(Luis Fernando Pérez/InfoCatólica) Benedicto XVI ha advertido a los obipos franceses del riesgo de que las diócesis sufran un proceso de «burocratización» y les ha exhortado a impedir que los laicos y a los sacerdotes de la Iglesia en Francia asuman tareas que no les corresponden.
En ese sentido, el Papa ha alabado «la generosidad de los laicos, llamados a participar en los oficios y servicios en la Iglesia» pero ha señalado la necesidad de vigilar que se respeten las diferencias entre el sacerdocio común de todos los fieles y el sacerdocio ministerial, que es el de aquellos que han sido ordenados al servicio de la comunidad. La escasez de sacerdotes no puede ser alegada como excusa para que los obispos no cumplan con esa tarea.
El Vicario de Cristo ha recordado a los pastores franceses que «la sobrecarga de trabajo que pesa sobre vuestros sacerdotes crea la obligación de velar por ellos, material pero sobre todo espiritualmente, puesto que vosotros sois los responsables de la santidad de vuestros sacerdotes, a sabiendas, como ya os dije en Lourdes en 2008, que su vida espiritual es el fundamento de su vida apostólica y en consecuencia la garantía de la fecundidad de todo su ministerio».
«Francia posee una larga tradición espiritual y misionera» y por ello el Santo Padre ha invitado «ya desde ahora a dar una respuesta con valentía y optimismo proponiendo con audacia e inventiva la novedad permanente del Evangelio, ante los desafíos de una sociedad ampliamente secularizada».
El Santo Padre ha hecho alusión a las raíces cristianas de Francia, un «zócalo sólido en el que apoyar los esfuerzos para continuar a anunciar incansablemente la Palabra de Dios en el espíritu que anima la nueva evangelización, tema de la próxima asamblea sinodal».
Benedicto XVI ha exhortado a los obispos a «defender la vida y la familia en la sociedad», lo cual «no es para nada retrógrado, sino más bien profético ya que significa la promoción de valores que permitan el pleno desarrollo de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. Matrimonio y familia son instituciones que deben ser promovidas y protegidas de cualquier equívoco posible sobre su auténtica verdad, porque todo lo que es perjudicial para ellos constituye en realidad una herida a la sociedad misma».
Finalmente, el Papa ha subrayado que «el obispo diocesano tiene el deber de defender la unidad de toda la Iglesia, en la porción del Pueblo de Dios a él confiada, dando espacio a las diferentes sensibilidades que merecen igual solicitud pastoral, en alusión a una sociedad multirracial, pluricultural y mundializada, como la francesa».