(LSN/InfoCatólica) Thomas Paprocki, obispo católico de Springfield, Illinois, y muy apreciado por los movimientos pro-vida y pro-familia por su sólida defensa de la ortodoxia católica y la moralidad, ha firmado el pasado 12 de junio un decreto sobre el «matrimonio» entre personas del mismo sexo y asuntos pastorales relacionados. Fue enviada a los sacerdotes y al personal diocesano la semana pasada y posteriormente filtrada a los medios de comunicación simpatizantes con la causa LGTBI.
«La Iglesia no solo tiene la autoridad, sino la seria obligación de reafirmar su enseñanza auténtica sobre el matrimonio y de preservar y fomentar el valor sagrado del estado matrimonial», explicó Paprocki después de recordar a su rebaño que esta «es la enseñanza clara y coherente de la Iglesia Católica desde su fundación por Nuestro Señor Jesucristo».
El obispo es reponsable de su rebaño ante Dios, con caridad pero sin comprometer la verdad
Paprocki escribió que él tiene «la responsabilidad como obispo diocesano de guiar al pueblo de Dios que me ha sido confiado con caridad pero sin comprometer la verdad». Debido a esto, describió la política diocesana sobre asuntos relacionados con el «matrimonio» entre personas del mismo sexo, citando el Código de Derecho Canónico rigurosamente.
Paprocki tiene una licenciatura y un doctorado en derecho canónico de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, además de un grado de derecho civil de la Universidad DePaul y varios títulos de teología.
No se necesitan instalaciones diocesanas, tales como parroquias, escuelas «dedicadas, consagradas o usadas para el culto católico», para «solemnizar o bendecir “matrimonios” homosexuales o para recibir recepciones de estos eventos», instruyó Paprocki. Los sacerdotes y los empleados diocesanos no deben ayudar o celebrar las «bodas» del mismo sexo. Hacerlo podría conllevarles en un «justo castigo» para ellos.
Los que cometen actos homosexuales y no están arrepentidos no deben presentarse a la comunión
Citando los canon 915 y 916 , Paprocki escribió: «Dada la naturaleza objetivamente inmoral de la relación inherente a los matrimonios homosexuales, las personas en tales uniones no deben presentarse para la Santa Comunión, ni deben ser admitidos a ella».
El Canon 915 dice que aquellos que «obstinadamente perseveran en pecado grave manifiesto no deben ser admitidos a la Santa Comunión».
El Canon 916 instruye a los católicos conscientes del pecado grave de no «recibir el cuerpo del Señor sin una confesión sacramental previa».
Importancia del llamado a la conversión
Paprocki instruyó a sus sacerdotes a reunirse en privado con personas que vivían en tales situaciones, «llamándolos a la conversión». Pueden recibir la Santa Comunión después de haber sido «restaurados a la Comunión de la Iglesia a través del Sacramento de la Reconciliación».
En el caso de alguien en un «matrimonio» del mismo sexo en peligro de muerte, se le puede dar la Sagrada Comunión como parte del Viaticum (los Últimos Ritos) siempre que él o ella «exprese arrepentimiento por sus pecados».
Las instrucciones de Paprocki también describieron cómo tratar la recepción de los sacramentos para los niños cuyos padres o tutores viven en una relación del mismo sexo. Si hay «esperanza bien fundada de que él o ella será educado en la fe católica», se le debe bautizar. Los pastores deben «usar la debida discreción para determinar la conveniencia de la celebración pública del bautismo».
Los niños que viven con parejas del mismo sexo pueden recibir la Primera Comunión y la Confirmación siempre y cuando estén «calificados y dispuestos de manera adecuada».
No se les deberá negar la admisión en las escuelas católicas o en los programas de catequesis, dijo Paprocki, pero los niños serán enseñados «de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio y la sexualidad». Así que «los padres o los que legalmente toman el lugar de los padres» deben ser conscientes de esto si eligen inscribir a sus hijos en las escuelas diocesanas.
Aquellos que públicamente se han involucrado en «matrimonios del mismo sexo» no pueden ser padrinos de Bautismo o Confirmación. No deben recibir el sacramento de la Confirmación a menos que se hayan «apartado de la relación objetivamente inmoral». Tampoco deben servir en el «ministerio público litúrgico», siendo lectores en la Misa o ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión.
El riesgo de «escándalo púbico»
«A menos que hayan dado signos de arrepentimiento antes de su muerte, las personas fallecidas que habían vivido abiertamente en un “matrimonio” entre personas del mismo sexo dando escándalo público a los fieles deben ser privadas de los ritos funerarios eclesiásticos», continúa la carta. « En el caso de que surja alguna duda, hay que consultar al Ordinario del lugar y atenerse a sus disposiciones (Canon 1184)».
Fue esta sección en particular a la que llamaron la atención los medios liberales.
El Código de Derecho Canónico establece en el Canon 1184:
1184 § 1. Se han de negar las exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento:
1 a los notoriamente apóstatas, herejes o cismáticos;
2 a los que pidieron la cremación de su cadáver por razones contrarias a la fe cristiana;
3 a los demás pecadores manifiestos, a quienes no pueden concederse las exequias eclesiásticas sin escándalo público de los fieles.
La Arquidiócesis de Filadelfia emitió directrices similares el verano pasado:
«Dos personas en una relación activa y homosexual del mismo sexo, por más sincera que sea, ofrecen un grave contra-testimonio de la fe católica, que solo puede producir confusión moral en la comunidad», escribió el Arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput. «Esta relación no puede ser aceptada en la vida de la parroquia sin menoscabar la fe de la comunidad, sobre todo la de los niños ... aquellos que viven abiertamente estilos de vida homosexual no deberían tener posiciones de responsabilidad en una parroquia, ni llevar a cabo ninguna función en el ministerio litúrgico».
Las pautas de Chaput también instruyeron a los sacerdotes que aquellos que participan activamente en el adulterio - otra unión sexual que la Iglesia enseña que es inmoral - no deben recibir la Santa Comunión.