Sobre la música en las bodas
Las misas de las bodas son curiosamente una especie de reliquia de lo que antiguamente era la organización de la música en la liturgia. Son casi el único tipo de celebraciones en que se suele utilizar música de algún interés artístico, y por esto mismo constituyen un recuerdo de lo que fue el antiguo mundo de los músicos profesionales al servicio de la Iglesia: organistas, cantores e instrumentistas varios.
Después de haber defendido en artículos anteriores que la lectura de las disposiciones del Vaticano II ha de hacerse en consonancia con la tradición, podría parecer que esta alusión a la semejanza de la bodas actuales con la antigua organización musical del culto tiene un tono laudatorio. Nada de eso. En realidad pienso que lo que habitualmente se hace con la música de las bodas no es más que una caricatura de lo que fue el antiguo mundo de la música eclesiástica cualificada.
La cuestión se puede ver desde dos perspectivas: la de los músicos y la de los participantes en la celebración.
En cuanto a los músicos, lo que más llama la atención habitualmente es su escaso conocimiento de la naturaleza y exigencias de la acción litúrgica en la que han de intervenir. Los músicos bien preparados, formados en un conservatorio, por desgracia provienen muchas veces de un ambiente en el que el interés por las cosas de la Iglesia en general, y por la liturgia en particular, es mínimo. Hay que decir también que en las últimas décadas no se ha puesto demasiado interés desde la Iglesia por educar musicalmente a los jóvenes cristianos, ni tampoco por formar litúrgicamente a los jóvenes músicos vinculados de un modo u otro con el entorno eclesial.
El resultado es que los músicos llamados para intervenir en una boda seguramente tienen suficiente con saber en qué momento acometer el Santo y, con un poco de experiencia y quizá la corrección pasada de un sacerdote, localizar la orientación eucarística, mariana o penitencial de ciertas piezas del repertorio habitual para no introducirlas en un momento del todo incoherente.
Los participantes en la celebración, por su parte, suelen mostrar una comprensión de la parte musical de la liturgia más o menos proporcional a la calidad de su vida cristiana. Aquellos que el día de la boda, sean contrayentes o invitados, están pisando una iglesia después de mucho tiempo y sin demasiada intención de regresar en el corto plazo, hallan fácil explicación para su ignorancia de lo que allí se celebra.
Más llamativo es que este desconocimiento se dé entre personas de práctica religiosa habitual. Relato a continuación lo que me ocurrió hace un tiempo. Fui reclamado para intervenir como organista en una boda. No llegué a saber quiénes eran los contrayentes, pero por distintas razones pude deducir que era gente cristiana. Al ver que en el repertorio previsto figuraba una música totalmente antilitúrgica (no recuerdo si se trataba de una canción pop o de la banda sonora de una película, era en todo caso algo de esta guisa) lo hice saber y pedí que fuera sustituida por otra más apropiada, advirtiendo de que en caso contrario no estaba dispuesto a intervenir. Unos días después llegó a mis oídos el desconcierto de la novia por mi observación: “La que me caso soy yo. ¿Quién se ha creído ese organista para meterse en la música de mi boda?” Finalmente llamaron a otro y pasó de mí tal cáliz.
Lo más representativo del caso es esa convicción de que hay ocasiones en que la liturgia de la Iglesia pasa a ser propiedad privada de sus protagonistas. El es-que-me-hace-ilusión parece ser la clave para embutir todo tipo de añadidos extralitúrgicos. Hace unas décadas se llegaba con frecuencia a sustituir la lectura prevista de la Palabra de Dios por no sé qué texto poético del Oriente pagano. Hoy no se suele llegar a tanto. Pero sí persisten las retahílas interminables de saludos, presentaciones, recuerdos, reflexiones y felicitaciones públicas de los allegados. Y en todo caso la parte musicalizable de la celebración es el orégano del monte. Servidor ha visto de todo: boleros de Los Panchos, canciones de los Beatles con batería y guitarras eléctricas traídas para la ocasión, arias de ópera acompañadas al piano, melodías del folklore local… y hasta el himno del Atlético de Madrid durante la consagración.
¿Qué subyace a todo esto? Una total incomprensión de la liturgia en su dimensión externa e interna. Un olvidar que la liturgia es algo que nos supera, no envuelve y nos espera. Que no podemos jibarizarla a la raquítica medida de nuestros gustos y capacidades, sino recibirla tal y como la tiene establecida la Iglesia sabiendo que es así como Dios quiere actuar en nosotros y a través de nosotros. Que la liturgia no puede estar centrada en el hombre sino en Dios. Que no puede estar orientada a expresar vivencias, recuerdos, sentimientos o ilusiones de los hombres, por nobles que puedan ser, sino a permitir que se corra el velo de este mundo y siquiera por unos momentos seamos asociados a la liturgia del Cielo.
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Al acabar la celebración hablé con ellos y les dije que por qué esa canción de la novia y el padrino no la cantaban fuera, al llegar la novia y antes de entrar en el templo. No lo aceptaron mal.
Por cierto, el coro rociero se llamaba y se llama "El coro de la Bernarda" (sic).
Todo va en consonancia con la formación litúrgica y práctica religiosa de los novios que no saben muchas veces qué es eso del ofertorio ni dónde se canta el agnus dei (ni lo que significa, claro). Y a veces, para redondear la faena, el sacerdote, para no enfrentarse a los novios (que luego pueden darle buena propina) no corta por lo sano todos estos excesos. Así nos va.
Y su conocimiento, obligado para aprobar la E.S.O.
¡ Lo que he sufrido con guitarritas y pachangas en solemnes celebraciones del Santísimo Sacramento no es para escribirlo!
Las mal llamadas "Misas Rocieras" jamás fueron escritas para ser cantadas dentro de una Iglesia, sino "en el Rocío" - esto es, en el exterior de una Iglesia, Ermita o Santuario - pero, nunca dentro de un lugar consagrado.
Añádase que la mayoría NO ESTÁN APROBADOS por ningún Obispo, ni tienen autorización de parte de la Iglesia para ser interpretados dentro de una celebración.
Es cierto que tampoco muchas de las demás...
Gracias por subrayar el profundo y craso error de caer eternamente en un subjetivismo a ultranza, deseando antes "lo que me gusta a mí" que lo que corresponde a ese momento concreto de la Liturgia.
http://www.youtube.com/watch?v=IhULMPfz_ko
Fue en 1981. Yo era muy jovencita, estaba impresionada (vergüenza me da ahora decirlo: favorablemente impresionada...)
Fue muy celebrada la ocurrencia: lágrimas de emoción a tutiplén (y no fue lo más pintoresco, que el momento de las ofrendas es para no contarlo, pero como no es cosa musical, pues no es cosa de este blog: " las retahílas interminables de saludos, presentaciones, recuerdos, reflexiones y felicitaciones públicas... de todo, en aquella boda no faltó de nada).
¿"Permitir que se corra el velo de este mundo y siquiera por unos momentos seamos asociados a la liturgia celestial", dice? Me temo que en aquella época se trataba justamente de eso, de que la "liturgia" consistiera en celebrar al Hombre, se trataba de que, al celebrar, nada del otro mundo entrara en éste.
Ay, qué años fueron aquellos, cómo nos deformaron... Naturalmente no era así todo, gracias a Dios. Pero fue bastante generalizado.
"La música de las bodas", se entiende, sacramentales, cristianas, con frecuencia es hoy muy inadecuada y floja. Pero lógicamente la raíz del problema está antes, en que se acepte el matrimonio por la Iglesia de bautizados que hace años y años no han ido a Misa, ni piensan ir en adelante; que están determinadamente detrminados a usar anticonceptivos siempre que lo estimen conveniente, que etc. A poco que unos novios así influyan sobre el repertorio concreto de "su Misa" -o de "su ceremonia de bodas"-, el resultado es con toda seguridad un desastre.
no, no, mira, eso no, que yo me casé más tarde y en mi boda no hubo más música que la Salve en latín cantada --penosamente- por los circunstantes. Yo hice una boda normal, clásica, tirando a sosa.
Me gustaría que nos dijera qué música le parece adecuada para una boda.
Espero que nos siga ilustrando con sus profundos conocimientos.
A María. Pues eso del himno de España no es tan raro. Cuando hice la mili, en la consagración, se presentaban armas y se tocaba el himno: ¡era la pera! ¡Presentar armas ante el Rey de la paz! No sé si seguirá la cosa igual.
Llega la Misa y se ponen a cantar "Tuuuu nosss digisteee que la muerteee no es el finaaaal del caminoooo".
No daba crédito .
Otro día en Bañares fuimos un grupo a ver el órgano, a continuación había una boda "rociera", en la Rioja, y el órgano mudo.
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RdT: Me parece totalmente injusto pensar que la cuestión sea lo que entra en el cepillo. Más bien es un intento de que la liturgia sea "divertida" para que la gente no deje de acudir. Intento bienintencionado, pero que al cabo de las décadas puede decirse que no ha tenido ningún éxito, amén del grave daño causado a las propias celebraciones.
Como miembro de un coro que solemos cantar en bodas, me interesan mucho sus artículos.
Tambien me gustaría saber qué sería un buen ejemplo de música apropiada para celebraciones porque de malos ejemplos todos sabemos, pero de buenos.....supongo que habrán.
Al párroco se le puso una cara que dejaba ver una tremenda lucha interior cuando recibió la petición pero, ¿qué hacer con una familia deshecha por el dolor que aparece en la sacristía cinco minutos antes de empezar el funeral con esa ilusión chispeando en los ojillos?
¡Pobres párrocos! Cuántos habrán tenido que tragar sapos como éste ante la imposibilidad de impartir una catequesis sobre todos los fundamentos de la fe católica empezando por la existencia de Dios nuestro Señor minutos antes de comenzar las celebraciones.
Encomendamos su dificilísima labor pastoral.
Una manifestación más de la pérdida del “sentido del SER” que conlleva, como primera des-viación, a fijarnos en cómo se nos manifiesta la realidad, antes que a des-entrañar cómo SON las cosas. No nos complicamos des-cubriendo (entendiendo) ¿qué ES el matrimonio, en qué CONSISTE su celebración litúrgica?.
Cuán fácil es no profundizar, no abstraer de dónde viene lo que se nos presenta dado. Se pretende animalizar a los humanos (reacciones instintivas) … y, para colmo, humanizar a los animales …
El siguiente paso des-viado es pretender determinar cómo QUEREMOS que las cosas se presenten-manifiesten. Ya nos hemos convertido en dictadores de la realidad, antes que en escudriñadores de cómo ES; ahora somos nosotros quienes amoldaremos el SER (más bien el primario aparecer) a nuestro GUSTO.
“Nos casamos…”. Nos aparece como “fiesta”. Fiesta, nos aparece como exaltación de de nuestros fugaces gustos y, como manifestación tan humana, que entre en juego la bella arte de la música. ¡Ah!, pero es que si ésta no está al servicio de la REALIDAD, de lo que ES, entonces ya no puede ser bella…
“Nos casamos por la Iglesia…” Ya no nos fijamos en que ES un SACRAMENTO, pues nos hemos quedado en lo más superficial, en uno de los muchos “aparecer” por encima del permanente SER.
Y como comenta Don Raúl del Toro Sola, la gran sorpresa del futuro contrayente: “La que me caso soy yo…”. Sí, pero no soy yo quien determina QUÉ ES el matrimonio, ni quien determina CÓMO SE CELEBRA el SACRAMENTO del matrimonio ni tampoco quien determina EN QUÉ CONSISTE su celebración litúrgica.
Con ocasión de su próximo matrimonio, una persona envió a sus familiares y conocidos una carta de “participación de boda” en la que hablaba fundamentalmente de la CRUZ (locura para los sabios, necedad para los santurronoides), como un camino para ser feliz y hacer feliz a su futura esposa. Fue tomado como loco… Los frutos de su matrimonio, hasta hoy, son de santidad.
En los directorios de pastoral familiar diocesanos y nacionales suele mencionarse esta cuestión, como la de la sencillez elegante de la decoración y vestidos, o la de la "prevención" de los matrimonios nulos de toda nulidad. Pero seguramente es tiempo ya de arremangarse y ponerse a cumplir (o advertir que se ha de cumplir) lo que está mandado y es de sentido común en la Liturgia.
Aunque el matrimonio sea precisamente el sacramento en que los contrayentes puedan alegar con "más razón" que es "su boda", es el signo de la unión de Cristo con la Iglesia. Y los católicos que rodeamos a los novios podemos hacer mucho por la veracidad y santidad de esta celebración litúrgica. Cada uno en su papel: los padres, padrinos y testigos, el secretario que toma los datos, el párroco que se entrevista con los novios, los catequistas de los cursillos "prematrimoniales", los músicos, fotógrafos, modistas. Lo que hiciste planteando la cuestion de que no tocarías el órgano si debías interpretar esa canción pop o banda sonora de película, además de librarte de esa cruz, seguro que trajo más bienes para toda la Iglesia.
Mi hermana me pidió que fuese padrino de mi sobrino, me negué.
La razón, bien sencilla, está en el artículo 874.3 del CIC.
Considero que no llevo una vida congruente con la fe y dije que no.
Hace poco vi como un divorciado y viviendo ya en pareja era padrino y como si nada,a los padres les da igual, al cura también y con que agarre el cirio vale...
Aunque este foro no sea de liturgia, quiero agregar que cada vez en Chile se está optando por realizar los matrimonios sin Misa, sólo con liturgia de la Palabra, y muchas veces a instancias de los propios sacerdotes. ¿La razón? Para que los novios no tengan que confesarse ni comulgar. Al paso que vamos, si uno quiere casarse con Misa, como debería ser, habrá que pedirlo explícitamente. Y aunque sea sin Misa, pienso que de la confesión uno no puede pasar, puesto que para recibir cualquier sacramento (salvo el Bautismo y la Penitencia), es menester estar en estado de gracia.
Raúl, tengo una sobrina con formación musical que dice que a ella le acerca mucho más a Dios y le facilita el rezar en la Misa (es practicante) la música de Bach, Haendel, etc que el gregoriano que es un "rollo". ¿Qué se le puede decir?
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RdT: Bien, la cuestión es qué se entiende por "rezar en la Misa". Si se trata de una acción paralela a la celebración, es decir, rezar "durante" la Misa, puede ayudar sin duda la música de Bach, Haendel, y muchas otras. Ahora bien, si de lo se trata no es de rezar "durante" la Misa, sino "en" la Misa, "desde" la Misa, "con" la Misa, entonces la cosa cambia un poco. El repertorio que citas es maravilloso desde el punto de vista musical, pero es simplemente "música de fondo" o "música decorativa". Algo paralelo a la celebración, un añadido, un ornamento, nada más. No es parte de la Misa.
Por el contrario, la música que sí es parte de la celebración es principalmente aquella que tiene los textos litúrgicos propios de cada momento. Que, por otra parte, también pueden contar con música de Bach, Haendel o quien sea. De este modo la oración es litúrgica, está unida a la Misa, más aún, es guiada por ella, y por lo tanto no es un acto paralelo y desvinculado de ella.
Por cierto, no es obligatorio que toda la música litúrgica sea canto gregoriano, ni mucho menos.
No las concibo sólo como algo musical-que es como sabéis insuperable-, es ,ante todo,una honda experiencia espiritual.
Recuerdo hace 4 años cuando escuché la PSS Juan intepretada por el Coro Monteverdi ,se llegó al Est ist vollbracht y claro a mí se me saltaban las lágrimas.
La música de Bach conmueve pero dije "coño, le han matado".
Antonio Muñoz Molina publicó un artículo excepcional en El País hace 11 años, se llamaba "Días de Pasión", yo lo conservo en papel,se lo sugirió la PSS Mateo en versión de Harnoncourt que acababa de escuchar.
Citara:se que mi postura es poco habitual, pero soy coherente ,la razón es que yo si me tomo en serio y con respeto a la religión
La Sacrosactum Concilium del Vat II dice, a propósito del gregoriano:
"nº 116. La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas.
Los demás géneros de música sacra, y en particular la polifonía, de ninguna manera han de excluirse en la celebración de los oficios divinos, con tal que respondan al espíritu de la acción litúrgica a tenor del artículo 30."
No pone en ningún lugar que hay que eliminarlo, sino todo lo contrario, que hay que darle el primer lugar en igualdad de circunstancias. Lo demás puede usarse, como se lee claramente, como segunda opción. Me diréis: Claro, pero, ¿quién sabe hoy cantar gregoriano? Eso es fruto de la mal entendida reforma liturgica postconciliar que privilegió, en contra de lo que decían los documentos, a toda clase de música, menos a la oficial, la gregoriana. Nadie se preocupa de enseñarla, de fomentarla, de cantarla. Desidia total de Roma que ha fomentado el perder el gregoriano. Así, sólo puede oírse en alguna celebración vaticana y en algún que otro monasterio. Una posibilidad que dio el Concilio, el poder usar otra música, se ha convertido, por desgracia, en la norma general.
Cuidado con Bach, pues la mitad de su obra está escrita para el culto luterano, no para el católico.
Entro el Domingo por la tarde en la Catedral y había Misa en latín-la hay todos los Domingos-.
Un fantástico coro cantaba en gregoriano y yo canté el Pater Noster y la Salve Regina al final .
En la Catedral de Westminter yo quedé en estado de shock, un Domingo cualquiera cantando Victoria, Palestrina...
Lo de que Bach es luterano...el año pasado en la Catedral de Amberes cantamos un Ubi Caritas de Taize que según esos parámetros son herejes y sonó la pieza de Órgano de Bach, con ese criterio no se quien se libraría
Lo de cuidado con Bach lo digo porque hay obras suyas luteranas que son muy bonitas, muy tiernas y lo que se quiera, pero no se adaptan a los momentos de la celebración católica (kyrie, agnus, etc,...). Sí, son de temática sacra, pero su uso en la liturgia católica es complicado, pues es un parche, pues no se hicieron para lo que a veces se utilizan. A veces se meten de introito o de comunión, que no sé quien ha dicho que es el "momento cajón de sastre" en la misa, pues los otros momentos son poco "flexibles" (un gloria ha de ser eso: un gloria y punto).
Lo mismo puede pasar con otras obras luteranas: podemos valorar su valor estético y religioso, usarlas para meditar, orar, etc,...pero no son para culto católico. Meterlas en una misa (o boda) es hacerlo con calzador. Además, pasaría lo que se ha dicho aquí: se privilegia la música sobre la acción litúrgica. Se dice: "como esta melodía de este conocido autor me gusta mucho, la meto aquí aunque no tenga nada que ver con la misa de hoy (ni de ningún día)".
E imagino que al revés pasaría igual. Aunque hay "agnus dei" maravillosos, ¿se imaginan cantándolo en un culto luterano? ¡Pero si no creen en Cristo-eucaristía!
Está claro que la Iglesia Católica flexibilizó las "condiciones" para poder utilizar la música, para conseguir llegar a más feligreses. Vamos, que la música no fuera un obstáculo sino un puente. Yo esto, visto de esta forma, no lo veo como algo reprochable.
Sin embargo, cincuenta años después, lo que hemos visto es que la "flexibilización" lo que ha ocasionado es una "inflexibilidad" para poder aplicar solo música de un tipo: aquí en España el coro de guitarras con música clásica... de los años 60 y 70 del siglo pasado. Y en Méjico, por lo visto, música de mariachis.
Está claro que si en una determinada comunidad, fuera impensable acompañar una misa con otros instrumentos diferentes de la dulzaina y el tamboril. O si en otra comunidad, los funerales fueran acompañados de forma invariable con música de piano, o en otra empleasen música en la escala pentatónica (como podría ser en un grupo de cristianos asiáticos), mal se haría de intentar imponer un tipo de música que no les va a llegar. Sin embargo, la "cuenta de resultados" de la Iglésia Católica no ha mejorado. Lo cual es normal, puesto que al final la música en la mayoría de los templos españoles, ha quedado como el Cristo de Borja, con los mismos emolumentos para sus intérpretes, y con las mismas motivaciones que llevaron a la "caritativa restauración" de aquella imagen aragonesa.
Sin embargo quiero ser positivo, y creer, que si la gente busca dar realce a las bodas con música, tal vez tengamos la posibilidad de meter una cuña en favor de este tipo de música clásica religiosa (sea esta gregoriana o polifónica). Todo pasará por garantizar esa formación musical de los intérpretes de las bodas, para que podamos meter la cuña y no la pata. Tal vez una mejora en este tipo de actuaciones, haga que estos músicos puedan ser reclamados en otras solemnidades de la Iglesia. Al menos, como ya dije en otra entrada, a la gente se le ve ganas, y ha demostrado estar un tanto empachada de tanto Simon & Garfunkel y tanto Bob Dylan fuera de contexto.
Quisiera pedíos, por favor, si me pueden ayudar a encontrar la música usada en los distintos eventos, Misas, Bodas, etc, pero, en cataluña. Antiguamente toqué en la Iglesia en sevilla. Ahora en Gerona, la verdad, ando un poco perdido. Quisiera ponerme al día, por que sólo conozco lo que se ha cantado donde suelo asistir, para, seguir participando como lo hacía por aquellas tierras.
Gracias. Reciban un saludo en Cristo.
Iglesia pone en riesgo herencia musical
http://www.razon.com.mx/spip.php?article139089
1)La celebración litúrgica de una boda NO ES PROPIEDAD de los contrayentes, aunque estos sean los ministros. Esto es, no tienen potestad ni derecho alguno de adecuarla a sus intereses o caprichos personales, si las exigencias van en contra de la propia liturgia que ellos mismos han elegido.
2)El problema se agrava por la ignorancia de muchos sacerdotes en cuanto al repertorio que es lícito o no dentro del Sacrificio del Altar. He llegado a ver de todo: la música de "Lo que el viento se llevó" en una consagración, cantos en el momento de "Sanctus" que nada tenía que ver con el "Sanctus", canciones pop... hasta que un sacerdote coja la guitarra en medio de la Eucaristía y él mismo les dedique una canción a los contrayentes...
3)La mayoria de los "músicos de bodas" toman este cometido como "un bolo más", convirtiéndose en una especie de "mercenarios musicales" a merced de quien les paga.
4) El repertorio en muchas ocasiones es anti-litúrgico, cantado en momentos en los que no procede, y con textos paganos. Si tanto los sacerdotes, como muchos de los contrayentes supieran la traducción de un sinfín de canciones que se cantan habitualmente, quizá no lo permitirían.
5)La gran calidad artística de una obra musical, no la hace automáticamente adecuada para una Eucaristía.
6)Una gran parte de los matrimonios por la Iglesia, no deberían ser permitidos, más a sabiendas de que los contrayentes, ni han llevadoo, ni llevan, ni a corto plazo van a llevar, una vida conforme a las exigencias básicas del cristianismo. Este es un punto a trabajar, puesto que por un lado la Iglesia no puede negar el matrimonio a nadie; aunque quizá sí debería validar de alguna manera (mediante catequesis, charlas u otros medios), que efectivamente el futuro matrimonio va a intentar llevar una vida cristiana coherente.
7) Muchos novios se preocupan más por el "aspecto exterior" de la celebración (flores, música, vestido, iglesia bonita, retablo maravilloso...) que por lo que es lo más importante y grande de todo: el hecho de que se va a poner a Dios como testigo de una unión, de la que en un futuro tendrán que rendir cuentas.
8) A veces los compromisos de amistad o los lazos de familia con el sacerdote que preside la Eucaristía, hace que éste pase por alto el hecho de que un futuro matrimonio deba de comulgar o no si hace años que no se confiesan, si ha habido convivencia etc. Y deja en manos la celebración de quien menos sabe de litúrgia, que en la mayoría de la ocasiones son los contrayentes.
9)Se olvida en muchas ocasiones que casarse por la Iglesia es querer que Dios forme parte de tu vida; y todo lo que tiene que ver con los adornos, flores, música etc debe de ser un medio de alabanza a Él.
10) Lo más importante de la Celebración litúrgica de una boda es Dios. La presencia de Cristo en la Eucaristía mediante el Sacrificio del Altar. Todo lo demás es NADA, en comparación con esa realidad. Es triste comprobar como en un alto porcentaje de los enlaces, los propios contrayentes se quedan con el "envoltorio", y deshechan el "bombón".
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RdT: la misa de las bodas tiene unos cantos propios: canto de entrada, gradual, aleluya, ofertorio, comunión. En el Graduale Romanum se encuentran en la sección "Misa pro sponso et sponsa".
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