(Clarin/Infocatólica) En la sentencia del Tribunal Interdiocesano de Córdoba se puede leer que “el presbítero José Nicolás Alessio ha cometido rechazo pertinaz de la doctrina descrita (…) al sacramento del matrimonio y desobediencia al Ordinario (…). Ha divulgado por escrito y de palabra por los medios de comunicación en contra del magisterio eclesiástico. (…)
La sentencia dispone que “Se le prohibe ejercer en público la potestad sagrada, es decir: celebrar la Santísima Eucaristía , oír confesiones, celebrar los demás sacramentos (…) y residir en la casa parroquial San Cayetano del barrio Altamira”.
Preguntado por si esperaba la sentencia, Nicolás Alessio asegura que la misma “estaba en el cálculo de mis posibilidades, pero no tan rápido ni con tanta dureza. Me han condenado y expulsado por opinar distinto”. El presbítero condenado explica que
“yo me animé a decir las cosas que creo que deben cambiar. Y eso se paga de ésta manera. Con la expulsión. Les molestó que hable porque la Iglesia es maestra en ocultar. En manejar la impunidad del silencio. Lo del matrimonio gay, encima, aborda un tema que les incomoda y está ligado a la sexualidad. Ellos siguen considerando enfermas o perversas a las personas gay”.
Ante la pregunta sobre lo que piensa hacer a partir de ahora, responde que él forma parte del “grupo de sacerdotes tercermundistas Enrique Angelelli. Somos unos sesenta, entre sacerdotes en ejercicio con opción por los pobres, y sacerdotes casados. Creemos que otra Iglesia es posible”. Alessio dice que vive ahora en una casa particular y se gana la vida “como asesor en educación” del bloque de legisladores de Luis Juez.
“Lo que más nos preocupa ahora”, afirma, “es que el arzobispo Carlos Ñáñez quiere arrasar con nosotros. En mayo reemplazará al padre Víctor Acha en la parroquia La Cripta, donde nos reunimos –y en la que antes ofició el también cura rebelde Guillermo Mariani, quien publicó un libro de memorias en el que confesaba haber tenido relaciones amorosas–. Quieren barrer con nosotros y la iglesia que nosotros representamos. Poner allí a un sacerdote de la línea oficial. Silenciar a los que opinamos diferente”.