(RPPNoticias/InfoCatólica) El P. Chuquillanqui lamentó que algunas personas estén juzgando esta situación desde una “óptica sesgada y al mismo tiempo con falta de conocimiento”.
“Hay que ver que en el ejercicio de su ministerio (del P. Garatea) se han juntado varias situaciones que le han llevado al Cardenal a decir “no creo oportuno ahora renovar las licencias ministeriales”, más todavía cuando se ha tenido en público la posición de no compartir el trabajo pastoral. (…) Hay ciertas actitudes que han llevado a interpretar que no había un deseo de respeto al trabajo pastoral del arzobispo”, señaló.
En tal sentido, el Vicario Episcopal de la Archidiócesis de Lima explicó el significado de la no renovación de las licencias ministeriales al Padre Garatea, recordando que no se trata de una suspensión, tal y como algunos medios vienen desinformando.
“En este caso el arzobispo, como guardián de la fe y doctrina dentro de su diócesis no le ha renovado la licencia del ejercicio ministerial, que es totalmente diferente a la suspensión”, refirió. “No se trata de una suspensión, porque la suspensión es mucho más delicada y mucho más grave. Acá no se le está renovando la licencia en la Archidiócesis de Lima”, añadió.
Un proceso largo de diálogo con el religioso
El también párroco de Manchay reveló que, en su calidad de Vicario Episcopal de la Archidiócesis, tiene conocimiento que en reiteradas oportunidades el Arzobispo de Lima dialogó con el Padre Garatea invitándolo a tener prudencia y cuidado con “ciertas expresiones que pueden ser tergiversadas en su contexto”.
“Tengo conocimiento que en más de dos oportunidades el Cardenal habló con el Padre Garatea invitándolo a que tuviera cuidado con ciertos comentarios que versaba. (…) A parte de ello me consta también la comunicación del Arzobispo de Lima con el Superior Provincial de la que la congregación (de los Sagrados Corazones), por la que también se le invitaba a llevar a la reflexión al religioso. Es decir, la no renovación de las licencias ha sido fruto de un proceso largo de diálogo”.
Como se recuerda, el P. Raúl Pariamachi, Superior Provincial de los Sagrados Corazones ha confirmado recientemente en un medio local que se sostuvieron conversaciones sobre el tema con el Arzobispo de Lima a lo largo de seis años.
“Lo que haya conversado el Cardenal con el padre Garatea o con el Superior Provincial queda en sus conciencias. En mi situación de Vicario Episcopal me consta que ha habido un deseo de mejorar las relaciones y de evitar tergiversaciones”, prosiguió.
También recordó que la situación del P. Garatea fue llevada con la máxima discreción por parte de las autoridades eclesiásticas de la Arquidiócesis de Lima y que el arzobispo de Lima ha tomado la decisión habiendo realizado las consultas del caso a personas competentes.
Formas de expresar las diferencias
El P. Chuquillanqui señaló también que dentro de la Iglesia hay modos para expresar las diferencias: “Si no comparto el trabajo pastoral con mi Pastor hay caminos de diálogo para poder opinar y conversar dentro de la Iglesia. Pienso que ciertas cuestiones en el ámbito de nuestras instituciones y de nuestras familias hay que tratarlas dentro de casa primero, antes que ventilarlo públicamente”.
Finalmente, como párroco de Manchay, una de las zonas más necesitadas de la Archidiócesis de Lima, reconoció ser testigo cercano del trabajo pastoral del Cardenal Cipriani con las personas menos favorecidas “en derechos humanos, trabajo con pobres, madres gestantes y niños”.
También recordó que el Santo Padre al nombrarlo Cardenal, ha tenido una deferencia con el Perú y con la persona del Arzobispo de Lima.