(La Gaceta) La base de la teoría de género tiene un nombre: David Reimer. Su historia muestra el verdadero rostro de la ideología de género y de sus promotores, cuyo objetivo no es la defensa de los «derechos sexuales» como pretenden hacer creer, sino el ataque a las bases de la cultura occidental a través de la ingeniería social. David Reimer fue obligado por sus padres y el doctor John Money, padre de la ideología de género, a criarse como si fuera una niña para poder demostrar que las diferencias entre el hombre y la mujer son tan sólo culturales.
La traumática historia de David Reimer comienza el 22 de agosto de 1965. Ese día nacieron en el hospital St. Boniface de Winnipeg (Canadá) dos gemelos, Bruce y Brian Reimer, a los que tuvieron que realizar una circuncisión por un problema de fimosis. A los siete meses, los pequeños fueron operados y, mientras realizaba la intervención, el médico cometió una negligencia y a uno de los dos gemelos, Bruce, le quemó el pene más allá de la reparación quirúrgica.
Esta negligencia médica fue la que desencadenó la pesadilla de Bruce. Buscando desesperadamente ayuda, los padres de los pequeños acudieron al doctor John Money, dedicado a la «reasignación sexual» por aquel entonces en el Hospital Johns Hopkins de Baltimore y director de una clínica pionera en cirugía transexual.
El Dr. Money había sido uno de los primeros en oponer el género al sexo biológico, asegurando que las diferencias entre el hombre y la mujer son culturales e independientes del sexo. Money fue definido por The New York Times como «un agente provocador de la revolución sexual» y no se cansó de aparecer en los medios de comunicación de la época para defender «la liberación sexual».
Por esta razón, cuando el pequeño Bruce llegó a sus manos, vio la oportunidad de demostrar las teorías que defendía. Sin mostrar ningún tipo de escrúpulo por experimentar con la vida de un ser humano, Money aconsejó a los padres del pequeño el cambio de sexo en el que él mismo era experto. «Yo puedo proporcionaros una vagina, pero para que el cambio sea completo necesito vuestra colaboración», fue la petición de Money a los jóvenes padres de Bruce, que apenas tenían 20 años y a los que este doctor les parecía «un dios». Así que con 22 meses, a Bruce le extirparon los testículos y sus padres se dedicaron desde entonces a criarla como si fuera una niña.
A los 11 años, el primer intento de suicidio
De esta forma, Bruce se convirtió en Brenda y su caso se conoció por todo Estados Unidos gracias a la propaganda que de él hizo el Dr. Money. En su libro publicado en 1972, Man & Woman, Boy & Girl, Money alardeó del «éxito rotundo» de su experimento y se dedicó a proclamar a los cuatro vientos que este caso era «la prueba concluyente» de que «no se nace hombre o mujer, sino que uno se convierte en hombre o mujer».
Sin embargo, el Dr. Money no hacía otra cosa que vender humo, ya que el éxito del que alardeaba no era tal. La pequeña Brenda nunca quiso ser una niña: cambiaba las muñecas que le regalaban por las peleas con sus amigos e incluso intentaba orinar de pie en el baño. Los primeros años de colegio sólo consiguieron empeorar la situación: sus compañeros se burlaban de la pequeña llamándola «marimacho» y «gorila» por su comportamiento masculino. Poco a poco, Brenda desarrolló conductas agresivas que dificultaron su educación. A los 11 años, intentó suicidarse al comenzar su tratamiento de estrógenos para que le crecieran los pechos.
Ajeno a la realidad del pobre niño que había sido obligado a ir contra su propia naturaleza, el mundo aceptó de buen grado las teorías del Dr. Money y la ideología de género fue imponiéndose poco a poco en la mentalidad de la sociedad. De tal forma, que hoy en día se ve con naturalidad que una persona decida obviar su propia naturaleza y cambie su sexo. Ser hombre o mujer puede ser una decisión personal. Sin embargo, muy pocos recuerdan que esta ideología se construyó sobre el dolor de un niño al que forzaron a perder su identidad.
Por si la frustración de este niño obligado a ser niña para probar una teoría no fuera suficiente, fue obligado a ver escenas de sexo explícitas, tanto en la consulta del Dr. Money como en su propia casa, y a simular actos sexuales con su propio hermano. Estos actos formaban parte de su «liberación sexual», así como el acostumbrarse a que sus padres fueran frecuentemente desnudos por la casa.
Volver a recuperar la identidad perdida
En 1980, el padre de este «niño experimento» decidió contarle la verdad sobre su origen y, por primera vez, Brenda sintió algo de paz al entender que «no estaba loca». Tras conocer la verdad, Brenda decidió volver a su sexo biológico y lo primero que hizo fue cambiarse el nombre. Eligió llamarse David porque este es el personaje bíblico que, siendo un niño, vence al gigante y poderoso Goliat.
Así comenzó su lucha por recuperar lo que le habían arrebatado. Empezó a inyectarse testosterona, le crecieron los primeros pelos en el rostro y a los dieciséis años se sometió a la primera operación para la creación de un pene. Mientras esperaba la mayoría de edad, permaneció escondido dos años en el sótano de su casa.
Sin embargo, este camino tampoco fue fácil de recorrer. David se sentía frustrado por su historia personal y su pasado le perseguía, hasta el punto de volver a intentar suicidarse en dos ocasiones. Finalmente, el trauma psicológico unido al suicidio de su hermano gemelo pudieron con él y se suicidó a los 38 años de edad, después de haber conseguido reconstruir en parte su vida al casarse y ser padre de tres niños.
David Reimer fue una víctima de la ideología de género. El padre de estas teorías, John Money, experimentó sin escrúpulos con su vida y le convirtió en una cobaya humana con el consentimiento de sus padres. El dolor de un niño vendido como «el triunfo del género frente al sexo» ayudó a la extensión de una ideología que aún hoy intenta imponerse en la sociedad. Frente al intento de hacer creer que ser hombre o mujer se elige porque sólo es una estructura cultura, es importante recordar que a David Reimer le arrebataron su identidad y su vida quedó destrozada.