Los pobres nos evangelizan

Los pobres continuamente nos sorprenden. Uno viene a la misión a dar, a evangelizar. Pero con frecuencia uno es evangelizado. ¡Sí, los pobres nos evangelizan!
Es el caso de María, una mujer relativamente joven, con dos hijos jóvenes. Hace un mes su marido ha muerto de cáncer. Y ella viene luchando con la misma enfermedad desde hace casi dos años…
Mientras me cuenta no descubro en ella ningún signo de tristeza. Tampoco veo angustia o desazón. Menos todavía queja o rebeldía contra Dios. Habla de la muerte de su marido y de su propia enfermedad con absoluta serenidad. Transmite una impresión de dignidad, yo diría incluso una cierta majestad. Se trata de algo aceptado, profundamente asumido, no una melancólica resignación…
Para ella la enfermedad y la muerte no son el enemigo número uno que hay que combatir a cualquier precio y por encima de todo. Se diría que para ella la enfermedad y la muerte forman parte normal de la existencia. Sin dramatismo ni victimismo. Sin reclamar atención ni exigir nada.
Pienso que los pobres no tienen nada que perder. En su vida todo son carencias. Por eso saben agradecer cualquier cosa, aunque parezca insignificante. Y por eso no se extrañan cuando aparece una nueva carencia o una nueva pérdida. Mientras el rico se aferra a lo que posee y ve la enfermedad y la muerte como un enemigo, el pobre ha aprendido a perder. Está desasido de todo. Y cada nuevo despojamiento le lleva a abandonarse más en las manos del Padre.
María me decía: Lo dejo todo en las manos de Dios. Ni siquiera le exige a Dios su curación. Tampoco reclama a la Sanidad pública. No busca culpables. Acepta el designio sabio y amoroso de Dios…
Después de escuchar a María entiendo mejor por qué dijo Jesús: ¡Dichosos los pobres!. Gracias, María, por esa lección de dignidad. Gracias, Señor, por el testimonio de María. Gracias por los pobres. ¡Sí, los pobres nos evangelizan!

Julio Alonso Ampuero, sacerdote diocesano de Toledo
Lurín, Perú

4 comentarios

  
Roberto
Sí es verdad, lo he experimentado en circunstancias, personas y momentos muy concretos, pero !ojo!, esta afirmación de que los pobres nos evangelizan tiene que estar muy matizada porque puede llevar a engaños, hay que partir de la vida real.
La pobreza en sí misma no dignifica a nadie, más bien habría que suprimirla de la faz de la tierra, otra cuestión es ¿qué entendemos por pobre? ¿pobre sociológico? ¿pobreza de espíritu (pobre evangélico? ¿pobreza ontológica (todos somos limitados y en este sentido pobres)? ¿pobreza económica y cultural? ¿pobreza por opción? ¿pobreza del que está en el pecado alejado de Dios? Es que a veces mezclamos todo y no hay forma de aclararse muy bien.
Y no digo nada cuando nombramos "Iglesia de los pobres" ¿qué queremos decir exactamente con eso?
Lo dejo para el debate.
20/11/13 12:23 PM
  
Franco
Yo me imagino que se habla de los pobres de espíritu, porque en lo económico... Al menos los ricos generalmente se aferra a lo propio.
20/11/13 4:48 PM
  
carlos
Estimados hermanos, menos mal que no publicaron, lo que, pense.Es muy importante el comentario de Roberto.En cuanto al caso, comentado por el Padre, por mi profesión vinculada al dolor, y estando en el medio de circunstancias similares, está mujer era una mujer muy especial, y generalizarlo es un error.Santo Tomás, el padre me puede corregir, decía que una persona necesitaba de un minimo de bienestar material ,para practicar la virtud.Cuando Santa Teresa, entro al Monasterio de la Encarnación, se encontro, que las monjas estaban con hambre, ella y san Juan de la Cruz, comenzaron la reforma de tal lugar dandoles de comer, procurando, con concocidos, paliar las necesidades materiales de las monjas, y luego comenzarón la tarea espiritual. A Cristo por María y con el Papa.
21/11/13 2:17 AM
  
Pedro Pinto
La tan mencionada "opción por los pobres", lema de la marxista "teología" de la liberación (y tristemente adoptado en las conferencias episcopales), se parece a todas esas proclamas comunistas amotinadoras. Tienen su mismo fin: dividir a ricos y a pobres. Suena como si hubiera una disyuntiva: "o ricos o pobres, pero no ambos; por lo tanto, optamos por los pobres, y los ricos que se vayan preparando para lo peor". Si nos atenemos a los evangelios, Jesús, siendo pobre, se compadeció de las preocupaciones de los pobres y de los ricos; alternó con pobres y con ricos; se dejó agasajar por los ricos (Zaqueo); criticó al rico que en su casa no lo honró como era debido (pasaje de la mujer que le limpió los pies con perfume). Porque sabía de su excesivo apego al dinero, al joven rico le pidió repartir su fortuna entre los pobres, pero no se lo pidió a Nicodemo, ni a Zaqueo, ni a José de Arimatea. Jesús no optó. Jesús no discriminó. Jesús vino para todos. Para el rico que idolatra el dinero no hay Cielo, pero tampoco para el pobre que vive odiando, envidiando y codiciando lo del rico.
24/11/13 5:47 PM

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