Lo sagrado y lo profano en la música litúrgica
Hace unas semanas se desató una notable controversia en el blog a cuenta de los estilos musicales apropiados o inapropiados para la liturgia. A raíz de la misma me ha parecido conveniente tratar la cuestión fundamental que subyace a cualquier debate de este tipo: lo sagrado y lo profano en los estilos musicales litúrgicos.
El magisterio tradicional de la Iglesia respecto al estilo de la música litúrgica puede resumirse en tres ideas:
- Existe un ámbito de lo profano y un ámbito de lo sagrado. Distintos.
- Hay unos tipos de música que remiten a lo profano y otros tipos de música que remiten a lo sagrado.
- En la liturgia de la Iglesia hay que rechazar firmemente los primeros y acoger los segundos.
Voy a desarrollarlas brevemente.
1. Lo profano y lo sagrado.
Lo sagrado está compuesto por cosas, por criaturas, que ponen en contacto con Dios. Estas cosas en origen han tenido con frecuencia una utilidad práctica inmediata. Así, la casulla y demás vestiduras litúrgicas fueron al principio prendas de vestir normales. Pero cuando asumieron un carácter sagrado experimentaron una separación de lo cotidiano, de lo profano. Nadie va por la calle vestido con una especie de túnica de un color distinto según el día que sea. Pero el sacerdote en la liturgia sí. El cáliz en origen no es más que una copa para beber. Pero una vez que la fe católica entiende que esa copa va a contener la Sangre de Cristo recibe un tratamiento especial: se la separa, se elabora con un material especial, etc. Esa copa, ese cáliz, ya sólo se usa para la función sagrada, y para nada más. Igual que la casulla. Lo contrario resulta impropio e incluso ofensivo.
La relación respecto a lo sagrado y lo profano ha tenido diversas aproximaciones. La Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, siempre ha defendido enérgicamente lo sagrado en su liturgia. Por el contrario el protestantismo, sobre todo en sus ramas más radicales, ha tendido a rechazar lo sagrado. Pide que el altar sea una mesa normal, el cáliz una copa normal, el atuendo del celebrante una ropa normal, etc. Esto nos puede sonar a todos. La fuerte tendencia protestantizante que de facto abundó en los años posteriores al Concilio Vaticano II iba en esta misma línea.
El rechazo de la música sacra es parte del mismo problema. Donde con más intensidad se rechazó todo atisbo de música sagrada (canto gregoriano, sonido del órgano de tubos, etc.) fue en los contextos litúrgicos donde abundó el desdén hacia lo sagrado en todo lo demás.
2. Relación de la música con lo profano y lo sagrado.
Una pieza musical en sí misma no es ni profana ni sagrada. No es más que una combinación de sonidos de diversa altura y duración que no tienen significado alguno si no es en la mente del ser humano que los percibe dentro de un contexto cultural determinado.
Pongamos como ejemplo un pasodoble. Si un hispano del siglo IV hubiese escuchado un pasodoble sólo habría encontrado un caos sonoro incomprensible y cacofónico, sin relación alguna con la manera de ordenar los sonidos que él conocía como la música de su tiempo. Es decir, el pasodoble para él no tendría ningún significado. Pero si un español actual escucha un pasodoble (me imagino que en Hispanoamérica será parecido), inmediatamente vendrá a su pensamiento una corrida de toros, o un baile popular en la plaza de un pueblo o algo por el estilo. El significado es claro. No es algo opinable, sino un dato inmediato de la experiencia. Al escuchar un pasodoble nadie piensa de modo espontáneo en la oración litúrgica, ni en nada sagrado en el sentido propio y concreto del término.
En las culturas antiguas la música frecuentemente estaba asociada a algo concreto: a un texto o a una acción. En muchos casos se daba una unidad indivisible formada por la melodía, el texto, el momento, la persona que cantaba e incluso la manera de cantar. Esta concepción sigue existiendo ahora en muchas culturas. Un ejemplo actual de cómo esa concepción originaria de la música también subiste en ciertos contextos de Occidente es la entonación característica con que en España se comunican los números premiados en el sorteo navideño de la Lotería Nacional.
En esta concepción primordial de la música no hay ni deseo ni necesidad de novedad, y por lo tanto tampoco de “progreso” o “innovación” en el estilo musical. A nadie le preocupa que la fórmula de entonación de la lotería permanezca invariable a lo largo de los años. Es más, precisamente esa inmutabilidad refuerza la “identidad” del acontecimiento anual y satisface la necesidad de “liturgia” y tradición que anidan de modo natural en el hombre. De hecho, tendemos a establecer formas fijas y tradicionales para las cosas importantes, sean grandes o pequeñas: el estricto protocolo para la toma de posesión de un nuevo ministro, o el soplar las velas de la tarta de cumpleaños en una fiesta familiar. En este último caso la canción “Cumpleaños feliz” podría considerarse como un ejemplo de canto “litúrgico” profano-doméstico.
Esta relación primordial de la música con el contexto en que se utiliza es también la que se da en el rito romano entre los cantos gregorianos y sus correspondientes momentos litúrgicos. Y es también la concepción que, en general, sigue predominando en las liturgias cristianas orientales, sean católicas u ortodoxas. Se puede decir que en esta concepción la sacralidad de la música ritual es inequívoca e inexpugnable.
Pero alrededor del siglo IX ocurre algo totalmente nuevo: a unos monjes de la Europa occidental se les ocurre utilizar un sistema de signos escritos para facilitar la conservación de las melodías sin depender exclusivamente de la transmisión oral. Esto tiene un efecto seguramente inesperado: la pieza musical comienza a ser algo independiente. Está escrita en un papel y no depende de un momento o de una persona para existir. A partir de ahí va surgiendo lo que conocemos como obra musical, fruto del ingenio cada vez más sofisticado de compositores no anónimos sino con una personalidad creadora concreta. Este es el origen de toda la música occidental, un fenómeno único en la historia de la humanidad que tiene su primer origen en la ocurrencia práctica de unos monjes europeos de la Edad Media.
Y aquí comienza también el reto de la adecuación de la música al contexto sagrado, que ya no está garantizada automáticamente por la esencia de la propia pieza musical, como antes. La Iglesia acepta esta nueva realidad de la música y contempla, quizás con asombro, un desarrollo nunca visto antes del arte musical que en sus fases iniciales tiene lugar en el seno de su propia liturgia. Pero, como es inevitable, la música se desarrolla conforme a la dinámica de todas las cosas. Y como en el mundo no sólo existe lo sagrado sino también lo profano, así ocurre también con la música: surgen estilos que pertenecen y remiten al mundo profano. De modo que hay que elegir. Si la liturgia es el ámbito de lo sagrado, habrá que asumir los estilos que evocan lo sagrado y rechazar los que evocan lo profano. Esta ha sido la enseñanza tradicional y constante de la Iglesia.
Ahora bien, ¿qué estilo evoca lo sagrado y cuál lo profano? Lógicamente no es una cuestión que pueda despacharse con tres o cuatro normas prácticas. El estilo musical predominante en cada época va cambiando y, lo que es más importante, también va cambiando el contexto en que cada estilo se recibe. Puesto que no existen músicas profanas y sagradas “en sí", la cuestión estriba en qué puede ser música profana y sagrada en cada momento y en cada lugar.
Cuando a alguien no le apetece, por la razón que sea, aceptar esta separación entre lo sagrado y lo profano en la música litúrgica, es tentadora la reducción al absurdo: descender a detalles muy sutiles del estilo musical, a cuestiones técnicas y accesibles sólo a personas instruidas en música, y donde es fácil perderse. Es decir: como si en en la zona de comentarios de este artículo algún erudito lector escribiera: “la música de las películas ambientadas en la conquista del Oeste norteamericano abunda en fórmulas pentatónicas que no son infrecuentes en el canto gregoriano”; o “la misma cadencia del modo frigio que es seña de identidad de la música popular del sur de España existe desde siempre en el canto gregoriano dentro de los modos tercero y cuarto”.
Pero, siendo honestos, las reflexiones que suscitaron controversia en artículos pasados de este blog se mueven en un ámbito mucho más claro. Del mismo modo que un pasodoble evoca una corrida de toros, un baile popular o algo parecido, exactamente igual una canción pop evoca el mundo del pop y todo lo que lo rodea, que es la expresión por antonomasia de lo profano en el mundo actual. Da igual cómo se pueda ver dentro de 1000 años o desde otro planeta. El efecto aquí y ahora es claro.
3.En la liturgia de la Iglesia hay que rechazar firmemente la música profana y acoger la música sagrada.
Esta ha sido la enseñanza tradicional de la Iglesia. Una lectura atenta del magisterio no deja lugar a otra conclusión. A quien tenga dudas sobre esto le sugiero la lectura de este artículo anterior en que expuse un resumen de los pronunciamientos magisteriales más importantes. Por supuesto, en el curso de la historia han abundado las tensiones, las desviaciones y rectificaciones. La casuística es variada como para encontrar ejemplos a gusto de cualquiera.
Un ejemplo: en cualquier iglesia a mediados del siglo XIX se podía encontrar un estilo musical exactamente igual al de los teatros de ópera. Pero de este hecho histórico cierto no se puede inferir, ni mucho menos, algo así como que “la Iglesia siempre ha aceptado todos los estilos, y también el operístico del s. XIX". Lo correcto es decir que esta fue una de tantas desviaciones respecto a la norma. La denuncia de ese estado de cosas partió de un movimiento de restauración litúrgica y musical que fue tomando cuerpo en diversos países y que finalmente fue aprobado y confirmado por el Papa Pío X, en consonancia con la tradición, y por todos los papas posteriores, que continuaron con esta enseñanza. Aquí está la referencia, y no en el organista parroquial que, con toda su buena voluntad y arte, componía sonatas, minués, oberturas o temas con variaciones para tocarlos en el ofertorio.
Queda pendiente el discernir en el detalle qué es música sagrada y qué es música profana a día de hoy. Pero si no se empieza por distinguir el ámbito profano del sagrado, no hay manera de avanzar ni un paso en la dirección correcta.
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45 comentarios
"Pero alrededor del siglo IX ocurre algo totalmente nuevo: a unos monjes de la Europa occidental se les ocurre utilizar un sistema de signos escritos para facilitar la conservación de las melodías sin depender exclusivamente de la transmisión oral. Esto tiene un efecto seguramente inesperado: la pieza musical comienza a ser algo independiente. Está escrita en un papel y no depende de un momento o de una persona para existir. A partir de ahí va surgiendo lo que conocemos como obra musical, fruto del ingenio cada vez más sofisticado de compositores no anónimos sino con una
personalidad creadora concreta. Este es el origen de toda la música occidental, un fenómeno único en la historia de la humanidad que tiene su
primer origen en la ocurrencia práctica de unos monjes europeos de la Edad Media".
¿Se refiere a la partitura?
Saludos.
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RdT: Efectivamente, me refería a la partitura.
(por cierto, has olvidado cortar el post)
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RdT: Gracias, Bruno. Lo corto ahora.
En cambio, en la totalidad de las misas que participé en mi vida, siempre se cantaron lo que suele denominarse como "típicas canciones de Misa o Iglesia". Canciones que no se cantan en ningún otro contexto. No suenan en las radios ni en la tele ni remiten a otra cosa que no sea La Misa y la Iglesia. Y son canciones hechas con guitarra, piano, a veces se le agrega alguna percusión e instrumentos de viento... Incluso pueden tener forma y color folklóricos (caso de La Misa Criolla, de Ariel Ramírez).
¿Qué quiero decir con esto? Básicamente que la música litúrgica que es parte esencial de la cultura católica en la cual nacimos y crecimos muchos jóvenes es una colección bastante numerosa de canciones que, a muy grosso modo y siendo bastante amplio, podrían encajarse dentro de estilos pop o balada o country. Es claro que estoy hablando de sonidos muy alejados de Michael Jackson o Madonna, que son icónicos de la cultura pop.
Continúa...
Por otro lado, la música litúrgica tradicional, siendo más elevada, tanto a nivel compositivo como en requerimientos técnicos y lingüísticos, requiere de intérpretes muy preparados y capaces, algo que no se encuentra a la vuelta de la esquina. Sería deseable que existieran "Schola Cantorum" como las tradicionales europeas en todas las parroquias del mundo, pero estamos hablando de una utopía. Además, creo que no puede desdeñarse la riqueza sonora que las distintas culturas pueden aportar al repertorio litúrgico, siempre que no se pierda el objetivo de enaltecer la sacralidad y la comunión con Dios.
No me parece adecuada la comparación con el "Feliz cumpleaños". No creo en absoluto que la novedad no sea necesaria. Tengo entendido que la Iglesia siempre alentó la creación artística y musical, y lo sigue haciendo, ya que el año pasado supe de un concurso internacional organizado por el Vaticano (Pontificio Consiglio della Cultura) para escribir música sacra en base al texto del Credo.
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RdT: Muchas gracias por sus aportaciones. Sólo dos puntualizaciones: en el artículo no se rechaza la innovación en la música litúrgica (este tema lo he tratado en artículos anteriores). Simplemente aludo a la necesidad de permanencia de todo lo ritual que se da en la vida de los hombres. Respecto a lo demás, encuentro que usted fundamenta sus juicios principalmente en lo subjetivo. Cuando el Concilio de Trento abolió los galimatías musicales "profanizantes" que había entonces, así como cuando San Pío X rechazó el estilo teatral decimonónico en la liturgia, también había generaciones enteras de personas que habían nacido y habían muerto conociendo sólo esos estilos. Ciertamente, la aceptación o rechazo de la música litúrgica que todos hemos conocido desde hace 40 años habrá que fundamentarla en algo más profundo y amplio que la propia experiencia. Y, creo yo, en caso de conflicto entre la experiencia/costumbre personal y un bien objetivo que pueda alcanzarse mediante la razón, la reflexión, el conocimiento de la tradición general de la Iglesia, etc, debe prevalecer el segundo sobre las primeras.
Por último, no toda la música sacra es de la misma complejidad. Pero también es cierto que los medios necesarios para sostener una buena música sacra son más o menos posibles según el interés que se tenga en ello. En unos pocos años, y en ciertas regiones sobre todo, la Iglesia pasó de ser una auténtica "potencia" cultural pletórica de belleza musical, poblada de músicos y cantores tanto profesionales como aficionados, a todo lo contrario. Ya sabemos que cuesta mucho menos estropear las cosas que arreglarlas.
Con todo, creo que lo apuntado en este artículo y con el que he leído de Bruno esta mañana, está claro que las cosas no se pueden ir variando por capricho. Y creo que en el Mundo Católico, ni se puede ni se debe hacer un tipo de música que nos remita a otras realidades. Creo que poseemos notables tesoros musicales, y a partir de ellos, podemos crear otros tantos si tenemos en cuenta la grandeza de los que, de forma anónima o conocida, realizaron composiciones fantásticas. No creo que sea imposible que entre nuestros músicos puedan surgir gigantes que puedan crear maravillas, pero no creo admisible que el primero que pase, interprete lo primero que se le ocurra, y que con ello se nos prive de composiciones que cumplen los objetivos de una obra musical en la Liturgia.
En el siglo XIX la enseñanza pasó a ser un asunto del gobierno central. El anticlericalismo hizo que los recursos para la música religiosa menguasen. Pero al menos en la Comunidad Valenciana, la semilla de la música estaba bien plantada, y se adaptó a la realidad de las bandas de música de corte militar (que imitaban incluso los uniformes militares hasta hace 40 años).
Ignoro la realidad de otras zonas de España, pero al menos en Valencia no me parece descabellado que, a partir de la semilla que pudieron dejar los maestros de escuela-organistas, se vuelva al punto de partida y se creen muchas Schola Cantorum. De hecho algunas hay, y realizan una gran labor. Eso si, si no se las fomenta, al menos que no se les ponga trabas en su participación en las misas. Pues he sabido de algunas protestas, contra una de estas scholas, nacida fuera de la iglesia a la que sirven, pero puesta al servicio de la misma, por eso de cantar gregoriano y en latín. Eso, a pesar de que las que he conocido tan solo pretenden poner en práctica lo que dejó fijado el Concilio Vaticano II... y que ningún papa con posterioridad a este concilio, haya derogado ningún artículo del Sacrosanctum Concillium.
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RdT: Efectivamente, Eduardo, la mayor dificultad es no tener ganas. Sin duda, organizar las scholae que pide el Vaticano II no es fácil, pero deviene quimérico por el ambiente generalizado de rechazo hacia la belleza de la música sacra dentro de la liturgia.
Eso mismo, pero en otro plano, son las afirmaciones de la Sacrosanctum Concilium con respecto al gregoriano y a la polifonía.
El gregoriano y la polifonía son al católico actual tan ajenos como el alemán al español medio.
No hay un humus cultural, un entorno vivo, no "hemos mamado" ni lo uno ni lo otro.
El griego ortodoxo que entra al seminario, o al monasterio, conoce desde su infancia el canto liturgico ortodoxo, ha crecido con él, le es como una segunda naturaleza.
El españolito que entra al seminario conoce a "La oreja de van Gogh" y a la hermana Glenda. Y lo que se le enseña de musica en el seminario suena bastante parecido, pero de peor calidad, que los mencionados.
No hay un contexto a partir del cual sea viable aplicar la "primacía" del gregoriano y la polifonïa salvo que aceptemos la realidad: hay que partir de cero.
Se puede partir de cero, pero no se quiere. Hay que... Hay que... Siempre "hay que..." Pero lo que no hay, nunca, es quien lo haga.
Hay normas, indicaciones, directrices, recomendaciones... Pero en el clero no hay ni ganas ni tampoco hay cabeza.
Hay que partir desde cero, y quirnes tienen esa responsabilidad son, ante todo, los formadores de los seminarios.
Evidentemente la Misa es más importante que la catedral, aumque ésta sea la de Colonia, pero es notable que desde hace cincuenta años sólo ha habido destrucción progresiva del arte católico. No digo que el Novus Ordo sea la causa, pero sí es la EXCUSA.
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RdT: También en época ya bastante antigua el Concilio de Trento abolió esa práctica.
No sé hasta que punto pueden ser de numerosos los que estén a favor de revitalizar el canto tradicional en la liturgia. Pero yo, sin querer convertirme en una "muestra significativa" estadísticamente, por lo que he hablado con mi entorno, creo que el empacho de casi 50 años de mala música es bastante patente entre los que me rodean.
Eso si, hay que demostrar a esos que están empachados, que esos cantos gregorianos no están anatemizados por el Concilio Vaticano II. Y que tienen el derecho, si es que no tienen la obligación, de exigir que puedan sonar en las iglesias.
Eso también, habrá que mostrar a los que quieran cambiar las cosas, que tal vez ellos tendrán que alistarse voluntarios para hacer de soldados en esa batalla. Y que es hasta posible que haya bajas, incluso mutilados de guerra, igual que en una guerra de verdad. Lo que está claro, es que por si solas, las cosas no van a cambiar.
Por de pronto, creo que mostrar que el oír un tipo de música, que el mismo Benedicto XVI exigió volviera en el 2007, no va a provocar que algunos feligreses empiecen a arder mientras suenan esos cánticos, y a desprender un olor a azufre, puede ser un buen comienzo. Igual lo primero que hay que hacer es mostrar el artículo número uno de este blog, para que sepa la gente que no hay nada de ilegal en pretender que suene la música que ha de sonar, en los templos.
Creo que mas aya de discutir si la melodía es sacra o la forma de entonación es la correcta o es apropiada para una Liturgia, esta el objetivo final. La música en la liturgia tiene como objetivo guiar y acompañar a la asamblea y mas aun incentivar su participación. Lo que si es claro que necesitamos refrescar un poco las tradiciones. Si bien es importante tener un buen coro, que interprete bien y suene bien. también ahí que tener en cuenta el sentimiento de cada fiel y como queremos alentar su fe. Innovar es positivo ya que si bien las letras de canciones antiguas son hermosas y se traspasan de generación en generación, acorde a la palabra y los tiempos litúrgicos, no siempre interpretan el sentir del feligrés. por tanto si hablamos de acompañarlo y animarlo en su fe para que esta crezca también la música que interpretamos debe expresar su sentir y su experiencia.
El que una canción no hable o contenga un extracto bíblico o este inspirada en un versículo de la biblia en especifico no la hace mas o menos santa, lo importante es que sea inspirada por Dios en oración y discernimiento apropiado del autor.
Por ultimo. invito a hacer de la liturgia o de nuestra experiencia de vida en Dios, algo vivo, algo que nos sorprende y nos atrae y mas aun que incentiva la participación. Las tradiciones son buenas pero no expresan el sentir de los actuales fieles. UNA LETRA INSPIRADA HACE CIEN AÑOS ESTA ESCRITA EN BASE A LAS TRADICIONES PREDOMINANTES EN ESA ÉPOCA Y SE AJUSTA A LOS CÁNONES IMPUESTOS POR LOS CONCILIOS DE ESE ENTONCES. PERO LA VIDA SIGUE, LAS TRADICIONES CAMBIAN Y TAMBIÉN TIENE QUE ADECUARSE LA COMPOSICIÓN MUSICAL PARA ATRAER Y LLEGAR A LOS FIELES DE AHORA Y COLMAR SU NECESIDAD DE SACIARSE Y EMPAPARSE DEL AMOR A DIOS Y VIVIR LA LITURGIA EN NUESTROS TIEMPOS.
"Evidentemente, las excusas o el escudarse detrás del Novus Ordo, no deja de ser un artificio que no resiste una crítica bien construida."
Es cierto en sentido estricto. Pero los sacerdotes celebran el Novus Ordo y no se dedican a analizarlo. Entre otras cosas porque no es esa su función.
La clave está en si el Novus Ordo es una herramienta adecuada para los fines de la reforma litúrgica tal como la proponía la Sacrosanctum Concilium.
En mi opinión el Novus Ordo es, hoy por hoy, el gran obstáculo para esa reforma querida por el Papa y por el Concilio.
Dice Óscar González:
"Las tradiciones son buenas pero no expresan el sentir de los actuales fieles."
Por supuesto. Totalmente conforme. Yo soy un fiel católico del año 2013 y las "tradiciones" de los años sesenta y setenta, es decir, el Novus Ordo, no expresa "mi sentir actual".
¿Con qué quedarnos? O con la Tradición que nos in-forma, o con nuestra cotidiana inventiva.
Quiero apuntar otra distinción importante que puede responder al comentario de Juan Manuel. La diferencia entre: música litúrgica y religiosa. Puede haber música religiosa que incorpore muchos elementos valiosísimos y bellísimos de la cultura popular y que consigan un efecto espiritual muy positivo por sus melodías y el contenido de sus letras. Pero aun así, no se puede confundir con lo específicamente litúrgico, EXCLUSIVAMENTE para el culto y alabanza a Dios que TRASCIENDE todo lo terreno (aunque parta de lo terreno, como es natural) y lo eleva y catapulta infinitamente más allá de sus alcances sensibles. No niega lo sensible, sino que lo supera (y purifica) con creces. La música religiosa, por muy bonita que sea, no consigue esa TRASCENDENCIA, por altas que sean las cotas a que eleve al corazón humano. Se queda mayormente en el ámbito sensible.
Si la Sagrada Liturgia es un adelanto del Cielo aquí en la tierra, una participación de la Liturgia Celestial, entonces debe hacerse realidad lo de San Pablo: "Lo que ni ojo oyó, ni oído oyó, ni llegó al corazón del hombre, eso preparó Dios para los que le aman" (1 Cor. 2, 9).
En la actualidad de eso es lo que más lleno están nuestras liturgias, cuando no de música expresamente profana o protestante.
Por eso termino preguntándole a Raúl: ¿TODOS los Papas, sin excepción después de Pío X, han defendido e implementado esta enseñanza magisterial sobre Música Sacra para la Sagrada Liturgia?
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RdT: no tengo ahora los datos en detalle, pero Juan Pablo II sí en el Quirógrafo de 2003 con motivo del centenario del Motu Proprio, y de Benedicto XVI qué decir. En tiempos de Pablo VI se dieron unas instrucciones todavía referidas al Vetus Ordo.
""Las tradiciones son buenas pero no expresan el sentir de los actuales fieles."
Por supuesto. Totalmente conforme. Yo soy un fiel católico del año 2013 y las "tradiciones" de los años sesenta y setenta, es decir, el Novus Ordo, no expresa "mi sentir actual".
¿Con qué quedarnos? O con la Tradición que nos in-forma, o con nuestra cotidiana inventiva. "
Esto me hace pensar en una respuesta divertida, que espero no moleste a los lectores: De no querer aferrarnos a las tradiciones, tal vez se debería optar, pongamos por caso, por hacer cada semana el Kyrie, el Gloria, el Credo, el Sanctus y el Agnus Dei con los temas de los cinco discos más vendidos esa semana. Y completar el propio de la misa, con el resto de músicas de la lista de más vendidos en la semana en cuestión. Esto nos evitaría tener que aferrarnos a tradiciones, tanto a las tradiciones de hace mil años, como a las tradiciones de los años 60 del siglo XX. Sin embargo, este sistema que sería "democrático" y actual a más no poder,y que permitiría que la música de cada una de las partes de la misa fueran conocidas (y entonadas) por todo el mundo, tropezaría con un grave inconveniente: El que pudiera darse la situación de tener misas en gregoriano durante más de tres meses. Y es que en el año 1994, los Cantos Gregorianos de los Monjes de Silos, ocuparon los primeros lugares de los discos más vendidos, situación que por cierto nunca se ha dado con ningún otro cantante o compositor de música religiosa postconciliar, al menos en España (y eso que el Gregoriano no gusta a nadie, y es un estilo "tradicional", pasado de moda).
Creo que este posible inconveniente, hará que esta propuesta quede desechada, por mucho que una misa basada en la música de El Fary, a buen seguro hubiera expresado el sentir de muchos católicos, admiradores de aquel artista hoy ya desaparecido.
Esta es también la prueba de que es falso que los modernos han perdido el contacto y el sentido de la música gregoriana. La música clásica, como su propio nombre indica, nunca pasa de moda y todo el mundo entiende que está destinada a transmitir espiritualidad. Fue este sentido espiritual de la luturgia lo que intencionadamente se dejó atrás con el CV II y de ahí la implantación del cuplé católico.
Por eso si hoy los coros parroquiales no cantan en gregoriano no es porque los jóvenes no sepan gregoriano (pues para las bodas bien que se busca a gente expresamente). Si no lo saben es porque la Iglesia bien se ha preocupado de que los jóvenes no lo aprendan. Porque lo importante no es eliminar el gregoriano (y el latín) de la misa, sino eliminar la espiritualidad de la liturgia. Más claro el agua.
De hecho, "lo sagrado" es una respuesta psicológica y anímica ante determinados símbolos.
En la Iglesia tenemos algo más,y es que esa respuesta psicológica y anímica ante el símbolo se basa en que allí hay ALGO sagrado de verdad. Pero que Dios esté realmente presente poco importa para el concepto de "lo sagrado". Un mahometano es indiferente a la "Elevación menor".
Lo sagrado se construye a base de símbolos. Símbolos que no creamos nosotros, sino que nos preceden, nos in-forman.
El gran desastre de la así llamada "reforma litúrgica" postconciliar queda resumido en una frase del entonces cardenal Tarancón, que escribía en 1965 a propósito de la reforma litúrgica: "el valor objetivo de los símbolos es peligroso". Se refería, ciertamente, a que los símbolos habían de tener también un valor subjetivo.
Pero claro, a eso se llega por dos vías:
a.-Por la vía de la formación de los fieles, de la catequesis.
b.-Por la vía elegida entonces, la de la innovación de bobadas y la abolición de tesoros.
En eso estamos: horror al símbolo que no es fruto de nuestra época, de nuestra inventiva. Y el Novus Ordo es la quintaesencia de dos cosas:
a.-Iconoclastia simbólica y, por lo tanto, empobrecimiento de significados y de contenidos.
b.-Ausencia del menor atisbo de actitud de agradecimiento por lo recibido.
No hay posibilidad de recuperación del arte católico en este contexto.
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RdT: bien, se entiende lo que quieres decir. Pero hay que decir que muchos sacerdotes celebran muy bien el Novus Ordo, salvaguardando el sentido de lo sagradao. No abramos el melón de la oposición entre Vetus y Novus Ordo, porque tendré que borrar comentarios y es algo que no me gusta.
El primero de ellos te lo dirijo a ti: trabajas en vano. En vano al menos si pretendes o ves factible la restauracion musical y mas aun, cultural dentro de la Iglesia. La cristiandad, como realidad politica, en el buen sentido de la palabra, como vinculo entre pueblos y como plasmaciòn, imperfecta, del Reino, es vituperada hoy por el oficialismo eclesial. Eso vituperan: la plasmación politica dd la Iglesia. Y consideran una ganancia su abolición. Si el elemento de plasmación politica es vituperado y ninguneado, tambien lo es el elemento cultural de la Iglesia. Y a consecuencia, la musica sacra.
Hay que distinguir el ambito de lo Sagrado,de lo profano.
Todo lo que ocurre en un lugar,donde hay un Sagrario,está DIOS,en esa fracción de pan consagrado,la misma zarza ardiendo que vió Moises,y en el que se va a celebrar el misterio de los misterios,La Santisima Misa,es la antesala del cielo,se abre el mismo,y gracias a la Santisima Trinidad en acción,se asiste al Santo Sacrificio,con los ojos del alma,para aclararlo mejor lo ilustra la película la pasión,cuando el actor que hace de San Juan Evangelista,mira la Cruxifición y recuerda las palabras del Señor,en la última cena,es cruenta hasta que termina la consagración,el mismo momento,solamente que a lo que asistimos no es una película es el mismo momento,el Señor,cuando dice levantaos y vamos,pone la cara de pedernal,lo endurece y con Terrible Majestad,avanza con Valentía y Paciencia inaudita a la soledad,el abandono,el golgota,incruentamente aparece el Santisimo Sacramento después de la consagración.Este un momento ,por demás sagrado,debe favorecer la música la contemplación de tal misterio y también debe favorecer la unión con el Señor,el momento de nuestra transformación,en EL,partiendo de la indignidad infinita.De la unión con el Señor nace la unión con la comunidad y si es verdadera,veremos el dolor,al prójimo,por "sus frutos los conocereis",nos incorporamos al cuerpo místico,ahi en el altar están los Sacramentos de la Iglesia,el Sagrado Corazón,perdone pero si la musica,no acompaña ese acontecimiento es profana,las guitarras ,no son apropiadas,de vivir la misa nace la coherencia,la fidelidad,y tendremos esa relación ya en la tierra con el cielo.A Cristo por Maria y con el Papa.
La música que los novios suelen elegir para sus peliculeras y nada litúrgicas ceremonias con el permiso y a veces el aplauso de quienes van a casarles puede oscilar entre la banda sonora de La Misión y la de La Guerra de las Galaxias. No es broma, sé de un novio que ha entrado en la iglesia hace no muchos días con un tema de esta fantástica película de ciencia ficción. También se estila mucho el aria "Lascia qu'io pianga" de la ópera Rinaldo de Haendel y otras lindezas operísticas. Precisamente las bodas suelen ser muy habitualmente un ejemplo de todo lo que la Tradición y el Magisterio NO indica para la liturgia.
Hay una muy buena, barata y efectiva solución para invitar a los fieles al recogimiento, la actitud orante y el sobrecogimiento ante el milagro de la Eucaristía que está al alcance de cualquier parroquia que no tenga coro, organista ni cantor solista: el silencio.
Así como los niños representan una profesión con algo tradicionalmente ligado a ella. O igual que un dibujante de cómics, dibujará al ladrón con antifaz y jersey de rayas, hay una serie de símbolos ligados a diferentes cosas.
Y en el caso de la música sacra, es imposible de separar el canto gregoriano de la liturgia... por mucho que no se cante en la mayoría de templos españoles. El dar a conocer que este canto no está anatemizado, puede hacer mucho bien, y puede ayudar a recuperarlo. Al parecer, en Estados Unidos, este tipo de canto está volviendo a los templos. No puedo poner el enlace, pero en cualquier buscador el texto "The Renaissance of the Mass Propers" puede llevar a los lectores que sepan inglés, a una serie de noticias aparecidas hace seis meses en los Estados Unidos, que se hacen eco, de como las nuevas traducciones del Misal Romano al inglés, unidas a la instrucción que aparece en estas ediciones, que entre otras cosas, viene a remarcar la primacía del gregoriano respecto a otros cantos. Por otra parte, el hecho de que existen páginas en internet que permiten acceder a diferentes cantos gregorianos, incluso escritos en notación moderna, facilita mucho la tarea, por mucho que en internet el grano y la paja puedan estar más mezclados de lo que sería deseable. Igual acabamos haciendo lo que debemos, por copiar modas extranjeras ¿quién sabe?
"Si un músico cobra por un "servicio" se le presupone profesionalidad, o por lo menos un mínimo de formación en la materia.
Por esta razón, es muy necesario que se conozcan los criterios para la interpretación de música en una iglesia dependiendo si es una acción litúrgica, un encuentro de oración con música, un concierto, etc."
Personalmente creo, que si la música que hacen en las bodas, se adapta correctamente a la Liturgia, pueden ser muy positivos, no solo para las bodas, sino porque pueden ser llamados para otras celebraciones en las que puedan aportar ese saber, para dar magnificencia a las misas. Y a partir de ahí, ir mejorando todo lo que se puede mejorar.
Si tiene mala voluntad, y está "desordenadamente apegado" a la convicción de que una Misa moderna debe celebrarse con música moderna, entonces no hay nada que hacer: la mala voluntad influje en el entendimiento, y le fuerza a tomar lo falso como verdadero.
En mi blog "Reforma o apostasía" dedico un artículo (210) a definir lo sagrado y lo profano. Coincide del todo con lo que has dicho.
En resumen: darle, por ejemplo, al "canto de entrada" de una Misa (introito) la música de un pasodoble, aunque la letra sea de un salmo, es una barbaridad, es una gran mentira. Negarlo es diabólico, es pisotear la verdad. No olvidemos que el diablo es el Padre de la Mentira, y lo será siempre.
1-lo sagrado es simbólico, y al abolir el símbolo se abole de facto "lo sagrado"
2-la belleza es buena en sí misma pero ha de ser especialmente valorada porque es ÚTIL para transmitir la Fe
Tu actitu denota o bien que te obligan a borrar comentarios o bien que tu amor a la Liturgia romana es de carton-piedra, mero esteticismo. Espero estar equivocado.
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RdT: en realidad todo es más sencillo: tengo advertido en muchas ocasiones, la última en la zona de comentarios de este mismo artículo, que en este blog no ha lugar al enfrentamiento entre las dos formas que a día de hoy existen del rito romano. Y los comentarios borrados se zambullían de pleno en ello.
El vídeo que dices era absolutamente maniqueo: unas imágenes de una misa Novus Ordo celebrada un tanto rutinariamente, y después un joven sacerdote celebrando un exquisito rito tradicional. Esa no es la realidad completa: ni en el Novus, ni tampoco en el Vetus.
En todo caso, quede claro que no tengo absolutamente nada en contra del rito tradicional: lo conozco y lo aprecio especialmente.
Por último: editar un comentario requiere algo de tiempo. Es más rápido, fácil y cómodo eliminarlo directamente. Esto último será lo que haré cada vez que vuelva a aparecer el veneno del enfrentamiento interritual en la zona de comentarios. Será una pena, porque muchas de las cosas que sueles decir son verdaderas. Pero, como sabes, también en el bien ha de darse un orden.
"CONFERENCIA DE PRENSA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
DURANTE EL VUELO DE REGRESO A ROMA
Domingo 28 de julio de 2013
...Alexey Bukalov:
Buenas noches, Santo Padre. Santo Padre, volviendo al ecumenismo: hoy los ortodoxos celebran los 1025 años de cristianismo; hay grandes celebraciones en muchas capitales. Si quisiera hacer un comentario sobre este hecho, me alegraría. Gracias.
Papa Francisco:
En las Iglesias ortodoxas se ha conservado esa primigenia liturgia, tan hermosa. Nosotros hemos perdido un poco el sentido de la adoración. Ellos lo conservan, alaban a Dios, adoran a Dios, cantan, el tiempo no cuenta. El centro es Dios, y con ocasión de la pregunta que usted me hace, quisiera decir que esto es una riqueza. Una vez, hablando de la Iglesia occidental, de Europa occidental, sobre todo de la Iglesia más evolucionada, me dijeron esta frase: “Lux ex oriente, ex occidente luxus”. El consumismo, el bienestar, nos han hecho mucho daño. Sin embargo, ustedes conservan esta belleza de Dios en el centro, como referencia. Cuando se lee a Dostoievski ―creo que es para todos un autor que se debe leer y releer, porque tiene una sabiduría―, se percibe cuál es el alma rusa, el alma oriental. Es algo que nos hará mucho bien. Tenemos necesidad de esta renovación, de este aire fresco de Oriente, de esta luz del Oriente. Juan Pablo II lo escribió en su Carta. Pero muchas veces el luxux de Occidente nos hace perder el horizonte. No lo sé, esto se me ocurre. Gracias."
Creo que hay una grandiosidad en la liturgia Ortodoxa. Cierto. Pero creo que Occidente no carece de ella. No deja de ser chocante, que siendo verdad todo lo dicho por el Papa Francisco, no se proceda a desenterrar esos tesoros artísticos, o al menos, a no impedir que se desentierren. Creo que nada impide el volver a sacar nuestra porpia Lux. Una Lux que tal vez nos permita recuperar ese horizonte que el papa atribuye a los cristianos orientales. El papa emérito Benedicto XVI, tan admirado por el actual, hizo mucho por recuperar esa lux. Creo que se puede meditar mucho sobre estas palabras del Papa Francisco, y creo que se puede actuar bajo el amparo de las mismas.
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RdT: Precisamente en el próximo artículo haré referencia a todo esto.
No se trata de eso, y es tristïsimo que lo veas así.
De lo que va el asunto es de practicamente todos los elementos"sacros" han desaparecido de la Liturgia moderna.
Prácticamente TODOS los significantes se han eliminado.
Es como si tomas una obra musical que requiere una estricta regularidad y simetría, por ejemplo de Mozart o de Haydn, y te obcecas en quitarle las barras de compas. Queda algo de la obra, ciertamente, pero eso no es la obra ni transmite lo que su auror querïa. La mayor parte de las veces dependerá del interprete y en muchos casos será un caos absoluto. Beethoven amaba el metrónomo. Por algo serïa.
Pues igual, la restauración de la sacralidad es imposible, salvo que se quiera un pastiche con las liturgias orientales como hacen algunos Kikos. De eso tb hay vídeos.
Sin embargo, tanta atención al tema del corito de misa o la Schola Cantorum, me parece falta de experiencia pastoral. Que los coros no riñan entre sí, que no sea solo canto sino vida de fe de verdad, que canten lo que Jesús nos diría hoy y no lo que le acomoda al director o directora del coro, que la gente del coro venga de comunidades evangelizadas y no gente que "siempre" canta, que vayan y atiendan a los pobres, etc. Cosas como esas me parecen más importantes para que la liturgia y sus coros sean más actuales. Nuestro pueblo aprecia lo bello, pero aprecia más lo verdadero y honesto, y no una interminable lista de cantos que ya no nos dicen nada, dicen más de los gustos del corito o peor aún, no nos dicen nada de la Palabra o la Revelación de Dios hoy en nuestra realidad. La belleza puede ayudarnos al encuentro con Dios, sin duda, y en ello habrá que esmerarse; pero una belleza que no sea utilitarista, sino expresión de lo que es Dios, y Dios, nos lo ha dicho Jesús, es el Señor de la vida, que anda con los pobres y marginados, es el que ya está entre nosotros con un Reino de justicia, verdad,alegría, fraternidad y misericoridia que lucha por abrirse paso entre tanta estructura de muerte. Dios, nuestro Padre bueno y del abrazo gratuito, es el que debemos preocuparnos que sea "cantado" cada semana, como en el Magníficat de María o las Bienaventuranzas. Mucha pena me da que como católicos andemos viendo las ramas y descuidar el tronco... revisen bien el Concilio Vaticano II y la intención de la reforma litúrgica... reforma con la que estamos en deuda. Si lo del canto nos ayuda a encontrar el Reino, bienvenido sea y todo lo demás se dará por añadido, pero si la preocupación es de principio estética y por cumplir normas litúrgicas, estamos mal. Ese nunca fue el camino de Jesús. Un abrazo cordial.
En cuanto a "cantos que ya no dicen nada" imagino que es discutible. En el caso de algunos cantorales que parecen sacados de la Teología de la Liberación, supongo que debe ser así. Con todo, algún "Cristo Jesús, Identifícate Con Nosotros" suena en alguna iglesia, a pesar de que a muchos, no nos dice nada.
Por último, la frase
"Si lo del canto nos ayuda a encontrar el Reino, bienvenido sea y todo lo demás se dará por añadido, pero si la preocupación es de principio estética y por cumplir normas litúrgicas, estamos mal. Ese nunca fue el camino de Jesús. Un abrazo cordial."
pues tengo que decir, que estas normas son lo suficientemente flexibles como para no obligar a una comunidad que no entienda un tipo de música a oírla en la misa. Pero creo que no está mal que haya unas pautas que obliguen a hacer ciertas cosas si no es imposible hacerlas. Por otra parte, la Iglesia ha tenido que solucionar muchos problemas para los que Jesús, en tres años de predicación, no tuvo tiempo de hablar: Por ejemplo, alrededor del año 50, el Concilio de Jerusalén tuvo que solucionar el problema de la circuncisión de los gentiles. En siglos posteriores, solucionó otros problemas que se fueron presentando. Por suerte, Jesús dio potestad a la Iglesia para dar respuesta a los nuevos retos que se fueron presentando a lo largo de la Historia. Es por ello que podemos utlizar el órgano en la liturgia (a pesar de que su uso no se generalizó hasta el siglo XIII en la liturgia). Y podemos utilizar la guitarra en la liturgia... a pesar de que Espinel no creó la guitarra hasta la Edad Moderna.
Por otro lado el concepto de lo que "evoca una canción" es tan subjetivo que no sirve como norma. Por ejemplo, en los años 70 era costumbre utilizar canciones pop cambiándoles la letra, así "Help" de los Beatles se convirtió en un Sanctus o la más conocida "Saber que vendrás" del ofertorio es una adaptación del "Blowin´ in the wind" de Bob Dylan. Pero esta última tuvo tanto éxito que la gran mayoría de gente conoce la versión adaptada y no la original, de manera que muchos sufren el proceso inverso, cuando escuchan la original les evoca la presentación de las ofrendas en la misa.
Cuando al inicio de mi comentario me he referido a que la iglesia realiza cambios paulatinos, no en la doctrina, sino en aquellas cosas que no son esenciales, me refiero a que poco a poco hay cosas que se han implementado, han cambiado, se han adaptado, y que son perfectamente válidadas y aceptables, que no hacen perder la dignidad en el culto ni son camino de desviación doctrinal. Es cierto que después del Concilio Vaticano II, se cometieron excesos en diversos campos, incluso en la liturgia, y por eso hoy vivimos un momento de "reparación", de reajustar las cosas. Por ejemplo el uso del latin. El cambio de la liturgia en cuanto al uso de la lengua vernacular no es malo en sí, y de hecho pienso que ayuda mucho a que cada persona pueda participar de la liturgia en su idioma, sin perder de vista que el idioma oficial de la iglesia es el Latin, que las traducciones que se hagan de la liturgia sean correctas. El Papa Benedicto XVI habló de este tema, y no exigió en ningún momento volver al uso del latin, pero si recomendó que se sepa el valor que tiene esta lengua en la liturgia, que se respete, que quienes quieran participar de la liturgia en latin, lo puedan hacer. Pero en ningún momento dijo que era errado celebrar la liturgia en los diferentes idiomas. Lo mismo creo que es aplicable a la música. La música gregoriana es un tipo de música que nació para servir a la fe, y eso es magnífico. Pero no perdamos de vista la escencia del tema. La música gregoriana, no es un absoluto, no es la única música que puede ser utilizada en la liturgia, no es la única que nos lleva a rezar. Yo soy testigo de cómo en Estocolmo, Suecia, ciudad en la que vivo. Los organistas católicos, que tocan el órgano y dirigen los coros en las iglesia católicas del Centro de la ciudad, usan la música gregoriana y utilizan el órgano como instrumento de base. Y cada vez que termina la Misa, con ese clásico sonido del órgano que retumba en la iglesia, terminan sus respectivas interpretaciones a modo de concierto, tanto así que al finalizar la música, la gente aplaude e incluso alguna vez piden más. Como en un concierto. No es esto una característica de la música pagana?.
A cuántos católicos en el mundo la música gregoriana los lleva a rezar, a la intimidad de la oración y del diálogo con el Señor?, a cuántos católios en el mundo, la canción de Matt Maher: "Lord I need you", les ayudó a rezar en la JMJ Rio 2013?. Yo creo que esa guitarra, la guitarra que el utilizó para tocar y cantar esta canción en plena Adoración al Santísimo en la Vigilia en la Playa de Copacabana en Rio, no fue una guitarra pagana, fue una guitarra bendecida por el Señor. La música de cualquier rockero puede que no sea sacra, que no sea la indicada para una celebración litúrgica, pero eso no quiere decir que: los instrumentos y el estilo de música, si se respeta el lugar sagrado de la Iglesia y la celebración litúrgica, no puedan ser usados. No se trata de que el gregoriano es mejor que el rock, o de que el recok es mejor que el gregoriano; se trata de poner el arte y los dones al servicio de Dios. Se trata de reconocer que hay más posibilidades, que no hay absolutos. Este tema me recuerda un poco a San Pedro y San Pablo. San Pedro pensó que lo correcto era predicar el Evangelio y convertir solamente a los judios. San Pablo le hizo ver que la Buena Nueva, era para todos. Todos tenían derecho a llegar al cielo.
Ciertamente la incorporación del órgano a la liturgia no fue un camino de rosas, pero se fue entendiendo que era una incorporación positiva, y a partir del siglo XIII, los órganos no solo fueron siendo más habituales en las iglesias, sino que incluso fueron creciendo en ellas hasta desarrollar unos instrumentos que poco o nada tienen que ver con los originales que habían llegado desde el Imperio Bizantino, y que hoy en día, siguen ausentes en las liturgias ortodoxas.
Es evidente que la música gregoriana no es un absoluto, pero es la base de las demás músicas litúrgicas. Por poner un ejemplo que ayude a comprender lo que quiero decir, hoy en día existe un ballet moderno. Pero la base de formación de los bailarines sigue siendo ese ballet clásico. Ballet, que por cierto, no es imposible de encontrar en algún teatro o en muchos teatros del mundo.
Evidentemente, si la gente, tras una misa, aplaude al órgano y al organista, es una cosa que no es correcta. Pero creo que se puede corregir. Por cierto, muchas de las batallas y tientos que, teóricamente no pertenecen a la liturgia, se interpretaban una vez terminadas las misas.
Hemos dicho que la Iglesia ha ido incorporando cosas que la han enriquecido. Creo que sería bueno preguntarse si incorporar nuevas cosas, de dudosa estética, para retirar otras que son bellas y han ayudado mucho tanto a embellecer la liturgia, como a conseguir conectar a los fieles con Dios, no es en realidad un empobrecimiento. Está claro que si se puede llegar a ciertas variando la música, eso estará bien. Sin embargo, el desperdiciar un tesoro, para permitir muchas veces músicas y músicos que, siendo claros, causan vergüenza ajena, no parece haber conseguido una mayor asistencia de los fieles a misa, ni que los seminarios y conventos estén desbordados por las vocaciones.
P.D. Al terminar de redactar esta entrada, veo que no he comentado su afirmación "El Papa Benedicto XVI habló de este tema, y no exigió en ningún momento volver al uso del latin, pero si recomendó que se sepa el valor que tiene esta lengua en la liturgia, que se respete, que quienes quieran participar de la liturgia en latin, lo puedan hacer. Pero en ningún momento dijo que era errado celebrar la liturgia en los diferentes idiomas. " Me permito recordar que SS el papa Benedicto XVI en su "Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis del 2007 afirmó:
"42. En el ars celebrandi desempeña un papel importante el canto litúrgico.[126] Con razón afirma san Agustín en un famoso sermón: « El hombre nuevo conoce el cántico nuevo. El cantar es expresión de alegría y, si lo consideramos atentamente, expresión de amor ».[127] El Pueblo de Dios reunido para la celebración canta las alabanzas de Dios. La Iglesia, en su historia bimilenaria, ha compuesto y sigue componiendo música y cantos que son un patrimonio de fe y de amor que no se ha de perder. Ciertamente, no podemos decir que en la liturgia sirva cualquier canto. A este respecto, se ha de evitar la fácil improvisación o la introducción de géneros musicales no respetuosos del sentido de la liturgia. Como elemento litúrgico, el canto debe estar en consonancia con la identidad propia de la celebración.[128] Por consiguiente, todo —el texto, la melodía, la ejecución— ha de corresponder al sentido del misterio celebrado, a las partes del rito y a los tiempos litúrgicos.[129] Finalmente, si bien se han de tener en cuenta las diversas tendencias y tradiciones muy loables, deseo, como han pedido los Padres sinodales, que se valore adecuadamente el canto gregoriano[130] como canto propio de la liturgia romana.[131]"
"62. Lo dicho anteriormente, sin embargo, no debe ofuscar el valor de estas grandes liturgias. En particular, pienso en las celebraciones que tienen lugar durante encuentros internacionales, hoy cada vez más frecuentes. Se las debe valorar debidamente. Para expresar mejor la unidad y universalidad de la Iglesia, quisiera recomendar lo que ha sugerido el Sínodo de los Obispos, en sintonía con las normas del Concilio Vaticano II: [182] exceptuadas las lecturas, la homilía y la oración de los fieles, sería bueno que dichas celebraciones fueran en latín; también se podrían rezar en latín las oraciones más conocidas[183] de la tradición de la Iglesia y, eventualmente, cantar algunas partes en canto gregoriano. Más en general, pido que los futuros sacerdotes, desde el tiempo del seminario, se preparen para comprender y celebrar la santa Misa en latín, además de utilizar textos latinos y cantar en gregoriano; y se ha de procurar que los mismos fieles conozcan las oraciones más comunes en latín y que canten en gregoriano algunas partes de la liturgia.[184]"
119. Como en ciertas regiones, principalmente en las misiones, hay pueblos con tradición musical propia que tiene mucha importancia en su vida religiosa y social, dése a este música la debida estima y el lugar correspondiente no sólo al formar su sentido religioso, sino también al acomodar el culto a su idiosincrasia, a tenor de los artículos 39 y 40.
Por esta razón, en la formación musical de los misioneros procúrese cuidadosamente que, dentro de lo posible, puedan promover la música tradicional de su pueblo, tanto en las escuelas como en las acciones sagradas.
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RdT: la liturgia ante todo es acción de Dios, desplegada en la tradición de la Iglesia a través del tiempo en un desarrollo orgánico y coherente. El olvido de esto en las ultimas décadas es la causa de la patente depauperación de la praxis litúrgica, que en la música sacra presenta rasgos verdaderamente penosos.
Es gracioso que algunos reclaméis Scholas Cantorum y no reparéis en que se puede demandar lo mismo respecto a lo que despectivamente llamáis guitarreo: coros de instrumentos modernos bien tocados y respetuosos con el lugar y la celebración sacra. Una batería, por ejemplo, pega más para conciertos de fe en un ámbito profano -campo en el que a los católicos nos falta muchísimo por crecer-; cuando veo algún concierto de Hillsong o similar, siento una envidia sana por esa manera de evangelizar.
Hay canciones y cantantes fantásticos que ayudan a orar tanto como el gregoriano. Cada canción tiene su momento. Uno no toca con el mismo ritmo para adorar que para pedir perdón o dar gracias. El Espíritu Santo, en su unidad, inspira diversidad de formas, precisamente para atraer hacia el Señor a todos.
Hay que advertir y formar al fiel para que la misa no se centre en la música, sino que esta ayude al sentido de aquella en el rito que sea -vetus, novus, mozárabe u oriental en sus diversas ramas-
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RdT: No una cita del magisterio, sino muchas, todas en la materia, constantes.
Le remito a este artículo: http://infocatolica.com/blog/conarpa.php/1307230801-a-vueltas-con-la-musica-march
Las evocaciones son una consecuencia cultural y en muchos casos cambiante, por tanto siempre lo hemos de coger con pinzas. A mucha gente el órgano de tubos no le evoca la transcendencia, sino películas de terror.
Por otro lado si la Sacrosantum Concilium indica "foméntese con empeño la música popular en la liturgia· (SC 118) ¿qué hacemos? ¿omitimos dicha orden puesto que la música popular nos evoca la llegada del buen tiempo, la cosecha o las fiestas de la localidad?.
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RdT: veo que usted en los últimos días está dedicado a enviar comentarios a diversos artículos de mi blog, todos en el mismo sentido. Este artículo en concreto creo que quedó especialmente claro, y así lo manifestaron en su día muchas personas.
Desconozco cual es su formación en este campo, tanto en lo estrictamente musical, como el aspecto teológico-espiritual de la liturgia, y en el magisterio de la Iglesia al respecto.
Por lo pronto, detecto en usted una notable confusión entre los conceptos de "ser" y de "tener". Creo que tampoco entiende la palabra "popular" aplicada al canto religioso, y en el contexto de la Sacrosanctum Concilium en particular. De ahí esa pintoresca alusión suya a las cosechas o las fiestas locales.
En fin. Le guste a usted o no, este artículo y otros se remiten al magisterio universal de la Iglesia sobre la música sacra, que es claro, antiguo y constante. Si a usted no le gusta porque le apetecería otra cosa, es algo que debe gestionar usted mismo.
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