(Diario Información) El cardenal aborda también lo sucedido en la Iglesia tras la renuncia de Benedicto XVI y la llegada del papa Francisco, del que considera que es «extraordinario en todos los sentidos». El cardenal y arzobispo emérito de Sevilla ha pasado por Alicante para hablar, entre otros asuntos, de la elección del nuevo Papa, un proceso que él vivió desde dentro
–Recientemente hemos asistido a la elección de un nuevo Papa en la que usted fue uno de los cardenales que participó en el cónclave, ¿cómo se vive este proceso desde dentro?
Por una parte hubo una gran sorpresa por la renuncia de Benedicto XVI, que fue un gesto grande de humildad, valentía y lealtad hacia la Iglesia. Y desde dentro lo vivimos con preocupación, aunque es lo que quería Dios y así tuvimos que asumirlo.
–¿Es un proceso rodeado de intrigas y misterio como se plantea en la literatura?
Todo aquello que se parezca a Dan Brown no tiene absolutamente nada que ver. No hay intrigas, ni facciones, ni candidaturas. Es simplemente buscar a la persona que puede servir mejor a la Iglesia. La responsabilidad del Papa es enorme y sólo una persona fuera de sitio puede maquinar este tipo de cosas.
–¿Qué opina del nuevo Papa Francisco?
Es extraordinario en todos los sentidos, aunque eso es algo que hemos dicho con todos los papas. Nos parecía que cada uno era irreemplazable. Francisco es el primer Papa latinoamericano y el primero no europeo en siglos. Su estilo es muy propio. Todos le ven una persona cercana, pero hay que tener en cuenta que proviene de la Compañía de Jesús y su característica fundamental es el discernimiento, saber ponerse en el lado de Cristo. Sabe tomar decisiones oportunas en el momento oportuno.
–¿De ahí viene el proceso de limpieza que ha iniciado en el Banco Vaticano?
El proceso en el IOR, llamado Banco Vaticano, viene ya desde hace tiempo y es lógico. En las instituciones humanas hay reformas, cambios de personas, hay errores... todo forma parte de un proceso ordinario común a todas las instituciones.
–¿Cree que la hará extensiva a otras instituciones de la Iglesia?
Seguro, porque es lo que han hecho todos los papas. Imagínese lo que supuso el Concilio Vaticano II con Juan XXIII, fue la revolución de la revoluciones. Juan Pablo II también renovó muchas cosas. Si la Iglesia es un organismo vivo, tiene que haber estas reformas y estas renovaciones.
–De usted se dice que es un cardenal «progresista», ¿comparte este calificativo?
Pues como serán los cardenales no progresistas... Esos son terminos de dioptría, soy muy clásico.
–¿Cree que la Iglesia debe pagar el IBI?
La Iglesia ya paga el IBI por aquello que tiene que pagarlo. En aquello que produce una renta es lógico que lo pague, como todo el mundo. Pero hay una ley de mecenazgo para instituciones culturales, sin afán de lucro, edificios históricos... afecta a una serie de instituciones, por ejemplo iglesias o residencias de religiosos. La ley es la ley y es para todos y también en aquellos casos protegidos por la ley de mecenazgo, porque somos ciudadanos españoles, no venimos de otro mundo y hay que ajustarse a las leyes de los países en los que se vive.
–¿Qué opina de la reforma de la ley del aborto?
Hay una gran hipocresía. Hace unas semanas una pobre mujer echó a su hijo a una alcantarilla y la llevaron a la cárcel. Si esa mujer mata a su hijo unas semanas antes no pasa nada. Después parece que estamos más preocupados por los supuestos de despenalización que en el delito. Lo importante no es buscar atenuantes sino evitar el delito. Aborto bajo ningún concepto.
–¿Y en cuanto a la reforma educativa que vuelve a dar más peso a la asignatura de Religión?
Si la Religión es una opción libre, eso no quiere decir que sea una opción de tercera categoría.
–¿Está en crisis la familia?
Algunas familias están muy en crisis. Hay una desestima de la familia en los jóvenes. Ya no se casan ni por lo civil ni por lo religioso ni por nada. Se unen y se acabó. Lo cual es un problema porque quieren tener los derechos sociales como familia o como matrimonio y no aceptar el matrimonio. ¿En qué quedamos? Hay cosas que le han quitado valor a la familia, como el divorcio exprés. La gente dice «nos juntamos y si no nos entendemos pasado mañana cada uno por su lado». Esto es una desestabilización social y un capricho impropio de personas maduras. Uno piensa que cuando se quiere de verdad a la otra persona y se unen en matrimonio lo que quiere es que esto no termine nunca.
–¿Cree que el maltrato justifica que se ponga fin a una unión matrimonial?
Respecto a la separación de las personas cuando la convivencia resulta imposible son casos que hay que ver singularmente. Igual que el alejamiento en situaciones de riesgo.