21.08.08

Miseria y grandeza de la condición humana

Por lo general las catástrofes provocadas por sucesos naturales o por accidentes suelen sacar lo mejor de las personas. La solidaridad, el acompañamiento en el dolor, la disposición a dar lo mejor de cada cual salen a la luz cuando ocurren estas desgracias. Pero hay determinado tipo de seres humanos, con el alma llena de podredumbre y miseria, que aprovechan el dolor para conseguir algún tipo de ventaja. Así vemos que la rapiña asoma tras terremotos, huracanes o inundaciones y a veces hay gente que se acerca a un accidente para ver si puede llevarse “algo” de las víctimas (por ejemplo, anillos de oro de los dedos).

Tras el accidente de ayer en Barajas estamos asistiendo a las dos caras de esa moneda que es el ser humano. La mayoría de los españoles asistimos más o menos conmovidos al dolor de las familias, a las historias escalofriantes que surgen de los restos del avión siniestrado. Pero ya hemos visto como en China hay un Comité Olímpico de la Infamia que ha puesto pegas a la manifestación de duelo de la delegación española. Y ahora acabamos de saber que en la madrileña plaza de Cibeles se ha producido una manifestación de ciudadanos miserables que, tras los cinco minutos de silencio por el accidente, se han puesto a berrear a favor de un funeral de Estado civil y a criticar la celebración de un funeral religioso y a la Iglesia que piensa celebrarlo.

Hay que tener una calidad humana inferior a la de los perros para aprovechar un accidente de esta dimensión para arremeter contra la Iglesia Católica y exigir el laicismo de Estado. Hay que ser malvado para planear y llevar a cabo una manifestación así después de una concentración pública e institucional de dolor. Pero no nos engañemos. Esto es la consecuencia natural de la deriva laicista y anticristiana que está sufriendo este país desde hace años.

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Despejadas todas las dudas: el COI, nido de miserables

Quizás alguien podía tener alguna duda sobre la verdadera naturaleza de esa institución llamada Comité Olímpico Internacional. Corrupciones pasadas aparte, la permisividad y pasividad de la organización ante el ataque del régimen despótico chino a los derechos humanos de los propios deportistas en la Villa Olímpica (p.e, en la atención religiosa), debería de servir para que todo el mundo comprendiera para qué sirve ese comité infame. Pero de lo que ya no queda duda es que además de cómplices de la peor dictadura mundial, los responsables del COI son malas personas. Prohibir a la delegación española manifestar su luto tras el accidente de Barajas es propio de miserables. Da absolutamente igual los argumentos que puedan aportar para justificar su infamia. Son gentuza. Y con gentuza así no se puede ir a ningún sitio.

Dicen las agencias de información que no han puesto problemas a los deportistas que han llevado un lazo negro. Hombre, sólo faltaba que los jueces se acercaran a un atleta para quitarle el lazo. Pero no permitirán ni minutos de silencio ni la bandera española a media asta. Ya me contarán a quién puede molestar algo así. Es impensable que el resto de atletas se opongan a tal cosa. Si ese es el espíritu olímpico, está claro que se parece mucho al espíritu del príncipe de este mundo del que advirtió Cristo. El deporte está prostituido en manos de esa chusma dirigente. No sé si alguien puede hacer algo para evitarlo, pero de ser posible, que se haga. Es preferible no celebrar ninguna Olimpiada más en España si al frente de ese organismo sigue gente tan insensible, tan perversa y tan falta del más mínimo sentido de solidaridad con un país que hoy llora su tragedia.

Luis Fernando Pérez Bustamante

20.08.08

A rezar por las almas y a pedir el consuelo de Dios

Conozco de primera mano lo que es perder un familiar en una catástrofe aérea. Mi padre murió el 19 de febrero de 1985 cuando su avión “se precipitó” ladera abajo por el Monte Oíz de Vizcaya. La muerte de un ser querido es siempre un shock tanto si es esperada, tras una larga enfermedad, como si acontece de forma inesperada, tras un accidente, un atentado o cualquier otra circunstancia pareja. Pero cuando a tu dolor se une el de centenares de familias y va acompañado de repercusión mediática, parece que se agranda.

Como cristianos podemos y debemos orar tanto por los que han partido a la otra vida -quiera Dios que todos hayan podido tener un momento de lucidez para ponerse en paz con el Señor-, como por los que se quedan en esta a llorar por su pérdida. Nadie piense que las oraciones no causan efecto. No todos podemos estar junto a los que han sufrido la tragedia, pero sí podemos rezar a Dios para que les dé fuerzas para sobrellevar el drama al que se enfrentan. El Cristo que lloró por la muerte de Lázaro es quien mejor puede consolar a quienes hoy han perdido a sus seres queridos. Y la Iglesia es el mejor instrumento del Señor para encarnar visiblemente dicho consuelo.

Orad especialmente para que el Señor conceda sabiduría y gracia a los sacerdotes que van a atender a los fieles afectados por el accidente. La fe no es algo etéreo que se disipa ante el dolor. Muy al contrario, es en el sufrimiento donde la fe se convierte en el único asidero firme al que agarrarse para no derrumbarse. Que el Señor derrame de su gracia sobre todos nosotros, en especial sobre los que más lo necesitan en estos momentos.

Luis Fernando Pérez Bustamante

Otra muestra más de la descomposición moral en España

Hace unos días los medios de comunicación dieron una de esas noticias que te ponen los pelos de punta a poco que tengas cierto interés sobre el nervio moral de la sociedad española. Más del 20% de los aspirantes a policías nacionales sometidos a un test de drogas dio positivo. Las pruebas se realizaron a unos 500 de los 2.750 alumnos de la última promoción del Centro de Formación de Ávila y se consideran como bastantes representativas de la realidad del resto de aspirantes. Es decir, uno de cada cinco futuros policías nacionales consume habitualmente drogas. He ahí la flor y nata de la juventud española, pues jóvenes son en su práctica totalidad los aspirantes a ser policías, profesión para la que se supone cierta “vocación” de servicio, aunque no descarto que muchos quieran serlo por una cuestión de seguridad profesional y económica. Si los jóvenes que quieren servir a la sociedad como agentes del orden tienen esa tasa de consumo de drogas, ¿qué no tendrán el resto?

Todos sabemos que en la juventud se suelen cometer excesos, aunque hasta hace no mucho eran mayormente puntuales y no una norma, salvo en un sector bastante minoritario. Yo mismamente me tomé alrededor de cinco o seis porros en mis años de adolescencia-juventud, lo cual no es que sea gran cosa y desde luego no fue nunca una práctica habitual. Entre mis amistades no recuerdo nadie que consumiera drogas habitualmente y el ámbito en el que me movía no era precisamente el de gente de piedad cristiana. Pero hemos pasado del porrete de pascuas a ramos y del “pedal” de ramos a pascuas al consumo de drogas y alcohol durante todos los fines de semana. Mejor no hablo de las relaciones promiscuas porque no tengo datos a mano y no quiero meter la pata, pero sospecho que por ahí el asunto no va mucho mejor.

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18.08.08

La fe y la moral como factor político

Uno de cada cuatro votantes de Estados Unidos no sólo profesa y practica la fe protestante evangélica sino que basa su voto por los candidatos presidenciales teniendo muy en cuenta dicha fe. En las últimas elecciones ese fenómeno ha crecido igualmente de forma bastante considerable entre el votante católico practicante, con lo cual podemos estar entre un tercio o más de ciudadanos norteamericanos que depositan la papeleta en la urna no sólo teniendo en cuenta su bolsillo sino su fe. Si los cristianos “activos” votan en masa a un candidato, su victoria es casi segura.

En las elecciones pasadas el “católico” Kerry consiguió la proeza de convertirse en el primer demócrata en bastante tiempo -concretamente desde que Reagan arrasó en su segunda elección- en perder las elecciones entre los católicos de misa dominical. Su posicionamiento a favor de la legislación favorable al aborto fue clave en esa pérdida. No siendo George Bush la alegría de la huerta, es obvio que Kerry acusó el claro mensaje lanzado por muchos obispos católicos norteamericanos en el sentido de que un cristiano no puede ni debe votar a un candidato pro-abortista.

Los protestantes useños no tienen obispos, salvo en algunas denominaciones, pero son absolutamente conservadores en la defensa de la vida y de la familia tradicional. Así que a menos que los candidatos republicano y demócrata mantengan una postura similar ante esos asuntos, su voto estará siempre decantado hacia el que sea más “cristiano” en sus ideales.

Otro factor importante es lo mucho que cuenta el comportamiento privado de los candidatos. El votante cristiano norteamericano tiende a creer que aquellos que no son fieles a sus cónyuges no están especialmente capacitados para ser fieles a su país. Y a diferencia de en España, la mentira es una losa insuperable para cualquier político en los Estados Unidos. Sencilla y llanamente la gente no se fía de quien les miente. Aquí les votamos. Allá les botan.

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