(Actuall) La Autoridad de Embriología y Fertilización Humana (HFEA) ha concede esta licencia al equipo del Instituto Francis Crick de Londres, que había solicitado este permiso el pasado mes de septiembre.
El principal objetivo de esta investigación es proporcionar un mayor entendimiento sobre los primeros momentos de la vida humana. Las autoridades del Reino Unido, han comunicado que los experimentos se realizarán durante los primeros siete días después de la fertilización del embrión, cuando han formado una estructura de entre 200 y 300 células llamada blastocisto. Después deberán ser destruidos en el plazo máximo de dos semanas.
La autorización supone que estos experimento genéticos de seres humanos embrionarios, que serán destruidos a los 15 días de desarrollo, son considerados «éticos» por el Reino Unido, que prohíbe su uso posterior para tratamientos de fertilidad.
La modificación genética está prohibida en casi todo el mundo
De este modo, los científicos no podrán implantar los embriones en mujeres. La autorización se ha registrado después de que, investigadores en China, admitiesen el año pasado haber alterado los genes de embriones humanos para intentar eliminar un problema sanguíneo de origen genético.
Las modificaciones con fines terapéuticos están prohibidas en casi todo el mundo, pero, a partir de ahora, este permiso se podrá conseguir en Reino Unido si la finalidad del mismo es la investigación científica.
Esta permisividad es muy controvertida ya que implica la destrucción de embriones que poseen toda la carga genética de un ser individuo de la especie humana único e irrepetible y, por ende, la eliminación de vidas humanas. Además, esta alteración del ADN de un embrión puede ser el primer paso para abrir la puerta a los llamados ‘bebés de diseño’.
Según explicó el instituto Francis Crick el pasado año, cuando solicitó la licencia, los científicos esperan que los embriones que modificarían sean donados por parejas que tengan muchos almacenados como parte de sus tratamientos de fertilidad.
Los investigadores, en un intento de blanquear que el embrión será destruido, subrayan que no permitirán que «cumplan su ciclo de crecimiento» (sic), sino que los estudiarán en las primeras etapas del desarrollo antes de destruirlos.
Técnica no fiable
Nicolás Jouve, doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático en Genética desde 1977, explica que la técnica que se utiliza para la modificación de los embriones es la CRISPR/Cas9, la cual se lleva utilizando mucho tiempo en células de adultos o en embriones de animales.
Con esta técnica se trabaja sobre la cadena del ADN y se busca cambiar las bases nucleotídicas para poder modificar un gen y cambiarlo por otro. Los motivos de este cambio puede ir desde evitar una enfermedad hasta la elección de una característica física como el color delos ojos.
Este método para alterar el genoma humano no es cien por cien fiable, y menos en embriones que, según explica Jouve, «son células indiferenciables de las que luego crecen los tejidos, por lo que, la modificación genética puede implicar que, esos cambios, afecten al individuo durante su crecimiento».
Estos cambios podrían afectar, por ejemplo, a los gametos, lo cual supondría que la modificación genética tendría consecuencias generacionales ya que afectarían a los descendientes.
El doctor Jouve añade que uno de los motivos por los que se experimenta con embriones y luego son destruidos es porque no existe una certeza de que esta técnica vaya a funcionar. «Como no hay fiabilidad y no se sabe que va a ocurrir, se destruyen. Si se tuviese la seguridad de que estos métodos funcionasen, no habría necesidad de destruirlos, pero nadie se va a arriesgar a construir un monstruo».
«Hay que defender la vida desde el momento exacto de su concepción», subraya.
Desde el punto de vista de la ética, el doctor Jouve afirma que no habría riesgo de incurrir en una falta de ética si estas prácticas se hiciesen sobre genes adultos. Las técnicas de modificación de embriones implican la destrucción de los mismos y una falta de respeto hacia la vida que «es una barbaridad».
Foto de la noticia: Josef Mengele