InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

27.06.14

Silencio episcopal en Chile ante la herejía jesuítica

Un sacerdote jesuita chileno, P. Felipe Berrios, apareció en un programa de televisión ante todo su país a decir que está a favor del matrimonio homosexual:

¿Cuál es el problema del matrimonio homosexual? Los homosexuales son hijos de Dios. Él los creó homosexuales y lesbianas, y Dios está orgulloso de que lo sean

También dijo que aunque él consideraba que el aborto es una inmoralidad, aceptará sin mayor dificultad la próxima ley abortista:

Si la gran mayoría discute en el Parlamento y acepta en el futuro una ley de aborto, yo lo voy a aceptar, pero para mí será inmoral por lo que yo pienso. Pero no puedo imponer esa manera de pensar

¿Saben ustedes cuál ha sido sin excepción, al menos hasta la hora en que escribo este post, la reacción de los obispos chilenos?

Esta:

¿Y cuál la del P. Adolfo Nicolás, Prepósito General de la Compañía de Jesús, responsable de ese jesuita?:

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26.06.14

La Iglesia católico-anglicana-presbiteriana-luterana y otras hierbas

Millones de bautizados practicantes, no sé si mayoría o no, aspiran a que la Iglesia Católica sea más “inclusiva". Quieren que cambie sus doctrinas para resultar más atrayente no solo al mundo, sino a ellos mismos.

Se trataría de una Iglesia que:

1- Aceptara como normal que si dos hombres o dos mujeres se aman, puedan mantener una relación sentimental con relaciones sexuales incluidas y se casen tanto por lo civil como religiosamente.

2- Aceptara que los divorciados tienen “derecho” a rehacer su vida casándose de nuevo por la Iglesia.

3- Mantuviera una postura respetuosa en el tema del aborto. Entienden que la Iglesia defienda la vida pero ha de aceptar las reglas de juego democrático y, sobre todo, quitarse de la cabeza la idea de que puede “imponer” sus criterios morales a la sociedad, aunque sea en un tema tan delicado.

4- Aceptara por fin que está en el mundo SOLO para atender a los más necesitados y no para hacer proselitismo y molestar a los creyentes de otras religiones o los ateos y agnósticos con la idea de que solo en Cristo se encuentra la salvación.

5- Reconociera de una vez por todas que no toda la Biblia es Palabra de Dios. Que cuenta con verdaderos errores doctrinales que desfiguran la imagen de Dios, especialmente en el Antiguo Testamento. Y que se entienda que no todo el Nuevo Testamento puede servir de guía para la sociedad del siglo XXI, dado que fue escrito con la mentalidad del siglo I. Por supuesto, la mera idea de que Dios obra milagros debe ser puesta en cuarentena. La ciencia ha avanzado una barbaridad y cada vez está más cerca de explicar esos milagros como hechos puramente naturales.

6- La misión principal de un Papa, a ser posible el actual, es cargarse todo lo que había antes de él, sobre todo si tiene que ver con la Curia romana, entidad perversa y corrupta donde las haya, que solo sirve para oprimir al resto de la Iglesia repartida por todo el mundo.

7- Machacar sin piedad a los que osen pedir fidelidad a la Tradición, especialmente si son religiosos. La característica principal de las órdenes y congregaciones religiosas con siglos de existencia ha de ser la de adecuar su carisma a las corrientes del mundo. Y a eso se le llamará inculturación para que no parezca que es una traición a sus fundadores.

8- Alejarse como alma que huye del diablo de una liturgia y pastoral sacramental anticuadas. A la Misa se le quitará todo lo que se pueda su carácter de sacrificio, pues estamos ante una teología desfasada que presenta a un Dios cuya justicia requiere una expiación y reparación por el pecado, lo cual es incompatible con la idea de un Dios de amor y misericordia. Y el sacramento de la confesión debe aparcarse para permitir que los creyentes aprendan a pedir perdón a Dios ellos solos, lo cual es un signo de madurez cristiana.

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23.06.14

Patético e inaceptable comentario en "La Biblia de Nuestro Pueblo"

Dada mi “graciosa” inquietud por dar la batalla contra la promulgación de errores doctrinales y herejías dentro del seno de la propia Iglesia Católica, tengo la tendencia a leer cosas cuya lectura no recomendaría a ningún seglar católico, a menos que esté bien formado y firme en la fe. No disfruto haciéndolo, pero como por desgracia no abundan los que combaten el error y tiene una atalaya mediática para hacerlo de forma más efectiva, consideraría una negligencia por mi parte no hacerlo.

Ayer por la tarde me tocó leer al insigne Jairo del Agua, del que he escrito recientemente. No encontré nada nuevo salvo la confirmación de que estamos ante una persona capaz de fundar una nueva secta. Su carácter de “iluminado” se ve en párrafos como este:

Lo he escrito en mi nombre, sin duda. Pero también en el de millones de miembros de este Pueblo de Dios, que se duelen o escandalizan de que se les pretenda alimentar con piedras arqueológicas del AT.

Ahí lo ven. El parroquiano de San Antonio (Cuatro Caminos, Madrid) se ha autoproclamado portavoz de millones de fieles que supuestamente coinciden con él en su tesis de considerar blasfemas a algunas partes de la Biblia. Me pregunto si seguirá teniendo alguna responsabilidad pastoral.

Entre las muchas cualidades del tal Jairo, figura la de usar términos llenos de misericordia y cordialidad hacia quienes señalamos la incompatibilidad de sus tesis con la fe católica. Por ejemplo:

Por convertirme en portavoz me han apaleado los inquisidores bastardos que, sin autoridad ni autorización, censuran, condenan y niegan a los demás el básico derecho a la “libertad de expresión” que, bajo ningún concepto, nos puede ser negado en nuestra Iglesia.

Quien niega la fe de la Iglesia sobre la redención de Cristo, lógicamente negará la doctrina católica que indica que no todo es discutible. Que los dogmas de fe y el resto de doctrinas pertenecientes al depósito de la fe no se discuten. Se acatan y punto. Y el que no lo hace, se sitúa fuera de la comunión eclesial. Lejos de mí pretender que se censure al señor Jairo del Agua por escribir barbaridades teológicas. Como ciudadano español puede hacer lo que le venga en gana. Como seglar que pretender ser fiel al Magisterio no. Y si tiene alguna responsabilidad pastoral, mucho menos. Para decir esto no necesito tener ni autorización ni autoridad eclesial. Me basta y me sobra el sentido común.

Sin embargo, lo que más me preocupó no fue la cháchara habitual de ese hereje pseudo-gnóstico y pseudo-místico, sino el comentario escrito por Antonio1, a quien conocemos bien en varios blogs de InfoCatólica, donde es comentarista habitual. Lo cito tal cual (negritas mías):

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20.06.14

Pagola y La Misa como entretenimiento

No deja de ser curioso que bien entrado el siglo XXI haya todavía gente que proponga como solución a la baja práctica religiosa en algunos países de Occidente el hacer que las misas sean más “atractivas”. Eso es exactamente lo que acaba de hacer el sacerdote y teólogo vasco José Antonio Pagola.

Dice:

Sin duda, a lo largo de estos años, hemos dado pasos muy importantes. Quedan muy lejos aquellas misas celebradas en latín en las que el sacerdote “decía” la misa y el pueblo cristiano venía a “oír” la misa o “asistir” a la celebración. Pero, ¿no estamos celebrando la eucaristía de manera rutinaria y aburrida?

Lo cierto es que en aquellos tiempos lejanos, el nivel de práctica religiosa era muy superior al actual. Por razones de edad no tuve oportunidad de asistir a esas Misas, pero por lo que me dijo alguna vez mi padre, no parece que los fieles se sintieran especialmente abatidos y cabizbajos cada vez que acudían a Misa.

Añade Pagola:

Hay un hecho innegable. La gente se está alejando de manera imparable de la práctica dominical porque no encuentra en nuestras celebraciones el clima, la palabra clara, el rito expresivo, la acogida estimulante que necesita para alimentar su fe débil y vacilante.

Lo innegable es que la gente se alejó hace unas décadas, no ahora, de la práctica dominical. Y las nuevas generaciones no se caracterizan precisamente por un regreso a dicha práctica. Ahora bien, que eso sea por las razones que Pagola expone es muy discutible. Yo más bien pienso que la causa real es que muchos dejaron su fe a un lado y a los jóvenes no se les ha educado en dicha fe. Por tanto, por mucho clima y rito caribeño que le pongamos al tema, no van a venir. Quien no cree en Cristo, quien no cree lo que cree en la Iglesia, ¿por qué va a acudir a Misa? En buena lógica, habría que empezar por re-evangelizar a los alejados y evangelizar a los que nunca han recibido la Buena Nueva. La práctica religiosa vendrá después.

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14.06.14

Negligencias que favorecen la apostasía general

Las condiciones para recibir la comunión sacramental, que en la época de Pío X aún se consideraban obvias, no han vuelto casi a ser recordadas por la Iglesia en los últimos decenios“. Puede que una frase así sea fácil encontrarla en alguno de los posts de InfoCatólica, pero lo cierto es que está en un artículo del P. Martin Grichting, vicario general de la diócesis suiza de Chur. Una diócesis, por cierto, que debe ser de las pocas que cuenta con un buen obispo en toda Centroeuropa (vean las noticias del final de este enlace).

Aunque el P. Grichting escribe en relación a la polémica sobre la comunión de los que viven en adulterio, aprovecha la ocasión para recordar que existen diez mandamientos cuyo quebrantamiento, casuísticas aparte, suele conllevar la comisión de un pecado mortal. Les aseguro que me sobran dedos de una mano para contar las veces que yo he oído decir en una homilía que no se puede comulgar si no se está en gracia de Dios. Y que comulgar en pecado mortal, es añadir un nuevo pecado grave a los que se han cometido. Y sin embargo, eso es lo que la Iglesia ha enseñado desde San Pablo. Dado que no creo ser una excepción, pregunto: ¿qué razón puede llevar a la Iglesia a ocultar una doctrina, poniendo así en peligro la salvación de millones de fieles?

Creo que la misericordia de Dios pasará por alto la ignorancia de multitud de fieles que comulgan sin estar en condiciones de hacerlo. La razón es simple: nadie les ha dicho que no pueden hacerlo. Por tanto, la responsabilidad mayor, por no decir casi absoluta, recae en quienes debiendo predicar toda la fe católica, esconden partes de ella, lo que incluye los requisitos para poder comulgar.

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