A 100 años de “Quam singulari”, el Prefecto de Culto Divino reafirma su actualidad
Hoy, 8 de agosto, se cumplen exactamente cien años del decreto “Quam singulari” del Papa San Pío X, por el cual se admitía a los niños a la primera Comunión a la edad de 7 años. Con ocasión del centenario de este importante acto pontificio, el Cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Antonio Cañizares, ha publicado un artículo en L’Osservatore Romano, que a continuación ofrecemos en lengua española.
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Cien años atrás, con el decreto Quam singulari, siguiendo fielmente las enseñanzas de los concilios Lateranense IV y Tridentino, Pío X fijó la primera Comunión y la primera confesión de los niños a la edad del uso de la razón, es decir, en torno a los siete años. Esta disposición implicaba un cambio muy importante en la práctica pastoral y en la concepción habitual de entonces, que por diversas razones habían retrasado este acontecimiento tan fundamental para el hombre.
Con este decreto Pío X, el gran y santo Papa de la piedad y de la participación eucarística, con el deseo de renovación eclesial que inspiró su pontificado, enseñó a toda la Iglesia el sentido, el momento, el valor y la centralidad de la santa Comunión para la vida de todos los bautizados, incluidos los niños. Al mismo tiempo, subrayaba y recordaba a todos el amor y la predilección de Jesús por los niños ya que Él, además de hacerse niño, manifestó su amor hacia ellos con gestos y palabras, al punto de decir: “Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”; “dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis porque el Reino de los Cielos pertenece a quienes son como ellos”. Ellos son siempre amigos muy especiales del Señor.
Con la misma predilección, la misma mirada amorosa y la misma atención y solicitud especial, la Iglesia mira, sigue, cuida y se preocupa de los niños. Por eso, como Madre amorosa, desea que sus hijos pequeños, los primeros en el Reino de los Cielos, participen pronto, con la debida disposición, del don mejor y más grande que Jesús nos ha dejado en su memoria: su Cuerpo y su Sangre, el Pan de la Vida. Gracias a la santa Comunión, Jesús en persona, Hijo único de Dios, entra en la vida de quien lo recibe y hace morada en él.
No existe amor más grande ni regalo más grande. Este es un don de amor que vale más que cualquier otra cosa en la vida de cada hombre. Estar con el Señor; que el Señor esté en nosotros, dentro de nosotros; que nos alimente y nos sacie; nos tome de la mano y nos guíe; que nos vivifique y que nos mantengamos fieles en la comunión y en la amistad con Él: es, sin duda, lo más grande, más gratificante y más alegre que puede suceder. ¿Cómo retrasar, entonces, para los niños, este encuentro con Jesús, visto que son sus mejores amigos, aquellos que son amados de modo especial por Dios Padre, objeto de los cuidados especiales de la Iglesia, la santa Madre?
La primera Comunión de los niños es como el inicio de un camino junto a Jesús, en comunión con Él: el inicio de una amistad destinada a durar y a reforzarse para toda la vida con Él; el inicio de un camino porque con Jesús, unidos sin separarnos, procedemos bien y la vida se convierte en algo bueno y alegre; con Él dentro podemos ser, sin duda, personas mejores. Su presencia entre nosotros y con nosotros es luz, vida y pan en el camino. El encuentro con Jesús es la fuerza que necesitamos para vivir con alegría y esperanza. No podemos, retrasando la primera Comunión, privar a los niños - el alma y el espíritu de los niños – de esta gracia, obra y presencia de Jesús, de este encuentro de amistad con Él, de esta participación singular de Jesús mismo y de este alimento del Cielo para poder madurar y llegar así a la plenitud. Todos, especialmente los niños, tienen necesidad del Pan bajado del Cielo, porque también el alma debe nutrirse y no bastan nuestras conquistas, la ciencia, las técnicas, por más importantes que sean. Tenemos necesidad de Cristo para crecer y madurar en nuestras vidas.
Esto es todavía más importante en los momentos que vivimos y lo es de modo especial para los niños, cuya grandeza, pureza, sencillez, “santidad”, actitud hacia Dios y amor, que los caracterizan, desgraciadamente son, con frecuencia, manipulados y destruidos. Los niños viven inmersos en miles de dificultades, rodeados por un ambiente difícil que no los anima a ser lo que Dios quiere de ellos; muchos son víctimas de la crisis de la familia. En este clima, son todavía más necesarios para ellos el encuentro, la amistad, la unión con Jesús, su presencia y su fuerza. Ellos son, gracias a su alma inmaculada y abierta, aquellos que están mejor dispuestos, sin duda, para este encuentro.
El centenario del decreto Quam singulari es una ocasión providencial para recordar e insistir en tomar la primera Comunión cuando los niños tienen la edad del uso de la razón, que hoy incluso parece haberse anticipado. Por lo tanto, no es recomendable la praxis, que se está introduciendo cada vez más, de elevar la edad de la primera Comunión. Al contrario, es todavía más necesario anticiparla. Frente a todo lo que está ocurriendo con los niños y al ambiente tan adverso en que crecen, no los privemos del don de Dios: es la garantía de su crecimiento como hijos de Dios, generados por los sacramentos de la iniciación cristiana en el seno de la santa Madre Iglesia. La gracia del don de Dios es más poderosa que nuestras obras, y que nuestros planes y programas.
Cuando Pío X anticipó la edad de la primera Comunión, insistió también en la necesidad de una buena formación, de una buena catequesis. Hoy debemos acompañar esta misma anticipación de la edad con una nueva y vigorosa pastoral de iniciación cristiana. Las líneas trazadas por el Catecismo de la Iglesia Católica, por el Directorio general de la catequesis y por el Directorio para Misas con niños, son una guía imprescindible en esta nueva o renovada pastoral de la iniciación cristiana, tan fundamental para el futuro de la Iglesia, la Madre que, con la ayuda de la gracia del Espíritu, genera y hace madurar a sus hijos a través de los sacramentos de iniciación, la catequesis y toda la acción pastoral que la acompaña.
No cerremos, entonces, los oídos a las palabras de Jesús: “Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis”. Él quiere estar en ellos y con ellos porque “el reino de Dios pertenece a los niños y a quienes son como ellos”.
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Fuente: L’Osservatore Romano
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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28 comentarios
Creo que estas frases son contradictorias entre sí. En lugar de "que hoy incluso parece haberse anticipado", habría que entender: "que hoy incluso parece haberse retrasado".
Nadie mejor que los padres para juzgar esto. Pero claro, para ello hace falta primero una familia cristiana.
Cada vez estoy más convencido de que hay que poner el acento en la gracia de Dios y no en el voluntarismo o "intelectualismo" de ninguna persona.
La Gracia Santificante es real, verdadera participiación filial de Dios, creada y eficiente. No depende del "niño", sino del poder y el Amor de la Iglesia.
Hay que dar la Santa Comunión antes y forzar la importancia de la confirmación para incrustarla en la edad escolar y darle "pompa".
Así combatiremos la perversión que quieren meter a los niños cada vez más pronto.
Esto no lo vamos a salvar ya con ningún voluntarismo, sino sólo apelando a la Gracia de Dios.
Aparte , recuperar la fe, tirar a la basura todos esos libros inútiles de "religión" que se dan en los colegios, reformar a todos los catequistas que siguen bebiendo de la nada y volver a las raíces de la predicación en el sano Temor de Dios, Principio de Sabiduría.
Pero es todo al mismo tiempo.
Para los que argumentan sobre la necesidad de la madurez cristiana..¿Dejamos el bautismo sólo para los herejes voluntaristas que hacen depender la gracia de la "fe" intelectual del receptor?.
Pues si depende de la "fe" del individuo, entonces ya no es Gracia.
Espero que los sacerdotes no nieguen a los niños la oportunidad de recibir a Jesús Sacramentado. Tal vez sea la única vez en toda su vida que lo reciban con el alma inocente, y eso les sea tenido en cuenta en 'Aquel Día'.
No son cosas contradictorias. No dándoles la comunión no van a mejorar en la Fe, ni por no dársela a sus hijos sus padres se van a casar y dejar de pecar y etc, etc.
Es lo uno más lo otro más lo de más allá.
Como principio , "dejad que los niños se acerquen a mí", me resulta lo bastante claro en todos los sentidos. Como principio.
Los sacerdotes de hoy cargan con las culpas de la generación anterior que se empeñó en predicar la no-fe y vaciaron de contenido a los padres de hoy.
La generación inmediata que viene luego - ya está al caer- es aun peor, bueno es saberlo para no desanimarse.
Me parece evidente que disminuida la Iglesia como lo está, soplan vientos desde Roma de retornar la fidelidad a lo recibido y dejarse de la avidez de novedades de la generación pasada. Así que por obligación y convicción añadida, doy un voto de confianza a todo esto, en la confianza de que en Roma están pensando en todas las aristas de la cuestión más que lo que lo pueda hacer yo.
Alguien ahí arriba dice que no entiende qué "ayuda" a un niño recibir la comunión. Semejante cosa sólo muestra una mala comprensión de lo que es la Gracia.
Huelga decir que nadie defiende ninguna distribución a lo loco de sacramentos "porque sí", por el evidente pecado de tentar a Dios que esto supondría, pero sí cualquier sana generosidad.
¿De qué sirve que unos padres adúlteros lleven a sus hijos a comulgar? se pregunta.
¿De qué sirve que mejor no los lleven?, pregunto yo.
Jesús dijo: "Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis". Y eso es lo que quiere hacer la Iglesia: que los niños vayan a Jesús.
Si los padres, incluso viviendo en una situación no deseada por la Iglesia, quieren que sus hijos se acerquen a Jesús, no estaría bien impedírselo.
Pues yo creo que los párrocos, incluso no teniendo una varita mágina, sí podeis hacer cosas.
Para empezar yo prohibiría los disfraces de comunión, ¿sabes? y el carácter festivo de la celebración...
Es responsabilidad de las parroquias, y de los párrocos también, despojar las Primeras Comuniones de todo lo que no sea estrictamente sacramental y Litúrgico.
Así se disminuiría, un poco, el acercarse al Sacramento no por el Sacramento sino por la fiesta que lo rodea.
Varias medidas:
a.-prohibir los disfraces
b.-incrustar las Primeras Comuniones en un contexto celebrativo "fuerte" y cuyo carácter no sea exclusivamente de Primera Comunión. Por ejemplo, no sé si es una barbaridad... en la Vigilia Pascual
c.-no segregar a los niños de Primera Comunión, es decir, no sentarlos aparte ni darles ese día un especial protagonismo, que estén con el resto de la asamblea, con sus padres, y que de ahí se acerquen al Sacramento
d.-impedir que la Misa de ese día degenere en lo que comúnmente se conoce como "Misa para niños"
Pues si piensas que debes pedir un documento del obispo con validez para toda la diócesis, hazlo.
Ayer le estuve leyendo a mi mujer (que no es católica) un texto de santa Edith Stein, cuya fiesta celebramos hoy: Wie ich in den Kölner Karmel kam (Cómo entré en el Carmelo de Colonia). Edith relata someramente que tenía la intención de solicitar una audiencia privada al Papa para solicitarle una encíclica sobre la persecución a los judíos en el III Reich. Considerando el misterio de la Providencia de Dios podemos intuir hasta qué punto la vida de carmelita de Edith y la aceptación voluntaria del destino de su pueblo como su destino propio fue más eficaz, salvó más vidas, que cualquier encíclica del Papa. Pero lo cortés no quita lo valiente, la intención ahí estaba y faltó poco, muy poco para que lo consiguiera.
Por lo tanto, hazlo, solicita el documento pastoral del obispo.
Yo acabo de plantear en la web de mi parroquia la cuestión de la Forma Extraordinaria.
Vamos, ya te aseguro que humanamente vas a fracasar tú menos solicitando del obispo que yo con mi solicitud.
Vengo de Hispanoamérica y recibi la comunión a los doce años: de los 6 a los 8, taller de oración; de los 8 a los 10, comunión nivel 1; de los 10 a los 12, comunión; de los 12 a los 14, confirmación; de los 14 en adelante, grupo juvenil y demás pastorales. Pero claro, a los 12 años se le ve ridículo un traje de marino. Gracias a Dios, por allí eso no se estila. Mis padres no son católicos, pero yo me busqué la comunión y hoy soy un joven sacerdote.
En mi parroquia aquí en España, se nos hace difícil la catequisis de niños puesto que su capacidad de atención es muy reducida, excepto si hacemos ludoterapia, además no están suficientemente alfabetizados, y los libros catequéticos de la Conferencia episcopal son de pena: son dibujos y rellenar con frases cortas... para dibujar que se vayan a la guardería. Adelantar la edad sacramental implicaría que todavía más pronto se marcharían de la Iglesia...
LA MODA DE LAS PRIMERAS COMUNIONES
Con motivo de la primera Comunión de dos de mis nietas alguien dijo: Ya habéis salido de éstas, ya sólo queda la pequeña, aunque para entonces a lo mejor ya no se lleva. El comentario me resultó desagradable y ha venido a mi mente una y otra vez y me ha hecho reflexionar.
Posiblemente la persona que hizo el comentario no conoce el valor de la Eucaristía y no entiende lo que representa que Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, nos dejará su propio Cuerpo para estar siempre con nosotros, dentro de nosotros, para formar parte de su Iglesia y anunciar a todas las gentes la buena noticia del amor de Dios y la salvación por medio de Cristo.
Pero la forma en que gran parte de los cristianos celebramos la primera Comunión de nuestros hijos quizás justifica que parezca a los ojos de muchos como una moda, como un acto social lleno de boato, que de alguna manera deja en penumbra, casi hasta hacerlo desaparecer, el hecho inefable de participar por primera vez en la Cena del Señor.
En este sentido yo también deseo que esta forma de celebración sea una moda que pase pronto de llevarse. Es lamentable que este día los niños estén pensando más en los regalos que recibirán, que en el gran regalo de la Comunión. También es lamentable que lo más importante ese día sea el traje o el restaurante o los invitados o las fotografías y que el coste de todo ello resulte una carga onerosa para la familias.
Me apena que para muchos niños su primera Comunión sea también la última, ya que forman parte de esa gran mayoría de familias que se dicen católicas para añadir, de inmediato, “aunque no practicantes”. Pues sería mejor que dejaran de practicar estas fiestas por un acontecimiento cuyo contenido esencial no valoran, ya que no acuden a celebrar cada domingo la Eucaristía y no digamos nada del sacramento de la Penitencia ya que, al parecer, como “todo el mundo es bueno” y ha perdido la conciencia de pecado, nadie se siente necesitado de perdón.
Los padres transmitimos lo que, en la práctica, vivimos día a día y si en ese día a día no hay vivencia religiosa de la fe, de la esperanza y el amor, ni conciencia de pertenecer a la Iglesia de Jesús, resulta difícil, aunque no imposible, que los hijos vivan una vida religiosa, más aún cuando el ambiente social que nos rodea nos lleva a todos a prescindir de cualquier esfuerzo para dominar nuestros instintos y llegar a ser más personas y al ateismo práctico de prescindir de Dios como innecesario por creernos autosuficientes.
La santidad del sacramento de la Eucaristía exige una profunda reflexión sobre el uso que se hace del mismo con motivo de las Primeras Comuniones.
Francisco Rodríguez Barragán
http://elguadalope.es/2010/05/11/la-moda-de-las-primeras-comuniones/
Publicado en Rebelión Digital y Diario Siglo XXI el 12-05-10
http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/55723
http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=17012&id_seccion=5&PHPSESSID=5678208ec3718efe810679d20cb6270d
http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/8697/2010-05-13.html
Publicado en Análisis Digital el 15-05-10
http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=47733&idNodo=-5
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