(Terra) La Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia de Neuquén (TSJ) falló a fines de abril favor al pedido de la familia de Diez, en estado vegetativo desde 1994, que había solicitado que se le retirara la asistencia médica que lo mantiene con vida.
El obispo de Neuquén formuló su petición «convencidos de que el derecho a la vida es el primero y fundamental de todos los derechos».
Destacó también que se trata de actuar «como dice nuestra Constitución Nacional: desde su concepción hasta la muerte natural».
«En Marcelo vemos a Jesús, quien nos recuerda que toda persona es valiosa a los ojos del Padre Dios», sostuvo a raíz de que el el Tribunal Superior de Justicia de Neuquén dispuso que deja a las hermanas de Diez la responsabilidad de la suspensión de todas las medidas de sostén vital que hoy se le brindan.
Al no haber cambiado la situación clínica del paciente, el obispo ratificó en su totalidad una declaración suya del 15 de agosto de 2012, en la que ante el pedido de «muerte digna» del joven, reclamó respetar la vida.
«Quitarle las atenciones que hoy se le brindan lo condenaría a una muerte atroz», advirtió en aquella comunicación y hoy ratificó que «eso configuraría una eutanasia por omisión y un delito por abandono de persona».
Además, en su condición de «Pastor de la Diócesis de Neuquén, Iglesia que siempre ha luchado por la vida aún en circunstancias históricas donde nadie o pocos osaban expresarse», consignó algunas consideraciones sobre el estado de Diez.
Marcelo, según estas aclaraciones, no «está enchufado, como se publicita, pues no está conectado a nada. Ni lo ha estado en estos últimos años».
«No corresponde a la verdad decir que Marcelo Diez está en estado terminal o agónico. Dentro de su cuadro goza de una salud estable, sin ni siquiera resfríos o escaras desde hace mucho tiempo», señaló.
Por otra parte, explicó que «lo único que se le brinda es el sostén vital básico que no se le puede negar a ningún ser humano: alimentación e hidratación por vía enteral, higienización, afecto y asistencia espiritual».
«No corresponde, por lo tanto, llamar muerte digna a una muerte atroz como ésta, provocada por el cese de la alimentación e hidratación. La ciencia médica sabe y describe la crueldad de esta práctica. En este tipo de muerte, nadie excluye la posibilidad de grandes sufrimientos y de una parcial conciencia de ellos», expresó el comunicado.