2.07.08

Monseñor Fellay, póngase a la cola

De la respuesta de Monseñor Fellay y los lefebvrianos al generosísimo ofrecimiento que Roma les hizo oficialmente la semana pasada (ellos lo conocían antes), quiero destacar un par de párrafos:

Debemos remarcar que el carácter tan general, para no decir vago, de las exigencias formuladas contrasta singularmente con la urgencia de un ultimatum. Las condiciones parecen hechas para obtener un clima favorable a un diálogo ulterior, más bien que implicar algún compromiso preciso sobre puntos determinantes. La Fraternidad San Pío X desea que el diálogo se situe nivel doctrinal y tenga en cuenta por completo todas las cuestiones que, si son eludidas, pueden correr el riesgo de hacer cadúco un status canónico establecido por precipitación. Ella [la FSSPX/SSPX] piensa que el levantamiento previo de las excomuniones de 1988 favorecerían la serenidad de un tal diálogo.

y

La Fraternidad San Pío X no tiene la pretensión de ejercitar un magisterio superior al del Santo Padre, ni busca oponerse a la Iglesia. Siguiendo los pasos de su fundador, ella quiere transmitir lo que ha recibido, es decir «lo que siempre ha sido creido, en todos lados y por todos». Ella hace suya la profesión de fe que Msr. Marcel Lefebvre dirigió a Paulo VI, el 24 de Septiembre de 1975: «Jesucristo a confiado a Su Vicario el cargo de confirmar a sus hermanos en la fe y le ha pedido velar pra que cada obispo fielmente guarde el depósito de la fe, según las palabras de san Pablo a Tiomoteo».

Los lefebvrianos tienen razón en una cosa. Las exigencias eran muy simplonas. Algo así como “acepten ustedes la obediencia al Papa, digan que a partir de ahora van a ser buenos chicos y aquí paz y después gloria". Roma ni siquiera les exigía un acatamiento total al concilio Vaticano II, que es el meollo del asunto del cisma lefebvriano. Y claro, Roma puede mirar para otro lado en relación a ese tema pero ellos no. En otras palabras, aunque ellos están fuera de la Iglesia, parecen tener más clara que ella misma la importancia del concilio, siquiera sea para oponerse a algunas de sus enseñanzas.

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1.07.08

El reino interior

Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8). Hecho a imagen y semejanza de Dios, el hombre es espejo de lo divino. Conoce a Dios al conocerse a sí mismo. Cuando entra dentro de sí mismo ve el reflejo de Dios en la pureza de su propio corazón. Según la doctrina de la creación del hombre a imagen de Dios, en cada persona, en el más verdadero e íntimo “yo” de su ser llamado con frecuencia el “corazón profundo” o “el fondo del alma", existe un punto de encuentro directo y de unión con el Increado. “El reino de Dios está dentro de vosotros” (Lc 17,21).

La búsqueda del reino interior es uno de los principales temas de los escritos de los Padres de la Iglesia. “Parece que realmente el más grande de los conocimientos” decía San Clemente de Alejandría, “sea el conocimiento de sí mismo, pues aquél que se conoce a sí mismo tendrá el conocimiento de Dios y, al tener este conocimiento, se hará semejante a Dios“. Por su parte, San Basilio el Grande escribe: “Cuando el intelecto no está disperso a través de las cosas exteriores o disperso a través del mundo por los sentidos, entra dentro de sí mismo y, por sus propios medios, se eleva hacia el pensamiento de Dios“. “Quien se conoce, conoce todo“, escribe San Isaac el Sirio, y continúa: “Estate en paz con tu alma; entonces el cielo y la tierra estarán en paz contigo. Penetra con diligencia en la maravillosa morada que está en ti y así verás las cosas que están en el cielo; pues no hay más que una sola entrada: la escala que lleva al Reino está escondida en tu alma y en tu alma descubrirás los escalones que te permitirán acceder a él“.

Huid del pecado“, insiste San Isaac; tres palabras para recordar. Para reflejar el rostro de Dios debemos limpiar nuestro espejo. Sin el arrepentimiento no existe ni conocimiento de uno mismo ni descubrimiento del reino interior. Se me dice: “Vuélvete a ti mismo; conócete a ti mismo", pero ¿qué “yo” debo descubrir? ¿Cuál es mi verdadero “yo"? EL psicoanálisis nos revela un cierto tipo de “yo” que nos conduce, con frecuencia, no al pie de “la escala que nos llevará al Reino", sino a la escalera que nos lleva a la húmeda cueva infectada de serpientes. “Conócete a ti mismo” significa “conócete a ti que has brotado de Dios. A ti que estás arraigado en Dios. Conócete a ti mismo en Dios". Según la tradición espiritual ortodoxa, solamente descubriremos nuestro “yo a la imagen” muriendo a nuestro ser contrahecho y caído. “El que pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt 16,25). Sólamente aquel que sabe reconocer su yo fingido por lo que vale y lo rechaza está en condiciones de discernir su verdadero yo, el yo que Dios quiere. Subrayando esta distinción entre el falso y el verdadero yo, San Barsanufo nos exhorta: “Olvídate a ti mismo y conócete a ti mismo

(Copiado de “El Dios del misterio y la oración“, Monseñor Kallistos Ware , ed Narcea, colección Icono. El autor es obispo metropolitano de la diócesis ortodoxa de Diokleia, en Gran Bretaña, dependiente del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla)

29.06.08

El País publica un artículo infame contra el Camino Neocatecumenal

A lo largo de mi vida he leído muchas cosas de las que se notaba que estaban escritas con mala idea, con mala leche, con mala baba. Pero lo que ha escrito para el País Semanal (me niego a poner el enlace) sobre el Camino Neocatecumenal y su iniciador, Kiko Argüello, un tal Jesús Rodríguez, es la cosa más infame, patéticamente tendenciosa y llena de odio y resentimiento que he leído jamás.

Yo no sé de qué caverna infecta ha sacado El País a ese personaje, pero lo mejor que pueden hacer es devolverle a la misma para que no salga y contamine más ese periódico, ya de por sí contaminado del más rancio de los anticlericalismos decimonónicos.

Lo mejor de todo esto es que tanto Kiko como el Camino han podido aprender la lección. Cuando Cristo dijo que no diéramos lo santo a los perros y que no echáramos perlas a los cerdos, “no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen“, lo decía por algo. Periodísticamente el tal Rodríguez es un cruce de perro y cerdo, que se ha aprovechado de la acogida que le hicieron los kikos para ahora producir ese engendro maligno.

Si en la Iglesia queda un poco de sentido común y de respeto a sí misma, a ese periodista, en cuanto a tal, no se le volvería a abrir una sola puerta de una sola sacristía, de un solo templo, de un solo despacho parroquial o episcopal. Si quieren odiarnos, que lo hagan desde fuera, no manchando nuestros templos santos con la prostitución pública de una profesión, la periodística, que no merece tener semejantes hijos bastardos.

Luis Fernando Pérez Bustamante

28.06.08

El fenómeno Peter Singer y el “proyecto gran simio”

Tengo el placer de poner en mi blog el siguiente artículo sobre Peter Signer y el proyecto Gran Simio del padre Leopoldo Prieto López, LC, Profesor de filosofía en el Ateneo pontificio Regina Apostolorum.

Os recomiendo vivamente la lectura completa del artículo porque así no os quedará duda alguna sobre la gravísima irresponsabilidad e indecente comportamiento del Parlamento español al pedir al gobierno que se adhiera a dicho proyecto infame.

El padre Prieto ha escrito recientemente el libro “El hombre y el animal: nuevas fronteras de la antropología” (Bac, Madrid 2008), que se puede adquirir tanto aquí como aquí

Os dejo pues, con el artículo de don Leopoldo.

El fenómeno Peter Singer y el “proyecto gran simio”
P. Leopoldo Prieto López, LC
Profesor de filosofía en el Ateneo pontificio Regina Apostolorum (Roma)

1. Perfil biográfico de Peter Singer

Peter Singer es un filósofo moral australiano. Hijo de una familia judía austriaca obligada a abandonar su país en 1938 y a emigrar a Australia, Singer nació en Melbourne en 1946. Estudió en las universidades de Melbourne y de Oxford. Fundó el Green Party de Victoria (British Columbia, Canadá). En 1999 se trasladó a los EE.UU., donde enseña actualmente filosofía moral en el Center for Human Values de la universidad de Princeton, en la que es titular de la cátedra «Ira W. DeCamp». Es el fundador de la Asociación internacional de Bioética y coeditor, junto con Elga Kuhse, del Journal of Bioethics. Entre sus obras se cuentan Liberación animal (1975), Ética práctica (1979), En defensa de los animales (1986), Ética para vivir mejor (1993), Repensar la vida y la muerte (1994) o Una Izquierda darwinista (1999), Una vida ética: escritos (2001). En 1993, Singer encabezó junto a otras figuras destacadas por sus intereses animalistas la iniciativa conocida como Proyecto Gran Simio, que además apareció en forma de publicación colectiva ese mismo año, editado por el propio Singer y la animalista italiana Paola Cavalieri.

2. El estilo de su pensamiento

Singer se define “materialista en sentido filosófico”, darwinista, políticamente de izquierdas, aunque crítico con la “vieja izquierda”, anquilosada e inmóvil, y sobre todo, antinaturalista. En realidad su procedencia intelectual está fuertemente marcada por dos rasgos: el pragmatismo sensista, fuertemente inspirado en J. Bentham, y el laicismo militante, alérgico a lo sobrenatural y ateo.

En lo que respecta a su opinión de la izquierda, como dice en Izquierda darwiniana, ésta se ha convertido en una cultura construida sobre unos cimientos antinaturalistas (entiéndase antimaterialistas) en una peculiar simbiosis con las “filosofías religiosas y devotas que exorcizan la naturaleza”, que la han privado de una adecuada comprensión de determinados rasgos de la naturaleza humana (como son la tendencia a adoptar funciones sociales diversas en razón del sexo o la tendencia a formar jerarquías) que modelan de un modo uniforme y persistente el comportamiento humano, por lo que ningún proyecto de reforma social debería desconocerlos ni intentar suprimirlos para crear un hombre nuevo liberado de la naturaleza.

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27.06.08

Esto no es el acabose, sino el continuose del empezose

Cuando el 30 de marzo del 2006 la Conferencia Episcopal Española publicó el documento Teología y secularización, algunos pensamos - y escribimos - que aquel era un paso que marcaba un antes y un después en la historia de la Iglesia en España. Uno de los capítulos de dicho texto –el 3,d- abordaba la cuestión del “Magisterio de la Iglesia y el fenómeno del disenso”. Así, podíamos leer que “…una expresión de los errores eclesiológicos señalados es la existencia de grupos que propagan y divulgan sistemáticamente enseñanzas contrarias al Magisterio de la Iglesia en cuestiones de fe y moral. Aprovechan la facilidad con que determinados medios de comunicación social prestan atención a estos grupos, y multiplican las comparecencias, manifestaciones y comunicados de colectivos e intervenciones personales que disienten abiertamente de la enseñanza del Papa y de los obispos. Al mismo tiempo reclaman para sí la condición de cristianos y católicos…”.

El documento añadía que “…es necesario recordar, además, que existe un disenso silencioso que propugna y difunde la desafección hacia la Iglesia, presentada como legítima actitud crítica respecto a la jerarquía y su Magisterio, justificando el disenso en el interior de la misma Iglesia, como si un cristiano no pudiera ser adulto sin tomar una cierta distancia de las enseñanzas magisteriales…” se aseguraba que “…esta actitud encuentra apoyo en miembros de Centros académicos de la Iglesia, y en algunas editoriales y librerías gestionadas por Instituciones católicas..” y como consecuencia “…es muy grande la desorientación que entre los fieles causa este modo de proceder”.

Viene todo esto a cuento de lo que con casi total seguridad va a pasar tras la publicación de la Nota de la Conferencia Episcopal Española sobre el libro “Jesús. Aproximación histórica” del teólogo vasco José Antonio Pagola. Si ya cuando el obispo de Tarazona, monseñor Demetrio Fernández, tuvo la osadía de escribir una carta pastoral a sus fieles advirtiéndoles de los errores de dicho libro, se montó un cirio mediático-eclesial de considerables dimensiones, y si ya cuando Monseñor Martínez Camino anunció la publicación de esta Nota algunos se lanzaron a denunciar oscuros y ladinos intereses, eclesiales y económicos, como razones para condenar el libro, ¡qué no cabe esperar ahora que ya tenemos la condena!.

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