(Il Corriere della Sera/InfoCatólica) María nació el pasado jueves, entre la emoción general de los doctores, que la han visto crecer con los «ojos» electrónicos de las ecografías y que ahora hablan de «un resultado increíble, extraordinario». Incluso el primer caso en el mundo, según algunos, de nacimiento de una madre que entró en coma cuando el embarazo no había llegado ni siquiera al tercer mes.
A Giampiero, el padre, le temblaba la voz mientras alguien escribía por primera vez aquella palabra en el historial médico: María. Pequeña, obstinada criatura de un kilo y 90 gramos venida al mundo a los siete meses, después de sobrevivir a múltiples exámenes radiológicos y a una enorme cantidad de medicinas que servían para tener bajo control y en condiciones estables la vida de Carolina.
Ella continúa sin dar señales de mejora. Isquemia cerebral difusa: en la práctica un estado de coma que ya no es farmacológico pero que no es tampoco profundo. Para los médicos el cerebro de Carolina por sí solo no puede hacer nada, ni respirar ni ordenar un movimiento cualquiera. En estas condiciones son imposibles las posibilidades de mejora. Pero Giampiero está seguro de que no es así, jura que la ha visto llorar y conmoverse cuando él le ha hecho oír la voz del otro hijo, Eliseo. Y dice que le ha parecido ver un ligero movimiento de los ojos.
«Llamaré a mi niña María en homenaje a la Virgen, a la que rezo cada día para que me devuelva a Carolina» ha anunciado él hace pocos días, antes de saber que un equipo médico había decidido hacer nacer el jueves a la pequeña, para no someterla de nuevo a las radiografías y a las medicinas necesarias para su madre.
La niña debe respirar con una pequeña sonda durante unos cuantos días pero está bien. «Se la ve crecer normalmente» había dicho hace algunas semanas en una entrevista el neurocirujano que había operado a Carolina en la cabeza, Michele Caradente. «Hemos consultado la literatura internacional» había explicado, y si logramos hacerla nacer «será el primer caso en el mundo de una mujer que entra en coma con tan pocas semanas de gestación».
La fábula triste de María comenzó una tarde de agosto, cuando Domenico Aschettino (ahora en la carcel) disparó a la cabeza de Carolina después de haber matado a su padre. Sucedió en Pignano, una fracción de Lauro, en la provincia de Avellino. Allí ahora todos saben que ha sucedido lo imposible: María ha nacido y sobrevivirá. Desde el día en que fue herida su esposa, Giampiero ha acudido al hospital cada tarde. Horas y horas hablando con su mujer, haciéndole oír la voz de Eliseo. O las canciones que han marcado su historia de amor.
En su página de facebook ha subido casi todos los días una oración, la imagen de Jesús, de Padre Pío o de la Virgen. «Salva a mi mujer, te lo ruego. Hazlo por mis niños» pide en uno de los últimos post. «Me escuchará, porque no es posible que deje de llegarle mi voz» repite. «El nacimiento de mi pequeña será un regalo precioso por Navidad» decía la semana pasada esperando que los médicos decidieran el día apropiado.
«Pero para hacer una verdadera fiesta tendremos que esperar a Carolina». En uno de los mensajes que ha puesto en facebook escribe la oración más dramática: «Te lo ruego, Señora, tómame a mí, porque mis hijos necesitan una madre». También las hormiguitas fuertes y tenaces como María.