(Luis F. Pérez/InfoCatólica) - El 27 de septiembre adelantó en su blog que soñaba con llevar la adoración perpetua a su parroquia. Este sábado pasado ha anunciado que, Dios mediante, empiezan en enero. ¿Cómo se ha convertido en realidad su sueño?
Dios hace las cosas así y Él mismo sugiere el momento. El sueño, latente, comenzó a hacerse realidad cuando el P. Iraburu se enteró de este anhelo y me puso en contacto con el P. Justo Lofeudo, enamorado de la Eucaristía, impulsor de las capillas de adoración perpetua por todo el mundo, y que casualmente está por Madrid. Hablamos el P. Justo y un servidor tranquilamente y fue él quien con su experiencia nos animó a lanzarnos ya. El mismo P. Justo ha tenido ya una primera reunión con adoradores.
- No puede haber adoración perpetua sin fieles dispuestos a mantenerla. ¿Cómo han recibido sus parroquianos la iniciativa? ¿Ha necesitado acudir a sacerdotes de parroquias vecinas para lograr cerrar los turnos de adoración?
Mis feligreses no dejan de decirme que si estoy loco. Pero a la vez han acogido la iniciativa con una gran receptividad. Han sido dos días intensos en la parroquia. El domingo 28 de octubre predicamos la adoración eucarística perpetua en todas las misas y el 4 de noviembre pedimos a los fieles el compromiso de una hora semanal ante el Señor. Hasta este momento pasan de 150 las inscripciones, que no está nada mal habida cuenta de que la parroquia es muy nueva y apenas llega a los 9.000 feligreses, y justo pedimos las inscripciones en pleno puente de todos los santos.
Con estas inscripciones cubrimos algo más de la mitad de los turnos. Ya me he puesto al habla con el arcipreste de la zona y en la próxima reunión de sacerdotes plantearemos la posibilidad de anunciarlo en otras parroquias. De momento, y por parte del arcipreste, disponibilidad total en su parroquia.
- ¿Qué le han dicho los fieles que quieren participar en esta obra del Señor?
Que adelante, y que lo que haga falta. Somos conscientes de las dificultades, por ejemplo pensamos en verano, vacaciones, días que pueden ser complicados. Pero la entrega de los fieles impresiona. Gente que te dice que una hora diaria sacan de donde sea. Una joven que se ofrece ¡de tres a cinco de la madrugada! el día que se necesite. Yo los veo a la vez asustados y emocionados con el proyecto, y lo único que les digo constantemente es que regalen esa hora, que el resto lo pondrá el Señor, que Dios proveerá.
- Su parroquia es de reciente creación, ¿nadie le ha dicho que «estas cosas» solo se hacen en parroquias con solera y tradición?
Sí, sí, otra vez lo de llamarme loco. Pero esto es viejo. El dinero lo deben dar los ricos, rezar las monjas, evangelizar los curas y la adoración las parroquias del centro, que es una forma muy cómoda de vivir en el no hacer nada. Hay parroquias con adoración eucarística perpetua en las parroquias y pueblos más inverosímiles. Justo porque la nuestra es una parroquia de nueva creación necesitamos la adoración más que nadie para que sea el Señor el centro de todo lo que aquí se viva y se haga y para que en la oración ante el Santísimo encontremos fuerza, sentido y acierto a la hora de vivir y anunciar el evangelio.
- ¿Cree posible un efecto contagio que lleve la adoración perpetua a otras parroquias de su arciprestazgo?
Pues la verdad es que sí. Creo que tendremos que llegar a comprender que la vida del cristiano, que la vida de una parroquia se hacen ante el Señor. Podemos perdernos en actividades, dinámicas, grupos, movimientos y movidas. Pero como todo eso no se nutra de la adoración constante se nos puede quedar en agitar gente.
-¿Qué frutos espirituales espera de la adoración perpetua a nuestro Señor entre sus feligreses?
Espero todos. Una parroquia en la que ciento cincuenta, doscientos, trescientos feligreses dedican una hora por semana a estar con el Señor es una cosa muy seria. Estoy convencido que con la fuerza de la adoración permanente la parroquia caminará sola. De la adoración ante el Santísimo surgirá el deseo de amarlo en los pobres, de anunciarlo a niños y jóvenes, de celebrar su presencia en la liturgia, de ser comunidad.
- Don Jorge, ¿usted, en estos momentos, cómo se siente?
Pues como dividido. Me siento un tanto asustado. Creo que es un don demasiado grande para la parroquia y a veces creo que estoy pidiendo demasiado al Señor. Mi oración en estos días es sobre todo «Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya lo hará posible». Y a la vez ilusionado y confiado en la misericordia del Señor y en la oración de tantos hermanos que sé que piden y que pedís por nosotros.
He pedido añadir en todas las celebraciones de la parroquia una intención en la oración de los fieles y un avemaría tras la bendición final por la capilla de adoración perpetua.
Con todo esto, a partir de ahora, ya sólo me queda hacer míos en oración los versos de Juan Ramón Jiménez: «Lo que vos queráis, Señor, sea lo que vos queráis».