(InfoCatólica) En junio de este año, se aprobó en Canadá una legislación federal que legalizaba el suicidio asistido. La nueva ley canadiense permite que los médicos y enfermeras o bien causen directamente la muerte del paciente (eutanasia) o le receten medicinas para provocar su muerte (suicidio asistido).
En ese contexto, los obispos canadienses de la región del atlántico publicaron el pasado 27 de noviembre la carta titulada «Una reflexión pastoral sobre la asistencia médica para morir». En ella, se dan los criterios pastorales apropiados, a juicio de los obispos, para que los sacerdotes traten con las personas que han decidido suicidarse aprovechando las facilidades que les confiere la nueva ley.
En la carta, se indica que la nueva legislación «plantea muchas preguntas y preocupaciones para los enfermos, sufrientes y sus familias y amigos», además de «plantearnos el reto como Iglesia y como Católicos individuales de crecer en nuestra comprensión de la enseñanza moral de la Iglesia sobre este tema». Los obispos recuerdan que la eutanasia y el suicidio asistido «no reflejan nuestra visión cristiana de la vida, el sufrimiento y la muerte», aunque en ningún momento se denuncia la ley como gravemente inmoral e injusta.
Monseñor Claude Champagne, obispo de Edmunston y Presidente de la Conferencia Episcopal del Atlántico, explicó al Catholic Register que el documento pone más énfasis en el cuidado pastoral que en la doctrina, para asegurarse de que los católicos se sientan acogidos. «Intentamos no condenar ni juzgar, sino que tratamos de acercarnos a la gente para expresar la visión católica, a la vez que acompañamos a la gente». De esa forma, quieren seguir lo expresado en Amoris Laetitia, sobre reconocer que «hay gente que todavía no ha llegado» a aceptar la visión católica. «Los acogeremos, intentaremos comprenderlos y los acompañaremos». La carta afirma que el Santo Padre «nos recuerda que quien acompaña a otros debe darse cuenta de que la situación de cada persona ante Dios y su vida de gracia son misterios que nadie puede conocer plenamente desde fuera. Por lo tanto, no debemos juzgar la responsabilidad y culpabilidad de la gente».
Los obispos señalan que, «en el cuidado pastoral de aquellos que están contemplando la posibilidad de recurrir a la asistencia médica para morir, debemos recordar que la finalidad del cuidado pastoral es comunicar la compasión de Cristo, su amor que sana y su misericordia». Asimismo, indican que las personas «que estén considerando la posibilidad de acudir a la eutanasia o al suicidio asistido y que pidan el ministerio de la Iglesia deberán ser acompañadas con diálogo y apoyo compasivo y orante».
El documento de los obispos indica que aquellos que estén «considerando recurrir a la eutanasia o al suicidio asistido» podrán recibir la Comunión, la Confesión y la Unción de Enfermos además de tener un funeral católico después de suicidarse. Para concederles estos sacramentos, los sacerdotes deberán tener en cuenta su «contexto emocional, familiar y de fe». Es el «encuentro pastoral» el que «arrojará luz sobre situaciones pastorales complejas e indicará la acción más apropiada a tomar, incluida la decisión de si la celebración de los sacramentos es adecuada». La decisión de si se va a celebrar un funeral católico deberá tomarse en «diálogo con las personas involucradas de forma compasiva, sensible y abierta», aunque parecen indicar que siempre deberá celebrarse ese funeral, porque «como personas de fe y ministros de la gracia de Dios, estamos llamados a confiar a todos, sin importar sus decisiones, a la misericordia de Dios».
Con estas directrices pastorales, los obispos del Atlántico se separan por completo de lo que determinaron en septiembre los obispos canadienses de Alberta y los Territorios del Noroeste. Los obispos de esta otra región publicaron un Vademécum en el que se indicaba que las personas que rechazaran de forma «obstinada» la doctrina de la Iglesia sobre el suicidio asistido no podían recibir la Unción de Enfermos. Sí que admitían, en cambio, la posibilidad de un funeral católico en algunas situaciones. Monseñor Champagne resaltó que la postura de los obispos de Alberta y el Noroeste no expresa la visión de todos los obispos católicos del Canadá.