Dos cartas del cardenal Ratzinger a Monseñor Lefebvre (y III. Comentario)
Tras dar a conocer las dos cartas del Cardenal Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, a Mons. Marcel Lefebvre, creo oportuno dar mi opinión sobre la situación actual. La Fraternidad lleva cuarenta años rechazando la autoridad y los argumentos de la Santa Sede, empeñada en reintegrarla en la unidad de la Iglesia. Estos argumentos se mantienen siempre iguales, porque exponen siempre la misma verdad católica. Ya fueron formulados desde el principio del lefebvrismo por una carta del Papa Pablo VI a Mons. Lefebvre (11 octubre 1976). Las negritas en las citas siempre serán mías:
«Nada de lo decretado en ese Concilio, como en las reformas [litúrgicas] que Nos hemos decidido llevar a cabo, se opone a lo que la Tradición Bi milenaria de la Iglesia considera fundamental e inmutable. De todo esto somos Nosotros garantes, en virtud, no de nuestra cualidades personales, sino por la tarea que el Señor nos ha confiado como sucesor legítimo de Pedro y de la asistencia especial que nos ha prometido, como a Pedro: “He rogado por ti con el fin de que tu fe no desfallezca” (Lc 22,32). Con Nosotros es garante de esto el episcopado universal. Nuevamente, usted no puede distinguir lo que es pastoral de lo que es dogmático para aceptar algunos textos del concilio y rechazar otros».
La carta del Card. Ratzinger a Mons. Lefebvre (28 julio 1987), tratando de evitar la ordenación cismática de Obispos para la Fraternidad, reitera los mismos argumentos:
«Divinamente instituida, la Iglesia tiene la promesa de asistencia de Cristo hasta el final de los tiempos. El romper su unidad con un acto de plena desobediencia de su parte causaría incalculable daño y destruiría el futuro mismo de su trabajo debido a que fuera de la unidad con Pedro no se puede tener futuro sino solo la ruina de todo lo que desea y aspira… Dándole su interpretación personal a los textos del Magisterio estaría usted cayendo en el mismo liberalismo que pretende combatir. De hecho es a Pedro quien el Señor le ha confiado el gobierno de Su Iglesia; por lo tanto es el Papa el principal artesano de su unidad. Asegurado en la promesa de Cristo, el Papa nunca será capaz de oponerse a la Santa Tradición ni al magisterio auténtico. Excelencia, ¿considera mis palabras severas? Me gustaría expresarme de otra manera pero la gravedad del asunto no me permite otra elección».
Aunque en 1988, tras muchas negociaciones, se mostró Mons. Lefebvre dispuesto a firmar un Protocolo que le ofrecía-exigía la Santa Sede, al día siguiente se retractó. Y vino el horror de las ordenaciones episcopales cismáticas el 30 de junio de 1988.
La carta apostólica-motu proprio Ecclesia Dei de Juan Pablo II (2 julio 1988) responde a ellas con las argumentaciones de la fe tantas veces alegadas:
«Ese acto [30-VI-1988 ] ha sido en sí mismo una desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa desobediencia –que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano– constituye un acto cismático (can. 751)…
«La raíz de este acto cismático se puede individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición. Imperfecta, porque no tiene suficientemente en cuenta el carácter vivo de la Tradición… que va progresando en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo… Pero es sobre todo contradictoria una noción de Tradición que se oponga al Magisterio universal de la Iglesia, el cual corresponde al Obispo de Roma y al Colegio de los Obispos. Nadie puede permanecer fiel a la Tradición si rompe los lazos y vínculos con aquél a quien el mismo Cristo, en la persona del Apóstol Pedro, confió el ministerio de la unidad en su Iglesia (cf. Mt 16,18; Lc 10,16; Vaticano I, cp.3, Dz 3060)».
«El éxito que ha tenido recientemente el movimiento promovido por Mons. Lefebvre puede y debe ser para todos los fieles un motivo de reflexión sincera y profunda sobre su fidelidad a la Tradición de la Iglesia, propuesta auténticamente por el Magisterio eclesiástico, ordinario o extraordinario, especialmente en los Concilios Ecuménicos, desde Nicea hasta el Vaticano II. De esta meditación todos debemos sacar un nuevo y eficaz convencimiento de la necesidad de ampliar y aumentar esa fidelidad, rechazando totalmente interpretaciones erróneas y aplicaciones arbitrarias y abusivas en materia doctrinal, litúrgica y disciplinar».
Desarrolla aquí el Papa, en este sentido, una exhortación especial a los Obispos y a los teólogos.
«En las presentes circunstancias deseo sobre todo dirigir una llamada a la vez solemne y ferviente, paterna y fraterna, a todos los que hasta ahora han estado vinculados de diversos modos con las actividades del arzobispo Lefebvre, para que cumplan el grave deber de permanecer unidos al Vicario de Cristo en la unidad de la Iglesia Católica y dejen de sostener de cualquier forma que sea esa reprobable forma de actuar. Todos debe saber que la adhesión formal al cisma constituye una grave ofensa a Dios y lleva consigo la excomunión debidamente establecida por la ley de la Iglesia (can. 1364)».
¿Cómo estamos ahora? Pues al parecer, los lefebvrianos rechazan el “Preámbulo” que últimamente les ofreció-exigió la Iglesia con buen ánimo. A falta de confirmación oficial, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X no está dispuesta a firmar el Preámbulo doctrinal. Esa conclusión se deriva de las declaraciones de Mons. Fellay de 29 de junio de este año: “estamos en el punto de partida, condición en la que ya habíamos dicho que no podíamos ni aceptar ni firmar […] Es claro que nada bueno aportaremos a la Iglesia si no permanecemos fieles a la herencia de nuestro Arzobispo“, Mons. Marcel Lefebvre.
Todo indica que la reintegración de los lefebvrianos en la unidad de la Iglesia es mucho más deseada y procurada por la Iglesia que por ellos mismos. Es de temer que éstos, manteniéndose “fieles a la herencia de Mons. Lefebvre“, fijos en sus erróneas tesis, sigan en la situación actual otros cuarenta años. Y esto se debe en buena parte a que no reconocen la terrible realidad cismática de su situación. Por eso están dispuestos a continuar en ella cuarenta años o cuatro siglos. Declaran, con piadosas consideraciones, que están dispuestos a esperar en su penosa (¡y floreciente!) situación todo el tiempo que la Providencia de Dios estime conveniente. En cuarenta años no han cedido ni un punto de las posiciones de su Fundador: “estamos en el punto de partida“; o lo que es lo mismo, “con todas estas conversaciones no hemos adelantado nada hacia la unión“. Tienen vocaciones y la Fraternidad continúa creciendo. Siguen cumpliendo, a su entender, la altísima misión que Dios les ha asignado dentro de la Iglesia. Y no se sienten con mala conciencia, siguiendo también en esto el ejemplo de su Fundador. Pues bien, ese es exactamente el mismo planteamiento que se hace desde multitud de grupos heréticos y sectarios. Todos los que salen de la Iglesia tienen la conciencia muy tranquila y creen estar haciendo la voluntad divina.
Recordemos que, desde el principio, los lefebvrianos han vivido su situación convencidos de que es la Iglesia la que se halla en condición irregular por su desviación liberal y modernista. Ellos son “testigos de la verdad” católica, y aunque sería deseable la unión, que exige la conversión de Roma, ellos aceptan que su anómala situación eclesial se prolongue todo el tiempo que Dios disponga. Recapitulo de nuevo sus actos:
+En 1975, cuando la Autoridad apostólica suprime la FSSPX, Mons. Lefebvre niega la validez canónica de tal suspensión, alegando que va contra derecho.
+En 1976, cuando es sancionado con la “suspensio a divinis” reacciona Lefebvre del mismo modo, negando su validez. Un mes después, 29 de agosto, proclama esta convicción suya a los cuatro vientos, celebrando en el palacio de los deportes de Lille una Misa multitudinaria ante periodistas y cadenas de radio y televisión. Debe, pues, quedar claro a la Iglesia y al mundo que todas las condenas que de la Iglesia reciben Lefebvre y la FSSPX son absolutamente inválidas, son nulas. “Es esta Roma liberal la que nos ha condenado. Pero condenando así la Tradición, la Verdad. Nosotros hemos rechazado esta condenación porque la consideramos nula e inspirada por el espíritu modernista. Lo que hacemos nosotros y contiamos haciendo es trabajar para el mantenimiento de la Tradición. Nos hemos hallado así en una situación de aparente desobediencia legal, pero nosotros hemos continuado ordenando sacerdotes, dando sacerdotes a los fieles para la salvación de sus almas” (Fideliter n. 55,1987).
+En 1988, cuando ordena sacrílegamente cuatro Obispos, contra la ley canónica y contra los ruegos y mandatos expresos del Papa, quedan excomulgados por el propio hecho los Obispos ordenando y los cuatro ordenados. Pero ni Lefebvre ni los cuatro Obispos lefebvrianos se creyeron nunca realmente excomulgados. Podemos comprobarlo cuando la excomunión fue levantada por Benedicto XVI, acto que los lefebvrianos celebraron como una gran victoria. Mons. Fellay escribe a sus fieles: “la excomunión de los obispos consagrados por S. E. Mons. Marcel lefebvre el 30 de junio de 1988, que había sido declarada por la Sagrada Congregación de los Obispos por un decreto del 1 de julio de 1988, y que nosotros siempre rechazamos, ha sido retirada por otro decreto de la misma Congregación, fechado el 21 de enero de 2009 por mandato del Papa Benedicto XVI“.
+Como el mismo Benedicto XVI afirmó al explicar el levantamiento de las excomuniones, “la Fraternidad no tiene ningún estado canónico en la Iglesia, y sus ministros, no obstante hayan sido liberados de la sanción eclesiástica, no ejercen legítimamente ministerio alguno en la Iglesia” (10-3-2009). Pero ellos siguen celebrando ordenaciones, misas y otros sacramentos con toda paz de conciencia, convencidos de que pueden y deben ejercer sus ministerios para el bien de la Iglesia.
¿En qué Iglesia creen los lefebfvrianos?
Es realmente peculiar que quienes se presentan a sí mismos como católicos y fieles guardianes de la Tradición, demuestren por sus hechos no ser ni una cosa ni la otra. Como escribió el P. José María Iraburu en su post “La Fraternidad de San Pío X y la Iglesia indefectible”: “Tengamos en la fe clara convicción de que no existe otra Iglesia que la Iglesia actual y visible, presidida por este Papa y por estos Obispos sucesores de los Apóstoles. El que no cree en esta Iglesia no cree en ninguna, porque no existe otra… No hay más Iglesia que ésta que se ve, se oye y se puede tocar. Adherirse fielmente a «la Roma eterna» o a «la Iglesia de los Apóstoles» es unirse a un ectoplasma, a un ideal, a un sueño: y eso no da la salvación, sino la perdición. Ésta es la verdadera y pura Tradición. Credo Ecclesiam. Extra Ecclesiam nulla salus“.
Dado que Mons. Marcel Lefebvre quiso que el Papa San Pío X diera nombre a su Fraternidad, y dado que los actuales responsables de la misma aseguran querer ser fieles a su fundador, es de todo punto oportuno recordar lo que dijo aquel Papa santo:
“No permitáis que vosotros mismos seáis engañados por las taimadas declaraciones de aquellos que persistentemente claman que desean estar con la Iglesia, amar a la Iglesia, luchar para que la gente no salga de ella… sino juzgarlo por sus obras. Si ellos desprecian a los pastores de la Iglesia e incluso el Papa, si intentan por todos los medios evadir su autoridad para eludir sus directivas y juicios… entonces, ¿de qué Iglesia hablan esos hombres? Ciertamente no de la establecida sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, con Jesucristo mismo como la piedra angular” (Ef 2,20)
San Pío X, discurso del 10 de mayo de 1909
Lo que verdaderamente importa hoy, y mucho, es la situación espiritual de los lefebvrianos a día de hoy. Las palabas de San Pío X van dirigidas a ellos.
Mucho me temo que el cisma lefebvriano no será superado si no es declarado abiertamente por la autoridad eclesiástica competente, en caso de que la FSSPX no acepte firmar lo que Roma pide que firme. Cuando la causa formidable de la unidad de la Iglesia se confió especialmente a cardenales muy benignos con los judíos, los protestantes, los no cristianos y los lefebvrianos (Etchegaray, Kasper, Castrillón, etc.), las relaciones de la Iglesia con ellos se hizo cordial, pero casi ninguno de ellos se convirtió y entró en la comunión plena y única con la Iglesia. De hecho, la reciente llegada de anglicanos al catolicismo ha sido más bien el fruto del marasmo de la comunión anglicana que otra cosa. Para ganarse a los fariseos para el Evangelio podría Cristo haber acentuado una captatio benevolentiæ, declarando los grandes valores vigentes en el fariseísmo -que los había-, y silenciando sus enormes errores. Por el contrario, Jesús optó por llamarles a conversión con fortísimas palabras: raza de víboras, sepulcros blanqueados, llenos de orgullo e hipocresía, capaces de tragarse un camello y de colar un mosquito, ni entran en el Reino ni dejan entrar, etc. El resultado fue que algunos fariseos y sacerdotes creyeron en el evangelio. Los que no se hacen como niños, y se dejan enseñar y mandar por la Iglesia, Madre y Maestra, no pueden entrar en el Reino.
En el difícil proceso por el que pasó la Fraternidad de San Pío X en este último año, pareció un tiempo que Mons. Fellay se separaba de la actitud cerrada manifestada por los otros tres obispos, y que éstos estaban dispuestos a desvincularse de él si aceptaba firmar lo que Roma exigía. Pero en el Capítulo General que en julio celebró la FSSPX, se recuperó la unidad en torno a la tumba de Mons. Lefebvre, según las mismas declaraciones de Mons. Fellay. Todos ellos, en forma unánime, quieren mantenerse fieles a “la herencia de Mons. Lefebvre“, y consiguientemente se niegan a firmar algo muy parecido a lo que su Fundador se negó a firmar –como se vió, por ejemplo, en 1982 y en 1988–. Hablando claro, la FSSPX no puede llegar a un acuerdo con Roma sin traicionar las enseñanzas y los ejemplos dados por Mons. Lefebvre.
Pero es más importante la salvación de sus almas que la fidelidad a quien quiso ser el responsable del último cisma abierto de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Es por ello que recibiríamos con gran alegría un cambio de postura que llevara a firmar el preámbulo doctrinal. Aun hay tiempo. Ellos verán lo que hacen. Nosotros nos quedamos rezando por su conversión y por su salvación.
Luis Fernando Pérez Bustamante
Dos cartas del cardenal Ratzinger a Monseñor Lefebvre (I)
Dos cartas del cardenal Ratzinger a Monseñor Lefebvre (II)
37 comentarios
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LF:
¿Usted ha visto a Benedicto XVI machacando a los lefebvrianos últimamente?
Yo no.
Pues eso. No confundamos las opiniones de blogueros con las acciones de la Iglesia.
Por mi parte, creo que los ortodoxos son cismáticos y herejes.
1. El camino marcado por el beato Juan Pablo II: diálogo a pleno, invitación a la obediencia, incluso suplicante. Rechazadas estas propuestas por parte de Lefebvre y su grupo, viene la excomunión y la creación de Ecclesia Dei. Pasados cuarenta años el camino es la reintegración de los lefebvrianos al seno de la Madre y Maestra -a ejemplo de la Administración Apostólica Personal de San Juan María Vianney- o la derivación de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X al ámbito del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, tal lo sugiero hace años en Infocatólica, lo cual, dada la tendencia clara al cisma de este grupo, va a ocurrir, excepto milagro en contrario.
2. El camino -a mi juicio errado- emprendido por nuestro Papa actual que de buena y gran fe y con gran generosidad, cedió -ingenuamente- a las demandas lefebvrianas de ampliación de la misa tridentina y de levantamiento de las excomuniones a cambio de nada. Es decir, que los frutos de la acción de perdón -es siempre buena cosa practicarla- fueron los contrarios a los esperados: arrepentimiento, humildad y obediencia al Romano Pontífice, para lograr así la salvación de esas almas en rebeldía.
Paralelamente, quiero reclamar a la Jerarquía, que del mismo modo que ha protegido el nombre de "católica" y "pontificia" del mal uso hecho por las autoridades peruanas de la ex PUCP, se actúe con los nombres de dos hijos de la Iglesia de Dios, el beato Juan XXIII y San Pío X, muertos en santidad dentro de ella, y que sufren, por parte algunos grupos heterodoxos, de un uso abusivo y contrario a las trayectorias de vida, humildes y obedientes, de estas dos grandes figuras.
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LF:
En padre de la parábola del hijo prógido perdona a su hijo a cambio de nada. Fueron los obispos lefebvrianos quienes pidieron al Santo Padre que les levantara la excomunión -a pesar de que no la creían legítima-. Él lo hizo como gesto de buena voluntad y estableció lo necesario para intentar solucionar las diferencias doctrinales. Así que no creo que obrara mal. Hizo lo que tenía que hacer. El problema es que los lefebvrianos, salvo que medie milagro, no parecen dispuestos a hacr lo que deben.
De hecho, lo que más me ha sorprendido de las cartas del entonces Card. Ratzinger publicadas por Luis Fernando es que Roma, aunque le exigía a Mons. Lefebvre aceptar todo el Concilio y la validez del Novus Ordo, se le permitía un margen de discrepancia en el acuerdo que en principio iban a firmar: "Me siento obligado en conciencia a añadir que la aplicación concreta de la reforma litúrgica plantea graves cuestiones, las cuales deben provocar una diligente solicitud por parte de la autoridad suprema. Por ello, deseo que dicha autoridad realice en el futuro una nueva revisión de los libros litúrgicos"
Y respecto a los textos del Concilio, le ofrecían reconocer cierta confusión en los textos que el Vaticano se ofrecía a aclarar: "En esto, al igual que con respecto a las cuestiones litúrgicas, hay que señalar que –en función de los diversos grados de autoridad de los textos conciliares– no se excluye la crítica de algunas de sus expresiones, realizada según las reglas generales de adhesión al Magisterio. Puede incluso expresar el deseo de que se produzca una declaración o un desarrollo explicativo sobre un punto u otro."
Es muy triste que se lo pongan tan fácil a la FSSX en dos ocasiones y en las dos, si se confirma el rechazo al actual preámbulo, le den un portazo en las narices al Papa.
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LF:
Exactamente. A Mons. Lefebvre se le permitía manifestar su discrepancia. Lo único que no se le admitía era sus juicios condenatorios hacia el Concilio y hacia el Novus Ordo.
11/13.11.74 Tiene lugar una Visita Apostólica al seminario de Ecône. En sí mismo es un procedimiento normal; sus conclusiones, aunque nunca se publicaron, fueron «muy favorables», según el Card. Garrone, «excepto en que ustedes no utilizan la nueva liturgia, y en ello hay algo de espíritu anti-conciliar». Sin embargo, los visitadores escandalizaron a todos con sus heterodoxas opiniones, motivando la llamada Declaración de Mons. Lefebvre.
13.2/3.3.1975 Mons. Lefebvre se reúne con una improvisada comisión de tres cardenales, teóricamente para discutir la Visita Apostólica; pero en realidad se trató de una solitaria defensa ante un tribunal que atacaba su declaración. No se le había avisado de la naturaleza de estos “procesos”, no tuvo abogado, y nunca se le facilitó una copia de las cintas grabadas, aunque se le había prometido.
6.5.75 La comisión irregular de cardenales condena a Mons. Lefebvre, encontrando «inaceptable en todos sus puntos» [sic] su Declaración . Escribieron a Mons. Mamie (sucesor de Mons. Charrière como obispo de Friburgo) para que retirara la aprobación concedida por su predecesor a la Hermandad de San Pío X, algo que excedía su poder: una vez que un obispo ha aprobado una sociedad, sólo el Papa puede suprimirla (can. 493).
5.6.75 Mons. Lefebvre apela a la Signatura Apostólica en Roma, alegando sustancialmente: «corresponde a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe determinar si mi Declaración es o no es errónea. Les ruego demuestren que esta comisión de cardenales ha sido expresamente autorizada por el Papa [quien por su propia autoridad puede pasar por encima de las Congregaciones] para decidir como se ha hecho. Y si se me encuentra en falta, por supuesto puedo ser censurado, pero no la Hermandad, que está fundada en la forma canónica debida». El Card. Villot se aseguró de que la apelación no fuese ni siquiera aceptada; y se amenazó al Card. Staffa con la destitución si aceptaba la apelación de Mons. Lefebvre.
29.6.75 Consiguieron que Pablo VI escribiera al arzobispo afirmando que aprobaba todo lo que había hecho la comisión de cardenales. Sin embargo, una aprobación de junio no puede apoderar a una comisión que se reúne en febrero.
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LF:
Es típico de los heterodoxos que son sancionados por algún órgano del magisterio el quejarse del trato recibido y tal y cual. Y también existen argumentos sobre la excomunión de Lefebvre y cía para negar que la misma sea real.
Al final es el Papa, máximo órgano de apelación y de interpretación de las propias leyes canónicas, quien decreta la suspensión de la FSSPX y quien dictamina lo que es cisma y lo que no. Sea directamente o sea mediante los órganos eclesiales creados al efecto.
Sólo Dios puede mover los corazones endurecidos y me viene a la mente el dialogo entre el rico Epulón y Abraham: Si no creen en la Ley y los Profetas,aunque un muerto resucite no cambiaran.
Se les puede aplicar a la perfección.
Enhorabuena de nuevo LF por tu analisis certero
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LF:
No, más bien el tiempo ha dado la razón a los Papas que han tratado con la FSSPX. Sobre todo los dos últimos. Se demuestra que la Iglesia sabe aclarar todo lo que sea necesario para corregir las interpretaciones erróneas de los textos del CVII. Y para eso no hay necesidad de que nadie rompa con ella, desobedezca al Papa y provoque un cisma.
En la obra "Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia", del Sr. Obispo Mons. Rifan, se citan y reproducen muchos documentos del Magisterio de la Iglesia, que denuncian y refutan las interpretaciones modernistas del Concilio.
El primer documento aclaratorio que cita, extraordinariamente lúcido, es del Card. Ottawiani, Prefecto de la Congr.de la Fe, en Carta a todas las Conferencias Episcopales (págs. 46-49). Prácticamente se encuentran en ese texto, en semilla, casi todas las interpretaciones auténticas del Vaticano II, aquellas que los Papas y Congregaciones fueron desarrollando más ampliamente desde el Concilio hasta hoy en forma continua.
La Carta citada es de 1966, veintidós años antes de 1988. "Esta carta es uno de los innumerables documentos de la Iglesia posterior al Concilio Vaticano II en los cuales se declara el verdadero sentido de los decretos y disposiciones conciliares, contra las falsas interpretaciones que estaban naciendo" (Mons. Rifan, pgs. 48-49).
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LF:
El libro de Mons. Rifan es oro puro.
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Al contrario, si la FSSPX es fiel a la "herencia de Lefebvre", no solo a una parte, llegara a un acuerdo con Roma.
Me parece que te quedaste un poco corto con la "herencia de Lefebvre", Luis Fernando, porque el vaticanista Tornielli en su articulo "Lefebvrianos a la espera del SI del Papa" publico la "parte doctrinal" del "protocolo de acuerdo" firmado por Mons. Lefebvre el 5 de mayo de 1988.
El fundador de la Fraternidad prometia fidelidad al Papa, declaraba "aceptar la doctrina contenida en el no.25 de la Constitucion dogmatica Lumen Gentium del Concilio Vaticano II sobre el magisterio eclesiastico y algunos puntos del Concilio Vaticano II o relacionados con las reformas posteriores de la liturgia y del derecho, que nos parecen dificilmente conciliables con la tradicion, nos comprometemos a adoptar una actitud positiva y de comunicacion con la Sede Apostolica, EVITANDO CUALQUIER TIPO DE POLEMICA".
Ademas Fellay declaro que "reconocia la validez del sacrificio de la misa y de los sacramentos celebrados con la intencion de hacer lo que hace la Iglesia y segun los ritos indicados en las ediciones tipicas del misal romano y de los rituales de los sacramentos promulgados por los Papas Pablo VI y Juan Pablo II"
Esto tambien forma parte de "la herencia de Lefebvre" a la que alude Fellay para evitar posturas extremistas en la Fraternidad que parecen desconocer esto.
En realidad Mons. Fellay ha conseguido mucho mas que Lefebvre. El punto que mas les preocupa ahora es la libertad para criticar algunos textos del Concilio Vaticano II, porque Roma ya acepto la "legitima discusion" lo que me parece ahora esta en discusion es el tono de las palabras, porque me imagino que Roma no quiere mas terminos ofensivos como "misa bastarda" o "roma modernista", asi que tendran que cambiarlos por otros terminos mas educados que ayuden en la discusion (lo que yo consideraria un triunfo). Pero los lefebvristas temen que esto les reste libertad, temor infundado porque lo cortes no quita lo valiente, se puede hacer una critica con educacion.
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LF:
¿Firmó Lefebvre lo que se le pedía?
No.
Pues eso.
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LF:
¿Que quién soy yo? Pues el dueño de un blog que tiene las siguientes normas:
Normas generales para la moderación de Cor ad cor loquitur
La postura editorial de InfoCatólica sobre Lefebvre y el lefebvrismo ya quedó suficientemente clara en la serie que escribió el P. José María Iraburu, nuestro editor:
http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1103051053-126-filo-lefebvrianos-i
http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1103131254-127-filo-lefebvrianos-ii
http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1103190715-128-filo-lefebvrianos-iii-des
http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1103260445-129-filo-lefebvrianos-iv
http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1104020722-130-filo-lefebvrianos-v
http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1104071109-131-filo-lefebvrianos-vi
http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1104160521-132-filo-lefebvristas-y-vii
Por tanto, yo no he dicho nada nuevo. Si acaso, he dado a conocer a los lectores un material que hasta la publicación del libro de Mons. Rifan por parte de Gratis Date no estaba publicado en castellano.
Cada vez que Infocatólica me ha irritado, he recalado en un cristianismo liberal. Cada vez que, entonces, una idea en exceso "avanzada" me ha parecido una deriva peligrosa, he regresado a posiciones más ortodoxas, y vuelta a empezar. Así ha funcionado el péndulo de mis creencias: Nunca he llegado a lefebrista, nunca he salido del cristianismo.
Pese a todo, aprecio un fondo de coherencia en mí y esta coherencia no estriba en ser siempre cristiano sino, sobre todo, en juzgarlo todo siempre con mi intelecto, con mi razón. Yo he juzgado como atrasada a la ortodoxia; yo he juzgado como extraviadas determinadas proposiciones alternativas. Yo he juzgado con mi razón.
Supongo que cada vez más somos educados en la soberanía de nuestra razón y la mía nunca encuentra el sitio exacto entre la ortodoxia y el cristianismo liberal, quizás porque la primera obliga a la razón a ser humilde y a someterse cuando no alcanza a entender la voz de la autoridad exterior a ella, mientras que el segundo a veces te acerca al precipicio y ninguna de las dos cosas son cómodas.
Está claro que no soy lefebrista pero los lefebristas y yo hemos tenido eso en común, la tendencia a someter también al Papa y con él a la Iglesia al imperio de nuestra razón. Cuando el Papa dice que interpretados los textos en continuidad no hay contradicción, la razón soberana de los lefebristas no lo entiende y entonces deciden que su intelecto está por encima del Papa. Ellos piensan que ellos opinan mejor.
No deja de ser paradójico que el lefrebrismo, en nombre del tradicionalismo, sea tan modernista: El Papa sometido a la razón del quien lo escucha escudriñándole con su razón, para advertirle ufano en qué acierta y en qué se equivoca.
Sé que ahora, que me he diagnosticado mejor, cuando no comprenda lo que me dice la ortodoxia (un ej. en mi caso, la ordenación de las mujeres) en vez de irritarme me esforzaré en confiar, ahora que me siento racionalmente consciente de que yo no soy la fuente ni la medida de toda verdad (un gran paso, dicho sea a la vez con y sin ironía)
Los lefebrianos tendrán que dar también ese paso. Además de ser capaces de pensar, no podrán regresar a la Iglesia hasta que sean también capaces de confiar, de creer y de obedecer. Confiar en Jesús que no dijo "Tú eres Iker" ni "Tú eres Marcel" sino "Tú eres Pedro"
Un saludo.
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LF:
Eso es ser católico. No solo eso... pero eso. Y sin eso, no se puede ser católico.
Fellay no puede firmar dos cosas:
1. Aprobar el Concilio, sin matices. Sí si se dice que debe interpretarse de acuerdo con la Tradición milenaria de la Iglesia. Ahí está sobre todo el asunto de la libertad religiosa, que es bien peliagudo.
2. Que la misa es lícita. La postura de la FSSPX siempre ha sido que la nueva misa es válida, pero que pone en riesgo la fe al oscurecer determinadas verdades de fe católica. Si se les presenta que "la misa nueva es válida" sí firmarán. Eso es exactamente lo que hizo el predecesor de Mons. Rifán.
Si se hacen estas dos cosas, firmarán. No tienen otro remedio. Lo demás será pura táctica, puro tira y afloja por conseguir un mejor estatus jurídico. Fellay ya ha dicho que sí a ser una Prelatura. Eso sí, como hinchen las narices demasiado de Roma, se arriesgan a quedarse sin nada.
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LF.
Si firman lo que Roma les pide que firmen, y que no puede ser esencialmente distinto de lo que se pidió firmar a Mons. Lefebvre -con la particularidad de que la Summorum Pontificum les facilita las cosas, pues yo feliz de la vida.
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LF:
Se retractó. O sea, peor que si no lo hubiera firmado.
De todas formas, también firmó todos los documentos del Concilio Vaticano II y ya ves en qué quedó su firma.
No.
Pues eso.
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Ya investigue. Si lo firmo. Lo que sucedio es que Lefebvre queria consagrar a un obispo (para asegurar la continuacion de su obra) el dia 30 de junio, y le pusieron reparos...eso disparo la desconfianza de Lefebvre y el acuerdo (que era un texto preliminar) se fue al tacho...
Esto escribio Lefebvre a Ratzinger el dia 6 de mayo, al dia siguiente de haber firmado el "Protocolo de acuerdo": "Ayer ha sido con verdadera satisfaccion que puse mi firma en el protocolo elaborado los dias precedentes. Pero usted mismo ha comprobado mi profunda decepcion tras leer la carta que usted me envio aportando la respuesta del Santo Padre acerca de la consagracion episcopal"
Si la FSSPX es fiel a la "herencia de Lefebvre", y ese "Protocolo de acuerdo" es una parte, es posible el acuerdo con Roma. Repito lo que dije antes, Fellay ha conseguido mas que Lefebvre, o mejor dicho, el Papa Ratzinger le ha ofrecido mas que a Lefebvre.
Con esto no digo que los lefes tienen la razon en todas sus objeciones, muchas de ellas ofensivas, equivocadas, y hasta blasfemas ("misa bastarda"). Se equivocan en algunas cosas y no les va a quedar otra que reconocerlo, pero considero que aciertan en una: ese lenguaje ambiguo que ni niega el dogma ni lo afirma cuando el evangelio dice que nuestra forma de hablar debe ser SI, SI, NO, NO. Afirmar o negar. Nada de ambiguedades.
Esto va a terminar en WIN-WIN.
Y que conste que no soy lefe. Son machistas y a mi los machistas no me gustan nada. Pero tengo un compromiso personal con la verdad. El machismo lo dejo en manos de Dios. . .
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LF:
La herencia de Lefebvre es un cisma.
"No deja de ser paradójico que el lefrebrismo, en nombre del tradicionalismo, sea tan modernista: El Papa sometido a la razón del quien lo escucha escudriñándole con su razón, para advertirle ufano en qué acierta y en qué se equivoca.
Sé que ahora, que me he diagnosticado mejor, cuando no comprenda lo que me dice la ortodoxia (un ej. en mi caso, la ordenación de las mujeres) en vez de irritarme me esforzaré en confiar"
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En rigor, los lefebvrianos no pretenden que su razón e intelecto juzgue al Papa y al Concilio, como si su racionalidad estuviese por encima de la autoridad petrina, sino que intentan contraponer lo dicho por los Papas últimos a lo dicho por los Papas anteriores. Es decir, contraponen la autoridad a la autoridad, valga la expresión. Se basan en que algunos textos del Concilio son contradictorios con el Magisterio anterior. El ejemplo que pones de la ordenación de mujeres serviría como ejemplo: si no recuerdo mal, Juan Pablo II estableció con las condiciones de la infalibilidad que ésta no era posible, luego si un Papa posterior la pretendiera, no actuaría de forma válida.
Ahora bien, lo que se ha asumido por prácticamente todo el mundo, incluido el Vaticano, es esos textos del Concilio no son contradictorios con el Magisterio anterior, sino que pueden resultar ambiguos o confusos, y tal ambiguedad se resuelve interpretándolos a la luz de la Tradición. Es lo que le dijo Roma a Lefebvre en tiempos de Juan Pablo II y lo que le dice a Fellay ahora con Benedicto XVI, pero ellos, erre que erre, sólo aceptan una posición: que el Concilio contradice la doctrina anterior y ha de ser corregido, cuando no derogado.
Si se toma cualquiera de los textos que tanto lamentan los lefebvrianos, como la famosa Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa, puede chocar a primera vista la ambivalencia de sus palabras entre lo dicho por el Magisterio previo y lo que quiere salvar de la ideas contemporáneas, pero no es un texto entero por sí mismo contradictorio con la Doctrina previa, y por tanto, la resolución de la posible confusión es tan sencilla como leerla según la tradición con el arbitrio del Santo Padre.
¿Por qué en la FSSPX no son capaces de asumir esta realidad? ¿Por qué prefieren una posutura de corta y rasga, que bastante simplista y no contempla la complejidad real del asunto? Ellos sabrán, pero no aportan ninguna solución.
Dos fuerzas muy poderosas se le opusieron: el progresismo disolvente, deseoso de mimetizarse con el mundo entregando sin condiciones armas y bagajes, y el reaccionarismo nostálgico, refractario a todo cambio.
Ambos son responsables de que el CVII haya fracasado. Unos, haciéndole decir lo que no decía, otros, denostándolo mañana, tarde y noche.
Ambos son la causa de que la Iglesia marche hoy a los tumbos, porque pusieron palos en la rueda a un intento lúcido y vigoroso de reformular un apostolado que habrá de vérselas sin el favor de los poderosos, o aún con su oposición.
Unos van a desaparecer por acción biológica pero los otros, más peligrosos a mi juicio, van a requerir que la autoridad apostólica maneje la situación "a lo Cristo", esto es, que diga de una vez que el cisma es un cisma y cada uno sabrá, entonces, qué bando elegir.
Porque encubriendo la realidad de las cosas sólo conseguiremos prolongar a perpetuidad un estado de conmoción, confrontación y confusión que ya es decididamente crónico.
Visto la supresiòn que ha dicho que harà a los comentarios, me limitarè a esto solo.
No deja de sorprenderme que ud. desee vivamente la suscripciòn del contenido de lo que se desconoce. O sea el famoso preámbulo doctrinal.
Siempre la doctrina catòlica fue pública. Parece que ahora no. Queda claro, tambièn en eso, adonde está el cisma.
Saludos.
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LF:
Doy por hecho que el preámbulo no será esencialmente distinto de lo que se le pidió en su día a Mons. Lefebvre. No lo han hecho público porque estaba sujeto a discusión su contenido final, en caso de acuerdo.
El cisma está en quienes no se sujetan en obediencia al Papa. Y es obvio quien sigue ordenando diáconos y sacerdotes contra la voluntad expresa del Santo Padre.
Y todo ello, para mayor escarnio y estupor, ¡en nombre de la Tradición!
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LF:
¿Qué más da que hubiera cardenales que no lo aceptaran en caso de que eso sea cierto?
Es el Papa quien determina cuando hay cisma y cuando no. Y Juan Pablo II no solo calificó de acto cismático la ordenación de obispos sin su consentimiento, sino que además señaló que Mons. Lefebvre tenía un problema de fondo doctrinal muy grave:
Ese acto ha sido en sí mismo una desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa desobediencia —que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano— constituye un acto cismático...
Y...
La raíz de este acto cismático se puede individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición
¿Quién interpreta el Código de Derecho Canónico? La respuesta está en el Art 16:
Interpretan auténticamente las leyes el legislador y aquel a quien éste hubiere encomendado la potestad de interpretarlas auténticamente.
¿Quién es el legislador supremo en la Iglesia Católica? ¿quién tiene toda la autoridad? El Vicario de Cristo. A él corresponde la correcta interpretación de cualquier ley canónica. A él o a quien él haya designado para tal tarea.
Tema zanjado.
Tengo este libro, que no se encuentra en librerías ya que Satanás sabe trabajar, ya que es herencia de mi padre (q.e.p.d.), y el libro es:
"Lo que NO ha dicho el Concilio", escrito por José Ricart Torrens, Pbro, editado en Publicaciones Cristianas, Barcelona, en su segunda edición en 1968, y cuya presentación fue a cargo del Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. D. Marcelino Olaechea, Presidente de la Comisión Episcopal de Seminarios, y que Imprenta Ecumene S.A. terminó esta obra el día 5 de abril de 1968, festividad de San Vicente Ferrer.
Dicho libro, que repito obra en mi poder como joya fresquísima ya que se escribió al poco tiempo de acabar el CVII, consta de 351 páginas.
Si podéis adquirirlo (creo que sólo se puede adquirir de segunda mano) os lo recomiendo vivamente.
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LF:
Por dos razones:
1- No las tengo.
2- No me interesan los argumentos de un cismático.
No es excusa alguna que los obispos progres los persiguieran fuera de toda norma y con saña inaudita, siendo ellos, esa generación de obispos progres los que cobijaban toda herejía y herejes en sus parroquias y seminarios. Eso sí, siendo obedientes. Casi el mundo al revés; una época de autentica esquizofrenia vital.
Gran parte de la actitud lefevriana procede de esta "rabia" vital por lo visto y vivido. Comprensible pero no justificable.
Respecto de los asuntos doctrinales, el camino son las clarificaciones de los textos "vaporosos" del Concilio - en la línea de la Dominus Iesus- , para así concretar si más vaporismos lo de la hermenéutica de la continuidad. Algo bueno para todos, pero sobre todo para el interior de la misma Iglesia.
Si no les gustasen esas clarificaciones puerta a todos y listo. No dejan de ser cuatro gatos aunque pudiesen hacer mucho bien desde la obediencia.
Que tienes un problema con las vaporosidades de los textos que parecen decir lo uno y lo otro en el CVII?
Pues recurres a la hermeneútica de la continuidad para clarificar. Te lees el Syllabus que se entiende todo a la primera y te olvidas de la pastoral de la DH en lo que parezca raro o confuso. Que no es poco.
Si los lefes consiguen su especie de ordinariato o prelatura, que me da que en eso anda Fellay; en lo doctrinal lo solucionan por ese camino, bastante lógico según esa hermenéutica de la continuidad.
Algo que deberíamos hacer todos independientemente de lo que hagan los lefes.
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Perdón por la enésima y ultima entrada, pero ahí vemos la confusión de toda una época, que nos ayuda a comprender lo que vivimos hoy.
Hay que explicar a los mismos que redactaron el Concilio qué es lo que de verdad dice el Concilio....
Lo malo es que como el lenguaje posconciliar sigue la pauta obediente del Concilio, pues tampoco las clarificaciones hasta ahora clarifican demasiado a los inclarificados.
El clarificador que las clarifique , desinclarificando a los inclarificados, buen clarificador será.
Toda mi confianza para Benedicto XVI.
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LF:
Yo creo que queda poco por aclarar.
"El que a vosotros escucha, a mí me escucha."
Este documento fue votado (2221 placet y 88 non placet), si bien en cuanto a non placet lo superó sólo EL "INTER MIRIFICA" SOBRE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL (1960 placet y 164 non placet).
“NOSTRA AETATE” comienza así en el punto 1:
“En nuestra época, en que el género humano se une cada vez más estrechamente y aumentan los vínculos entre los diversos pueblos, la Iglesia considera con mayor atención en qué consiste su relación con respecto a las religiones no cristianas”
En el punto 2 engloba al Hinduismo y Budismo e incluso a las demás religiones del mundo.
El punto 3 es sobre La religión del Islam en la cual muestra un aprecio de la misma en cuanto a Abraham, María, Jesús, oración, ayuno...
El punto 4 es sobre La religión judía y muestra los vínculos con el AT unido con la raza da Abraham....
Sobre el punto 2 (copio y pego) dice:
“La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres.”
Creo que vivimos en un tiempo, en que debemos discernir, precisamente, qué es lo santo y verdadero de otras religiones puesto que parte o gran parte de razón pueden tener los lefebvristas sobre este punto (en algunos aspectos) pero no por ello negando nada de lo que sí que hay de santo y verdadero, al mismo tiempo que reconociendo los errores que JPII reconoció y pidió perdón en muchas ocasiones de la Iglesia.
Un tiempo en que la Verdad se abrirá paso, sin duda, por la misma fuerza de la Verdad. Que sea antes o después depende de Dios y también, si Dios así lo quiere, de nuestra oración y esfuerzo por buscar, estudiar, reflexionar y meditar, desde la abstracción de haber nacido aquí o allá, con ésta o aquélla realidad, y con la ayuda del Espíritu Santo, dónde está la coincidencia de la Verdad. Y al menos, empezar partiendo de esa Base Común. Esa Base Común es la que nos conducirá a la Paz en el mundo y si trabajamos por la Paz, como decía Jesús, seremos llamados hijos de Dios.
Un abrazo.
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LF:
La Dominus Iesus pone fin a cualquier posibilidad de interpretar mal la Nostra Aetate. Por eso mismo fue tan mal recibida por el sector "progre" de la Iglesia.
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LF:
No creo que hayan ganado muchos adeptos.
Pero aún existe un libro que ha sido objeto de muchísimas más interpretaciones erróneas, y que durante veinte siglos de historia de la Iglesia ha necesitado innumerables aclaraciones:
La Sagrada Biblia.
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LF:
Pues sí.
Si quieres publicar este comentario LF le entiendo...pero el problema existe y no es pacífico. Por otro lado pienso que hoy la FSSPX está en grave peligro de, digamos, consolidar un cisma .(Algunos podrían pensar "en incurrir...")
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LF:
No toda desobediencia es un acto cismático en el sentido canónico del término. Si lo es el ordenar un obispo contra la voluntad expresa, clara, nítida y radical del Papa.
La recuerdo una frase de la segunda carta que he publicado del Cardenal Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, dirigida a Mons. Lefebvre:
También sabe que usted se niega a dar el paso que constituiría verdaderamente el comienzo de un cisma, es decir, la consagración de un obispo
Fíjese que cosas. El arzobispo francés se había negado hasta entonces a consagrar un obispo. Y el cardenal reconoce esa negativa a la vez que afirma, de forma que Lefebvre le podía entender, que de hacer tal cosa daría comienzo a un cisma.
Y luego está lo que escribió el propio Juan Pablo II en el motu proprio Ecclesia Dei:
Ese acto ha sido en sí mismo una desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa desobediencia —que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano— constituye un acto cismático
Y repito de nuevo que no es un mero problema de cisma, sino también de desviación doctrinal.
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LF:
La gente se convierte, ¿sabe? Es decir, reconoce sus pecados, se arrepiente y es acogida en la Iglesia.
La Fraternidad de San Pío X ha ordenado obispos contra la ley canónica y contra la voluntad expresa del Papa Juan Pablo II, y sigue ordenando diáconos y sacerdotes contra la voluntad del Papa y de la Santa Sede, reiteradamente expresada.
Mons. Lefebvre, suspendido a divinis, siguió celebrando la Misa, incluso alguna vez en actos multitudinarios de gran difusión mediática. Y la Fraternidad, desde hacer varios decenios hasta hoy, careciendo de "una posición canónica en la Iglesia, tampoco sus ministros ejercen ministerios legítimos en la Iglesia" (Carta de Benedicto XVI, 10-3-2009).
La FSSPX establece sus comunidades dentro de diócesis católicas sin autorización ni contacto alguno con el Obispo católico local, que está en comunión con el Papa.
Pues bien,
el Código de Derecho Canónico de 1917 decía: "Si alguien, después de haber recibido el bautismo (...) rehusa someterse al Sumo Pontífice o se niega a comunicar con los miembros de la Iglesia que le están sometidos, es cismático" (c.1325,2).
Y el Código de 1983 dice: "Se llama (...) cisma el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos".
Donde se lee "Sumo Pontífice" no es válido traducir el término por "Pedro", "la Roma eterna", "la autoridad de los Apóstoles", etc. No. Ha de traducirse bien concretamente por "Juan Pablo II" o "Benedicto XVI" o el Sucesor que el Señor mande a la Sede de Pedro.
También supone un gran avance que antes la posición de aceptar, con condiciones, la regularización canónica, era defendida solo por Fellay y ahora es apoyada por todo el Capítulo general, así lo valoró por ejemplo Rome reports:
http://www.romereports.com/palio/las-condiciones-de-los-lefebvrianos-para-regularizar-su-situacion-con-roma-spanish-7357.html#.UDkoDtaTvkp
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LF:
Si de cuatro obispos, tres no quieren acuerdo alguno con Roma y el otro anda poniendo condiciones, parece que la cosa está más lejos de lo que todo el mundo decía. Tornielli anunció en abril que la FSSPX firmaba el preámbulo doctrinal. Y estamos como estamos. Aun así, yo espero creo que Fellay acabará aceptando el acuerdo porque sabe que es ahora o nunca. Y si ocurre eso, la Fraternidad se romperá y los obispos disidentes ordenarán a su vez obispos y el cisma se alargará en el tiempo. A diferencia de los viejos católicos, que no contaron nunca con un obispo que les garantizara la sucesión apostólica, estos sí la tienen.
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