(Agencias/InfoCatólica) Durante la audiencia general que presidió ante más de cinco mil personas congregadas en la plaza central del Castelgandolfo, el Papa recordó la figura de San Alfonso María de Ligorio, uno de los santos más conocidos del siglo XVIII, que tenía un estilo simple e inmediato además de ser un gran confesor.
«Hoy se celebra –comenzó el Papa- la memora litúrgica de San Alfonso María Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia, fundador de la Congregación del Santísimo Redentor, (padres redentoristas), patrono de los estudiantes de teología moral y de los confesores. San Alfonso es uno de los santos más populares del siglo XVIII, por su estilo sencillo e inmediato y por su doctrina sobre el sacramento de la Penitencia: en un período de gran rigorismo, fruto de la influencia jansenista, él recomendaba a los confesores administrar este Sacramento manifestando el abrazo gozoso de Dios Padre que en su misericordia infinita no se cansa de recibir al hijo arrepentido».
El Pontífice se detuvo en las enseñanzas de San Alfonso sobre la oración, especialmente en su tratado «El gran medio de la Oración», que el santo escribió en 1759 y el cual consideraba el más útil entre todos sus escritos. «En efecto, dijo el Papa, describe a la oración como el medio necesario y seguro para obtener la salvación y todas las gracias ... En esta frase está sintetizado el modo Alfonsiano de entender la oración».
El Pontífice recordó que «Dios nos ha creado por amor, para poder donarnos la vida en plenitud; pero esta meta, la vida en plenitud, a causa del pecado se fue, por así decirlo, alejando, todos lo sabemos, y solo la gracia de Dios la puede hacer accesible».
El Santo Padre recordó que San Alfonso acuñó una famosa máxima muy elemental que dice: «Quien ora se salva, quien no ora se condena». Como comentario de esta frase lapidaria, añadía: ‘Sin oración cosa muy difícil es que nos podamos salvar; tan difícil que, es del todo imposible… con la oración, la salvación es segura y fácil’. Y aún dice: ‘Pensemos que, si no rezamos, ninguna excusa podremos alegar, porque Dios a todos da la gracia de orar si no nos salvamos, culpa nuestra será. Y la causa de nuestra infinita desgracia será una sola: que no hemos rezado’».
Al señalar que la oración es un medio necesario, San Alfonso quería hacer comprender que en cada situación de la vida no se puede prescindir de la misma, en especial en el momento de la prueba y en las dificultades.
«Queridos amigos, finalizó el Papa su catequesis, san Alfonso nos recuerda que la relación con Dios es esencial en nuestra vida: sin la relación de Dios falta la relación fundamental y la relación de Dios se lleva a cabo hablando Dios, en oración personal cotidiana y en la participación en los Sacramentos. Así esta relación puede crecer en nosotros. Puede crecer en nosotros la presencia divina que dirige nuestro camino, lo ilumina y lo hace seguro y sereno, también en medio de las dificultades y peligros».