecho más importante y decisivo: la carta de los obispos de la Región Pastoral Buenos Aires sobre la interpretación de Amoris Laetitia, fechada el 5 de septiembre de este mismo año, y la carta del Papa Francisco, que aprueba esa interpretación. Esas dos cartas supusieron, a mi juicio, un punto de inflexión de toda esta crisis por la que está pasando la Iglesia. No parece que sea una casualidad que los dubia de los cuatro cardenales se presentaran unos días después de la fecha de dichas cartas. Como veremos, tras ambas cartas la confusión se hizo tan grande que la situación se tornó insostenible.

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24.11.16

La verdadera fiesta de Acción de Gracias

Los norteamericanos celebran hoy su Día de Acción de Gracias, una de las principales fiestas del país, que junto con Todos los Santos y Navidad, configura todo el calendario de la última parte del año. Es una festividad entrañable, en la que las familias suelen reunirse, se preparan buenas comilonas con platos que nadie prepara durante el resto del año, se tienen las peleas y discusiones propias de estas reuniones, muchos regalan pavos de peluche a los niños o ponen enormes pavos inflables en el jardín y todo el mundo se felicita y se divierte.

Como sabrán los lectores, la festividad recuerda a los puritanos del Mayflower, que se habían establecido en Massachusetts huyendo de la persecución de otros protestantes (anglicanos) en Inglaterra. Estos puritanos, que en Estados Unidos se conocen como los pilgrim fathers, los padres peregrinos, pasaron muchas penalidades. Cuando por fin recogieron su primera cosecha en 1621, se reunieron, acompañados por los indios del lugar, para comer los frutos y dar gracias a Dios por ellos.

Por supuesto, como ha sucedido con tantas otras fiestas, Acción de Gracias está secularizándose a pasos agigantados. La bonita costumbre de dar gracias a Dios en familia antes de la comida por las gracias regaladas durante el año, se está sustituyendo cada vez más por la extraña práctica de decir cosas por las que uno está agradecido, así en general, omitiendo a quién se le agradece todo eso, como si tuviera algún sentido dar gracias sin dárselas a nadie. Cuando veo escenas como esa en la televisión, siempre me da la impresión de estar contemplando a alguien que, en medio de una calle desierta y gris, rodeada por rascacielos y azotada por el gélido viento neoyorquino otoñal, dice hablando solo y mirando al vacío: “¡Muchas gracias, señor! Muy amable por su parte. Se lo agradezco de verdad”.

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21.11.16

Monseñor Agrelo y la transustanciación

Confieso que Mons. Santiago Agrelo, franciscano y arzobispo de Tánger, me cae simpático. A fin de cuentas, es un obispo de tierra de infieles, en pleno norte de África musulmán, y, como tal, heredero de los protomártires franciscanos que predicaron en la Sevilla islámica y fueron martirizados en Marruecos en 1220, de San Daniel y compañeros mártires, que murieron en Ceuta en 1227, de San Juan de Perusa y San Pedro de Saxoferrato, martirizados en Valencia, de los mártires franciscanos de Túnez, Granada, Damasco, Etiopía, Turquía y tantos otros. Esa imagen de un pobre franciscano enviado por la Iglesia a predicar a Cristo ante los musulmanes, como el propio San Francisco, despierta inevitablemente mi simpatía.

Además de eso, estoy convencido de que Mons. Agrelo hace personalmente todo lo posible por cuidar de los pobres que llegan al norte de África con la esperanza de encontrar un futuro mejor en Europa. Dios se lo pagará, sin duda. Es cierto que a menudo exagera en lo que dice sobre esos temas de forma un tanto demagógica y que sería mejor que no fuera así, pero puestos a equivocarnos, siempre será mejor hacerlo del lado de los pobres y abandonados por todos.

A pesar de esa simpatía general, no suelo leer lo que escribe D. Santiago, porque por experiencia sé que tiende a apartarse de la fe de la Iglesia y, como católico, eso me resulta profundamente desagradable. Hace un par de días, sin embargo, me enviaron esta curiosa conversación que Mons. Agrelo tuvo en Facebook y me pidieron que la comentara en el blog:

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3.11.16

La “realidad indiscutible” de que los protestantes conocen mejor la Escritura

En el último artículo, un lector, Feri del Carpio, escribió un comentario que me resultó muy interesante y que me gustaría analizar hoy:

“la realidad indiscutible, al menos en América Latina, es que un protestante promedio tiene mucho más conocimiento, amor y reverencia por la Sagrada Escritura que un católico promedio

Creo que entiendo lo que dice Feri y, en buena parte, lo comparto, pero no puedo evitarlo: cuando oigo que algo es indiscutible empiezan a sonarme las alarmas, porque a menudo los errores de cada época se disfrazan de algo que no se puede discutir. Por eso nadie los corrige.

En este caso, a mi entender, esa “realidad indiscutible” es bastante discutible.

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28.10.16

Una anécdota sobre San Judas

Hoy se celebra la festividad de San Simón y San Judas, apóstoles. Se les conmemora el mismo día porque murieron juntos como mártires, en la lejana Persia. Las tradiciones cuentan que, cuando iban a ser ejecutados, Judas dijo a Simón que estaba viendo al Señor que los llamaba para que fueran al cielo. A San Simón se lo suele representar con una sierra, porque lo cortaron en dos, mientras que a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza o lo mataron a golpes, según las tradiciones, de modo que se le representa con un hacha o con un garrote, además del libro o rollo referente a la carta de San Judas de la Biblia.  Sus reliquias se encuentran actualmente en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

Creo que es un buen día para a recordar una pequeña anécdota personal sobre San Judas.

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