(Bruno Moreno/InfoCatólica) La renuncia canónica de Mons. Fukahori fue aceptada por el Papa en el año 2004, cuando el obispo tenía ya setenta y nueve años y llevaba veintisiete al frente de la diócesis. Joseph Satoshi Fukahori fue ordenado sacerdote en 1951, muy poco después del final de la Segunda Guerra Mundial. Conoció por lo tanto, los horrores de la guerra, la reconstrucción del país y el desencanto que ha producido un bienestar económico que, falto de base espiritual, ha dado lugar al desencanto, a un materialismo exacerbado y a unos altísimos índices de alcoholismo y suicidios. Ante esta situación, la prioridad para el obispo de Takamatsu fue siempre la evangelización.
Una de las grandes dificultades para la Iglesia Católica en Japón es la falta de sacerdotes. La mayoría de las diócesis japonesas se mantienen a base de sacerdotes formados en el extranjero y sus seminarios están vacíos. Ante esta situación, Monseñor Fukahori, creó en su diócesis, hace casi veinte años, un seminario diocesano internacional Redemptoris Mater, destinado a la Evangelización del Japón y de toda Asia. Cuando se instaló este seminario para chicos del Camino Neocatecumenal en Takamatsu, no había ni un sólo seminarista en la diócesis. En él se han formado treinta sacerdotes que, en la actualidad, ejercen su ministerio en Japón y en otros lugares del mundo. Debido al rechazo del obispo que sucedió a Mons. Fukahori, este seminario ha sido trasladado recientemente a Roma, bajo la protección del Santo Padre, y continúa dedicado a la evangelización de Japón.
Siempre preocupado por la evangelización, el obispo de Takamatsu quiso también llamar a varias familias en misión para que, con sus hijos, se instalaran en su diócesis y actuasen como sal y fermento del Evangelio en una sociedad japonesa cada vez más secularizada. Gracias a estas familias, muchos japoneses han recibido la fe en los lugares más inesperados: en su trabajo, a través de los compañeros de colegio o en conversaciones con sus vecinos. Otra de las prioridades del Obispo fueron los jóvenes, esperanza de la Iglesia en un país con una media de edad cada vez más alta y donde muy pocos jóvenes dedican su vida al sacerdocio o a la vida consagrada.
A pesar de que han transcurrido ya casi quinientos años desde el comienzo de la evangelización del Japón, la mayoría de los habitantes de este país asiático aún desconocen el Evangelio o sólo lo conocen de oídas. Monseñor Fukahori, siguiendo la tradición de San Francisco Javier y de los mártires japoneses, entregó su vida a Dios durante sus años como sacerdote y obispo por la evangelización del Japón, para llevar la Buena Noticia a aquellos que, a pesar de sus riquezas y bienestar, no han encontrado aún el tesoro escondido de la fe.
Lux perpetua luceat ei.