Carta abierta a Monseñor Fellay
Hace algunos días, el sacerdote barnabita Giovanni Scalese publicaba en su blog una "Carta abierta a Monseñor Fellay" que, por su interés, se difundió rápidamente en sitios católicos italianos y posteriormente fue traducida y difundida en francés y portugués. El Padre Scalese afirmó luego que tiene motivos fundados para pensar que llegó a destino. A continuación, ofrecemos nuestra traducción al español de esta interesante carta al Superior de la FSSPX.
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Excelencia Reverendísima,
No sé si esta “carta abierta” llegará alguna vez a Sus manos. Yo la confío a los ángeles para que se la entreguen personalmente. Ya otra vez escribí un artículo teniendo en mente vuestra Fraternidad; lo publiqué sobre este blog (fue mi primer post) y milagrosamente llegó a destino: fue retomado por vuestros sitios y definido “muy interesante”.
Esta vez me dirijo a Usted porque sé que están en curso los preparativos de los diálogos doctrinales con la Santa Sede, pedidos por ustedes desde hace largo tiempo y finalmente, con el levantamiento de las excomuniones, concedidos por el Papa Benedicto XVI. Por lo que sé, Usted ya ha estado en Roma para tomar los primeros contactos con la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Personalmente, siempre he sido del parecer de que no hay necesidad de “diálogos” para la readmisión en la comunión de la Iglesia Católica. Lo único necesario, según mi parecer, debería ser la profesión de fe prevista por los sagrados cánones. Una vez que compartimos la misma fe, deberíamos estar en plena comunión. Sobre el resto, que no está incluido en esta profesión de fe, considero que es siempre posible discutir libremente pero estando el interior, no en el exterior de la Iglesia. La aceptación de un Concilio, que se ha autodefinido “pastoral”, no debería ser, según mi opinión, una condición para la readmisión en la comunión eclesiástica. Estoy de acuerdo en que es más urgente que nunca una reflexión sobre el valor y la interpretación del Vaticano II, pero no me parece que esto deba ser objeto de una tratativa entre la Santa Sede y la Fraternidad de San Pío X; me parece, más bien, un problema que concierne a toda la Iglesia. Es por este motivo que he propuesto varias veces en este blog que el próximo Sínodo de los Obispos esté dedicado a la interpretación del Concilio.
Sin embargo, según parece, sea de parte de vuestra, sea de parte de la Sede Apostólica, una aclaración sobre el Vaticano II es considerada como una condición previa a cualquier otro tipo de acuerdo. De aquí, la necesidad de “diálogos doctrinales”. Así que, visto que tales diálogos doctrinales existirán, permítame darle algún consejo. No porque pretenda saber más que Usted sino sólo para expresarle, en espíritu de caridad fraterna, lo que siento en este delicado momento.
En primer lugar, cuando venga a Roma para discutir con la CDF, no venga como quien deniega o, peor, rechaza el Concilio. Esto significaría el fracaso inmediato de cualquier diálogo. Venga, más bien, como alguien que acepta el Vaticano II por aquello que ha querido ser y efectivamente ha sido, es decir, un concilio pastoral. Diga también al Card. Levada que la única cosa que ustedes rechazan – y sobre esto, estamos todos de acuerdo – es la absolutización y la ideologización del Concilio, no el Concilio en cuanto tal. Dígale también que ustedes encuentran en los documentos del Vaticano II algunos textos ambiguos. También sobre esto, el Card. Levada debería estar de acuerdo con Usted. El mismo Pablo VI encontró ambiguo el tratamiento de la colegialidad episcopal realizado por la Lumen Gentium, tal es así que sintió la necesidad de adjuntar a esta constitución una “Nota praevia”. Añada que, habiendo ambigüedades en los textos conciliares, se hace necesaria una obra de interpretación. Pero, por favor, no se presente con la pretensión de ser Usted o su Fraternidad los intérpretes autorizados del Concilio. Pida, más bien, que sea la Sede Apostólica quien dé una interpretación auténtica a las partes más oscuras. Algo ya ha sido hecho (la llamada “Nota praevia”; la explicación del significado de la expresión “subsistit in”), pero aún queda mucho por hacer. El criterio general de tal interpretación ya ha sido indicado por Benedicto XVI en el discurso a la Curia Romana del 22 de diciembre de 2005: la hermenéutica de la reforma en contraposición a la hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura. Y dígale que ustedes, sobre esto, no sólo están plenamente de acuerdo con el Santo Padre sino que también quieren ponerse a su completa disposición para ayudarlo en esta obra de relectura del Concilio en el surco de la ininterrumpida Tradición de la Iglesia.
Excelencia Reverendísima, estoy seguro de que sobre cuánto he escrito hasta ahora, Usted se encuentra de acuerdo en gran parte. Me parece percibirlo por el tono de sus últimas intervenciones, mucho más conciliadoras y posibilistas que hace un tiempo. Pero sé también que debe hacer frente, en el interior de la Fraternidad, a posiciones más maximalistas que le advierten sobre ser demasiado conciliador en las relaciones con la Santa Sede. En mi humilde opinión, debería hacer entender a estos hermanos suyos que no puede ganarse nada, en este momento, permaneciendo en posiciones intransigentes. El Santo Padre ya ha dado muchos pasos hacia ustedes; ahora son ustedes quienes deben dar algunos pasos hacia él.
Esto no significa ceder en los principios; porque, si realmente les preocupa la suerte de la Iglesia, no hay nada mejor, para hacer valer aquellos principios, que la Iglesia misma. Permaneciendo afuera, ustedes dejarían a la Iglesia en manos de aquellas fuerzas destructivas que, poco a poco, la están llevando a la ruina. Mientras ustedes rechacen el Concilio, estas fuerzas tendrán una excusa para decir: “¿Ven? Ellos están fuera de la Iglesia, porque rechazan el Concilio; nosotros somos la verdadera Iglesia porque aceptamos, defendemos y realizamos el Concilio”. Si también ustedes aceptan el Concilio, aquellos quedarán desconcertados; y, en ese punto, se revelará quién es verdaderamente católico y quién no lo es; quién interpreta el Concilio a la luz de la Tradición y quién lo interpreta ideológicamente, apelando a su supuesto “espíritu”.
Esto no significa tampoco traicionar la herencia del Arzobispo Lefebvre. Usted sabe mejor que yo que vuestro Fundador participó en el Concilio, dando una notable contribución a las discusiones y a la elaboración de sus documentos, los cuales aprobó y firmó en su totalidad. ¿Por qué? ¿No se daba cuenta de la ambigüedad en ellos contenida? Evidentemente esperaba que se pudiese dar una interpretación ortodoxa. Fue sólo cuando vio que la interpretación y la aplicación del Concilio se habían convertido en monopolio de los modernistas cuando endureció sus posiciones. Estoy convencido de que, si hubiese visto que había espacio en la Iglesia para continuar sus batallas desde el interior, no habría llegado nunca a una ruptura con la Sede Apostólica. Ahora que este espacio existe, y es el mismo Sumo Pontífice quien lo ofrece, me parecería absurdo no aprovechar esta ocasión irrepetible. Se trata de elegir entre permanecer en el seno de la Iglesia y desarrollar allí un rol, ciertamente difícil pero precioso para la salvaguardia de la Tradición y la revitalización de la Iglesia misma, o preferir permanecer al margen o incluso fuera de la Iglesia, con el riesgo de transformarse en el sarmiento separado de la vid, destinado a secarse.
Excelencia, discúlpeme si me he permitido intervenir sobre estas delicadas cuestiones. Le puedo asegurar que, de mi parte, no hay ninguna pretensión ni ningún interés, sino sólo el deseo de ver el restablecimiento de la plena comunión en la Iglesia. La Iglesia tiene necesidad de ustedes y ustedes tienen necesidad de la Iglesia.
Aprovecho la ocasión para confirmarme, con sentimientos de distinguido respeto, de Vuestra Excelencia Reverendísima devotísimo,
Giovanni Scalese, CRSP
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Fuente: Senza peli sulla lingua
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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14 comentarios
Los problemas de obediencia que he tenido los he resuelto aplicando la vieja,pero certera,regla ignaciana "el que obedece nunca se equivoca", es que "Xto.aprendió,sufriendo,a obedecer".Ya sabemos, lo que hay que hacer, cuando queramos imponer un pensamiento en la Iglesia,se monta el chiriguito con un nombre muy pío,se busca un obispo que consagre obispos,se hace fuerte la tramoya,se aguanta alguna que otra excomunión que ya se levantará,y,¡a negociar!,¿y después qué,más cismas?,con los que vengan,¿también se negocia?.Los santos,verdaderamente reformadores,nunca,jamás, trataron a la Iglesia como lo hace la FSSPX,y no sería por falta de motivos,o de ganas o de c...,que a ninguno les faltaba arrojo y agallas,pero las emplearon en fortalecer la fidelidad al sucesor de Pedro,y,no en enredar con problemas bizantinos que no resuelvan nada a nadie.Por cierto un Concilio no es una "asamblea",congreso,simposium o similar sino un momemto fuerte del Espíritu,o se mira con ojos de fe,con criterios sobrenaturales o volveremos a las cuestiones bizantinas que terminaron con el cisma de Oriente,y,ya está bien,que estanos en el siglo XXI,¡caray!.
"Fue sólo cuando vio que la interpretación y la aplicación del Concilio se habían convertido en monopolio de los modernistas cuando endureció sus posiciones. Estoy convencido de que, si hubiese visto que había espacio en la Iglesia para continuar sus batallas desde el interior, no habría llegado nunca a una ruptura con la Sede Apostólica. Ahora que este espacio existe, y es el mismo Sumo Pontífice quien lo ofrece, me parecería absurdo no aprovechar esta ocasión irrepetible."
A propósito, el concepto de "hermenéutica de continuidad" no ha sido inventado por Mons. Lefebvre ni por Mons. Fellay, sino por Benedicto XVI.
La carta del Padre Scalese es una muestra de esa inefable dulzura repleta de acierto. Me adhiero totalmente al fondo y a la forma de la misma.
Espero y rezo por que los "negociadores" de la Fraternidad atiendan los consejos aquí reflejados, todo para el bien de nuestra amada Iglesia. Laus Deo.
Masiá se podría catalogar en los 1ºs, ya que no tienen ni doctrina ni nada que se le parezca. Pura heterodoxia.
La formación que uno recibe en seminarios lefebvristas, no es que la conozca al detalle, pero debe ser católica. Sin el aporte del CVII? Pues sí, pero hay otros 20 concilios ecuménicos de donde sorber doctrina, y si se aclaran los puntos confusos, creo que pronto la Hermenéutica de la continuidad será una realidad, y no solo deseo del Santo Padre.
Créame: Sí se busca la unidad, aunque hay que superar décadas de desconfianza, de recelo, y las formas que se han adquirido durante esos años, que no son siempre fáciles de limar. No, no es cosa de dos días dejar de ser orgulloso, pero ellos rezan lo mismo que usted y yo por el Santo Padre. Y la obediencia llega, llega...
Sospecho que si estuvieran regularizados, serían bastante más obedientes que los topos progres en la Iglesia.
Así como si estas dos parte divorciadas, yo el hijo sin voz ni voto: no tuviera sentimientos.
Que Dios perdone a esos los que teniendo las llaves del cielo. Porque ni entran ni dejan entrar.
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