(InfoCatólica) Mons. Melina empieza su artículo afirmando que «el Instituto Juan Pablo II para el estudio del matrimonio y la familia acoge con respeto, gratitud y disponibilidad filial la exhortación apostólica post sinodal Amoris Laetitia, con la que el papa Francisco ha completado el camino sinodal que empezó ya hace un par de años».
El presidente del Instituto Juan Pablo II reconoce que tras el debate eclesial y mediático sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar, es legítimo preguntarse: «¿el texto acabado de publicar representa de verdad un cambio en la disciplina tradicional de la Iglesia, permitiendo finalmente a los divorciados «recasados» recibir la comunión, al menos en algunos casos?»
Y responde:
«Después de haber leído el capítulo octavo, en el que se examina la cuestión, hay una sola conclusión posible: la exhortación apostólica Amoris Laetitia no cambia la disciplina de la Iglesia, que se apoya en razones doctrinales, como indicado de la Familiaris Consortio 84 y confirmado de la Sacramentum Caritatis 29. En efecto, el cuerpo del texto del capítulo octavo ni siquiera menciona la Eucaristía. En ninguna parte de la nueva exhortación post sinodal el papa Francisco dice que los divorciados «recasados» pueden acceder a la Eucaristía sin el requisito de «vivir como hermano y hermana» y por tanto esta exigencia de la Familiaris Consortio 84 y la Sacramentum Caritatis 29 queda totalmente válida como punto de referencia para el discernimiento. Esta claridad es el mínimo que se debería pedir para legitimar el cambio de una disciplina arraigada en la tradición y doctrina de la Iglesia, establecida firmemente del magisterio de la Iglesia (cfr. Mt 5, 37). En efecto, San Juan Pablo II en la Familiaris Consortio y Benedicto XVI en la Sacramentum Caritatis se han expresado con cristalina claridad».
Y además, añade:
«Es evidente, entonces, que el papa Francisco, que ha insistido sobre la importancia del principio de sinodalidad de la Iglesia, no ha querido ir más allá de las decisiones sinodales. Por tanto, se ha de decir con claridad que después de la Amoris Laetitia admitir a la comunión a los divorciados «recasados», fuera de las situaciones previstas de la Familiaris Consortio 84 y de la Sacramentum Caritatis 29, va contra la disciplina de la Iglesia y enseñar que es posible admitir a la comunión a los divorciados «recasados», más allá de estos criterios va contra el magisterio de la Iglesia».
Mons. Melina explica que «una vez excluidas las interpretaciones casuísticas y tendenciosas, ¿qué cosa realmente nos quiere decir el Santo Padre con este texto? Aquí la respuesta simple y decisiva: quiere anunciar de una nueva manera el evangelio de la familia y quiere invitar a todos, en cualquier situación que se encuentren, a un camino: «¡Caminemos, familias, continuemos a caminar!».
Y además afirma que el Santo Padre «parte de la constatación que por desgracia en nuestras sociedades occidentales, también entre muchos bautizados, el matrimonio ya no se percibe como una buena nueva. Este es el verdadero problema pastoral, del que la exhortación apostólica se hace cargo, con valentía. El papa quiere abrir un nuevo camino para la proclamación de la buena nueva del matrimonio y de la familia para la vida de la Iglesia».