(Juan Meseguer Velasco/Aceprensa) El 2 de noviembre de 2004, California aprobó en referéndum dedicar 3.000 millones de dólares de los fondos públicos a investigaciones con células madre embrionarias en los próximos diez años. El sí a esta propuesta –conocida como la Proposición 71– llegó tras una intensa campaña mediática protagonizada por el actor tetrapléjico Christopher Reeves y otros famosos con limitaciones físicas, en la que aseguraron a los votantes que la investigación con embriones era necesaria para curar muchas enfermedades. Pese a que no faltaron voces críticas que auguraban el fracaso de la investigación con células embrionarias, lo cierto es que al final pudo más la ola de simpatía por las celebridades de Hollywood.
Un giro silencioso
En marzo de 2009, el presidente Barack Obama decidió levantar los límites impuestos por su predecesor George Bush a la financiación federal de las investigaciones con células madre embrionarias. La decisión fue muy aplaudida por los responsables del Instituto de Medicina Regenerativa de California, que fue creado en virtud de la Proposición 71 para financiar los proyectos. Alan Trounson, director del Instituto, felicitó a Obama por su decisión y presentó a California como la meca de la investigación con células embrionarias. Además, Trouson hizo una breve alusión al futuro: “Los científicos financiados con fondos federales que hasta hoy sólo tenían acceso a 21 líneas de investigación de células madre embrionarias, podrán escoger ahora entre cientos de ellas”.
A la vista de estas declaraciones, se podría pensar que Trouson y sus colegas van a entregarse en alma y cuerpo a la experimentación con embriones. Pero este mensaje no concuerda con el cambio de rumbo que emprendió el Instituto de Medicina Regenerativa de California a finales de 2009. Según la revista financiera Investor’s Business Daily, el Instituto quiere dar prioridad ahora a la investigación con células madre adultas. Eso sí, con la mayor discreción posible y sin descartar del todo las embrionarias.
Así empieza el editorial del Investor’s: “Después de cinco años en los que ha derrochado el presupuesto de los 3.000 millones de dólares destinados a la investigación con células madre embrionarias, no ha habido ninguna cura, ninguna terapia y poco progreso. Por eso, los inversores abrazan ahora la causa a la que se opusieron en su día”. Como ejemplo de ese giro silencio, el Investor’s asegura que el Instituto de Medicina Regenerativa de California concedió el pasado 14 de octubre cerca de 230 millones de dólares a 14 equipos de investigación. Es significativo que 10 de ellos se ocupan de las células madre adultas y sólo 4 de las embrionarias. Los editorialistas critican también el doble rasero del Instituto: “A lo largo de estos años, hemos observado que cuando necesitaba financiación empleaba la expresión ‘células madre embrionarias’. En cambio, si había que hablar de resultados, suprimía la palabra ‘embrionarias’”.
¿Ciencia pura o ideología?
El editorial del Investor’s concluye criticando una creencia muy extendida hoy en Estados Unidos: el tópico de que la “ciencia pura” no puede ser obstaculizada por la política ni la ideología, ni mucho menos por la religión. Según este planteamiento, George Bush habría hecho un flaco favor a la ciencia al limitar la experimentación con embriones humanos en virtud de sus convicciones religiosas. En cambio, Barack Obama iría por el buen camino al promover una “investigación libre y abierta”, fundada “en hechos, no en ideología”.
Pero en la práctica esta visión de la ciencia no es tan pura como parece. Como recuerda el Investor’s, el mismo mes en que Obama levantó los límites establecidos por Bush a la experimentación con embriones la prestigiosa doctora Bernadine Healy –ex directora del Instituto Nacional de Salud–, escribió una columna en la que declaraba “obsoletas” la células embrionarias. Y peor aún: este tipo de células podían ser peligrosas. A diferencia de las células adultas extraídas del cuerpo del paciente, las embrionarias son difíciles de dominar y de lograr que se conviertan en el tejido deseado. Además, requieren altas dosis de inmunosupresores y pueden dar lugar a una especie de tumor conocido como teratoma.
Las conclusiones de Healy no son una sorpresa para quienes trabajan en el mundo de la ciencia. De ahí que el Investor’s concluya: “Son los investigadores dedicados a la investigación con células embrionarias quienes han politizado la ciencia, y se han interpuesto en el camino del progreso real. Por eso, nos alegramos de ver que los investigadores de California vuelven a poner la ciencia en su lugar”.