¿Y qué les escribo yo a los obispos?
Cuando ayer leí la carta abierta que José Manuel Vidal y Jesús Bastante escribieron a los obispos españoles, pensé si era oportuno que hiciera algo parecido. Pero, a decir verdad, aunque ayer se celebró la festividad de San Francisco de Sales, que es uno de mis santos favoritos y el patrón de los periodistas, no tengo nada claro que a estas alturas de la película yo pueda ser considerado como un periodista más. Llevo demasiado poco tiempo en esto y estamos ante una profesión lo suficientemente importante como para que cualquier advenedizo se adjudique a sí mismo el título de periodista. Por otra parte, Religión en Libertad es evidentemente un medio de comunicación. Y como yo lo dirijo, tampoco voy a caer en el absurdo de afirmar que no juego algún papel en el mundo de la información sociorreligiosa de este país. Es obvio que si ReL tiene identidad propia y sus líneas están ya marcadas, se debe en buena medida, para lo bueno y para lo malo, a mí.
Vidal y Bastante afirman que que las relaciones de la Iglesia como institución con los medios de comunicación y, sobre todo, con los periodistas especializados en información religiosa dejan mucho que desear. Pues será con algunos medios, digo yo. Quizás con la mayoría, pero desde luego no con todos. Y dado que no es con todos, lo más sensato es que cada cual hable por sí mismo. Me aburren mucho aquellos que parecen dar por hecho que siempre es la Iglesia, y no ellos, la que tiene que ceder y cambiar para que esa relación mejore. Cuando existe una absoluta ausencia de autocrítica, y eso es muy típico en la práctica totalidad de la profesión periodística, los juicios de valor suelen ser absolutamente parciales.