Sano laicismo versus laicismo radical
Sano laicismo:
Os permitimos a los católicos que tengáis vuestros “valores", pero olvidaos de que se reflejen en nuestras leyes.
Por tanto, divorcio, aborto, educación para la ciudadanía, etc.
Laicismo radical:
Vuestros valores católicos quedan aniquilados si no coinciden con los que os imponemos por ley.
Por tanto, ideología de género, adoctrinamiento pleno de vuestros hijos en la escuela pública y privada, etc. Y quien se oponga, que se atenga a las consecuencias.
Todavía hay católicos que creen que existe un sano laicismo en contraposición al laicismo radical. Pues no, son la misma cosa. La laicidad está en parte agazapada mientras la población es más o menos cristiana. En cuanto el proceso de descristianización, al que ha contribuido decisivamente el laicismo, llega a cierto punto, se pasa a la segunda fase. Es en la que estamos hoy.
Ya no es la ley natural y divina quien rige los designos de los países otrora cristianos. Ahora es el Estado quien, de forma totalitaria quien impone la moral.
Y muchos fieles se preguntan: ¿pero qué ha pasado? Pues fácil. Que se renunció a la unidad católica, al Reinado de Cristo y vuelve a reinar el Príncipe de este mundo. Con vuestra colaboración activa o pasiva.
A recoger lo sembrado, amigos. Y, al que se le conceda, que cumpla con el mandato de suscitar la obediencia en la fe entre las naciones sembrado la semilla de un evangelio no adulterado por los “valores” laicistas.
Este es el gran principio no negociable para un católico: ¡Cristo Rey!. De ese principio emana todo lo demás.
Luis Fernando Pérez