El eterno conflicto de los Bienes de la Franja
Poca máximas hay tan ciertas como la que afirma que “lo que mal empieza mal acaba". El conflicto por la propiedad de los Bienes de la Franja empezó mal, ha continuado mal y me temo que acabará mal. Empezó mal porque Roma no supo hacer bien las cosas desde el principio. Si el asunto hubiera quedado zanjado por parte de la Iglesia en el mismo acto por el que las parroquias situadas en la Franja Oriental de Aragón dejaban de pertenecer a la diócesis de Lérida para ser adscritas a la de Barbastro, no habríamos asistido a década y media de espectáculo vergonzoso por el que dos diócesis vecinas y hermanas se han tirado los trastos a la cabeza. Porque, nadie lo dude, es una vergüenza absoluta para la Iglesia todo lo que ha ocurrido en este tiempo. Independientemente de quién tenga razón, que para mí está muy claro que la tiene Barbastro, lo cierto es que aquí se han pasado por el forro lo que San Pablo afirma en los primeros versículos de 1ª Corintios 6:
Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los injustos, y no ante los santos? ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no sois acaso dignos de juzgar esas naderías? ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? Y ¡cómo no las cosas de esta vida!
Y cuando tenéis pleitos de este género ¡tomáis como jueces a los que la Iglesia tiene en nada! Para vuestra vergüenza lo digo. ¿No hay entre vosotros algún sabio que pueda juzgar entre los hermanos? Sino que vais a pleitear hermano contra hermano, ¡y eso, ante infieles!
De todos modos, ya es un fallo en vosotros que haya pleitos entre vosotros. ¿Por qué no preferís soportar la injusticia? ¿Por qué no dejaros más bien despojar? ¡Al contrario! ¡Sois vosotros los que obráis la injusticia y despojáis a los demás! ¡Y esto, a hermanos!
¿Esos versículos se leen en Lérida y Barbastro? Y cuando se leen, ¿no se le cae a nadie la cara de vergüenza? Porque no diré que no es importante que se haga justicia y se devuelva a unos lo que es suyo. Lejos de mí tal pensamiento. Pero muy cerca de mi parecer está la idea de que habría sido mejor desacralizar las piezas y tirarlas a un vertedero antes que haber dado un espectáculo vergonzoso que ha perjudicado a la credibilidad de toda la Iglesia ante los ojos del mundo. No todos tienen el mismo grado de responsabilidad, pero todos darán cuentas a Dios por lo ocurrido.