Una de las mejores cosas del blog es precisamente lo que no se ve en el blog. Correos y mensajes, de lo divino y de lo humano, con muchos lectores, algunos, por el trato ya buenos amigos. Uno de ellos, Ricardo –gracias–, me enviaba el otro día un testimonio excepcional de eso que se ha venido en llamar «nueva evangelización» o «reevangelización». Un fenómeno novedoso en la historia de la Iglesia: el apostolado en culturas que un día fueron cristianas y hoy no son nada. Quizá el paradigma sea Holanda. Pues de allí es.
Una historia que rezuma visión sobrenatural. Tanta, que con sencillez la trasmite el propio relato: no es quejica, ni ojalatera, es realista con lo que tiene. No rebaja la «buena nueva» para hacerla más asimilable, como si el hombre moderno tuviese el corazón castrado y no fuese capaz. También es una descripción impresionante del estado de la Iglesia en Holanda, impresionante y esperanzador.
Al leer el testimonio de las religiosas ‘Servidoras‘ de la Comunidad «Sterre der Zee», recordé lo que también me enviaba otra lectora, Ana, a propósito de la audiencia de Benedicto XVI el 18 de abril. El Papa comentaba la actitud de los apóstoles esperando «Pentecostés»:
[…], se observa una actitud subyacente importante: ante el peligro, la dificultad, la amenaza, la primera comunidad cristiana no trata de hacer un análisis sobre cómo reaccionar, encontrar estrategias de cómo defenderse a sí mismos, o qué medidas tomar, sino que ante la prueba empiezan a rezar, se ponen en contacto con Dios.
Así empezaron las religiosas, rezando, pegadas al Sagrario. Y no avergonzándose de ser religiosas.
Os dejo con el texto y con dos advertencias. La primera es que es largo y la segunda es que merece la pena, aunque seas como yo, de esos «a los que no les gusta leer cosas de estas». Las negritas mías.
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