(Agencias/InfoCatólica) Desafiando a la lluvia, que durante todo el día cayó sobre Roma, el Pontífice llegó a la plaza romana en el papa-móvil, siendo acogido por miles de personas, así como por las autoridades romanas y el embajador de España cerca de la Santa Sede, Francisco Vázquez.
Benedicto XVI afirmó que la Virgen María repite a los hombres de nuestro tiempo: «no tengáis miedo, ya que Jesús ha vencido el mal», y «¡cuánto necesitamos esta bella noticia!».
La amplificación del mal por los medios de comunicación
Benedicto XVI agregó que en las ciudades viven o sobreviven «personas invisibles, que de vez en cuando saltan a las primeras páginas de los diarios y de las televisiones y que son explotadas al máximo, mientras la noticia y la imagen atraigan la atención».
«Cada día, en los diarios, la televisión y la radio, el mal es contado, repetido y amplificado, acostumbrándonos a las cosas más horribles, haciéndonos más insensibles y de, alguna manera, intoxicándonos, porque lo negativo no es totalmente eliminado y día a día se va acumulando. El corazón se endurece y los pensamientos se ensombrecen», describió el Papa.
«Los medios de comunicación tienden a hacernos sentir cada vez más como espectadores, como si el mal afectase solamente a los otros y ciertas cosas jamás nos pudiesen ocurrir a nosotros», añadió.
La Virgen María, victoria de la Gracia sobre el pecado
Pero –advirtió el Santo Padre– la ciudad somos todos y cada uno contribuye a su vida, a su clima moral, en el bien o en el mal y subrayó que «ninguno de nosotros tiene derecho a juzgar a los otros, sino que debe sentirse obligado a mejorar como persona». Por el contrario, «todos somos actores en el bien y en el mal y nuestro comportamiento tiene un influjo sobre los otros», reiteró.
«Por ello –añadió–, nuestras ciudades necesitan a María, que recuerda la victoria de la Gracia sobre el pecado y anima a tener esperanza incluso en las situaciones humanamente más difíciles».
La contaminación del espíritu y la pureza de la Inmaculada.
El Obispo de Roma dijo que la contaminación física es real y muy dañina, pero que hay una contaminación «menos perceptible, pero igual de peligrosa: la contaminación del espíritu», que hace al hombre «menos sonriente, más oscuro, le lleva a no saludarse entre ellos y a no mirarse a la cara».
El Papa agregó que «esas personas pierden el alma, se convierten en cosas, objetos sin cara, intercambiables y de consumo». La Virgen María, aseguró el Obispo de Roma, «ayuda al hombre a descubrir y defender la profundidad de las personas, ya que Ella es la transparencia del alma en el cuerpo, la pureza en persona, la que ayuda al hombre a abrirse a Dios, para que mire a los otros como Dios le mira a él: desde el corazón».
Homenaje a quienes practican la ley evangélica del amor
Benedicto XVI dijo que quería homenajear en esta jornada a todas aquellas personas que en silencio, sin palabras, se esfuerzan en practicar la ley evangélica del amor, que hace caminar al mundo. En su homenaje a la Inmaculada, el Papa resaltó que «María recuerda que donde abundó el pecado, hubo gracia en abundancia» y que escuchándola el hombre puede conseguir que la ciudad sea más bella, más cristiana, más humana.