El pontífice invitó a dar gracias por el hecho "de que estamos aquí presentes, por ejemplo, en este domingo, porque cantamos juntos, porque escuchamos la Palabra de Dios, porque nos escuchamos los unos a los otros mirando todos juntos hacia Cristo, y de este modo damos testimonio del único Cristo".
Benedicto XVI fue acogido con un prolongado aplauso en la "Christuskirche" de la Vía Sicilia de la ciudad eterna. El coro, compuesto por luteranos y seminaristas católicos alemanes, entonaba el "Jubilate Deo" de Mozart.
La presidente de la comunidad evangélico-luterana de Roma, que cuenta con unos 350 miembros, la señora Doris Esch, en su saludo de bienvenida en italiano y alemán, recordó que ya en 1983 Juan Pablo II había visitado esa iglesia, con motivo del quinto centenario del nacimiento de Martín Lutero.
El cardenal Joseph Ratzinger ya conocía el templo, pues en 1998, siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, mantuvo un encuentro con la comunidad luterana con motivo de su fiesta anual.
La señora Esch recordó que este encuentro ecuménico recordaba los diez años de la firma de la histórica declaración católico-luterana sobre la Doctrina de la Justificación, y concluyó sus palabras diciendo: "Santidad, puede sentirse en su casa".
Por su parte, el joven pastor de la comunidad, Jens-Martin Kruse, comenzó reconociendo: "Para nosotros es verdaderamente un día de alegría". Su homilía se convirtió en un profundo comentario del significado de la "alegría" cristiana en este domingo litúrgico de "Laetare", en pleno camino cuaresmal.
Citando a san Pablo, el pastor invitó a avanzar por el camino de Cristo, "pero no caminando los unos junto a los otros, sino juntos", "y, en la tribulación, a consolarnos mutuamente, con el consuelo de que nosotros mismos somos consolados por Dios".
El Papa, en su discurso, reconoció que "ciertamente no tenemos que contentarnos con los éxitos del ecumenismo de los últimos años, pues no podemos beber del mismo cáliz, ni podemos estar juntos alrededor del mismo altar". "Esto nos tiene que entristecer, pues es una situación pecaminosa, pero la unidad no puede ser fruto de los hombres, tenemos que encomendarnos al Señor, pues Él es el único que puede darnos la unidad. Esperamos que Él nos lleve a esta unidad", añadió.
Citando las palabras del pastor Kruse, el Santo Padre reconoció que el primer punto de encuentro entre luteranos y católicos "debe ser la alegría y la esperanza que ya vivimos, y la esperanza de que esta unidad pueda ser más profunda".
Tras el servicio dominical, el Papa participó en un encuentro de fraternidad con la comunidad y con su pastor.
La construcción de la iglesia evangélico-luterana, obra de Franz Schwechten, arquitecto de corte del emperador alemán Guillermo IV, fue concluida en 1922.