(HO/InfoCatólica) Sin embargo, a las 15 semanas las pruebas delataron lo peor, el corazón de Nathan no latía y su peso y talla sólo correspondía a un feto de 13 semanas y 4 días de gestación. Allison relata a LifeNews que sintió como si corazón dejase de latir con el de su hijo.
Solo cuatro días menos y el cuerpo de su hijo hubiese sido tratado como un residuo
«El doctor nos dijo que no había signos de infección por el aborto involuntario y que podíamos regresar» a casa y «acudir a mi ginecólogo». «Sólo así, sin funeraria, sin ataúd, sólo yo, mi marido y nuestro hijo muerto en mi seno debíamos volver a casa y esperar a las horas normales de oficina». «Yo sé que el Señor me dio una paz más allá de mi comprensión durante este tiempo».
Al día siguiente a Allison le provocaron el parto para que tuviese a su hijo ya muerto, pues le dijeron a partir de la semana 13 era el medio más eficaz para extraer al bebé y que no quedaran residuos en su interior, además se lo podría llevar a casa y enterrar. Nathan tenía, según las ecografías, 13 semanas y 4 días. «Sólo cuatro días antes y el cuerpo de mi bebé posiblemente hubiera sido víctima de horrores indescriptibles y seguramente descartado como residuos. ¿Cómo puede ser eso?», exclama Allison.
Testimonio de una madre sobre su hijo perfectamente formado
«Su pequeño cuerpo era tan perfecto, con diez dedos minúsculos y diez dedos de los pies diminutos. Tenía una nariz, una boca, dos pequeños ojos y oídos». «Estaba tan perfectamente formado. Nadie puede decir que a las 13 semanas y 4 días de edad no era un bebé».
La familia quiso enterrarlo adecuadamente aunque, según la ley, hasta la semana 20 de gestación el bebé no necesita un certificado de defunción o estar legalmente enterrado en un cementerio.
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Libros recomendados
El aborto: la vergüenza de nuestra época, VV.AA.
Novena de oración por la vida Guillermo Juan Morado