(LD/La Razón) Según informa la agencia, un tribunal de Punjab, a 75 kilómetros al oeste de Lahore, condenó a esta mujer de 45 años por un delito de blasfemia. Mientras tanto, activistas denuncian que esta legislación alienta a los extremistas musulmanes en un país cada vez más hostil con las minorías religiosas.
Los hechos ocurrieron en junio de 2009 cuando Bibi, trabajadora agrícola fue mandada a buscar agua mientras trabajaba en un campo. El resto de mujeres, seguidoras del islam, se opusieron a que ella fuera porque al no ser musulmana contaminaría el recipiente y lo haría impuro. Por ello, le exigieron que abandonara el cristianismo y que se hiciera musulmana a lo que ella se opuso.
En su justificación, la fiel cristiana dijo a sus compañeras que "Jesús murió en la cruz por los pecados de la humanidad" y preguntó a las mujeres musulmanas qué había hecho Mahoma por ellas. En cuanto oyeron estas palabras acudieron al imán local, esposo de una de ellas, que a su vez presentó una denuncia ante la Policía por el delito de blasfemia. Y es que el artículo 295 del Código Penal de Pakistán pena con la muerte blasfemar contra el profeta del islam.
El juez, Naveed Iqbal, la condenó a muerte tras haber sido previamente detenida. El magistrado descartó totalmente que hubiese sido falsamente acusada o que existieran "circunstancias atenuantes". Ahora la sentencia a morir en la horca tiene que ser ratificada por el Tribunal Superior de Lahore.
“Ella estaba tan convencida de que en el juicio la iban a declarar inocente. Esta inesperada sentencia de muerte ha sido un gran shock para Asia”, comenta preocupado Shahzad Kamran (Bobbi), abogado y amigo de la condenada Asia Bibi.
He sido juzgada por ser cristiana
“Yo no soy una criminal, no hice nada malo. He sido juzgada por ser cristiana. Creo en Dios y en su enorme amor. Si el juez me ha condenado a muerte por amar a Dios, estaré orgullosa de sacrificar mi vida por él”, le dijo a Bobi, que reproduce textualmente las declaraciones de Asia que guarda grabadas en su teléfono móvil.
Según afirma Kamran, hace tres meses, en una visita a la Prisión Central de Sheikhupura, donde permanecía recluida a la espera de juicio, Bibi le confesó que el juez Muhamed Naveed Iqbal (quien dictó la sentencia) “entró en su celda y le ofreció convertirse al islam para salir libre. Asia le respondió al juez que prefería morir como cristiana que salir de la prisión siendo musulmana”.
Desde que Bibi fue sentenciada a la pena capital el pasado 8 de noviembre y enviada a una celda de aislamiento en el corredor de la muerte, aún no ha recibido ninguna visita, señala Kamran, que espera poder visitarla en los próximos días, acompañando a Ashik Masih, esposo de la convicta. “Espero que se encuentre bien, a pesar de estar desmoralizada”, anhela el abogado que describe a Bibi como “una mujer fuerte”.
Cuando la visitó en la prisión de Sheijkupura, en varias ocasiones, Bibi siempre mostraba entereza. “Estoy bien, no te preocupes, me dan de comer en la cárcel. Incluso los carceleros me preguntan si quiero alguna comida en especial, dejarán que me la traiga mi esposo. Lo único que te pido es que reces a Dios por mí para que pueda salir pronto de la prisión. Echo mucho de menos a mis hijos, especialmente a mis dos niñas. Sólo pienso en abrazarlas y besarlas todo el tiempo desde que estoy en la cárcel. Quiero estar con mis hijas, eso es lo único que le pido a Dios”, dice Kamran, evocando las palabras de ella en prisión.
Su hija Isha, de 13 años, está muy preocupada por su madre. Hace unos días alguien le dijo a la niña que su madre iba a ser asesinada en la cárcel: “Vendrá alguien y le cortará la garganta a tu madre y se morirá”.
“Ella aprecia el trato que recibe del personal de la prisión”, señala el abogado, aunque en su opinión no cree que respondiera con “sinceridad”, ya que había tres guardias presentes en la sala de visitas de la prisión.