Ante la degradación de la institución familiar

"Jesús les dijo:
-`Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre´."
Marcos 10,5-9

Sin duda estamos ante una degradación del sistema familiar que ha constituido el fundamento de la sociedad cristiana. Muchos consideran el matrimonio como un medio de satisfacer sus propias necesidades personales, siendo el cónyuge el instrumento para el placer personal antes que la persona a la que hay que amar y entregarse por completo.

Es como si el amor hacia el cónyuge fuera una especie de préstamo del que se espera obtener lo que se ha dado más los intereses. Por eso, cuando algo falla en ese intercambio comercial de sentimientos, el "fracaso matrimonial" o divorcio es la solución más "fácil" o socorrida. El sistema económico del liberalismo capitalista salvaje está impregnando todos los ámbitos de la vida. Yo te amo si tú me amas y me das a cambio más de lo que yo te doy. Y si "lo nuestro" no funciona, nos separamos y buscamos a otra persona para fundar otra empresa de "sentimientos". Se trafica con sentimientos y los hijos que nacen de ese tipo de matrimonios están condenados a ser los nuevos esclavos del amor interesado de sus padres. De hecho, cuando el matrimonio se destruye, esos niños se convierten en moneda de cambio, siendo llevados de acá para allá para satisfacer las necesidades "sentimentales" de sus padres. Y cuando, como en España, las leyes divorcistas hacen que sea más fácil romper un matrimonio que disolver una empresa, el desastre está asegurado.

La reacción del cristianismo ante este problema se presenta muy complicada, porque, no hay que olvidarlo, este sistema ha nacido dentro de una sociedad que se presumía cristiana. Es decir, este capitalismo salvaje de las emociones nace en sociedades occidentales donde se supone que el elemento cristiano era parte esencial de su naturaleza. Al convertir la economía y el interés personal en el centro de todo, se ha caído en la tentación materialista y hedonista que acaba por dejar la fe en un plano relegado y que sirve sólo para sacarnos de las situaciones apuradas, es decir, que se usa sólo como otra moneda de cambio.

¿Cómo revertir todo esto? Pues con el espíritu ético y moral que se desprende del evangelio de Cristo. Necesitamos concienciarnos de que estamos en minoría y de que nuestra sociedad necesita con urgencia una inyección de verdadero cristianismo antes de que nos convirtamos de nuevo en una copia barata de la sociedad existente en tiempos del imperio romano. Nos jugamos mucho en este envite como para andar buscando posibles justificaciones a los pecados de nuestra sociedad. Por tanto, y en el ámbito del matrimonio, debemos ser todo lo tajante posible a la hora de predicar su indisolubilidad y su valor como elemento básico de nuestra sociedad. Iremos contra corriente, pero mejor luchar contra el pecado que acomodarnos a vivir en medio de él.

Luis Fernando Pérez Bustamante

11 comentarios

  
nachet
Con las modificaciones a la ley de matrimonio civil de el actual gobierno (homomonio y divorcio express) éste se ha convertido, literalmente, en un contrato basura. Es el único contrato civil que no tiene objeto social alguno y que se puede romper por una de las partes, en cualquier momento, sin alegar razón alguna y sin indemnización o penalización alguna.
Hay gente muy importante muy interesada en destruir la familia como célula social, y cargarse el matrimonio es la vía más sencilla.
La sociedad, desgraciadamente, acepta con mucha mayor facilidad todas las modificaciones legales que alimentan su egoísmo e irresponsabilidad, aunque generen la infelicidad. La Iglesia conserva aún el matrimonio fuerte y cristiano y por eso se le ataca para que también se pliegue a esa estrategia.
08/10/06 10:23 AM
  
SOFÍAA
Creo, desde luego que el matrimonio cristiano es para siempre. Y me parece deseable que la familia sea estable, pero pienso que no se puede imponer a la fuerza el matrimonio cristiano a quienes no tienen fe. Creo que el divorcio se puede admitir en la sociedad civil "por vuestra terquedad", como dice Jesús de la ley de divorcio de Moisés. Al mismo tiempo, hay que fomentar las condiciones que lo hagan innecesario en el mayor número posible de matrimonios civiles.
08/10/06 11:56 AM
  
Luis Fernando
Desde luego el matrimonio cristiano no se le puede imponer a nadie. De hecho, sospecho que los que se casan por la Iglesia pensando que eso es disoluble, en realidad no se están casando. No sé si habrá algún canonista o conocedor del tema que nos lo pueda aclarar
08/10/06 12:35 PM
  
Guillermo Juan Morado
Bueno, según la doctrina católica, lo que es indisoluble no es el matrimonio "cristiano", sino el matrimonio en cuanto tal. El sacramento no instituye el matrimonio, sino que lo eleva a la condición de signo de la unión de Cristo con la Iglesia. Tan indisoluble es el matrimonio entre católicos, como cualquier otro matrimonio.
09/10/06 12:28 AM
  
Guillermo Juan Morado
Naturalmente me refiero a cualquier otro matrimonio acorde con lo dispuesto en la creación: un hombre con una mujer, y para siempre.
09/10/06 12:33 AM
  
Luis Fernando
Digamos que Cristo eleva el matrimonio a la dignidad sacramental pero el mismo tiene su origen en la propia creación, con lo cual su indisolubilidad no viene dada por el sacramento sino por su origen.
09/10/06 12:33 AM
  
Guillermo Juan Morado
Catecismo, 1646: "El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. "Esta íntima unión, en cuanto donación mutua de dos personas, como el bien de los hijos exigen la fidelidad de los cónyuges y urgen su indisoluble unidad" (GS 48,1)".

Si sólo fuese indisoluble el matrimonio canónico, la Iglesia no se opondría a la ley del divorcio. Si lo hace es porque entiende que, por derecho natural, por su propia naturaleza, por disposicion de Dios Creador, el matrimonio auténtico, sea cristiano o no, es, de por sí, indisoluble.
09/10/06 12:43 AM
  
SOFÍAA
LF,
Yo creo que tienes razón cuando dices que si se casan sin creer en la indisolubilidad del matrimonio, no están casados. Creo que es una causa de anulación por parte de la Iglesia.
Según eso, entre los matrimonios civiles habría muy pocos verdaderos matrimonios que no pudieran ser anulados. En lugar de anularlos, la ley civil los divorcia. Me parece mejor, desde el punto de vista civil.
Sólo la pareja sabrá en su conciencia si están casados ante Dios o no.
09/10/06 9:12 PM
  
SOFÍAA
D. Guillermo,
Si está usted por aquí, quizás pueda aclarar si un matrimonio entre personas que no creen en su indisolubilidad es un verdadero matrimonio o no.
09/10/06 9:17 PM
  
Guillermo Juan Morado
D. Guillermo,
Si está usted por aquí, quizás pueda aclarar si un matrimonio entre personas que no creen en su indisolubilidad es un verdadero matrimonio o no.

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Según la comprensión de la Iglesia, todo matrimonio auténtico, sea civil o religioso, católico o no, es indisoluble. Si los contrayentes, al casarse, no aceptan esa indisolubilidad y no tienen intención de vivirla, ese matrimonio sería nulo, por carecer de una propiedad esencial.

No soy jurista, pero si no estoy equivocado el Juez (civil) puede anular un matrimonio civil; no sólo conceder sentencia de divorcio.
09/10/06 11:44 PM
  
Guillermo Juan Morado
La nulidad matrimonial civil implica la invalidación del matrimonio por la existencia de un vicio o defecto esencial en su celebración.


El matrimonio que es declarado nulo se considera que nunca ha existido, salvo respecto al cónyuge que lo hubiera contraído de buena fe y respecto a los hijos.
http://www.iabogado.com/

09/10/06 11:52 PM

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