(Radio Vaticana/InfoCatolica) «Cada uno de sus hijos es una criatura única que no se repetirá nunca más en la historia de la humanidad. ¡Cuando se comprende esto, es decir que cada uno ha sido querido por Dios, quedamos asombrados ante el gran milagro de un hijo! ¡Un hijo cambia la vida! Todos hemos visto a hombres y mujeres que, cuando reciben a un hijo, les cambia la vida. ¡Un hijo es un milagro que cambia la vida!»
Tras subrayar las dificultades que afrontan las familias, en particular las numerosas, deseando que las instituciones públicas y la política les dediquen mayor atención y apoyo, y recordando la Exhortación Apostólica de Juan Pablo II, el Papa alentó asimismo el compromiso de las asociaciones familiares en los Foros nacionales y locales, así como en la Iglesia y en la sociedad:
«Estoy a su lado con la oración y los encomiendo a la protección de la Sagrada Familia de Jesús, José y María. Qué linda noticia saber que en Nazaret se está realizando una casa para las familias del mundo que peregrinan allí donde Jesús creció en edad, sabiduría y gracia (cfr Lc 2,40).
Rezo en particular por las familias más probadas por la crisis económica, aquellas donde el papá o la mamá han perdido el trabajo, donde los jóvenes no logran encontrarlo. Por las familias probadas en sus afectos más queridos y por aquellas que sienten la tentación de rendirse a la soledad y a la división».
Recordando que las familias numerosas son una escuela de solidaridad y del compartir, en beneficio de toda la sociedad ante un mundo marcado a menudo por egoísmos, el Papa hizo hincapié en el encuentro entre generaciones. Y destacó el papel de los abuelos, que son una presencia preciosa tanto en la ayuda práctica como en la educación. Pues los «abuelos custodian los valores de un pueblo, de una familia y ayudan a los padres a transmitirlos a los hijos». Y recordó cómo en el siglo pasado en tantos países europeos fueron los abuelos los que transmitieron la fe, llevando incluso a escondidas a los niños para bautizarlos.
A los queridos padres, les expresó su gratitud por «el ejemplo de amor a la vida que custodian desde la concepción hasta el ocaso natural, aun en medio de todas las dificultades y pesos de la vida, que lamentablemente las instituciones públicas no siempre ayudan a llevar».
Con su bendición el Papa Bergoglio deseó a todas las familias la ternura y la consolación de Dios y pidió oraciones por él, que se siente como «el abuelo de todos».