(Luis F. Pérez/InfoCatólica) Mons. Munilla ha dado comienzo a su intervención asegurando que sus palabras “no están pensadas ni expresadas en clave política, y no apuntan a ningún partido político concreto”, sino que las dirige “a la conciencia de todos cuantos conformamos la sociedad vasca”, a la vez que ha advertido que es “consciente de que resultarán políticamente incorrectas, al chocar con una mentalidad laicista -con frecuencia, anticlerical- muy desarrollada en nuestro espacio socio cultural”.
El prelado ha explicado que “la laicidad del Estado y de las instituciones públicas supone neutralidad ante las diversas creencias religiosas, y al mismo tiempo, colaboración con todas ellas en la medida en que contribuyan al bien común de la sociedad”.
Sin embargo, ha aseverado el obispo, “el Estado laicista no reconoce la vida religiosa de los ciudadanos como un bien positivo para el individuo y para la sociedad, que deba ser protegido por los poderes públicos. Por el contrario, lo considera como una sensibilidad privada, solo tolerable en la medida en que no tenga pretensiones de impregnar la vida social o de influir en ella”.
Mons. Munilla ha asegurado que los “presupuestos laicistas están llenos de falsos prejuicios y que son deudores de algunas de las leyendas negras que se han vertido contra el cristianismo; además de que desconocen la riqueza de la doctrina social católica”.
Defensa de la clase de Religión
En relación a la asignatura de religión, el obispo de San Sebastián ha sido claro y rotundo: “¡No es justo lo que está ocurriendo con la asignatura de Religión! ¡La asignatura de Religión está padeciendo una agresiva estrategia de acoso y derribo! ¡La libertad de enseñanza y la misma libertad de conciencia están en peligro!”
Mons. Munilla ha explicado el proceso que se sigue en la campaña contra dicha asignatura: “se empieza por poner todo tipo de “palitos” en las “ruedas” al estatus de la asignatura (evaluable o no evaluable; troncal o secundaria; con asignatura alternativa o sin alternativa; en horario escolar o extraescolar; etc, etc, etc); se sigue por reivindicar su exclusión del sistema público de enseñanza, en nombre de una malentendido concepto de “escuela laica”; y se terminará -a medio plazo- por forzar su salida del curriculum de la misma enseñanza privada concertada”.
El prelado ha defendido la clase de religión asegurando que es un derecho y no un privilegio. Don José Ignacio ha advertido que “algunos católicos pueden estar arrastrando una especie de complejo, como si hubieran logrado hacerles creer que la presencia de la clase de Religión en la escuela, es una reminiscencia del antiguo régimen en esta sociedad democrática”. “Muy al contrario”, ha apuntado, “se trata de un derecho, reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU (1948)”.
El obispo de San Sebastián ha insistido igualmente en que la clase de Religión no es equiparable ni sustituible por la Catequesis: “La asignatura de Religión está destinada principalmente a una formación intelectual, aún con la peculiaridad de ser confesional; mientras que en la Catequesis se procura introducir al alumno en el seguimiento personal de Jesucristo”.
Mons. Munilla ha asegurado también que esa asignatura “ayuda a entender la cultura que hemos heredado” y ofrece al alumno “una cosmovisión frente a la fragmentación del saber”. Y tras explicar la necesidad de que se incluya la dimensión moral en la educación si se quiere que la misma sea integral, ha señalado el papel vital que la religión ocupa en esa tarea.
El obispo ha criticado “la toma de postura de la llamada Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Euskal Herria, contraria a que la asignatura de Religión pueda ofertarse en la escuela pública”. Mons. Munilla ha explicado que en su “experiencia como obispo de Palencia, antes de ser destinado por el Santo Padre a la Diócesis de San Sebastián, fui testigo del siguiente fenómeno: En Castilla León la gran mayoría de los padres –el 80 % en Palencia- matriculaban a sus hijos en la asignatura de Religión, en la escuela pública; y sin embargo, las asociaciones de padres, al igual que en Euskadi, pedían públicamente la expulsión de la Religión de la escuela pública”.
El prelado vasco atribuye ese sinsentido a “la tradicional pasividad de los católicos en el escenario de la vida pública, es corresponsable del avance del laicismo en nuestra sociedad. La participación de los católicos en la vida pública ha sido y es, notablemente inferior a la de los grupos laicistas”. “¡Nosotros mismos hemos mordido el anzuelo de quienes han querido recluirnos al ámbito de las sacristías!”, ha sentenciado el obispo.
Mons. Munilla ha considerado como “signo muy positivo y esperanzador”, “la confluencia de diagnósticos entre personajes tan experimentados y tan complementarios como son Benedicto XVI y el dirigente de la Unión Europea Jacques Delors. El primero ha denunciado proféticamente en diversos foros la “emergencia educativa” en la que se encuentra Occidente. El segundo, plenamente consciente de esta realidad, elevó un informe educativo a la ONU en 2008, bajo el título “La Educación encierra un tesoro”, en el que habla de la importancia de superar la tensión entre lo material y lo espiritual”.
El obispo de San Sebastián ha concluiso asegurando que “sólo cuando sabemos que venimos del amor y que volvemos a él, venciendo el sufrimiento y la muerte, es cuando podemos dar lo mejor de nosotros mismos con desinterés y alegría. ¡¡Por esto, reivindicamos la enseñanza religiosa!!”