(Efe/InfoCatólica) Este es el primero de los dos actos programados para esta jornada de sábado, en la localidad septentrional de Fogliano Redipuglia, a pocos kilómetros de la frontera con Austria y Eslovenia, uno de los frentes de la Gran Guerra. Allí permanecen sepultados 14.550 soldados del Eje Central, de ellos solo 2.550 identificados.
«Hoy, tras el segundo fracaso de una guerra mundial, quizás se puede hablar de una tercera guerra combatida `por partes´, con crímenes, masacres, destrucciones», aseveró.
El Santo Padre indicó que la guerra es «una locura» que crece destruyendo y trastornándolo todo, hasta la relación entre hermanos y «lo más hermoso que Dios ha creado», el ser humano.
«Planificadores del terror»
También recordó que este sábado en día hay muchas víctimas y esto sucede porque «en la sombra» convergen «intereses, estrategias geopolíticas y codicia de dinero y de poder», que a menudo encuentran justificación en la ideología.
En concreto criticó a la industria armamentística –«que parece ser tan importante»– a la que tildó junto al resto de factores de «planificadores del terror» y de «organizadores del desencuentro».
Indiferencia
El Papa también hizo un alegato contra la indiferencia al recordar la respuesta de Caín al ser preguntado por Dios por el paradero de Abel: «¿A mi qué me importa? ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9).
«Con corazón de hijo, de hermano, de padre», el Papa pidió a la humanidad pasar de ese «¿A mi qué me importa?» al «llanto», es decir, a la reacción contra el belicismo porque «la humanidad tiene necesidad de llorar, y esta es la hora del llanto».